¡Por qué dedicamos una edición completa a las causas que originaron la vida? El debate creación-evolución, ¿ya nos ha alcanzado?
El contenido de esta edición del Ministerio Adventista se concentra en una doctrina fundamental sostenida y enseñada por la Iglesia Adventista del Séptimo Día durante toda su historia. Creemos “que los primeros 35 versículos del libro del Génesis contienen un relato válido y real de acontecimientos literales que ocurrieron durante siete rotaciones consecutivas del planeta Tierra: la semana de la creación. Esta interpretación coloca dentro de la semana de la creación el origen de la estirpe original de todos los organismos nutridos por el planeta, y también el origen de las circunstancias físicas de las cuales dependía la continuación de la vida de esa cepa original” (Comentario bíblico adventista, t. 1, pág. 50).
El modelo creacionista de la historia de la tierra sostiene que nuestro planeta sufrió una modificación como resultado de la caída y que su superficie se transformó radicalmente por un diluvio universal posterior a la creación. Somos plenamente conscientes de que esta posición nos ubica en ventaja con respecto al modelo evolucionista ampliamente sostenido.
Son varios los puntos que deben ser destacados en nuestra discusión de este tema tan importante. En mi opinión una seria reflexión sobre estos asuntos revela que alejarse del relato bíblico y su presentación de una creación literal, de la caída y del diluvio, para aceptar el origen espontáneo de la vida y su lento desarrollo por centenares de millones de años, ha tenido muchísimas implicaciones teológicas reconocidas por la mayoría de los cristianos.
En el mundo cristiano contemporáneo, la evolución teísta ha sido proclamada por numerosos eruditos y líderes religiosos. La evolución teísta sugiere que Dios utilizó la selección natural para operar durante largos períodos de tiempo y así desarrollar la vida en nuestro planeta. Este modelo cristiano humanístico difiere del modelo básico del evolucionismo ateo fundamentalmente en su presentación de Dios (los principios evolucionistas y el marco de tiempo son esencialmente los mismos). Obviamente, este modelo evita tensiones con la comunidad científica. Pero debe ser evaluado sobre la base de la autoridad y el testimonio de las Escrituras.
Generalmente se pasa por alto que la verificación de cualquier teoría en cuanto a los orígenes está más allá del alcance del procedimiento científico. No existe una evidencia empírica del origen del universo, y específicamente de nuestro planeta, con sus variadas formas de vida. Aunque la evidencia disponible pueda ser interpretada para sostener una teoría particular de los comienzos, en el análisis final, uno debe tener fe para aceptar cualquiera de las teorías sugeridas.
Creemos que las Escrituras enseñan la creación fíat (por voluntad divina) y que hay evidencias lógicas y razonables, aunque no pruebas, que justifican que se tome el relato bíblico en forma literal. El patrocinio por parte de los adventistas del séptimo día del Geoscience Research Institute (Instituto de Investigaciones Geocientíficas) testifica acerca del vigor de nuestro compromiso con esta enseñanza. Los miembros de este Instituto, que tienen doctorados en varias disciplinas científicas, dedican todo su tiempo a la investigación, a la redacción y al dictado de conferencias sobre creacionismo. En la medida de lo que conozco, la nuestra es la única Iglesia que sostiene una entidad semejante. Creemos que es dinero bien invertido, pues su trabajo se relaciona directamente con una doctrina muy importante de la Escritura.
En verdad, no hay nada en la Biblia que sea tan básico como su pretensión de que Dios es el Creador. Las Escrituras comienzan con la sencilla declaración: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Luego siguen los detalles de una creación que se llevó a cabo en un período de seis días. Algunos pueden especular acerca del lapso involucrado en la narración del Génesis, pero cuando conocemos el cuarto mandamiento con sus detalles, y el número específico que se menciona, nos damos cuenta de que no hay demasiado espacio para la especulación. La declaración: “Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y. todas las cosas que en ellos hay” (Exo. 20:11), tiene sentido sólo en el marco de una creación que tuvo lugar en seis días de una semana literal, con el séptimo día, sábado, como monumento conmemorativo de la creación. Es de la mayor significación que el uso arbitrario que Dios hizo de siete días para la semana de la creación es la única explicación satisfactoria para el ciclo semanal que tenemos hoy.
En cuanto a la importancia de la creación, una rápida revisión de textos nos revela que las Escrituras identifican la creación de los cielos, la tierra y la humanidad como lo que marca la diferencia entre el verdadero Dios y una plétora de falsos dioses, y, en contraste con éstos, lo establece como la yerdadera autoridad. (Véase Isa. 40:25, 26; 42:5; 43:1; 44:6-21; 45:8-12, 18; Jon. 1:9; Hech. 17:22-26.)
En la tierra nuestro Señor desplegó su magnífico poder creativo para restaurar la salud de los cuerpos arruinados, dar vista a los ciegos y vida a los seres muertos. Fue la misma voz vivificante que trajo el mundo a la existencia la que ha hecho que los hombres que estaban física y espiritualmente muertos pudieran vivir.
Esa misma Persona hablará nuevamente y creará nuevos cielos y nueva tierra cuando vuelva por segunda vez (véase 2 Ped. 3:10-13). Este evento culminante no demorará eones en ocurrir. Ningún proceso evolutivo estará involucrado en la restauración de todas las cosas a la belleza edénica. Será una repetición de la creación original. La resurrección de los justos demostrará magníficamente que Dios necesita muy poco tiempo para recrear. Los muertos serán resucitados “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (véase 1 Cor. 15:51-54). Y si hay una “creación fíat” hacia el fin del tiempo, ¿por qué no habría podido ocurrir una “creación fíat” en el comienzo del tiempo?
¿Acaso tiene importancia esto? Posiblemente muchas preguntas queden sin respuesta, pero creemos que esta edición especial demostrará que existe una evidencia científica verosímil para sostener la historicidad del Génesis. La forma en que vemos el origen de la vida tiene su repercusión en. la forma en la cual vemos la vida misma. Y por lo tanto, importa.