Algunas de las promesas más liberales y asombrosas de toda la Biblia se bailan registradas en el capítulo 58 de Isaías; son promesas de oraciones contestadas, de salud restaurada, de rectitud, de gloria y luz, de protección, y de una herencia considerable en la vida eterna.

Al repasar con detención el “Índice de los Escritos de E. G. de White” se descubre que en el espíritu de profecía existen más referencias a este capítulo que a cualquier otro de todas las Escrituras. Al revisar esta lista de referencias a fin de aportar material para la nueva obra “SDA Bible Commentary,” nuestros colaboradores de los archivos de los escritos de la Hna. White han encontrado numerosas referencias adicionales a este capítulo. El mayor número de ellas se refiere a los versículos 6-11, que esbozan la obra de caridad que debe preceder, o por lo menos acompañar, a la verdadera reforma sabática, la que debe formar parte del gran mensaje que acompañará la lluvia tardía.

Isaías propone aquí una de las fórmulas más claras de “la religión pura y sin mácula” (Sant. 1:27) que se pueden hallar en toda la Biblia, al trazar “un plan divinamente sencillo y que sin embargo es maravillosamente satisfactorio” para lograr que los hombres sean puros, genuinamente semejantes a Cristo, y súbditos idóneos para entrar al reino de los cielos.

¿Qué es la luz?

La palabra “luz” es clave para la comprensión de todo el capítulo. “Entonces nacerá tu luz como el alba.” (Isa. 58:8.) “Vosotros sois la luz del mundo,” dijo Jesús.

¿Qué es la luz? ¿De dónde procede? ¿Cómo brilla? ¿Qué es esta luz en la vida de Dios, el Padre? ¿Qué es esta luz en Cristo? ¿Qué es esta luz en el cristiano que debe ser “la luz del mundo”?

Una significativa declaración del espíritu de profecía aclara estos interrogantes en su sentido más profundo. El estudio cuidadoso del pasaje que sigue y de otros que se consignan más adelante, reparando en las palabras y las frases que hemos subrayado, pone de manifiesto un significado totalmente claro que debe ser objeto de nuestra reflexión para beneficiarnos.

“La luz del Sol de Justicia ha de brillar en buenas obras, en palabras de verdad y hechos de santidad.

“Cristo, el resplandor de la gloria del Padre, vino al mundo como su luz. Vino a representar a Dios ante los hombres, y de él está escrito que fue ungido de Espíritu Santo y de potencia’ y ‘anduvo haciendo bienes. En la sinagoga de Nazaret dijo: ‘El Espíritu del Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón; para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner en libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del Señor.’ Esta era la obra que él encomendó a sus discípulos que hicieran. ‘Vosotros sois la luz del mundo, dijo él. ‘Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.’

“Esta es la obra que describe el profeta Isaías cuando dice: ‘¿No es que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu carne? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia.’

“De esa manera, en las noches de tinieblas espirituales, la gloria de Dios ha de brillar por medio de su iglesia, al levantar ésta a los quebrantados y consolar a los dolientes… A nosotros nos toca ayudarlos a aligerar y suavizar las durezas y la miseria de la vida.” (“Lecciones Prácticas del Gran Maestro,” págs. 382, 384.) Léase también “Prophets and Kings,” pág. 718, que contiene un comentario parecido.

Cuánto significado encierra esta declaración preciosa, cuando descubrimos las respuestas de las preguntas anotadas más arriba.

Esta luz emana de Dios como “una revelación de su carácter de amor.”—“Lecciones Prácticas del Gran Maestro,” pág. 382.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo” que no pudo menos que permitir que la luz de ese amor brillara en la hora más tenebrosa.

“Cristo, el resplandor de la gloria del Padre” y de su amor, “vino al mundo como su luz. Vino a representar a Dios ante los hombres.” Lo hizo empleando la mayor parte de su tiempo en socorrer a los necesitados y los desventurados, y en andar “haciendo bienes.” En la sinagoga y en otros lugares anunció que ésta era su misión. “Esta es la obra que él encomendó a sus discípulos que hicieran.” Y “ésta es la obra que el profeta Isaías describe” y la que debemos hacer si deseamos ser “la luz del mundo.”

“Nuestra misión es la misma que la que anunció Cristo, al comienzo de su ministerio, como su misión.”—“Testimonies” tomo 8, pág. 134.

“Los que debieran haber sido la luz del mundo no han arrojado sino rayos débiles y enfermizos. ¿Qué es la luz? Es piedad, bondad, verdad, misericordia, amor.”—“Welfare Ministry” pág. 36.

“En la historia del buen samaritano, Cristo ilustra la naturaleza de la verdadera religión.”—“El Deseado de Todas las Gentes” pág. 443.

“A menos que practiquemos el sacrificio personal para bien de otros, en el círculo familiar, en el vecindario, en la iglesia, y en dondequiera que podamos, cualquiera sea nuestra profesión, no somos cristianos.”—Id., pág. 449. (La cursiva es nuestra.)

“El Evangelio jamás se reviste de mayor encanto que cuando se lo presenta en las esferas más necesitadas y menesterosas. Entonces es cuando su luz brilla con el resplandor más intenso y con el mayor poder.”—“A Call to Medical Evangelism” pág. 23.

El “método” del amor

“Cristo, que vino a nuestro mundo a revelar el amor y la tierna compasión del corazón de su Padre, nos ha enseñado los métodos que deben seguir los observadores del sábado en su obra. Estos están claramente especificados en el capítulo 58 de Isaías.”— “Medical Ministry” pág. 123. (La cursiva es nuestra.)

Como pueblo hemos puesto de relieve los métodos evangelísticos. Pero ¿qué decimos acerca del método del amor y la piedad? Si este método se usara más “veríamos si el aliento de vida no volvería rápidamente a las iglesias.” (“Welfare Ministry,” pág. 124.) En efecto, el consejo es que “leamos cuidadosamente este capítulo.” Este programa de evangelismo no debe fragmentarse, porque es una obra individual.

“Cristo encomienda a sus seguidores una obra individual, una obra que no se puede realizar mediante un apoderado. Servir a los enfermos y a los pobres, dar el mensaje a los perdidos es una obra que no debe dejarse en manos de sociedades ni de la caridad organizada. La responsabilidad individual, el esfuerzo individual, el sacrificio personal son los requerimientos del Evangelio… Las bendiciones del Evangelio deben transmitirse a través del contacto directo, a través del ministerio personal.” —“Counsels on Health,” págs. 390, 391. (La cursiva es nuestra.)

En el presente nuestra obra ha llegado a ser altamente organizada y completamente especializada. Tal vez sea el pastor el único que ha quedado en nuestras filas que, por la naturaleza de su trabajo, se relacione directamente con los pobres y los necesitados; y aun él puede delegar esta obra en manos de las hermanas Dorcas si se deja llevar por lo que con frecuencia es la inclinación humana. ¿Qué podríamos decir de nuestros numerosos obreros de las oficinas, de los puestos administrativos, y de nuestras fábricas? ¿Es real el peligro que existe de que la verdadera religión esté secándose en nuestras almas, aun cuando estemos muy ocupados en muchas cosas en la obra de Dios?

Sabemos que el propósito declarado de todas las numerosas actividades denominacionales es la ganancia de almas. ¿Ha llegado a ser tan mecánica y tan rutinaria una gran parte de estas actividades que hemos perdido el sentido de comunidad, el contacto personal, directo? Recordemos que unida a la ganancia de almas está la obra de caridad, cuya influencia suavizadora trae a nuestros corazones esa tierna consideración hacia los demás tan esencial en el servicio cristiano.

Y mientras nos acordamos de los necesitados y los infortunados, de los angustiados y los quebrantados que no pertenecen a nuestro círculo, ¿qué diremos de aquellos con quienes trabajamos en el hogar, en la oficina, en la iglesia y en la asociación?

“Ahora, hermanos y hermanas, quitemos de nuestras almas la indiferencia, y quitémosla de los métodos que empleamos en nuestra obra.” —“Welfare Ministry,” pág. 90.

“El [Dios] vigila para ver si vosotros manifestáis compasión con quienes os asociáis.” —“Counsels on Stewardship” pág. 164.

Debemos estudiar de nuevo Isaías 58

¿No sería una experiencia vivificadora para cada obrero, personalmente, que procura descubrir en su propio barrio, o en el pueblo o la ciudad donde vive, algunos casos necesitados o algún desafortunado, e imitar el ejemplo de Cristo infundiendo esperanza y ánimo, y si fuera necesario, proporcionando ayuda material o física? Cuando recordamos las necesidades de los demás, cuando nos conmovemos por las dolencias de otros, como Cristo se conduele de las nuestras, entonces experimentamos algo en lo más íntimo de nuestras almas.

Creemos que para todos nosotros puede ser una experiencia vivificadora volver a estudiar diligentemente el capítulo 58 de Isaías. Los importantes comentarios que hace el espíritu de profecía acerca de Isaías 58 deben constituir un desafío para todos nosotros.

Un reavivamiento de la verdadera piedad debe preceder al derramamiento de la lluvia tardía. Que Dios nos ayude a entrar en su plan de evangelismo verdadero.