Lecciones útiles, extraídas de los métodos evangelísticos de Pablo en Corinto.

Escribir sobre el apóstol Pablo no es tarea fácil. Plasmar en un papel un análisis sobre sus estudios, ideas, ministerio y teología siempre será un verdadero desafío para cada escritor, erudito o curioso, como en este caso. Este sencillo artículo bosqueja detalles, intensiones del habla y –¿por qué no?– algunos principios acerca de la misiología paulina, desarrollados en la estratégica ciudad de Corinto: “A la iglesia de Dios que está en Corinto” (1 Cor. 1:1).

Queriendo profundizar en el enunciado “A la iglesia de Dios que está en Corinto”, nos vemos obligados de manera primordial a acudir y analizar el trasfondo geográfico, histórico, cultural, político y religioso de la ciudad de Corinto.

“En nombre del emperador”

“La antigua ciudad de Corinto estaba ubicada en la amplia llanura que está debajo del elevado Acrocorinto, una inexpugnable (inaccesible) cima de 630 metros de altura que se alza en la península del Peloponeso”.[1] Su estratégica ubicación geográfica hacía que Corinto fuera una ciudad fuerte, de cimientos profundos casi invencibles. De esta manera, gozaba “de una relativa seguridad”.[2] La ciudad era beneficiada por el golfo de Corinto, que compartía al norte con el puerto de Licaonia y al este con el puerto de Cencrea; entre estos dos puertos había una distancia de unos 3,2 km. Ambos lugares hicieron que Corinto se convirtiera en una ciudad comercial y originadora de riquezas. Los registros históricos dicen que todos los barcos que venían del oriente o del occidente hacían embarque en cualquiera de sus dos puertos.

“[…] Las mercaderías se distribuían en pequeñas naves que recorrían las islas que conectaban la península con Grecia central”. Kistemaker añade: “A Periandro (625-583 a.C.) se le ocurrió construir un canal para facilitar el transporte de mercancía, pero en última instancia edificó un cruce de piedra con el nombre de diolkos, palabra que significa plataforma deslizable sobre ruedas. El sistema consistía en colocar pequeños barcos en plataformas, para arrastrarlos […]”.[3]

Producto de una serie de enfrentamientos bélicos, Corinto se debilitó en más de una ocasión. Luego de que los romanos conquistaron Grecia (196 a.C.), “[…] pusieron a Corinto a la cabeza de la confederación de las ciudades de la provincia de Acaya […]”.[4] Y no fue hasta el gobierno de Julio César que la ciudad fue realmente reconstruida y restaurada. “De esta forma Corinto se convirtió en una colonia romana, conocida como la Colonia Laus Julia Corinthiensis [la colonia de Corinto es una alabanza a Julio]”.[5]

Consecuentemente, Corinto había heredado algunas costumbres romanas tales como la lengua, que era oficialmente el latín, el idioma del pueblo, en donde también se hablaba griego. Ciudad cosmopolita, albergaba gente de todos lados, especialmente romanos (quienes tenían el poder político y gubernamental); entre ellos vivían soldados, filósofos, maestros y trabajadores que provenían del Mediterráneo. En aquellos tiempos, la capital de Acaya llegó a tener “[…] una población estimada en doscientas mil personas”.[6]

En cuanto a lo religioso, Corinto era conocida como una de las ciudades más perversas de su época. Tanto es así que se había hecho popular la expresión “[…] corinthiazathai (literalmente “vivir a lo corintio”) […]”.[7] De esta manera se ilustraba la inmoralidad y la depravación que imperaban en la ciudadanía griega. Consecuente con el carácter multicultural y ecuménico del lugar, existían más de doce templos; entre ellos, el de mayor popularidad estaba dedicado a la diosa del amor, Afrodita.

En estas condiciones, el intrépido Pablo inicia la predicación del evangelio entre las calles de Corinto, en donde seguramente “[…] a nadie le pareció mal que el cristianismo se instalara […]”.[8]

Antes de continuar, definamos el concepto de misiología y –¿por qué no?– del término misión.

¿Qué es misiología?

1. “Es una rama de la teología y se encarga del estudio ordenado de la misión de la iglesia”.[9]

2. “Es la ciencia, es el estudio sistemático de la teoría y la práctica de las misiones cristianas, combinando disciplinas como la antropología, las teorías de comunicación intercultural, el ecumenismo, la historia, los estudios interculturales, la metodología, el encuentro religioso y la teología”.[10]

¿Qué es misión?

1. “Del latín missio, -onis. Acción de enviar. Poder, facultad que se da a una persona de ir a desempeñar algún cometido […]”.[11]

2. “Comisión”.[12]

3. “Misión significa el trabajo organizado para la propagación de una religión […]”.[13]

4. Acerca de misión: “Los evangelios registran el mandato de Jesucristo a sus discípulos de ir a hacer discípulos a todas las naciones”.[14]

No se pretende contextuar los conceptos de misiología y misión en el presente artículo; más bien, se desea contextualizar el documento en la disciplina correcta para su estudio y desarrollo.

¿Por qué pablo fue a Corinto?

Siguiendo con nuestro estudio, nace el siguiente interrogante: ¿por qué Pablo se dirige a Corinto? Una pregunta de fácil respuesta, pero a la vez llena de lecciones básicas para el trabajo misional de la iglesia.

“Inicialmente, Pablo recibió un urgente llamado de ayudar a los macedonios (Hech. 16:9). Pero, se fue a Atenas huyendo de la persecución”.[15] “Algunos creen que Pablo se marchó de Atenas debido a los pobres resultados habidos allí […]”,[16] “[…] algunos se burlaron, otros postergaron su decisión y unos pocos creyeron (17:16-32). No se formó ninguna iglesia allí, y a él le pareció mejor salir y buscar terreno más fértil en Corinto”.[17]

Preguntamos: ¿Pablo fracasó en Macedonia? ¿Por qué no hubo resultados numéricos o estadísticos? ¿Se equivocó Pablo al aplicar principios misionales? Esta experiencia en el ministerio del paladín del evangelio (Pablo), deja profundos momentos de reflexión acerca del trabajo por las almas.

¿Que están tratando de decirnos las Escrituras en este aspecto? Simplemente, que en la tarea de plantar iglesias o en cualquier otra actividad evangelizadora, no siempre los resultados numéricos marcan el éxito del evangelista; hablando de que si se equivocó en elegir el camino (metodología) a seguir para su cruzada.

Entonces, ¿cómo saber si tuvo éxito o no? Sin duda, las estadísticas ayudan a asimilar en primera instancia cuánto éxito marcó la experiencia del instrumento humano, pero no siempre estos esfuerzos estarán acompañados con resultados estadísticos pomposos.

“Al instruir a los discípulos, Jesús los previno: Y si alguno no os recibiere, ni oyere vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies (Mat. 10:14). La falta de resultados numéricos no es señalada como fracaso de los discípulos. Una multitud de cinco mil hombres, además de las mujeres y los niños, fue alimentada por Jesús. Veinticuatro horas después, solo doce continuaban siguiéndolo. Esto no es prueba de que Jesús fracasó en ese momento”.[18]

¿Y cómo medimos el verdadero éxito de un evangelista o de un pastor? “¿En qué se puede basar el éxito de Pablo? Obediencia al llamado a proclamar el reino de Dios y a preparar a la iglesia para el encuentro con el Señor. En algunas situaciones, se alcanzarán a multitudes; en otros casos, habrá rechazo y desprecio. Pero, si está cumpliendo fielmente su ministerio, el portavoz será considerado victorioso”.[19]

“Desde la perspectiva de Pablo, Corinto era un centro misionero ideal ,desde el cual el evangelio podría esparcirse a través de los marineros desde el este al oeste”.[20] Seguramente, todos los argumentos citados anteriormente tienen mucha validez, pero, nosotros preferimos creer que fue la Providencia quien dirigió los valientes pasos del apóstol Pablo.

Cuatro principios misiológicos o misionales del evangelio en Corinto

Al iniciar su trabajo en Corinto, Pablo no inventó nada, no recurrió a métodos faltos de fundamentos. Nos da la fuerte impresión de que el apóstol recurrió a la ciencia de la predicación, la “misiología”.

El capítulo 18 de Hechos de los Apóstoles menciona: “[…] Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. Y halló a un judío llamado Aquila, natural del Ponto, recién venido de Italia con Priscila su mujer […]” (Hech. 18:1, 2).

1. Como primer principio, se explica que, en el desafío de abrir una nueva congregación iglesia, “es razonable buscar una familia amiga o afín a uno”. Pablo encontró a una pareja nómada que acostumbraba mudarse con frecuencia, por razones comerciales. En esta ocasión, ellos salían por orden gubernamental de Roma, seguramente guiados por la Providencia.

El texto dice que Pablo y sus nuevos amigos tenían la misma profesión. ¡Es interesante cómo Dios trabaja con mayor fluidez cuando sus instrumentos están dispuestos a ser guiados por su Santo Espíritu! Además, añade el pasaje que Pablo se quedó con ellos (vers. 3) viviendo, trabajando y formando el núcleo de la iglesia de Dios en Corinto. ¡Qué manera tan simple y eficaz de levantar una nueva iglesia! Sin intención de realzar la parte humana, o el ego del apóstol, diríamos que plantar la iglesia en Corinto era un desafío para el Cielo, y el mejor hombre para esta misión era Pablo.

No queriendo desmerecer a los demás apóstoles, Pablo llevaba una posible ventaja sobre los demás, y era su preparación académica, lo que le permitió testificar ante las más grandes y conocidas autoridades del mundo en aquel tiempo. Su doble nacionalidad lo sacó de apuros más de una vez, cuando hizo posesión de ese vital argumento (Hech. 22:3). Además, el intrépido mensajero, era dueño de una habilidad o profesión propia de su formación como rabino (vers. 3):

“[…] Pablo era un rabí, pero de acuerdo con la práctica judía, todo rabí debía tener una profesión. No debía recibir dinero por predicar y enseñar, sino que debía ganarse la vida con su propio trabajo y esfuerzo. Los judíos glorificaban el trabajo. Decían: ‘Amad al trabajo. Aquel que no le enseña a su hijo un oficio le enseña a robar. Excelente es el estudio de la ley si va acompañado por un oficio mundano; porque la práctica de ambos hace que el hombre se olvide de la iniquidad; pero la pura ley sin trabajo finalmente fracasa y causa iniquidad […]’”.[21]

¿Por qué es razonable buscar una familia o afín a nosotros, en la aventura de implantar una nueva iglesia? La respuesta es consecuente a la demanda:

  1. Formación inmediata del núcleo del nuevo grupo de creyentes (aun cuando estos no sean conversos en aquel momento). No sabemos a ciencia cierta si Aquila y Priscila eran cristianos cuando se encontraron con Pablo o si él fue el instrumento de conversión; pero sin duda, la astucia y la capacidad estratégica del apóstol hicieron más viable la obra del Espíritu Santo. Empezar un trabajo de plantar iglesias desatendiendo este vital principio puede traer grandes desilusiones.
  2. Optimiza la logística presupuestal (se ahorra dinero en gastos básicos tales como hospedaje y alimentación). Atendiendo esta norma, el misionero contará con un hogar como centro de operaciones.

2. “Viendo en el contexto de la misión” (vers. 4, 5): “La tarea de Pablo como fabricante de tiendas también jugó un papel importante en sus métodos de extensión del evangelio. ‘Os acordáis […] cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosas a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios’ (1 Tes. 2:9). Este versículo sugiere que Pablo, muy probablemente, compartía el evangelio en los lugares de trabajo. Levantándose temprano y trabajando hasta tarde, inclinado sobre su mesa de trabajo, podemos imaginarlo proclamando a un Señor resucitado a sus clientes”.[22]

¡Qué lección valiosa nos deja el osado evangelista! Amaba la causa de Dios más que a su propia existencia. Tenía la visión clara; como rabino, mantenía el perfil de formación, se sostenía a sí mismo con su oficio, no era gravoso para nadie. Pero su meta más importante era cumplir la misión. Para Pablo, el orden de prioridades en su vida estaba definido, a pesar de que no dependía de la iglesia para subsistir (en ese momento), trabajaba y vivía en el contexto de la misión. ¿Cuántos de nosotros hoy viendo que las cosas se ponen cuesta arriba en el orden económico, descuidamos la causa del Señor aislándola de nuestras actividades? Para él no fue primordial salir del trabajo para luego cumplir con la misión; ambas cosas tenían una misma esencia.

3. “Convirtiendo familias de influencia”. El verso 7 menciona que Pablo, luego de tener un conflicto con los judíos de Corinto, “[…] se fue a la casa de uno llamado Justo, temeroso de Dios, la cual estaba junto a la sinagoga”. Es interesante como la Providencia continúa guiando a Pablo y él no es reacio a aquello. Dadas las circunstancias, “Pablo de todos modos tenía que buscar un lugar adecuado para predicar, y la casa de Ticio Justo probó ser el lugar”.[23]

¿Pero quién era Ticio Justo? Algunos eruditos, tales como Simon J. Kistemaker, mencionan que probablemente era un ciudadano romano muy rico, también conocido como Gayo Ticio Justo. Otros “[…] justificadamente lo identifican con el Gayo a quien Pablo se refiere, como el creyente que le brindó hospitalidad a él y a toda la iglesia de Corinto (Rom. 16:23) […]”.[24]

Sin datos exactos sobre este nuevo converso, lo más importante es que Justo era un hombre de influencia en la sociedad de Corinto, y sin duda fue una bendición para la iglesia naciente. ¡Qué importante es empezar ganando familias que nos puedan facilitar, optimizar tiempo y recursos! Cabe resaltar que de ninguna manera esta declaración está cargada de tinte segregacionista, más bien, si oramos a Dios para que nos conduzca hacia esas familias, sin duda alguna, ellas nos permitirán a otras familias de diferente estrato social.

Este debería ser un ejemplo a seguir, tal como una norma de vida en la obra de ganar personas para el reino de Dios. El trabajo casa por casa, visitando familias para así ganar a otras, debería ser de primerísima importancia. Elena de White añade acerca del estilo de Pablo en este aspecto: “Pasaba mucho tiempo en el trabajo de casa en casa, aprovechando el trato del círculo familiar. Visitaba a los enfermos y tristes, consolaba a los afligidos y animaba a los oprimidos”.[25]

Notemos el resultado de este principio de iglecrecimiento. El verso 8 cita que “el principal de la sinagoga, creyó”. ¿Quién era este? Un hombre llamado Crispo. ¿Y cómo fue ganado Crispo? Detalles, no sabemos, pero sin duda gracias a la influencia de Justo. Lucas, en Hechos 18:7, dice que Justo vivía junto a la sinagoga, y el principal de esta era Crispo. De esta manera el evangelio se fue soldando por eslabones.

También aparece el nombre de Estéfanas, que se convirtió con toda su familia; Erasto, que era tesorero de la ciudad, y una persona llamada Cuarto (Rom. 16:23).

Toda iglesia empieza por establecer un núcleo de miembros que serán su primera célula funcional. Este debería ser un principio básico en la concepción a la hora de plantar una nueva iglesia. ¿Y que podríamos decir de Aquila y Priscila acerca de su influencia, sobre todo de Priscila? El Comentario bíblico adventista del séptimo día menciona que Priscila procedía de un clan encumbrado romano. Posiblemente, preparada entre las damas de la sociedad, siendo un ejemplo de la influencia judía al instruir a sus mujeres en las altas clases romanas.

Dios emplea todo instrumento, desde elementos de la naturaleza, pasando por animales y personas; y con los últimos, no se limita al trasfondo cultural, económico o académico. Los evangelios están plagados de ejemplos, pero, sin duda, si el instrumento que Dios escogió posee algunas habilidades extras, será una bendición adicional poderosa para su causa. Podríamos cerrar esta sección citando al reverendo Luis Schweitzer: “Ayudaremos a la Providencia en todo lo que esté en nuestras manos”.[26]

4. “Yo tengo mucho pueblo en ese lugar”. En esta sección encontramos la esencia motivacional que movió a Pablo para iniciar y no abandonar la misión en Corinto (ver. 10). Todo intento evangelizador levanta luchas y oposiciones. Y Corinto no sería la excepción:

“Pablo está desanimado y temeroso. Él confirma este estado de ánimo en su carta a los corintios: ‘Yo estuve con ustedes en un estado de debilidad, temor y mucho temblor’ (1 Cor. 2:3). Ciudadanos prestigiosos de Corinto lo veían como una persona sin fortaleza, influencia ni privilegios, debido a su profesión de fabricante de tiendas. Ponían a Pablo al nivel de un esclavo, los judíos querían que dejara de enseñar al pueblo acerca de Jesús y las amenazas a su seguridad personal estaban siempre presentes. La aparente inacabable oposición a su ministerio empezaba a tener efectos depresivos en su vida espiritual”.[27]

Tanto para el apóstol de la cruz o para los discípulos de hoy, el miedo es un principal obstáculo en diversas situaciones. Este bloquea, de manera parcial o total, nuestra confianza en el Señor. Martín Luther King Jr., líder racial en los Estados Unidos en la década de los años cincuenta, solía animar a sus seguidores diciéndoles que debían controlar sus temores y no permitir que los controlaran. “El miedo es usado por Satanás para hacer del hombre un servidor suyo […]. Mediante una visión […] Jesús exhorta a sus discípulos a confiar porque él ha vencido al mundo (Juan 16:33). Jesús le manda a dominar sus temores”.[28]

El versículo 9 presenta la orden de Jesús a Pablo de mantenerse hablando: “No calles”. Más de una razón divina tenía el Cielo para amonestar a Pablo; Jesús da una segunda razón: “porque yo tengo mucho pueblo en esta ciudad”. ¡Qué forma de animar a Pablo! Jesús mismo garantizaba que el trabajo de Pablo en Corinto rendiría frutos. Dios mismo elige a su pueblo para la vida eterna (Hech. 13:48)”.[29]

Lucas menciona que Pablo permaneció un año y medio en aquella ciudad, y las Epístolas a los Corintios dan algunos detalles en cuanto al trabajo y los frutos de Pablo en ese lugar. Cada misionero debe saber que la esencia motriz para mantenerse en la línea de combate y no abandonar la posición, simplemente es que el Señor tiene mucho pueblo en sitios no explorados por el evangelio.

“A la iglesia de Dios que está en Corinto”

Se empezó este sencillo trabajo con la motivación de ahondar exegéticamente de manera simple en la ya mencionada frase: “A la iglesia de Dios que está Corinto” (1 Cor. 1:2). Pero, forzados por la secuencia temática, nos hemos visto “obligados” a estas alturas a echar mano de esta declaración, encontrando así el punto de inspiración para desarrollar el epílogo final en esta última sección, rompiendo algunos parámetros de escritura en cuanto a trabajos de investigación.

¿Por qué Pablo se dirige a la iglesia de Dios que está en Corinto? En aquellos tiempos el mundo helénico usaba el termino ekklesia para hacer mención a reuniones políticas o comunales. “A mediados del primer siglo, los cristianos empezaron a hablar de sus propias asambleas como de la iglesia (ekklesia) en Cristo. El término se empezó a usar, porque los creyentes querían diferenciarse de los judíos que, para referirse al lugar donde se reunían, usaban la palabra sunagoge. Con mucho esmero, Pablo hace una clara diferencia entre las asambleas de los cristianos y las reuniones de los gentiles y las de los judíos en la sinagoga”.[30]

Pablo no inventa un nuevo término teológico o lingüístico para distinguir a la nueva iglesia, y sin problema aclara el fondo del asunto. Para él, la iglesia de Dios que estaba en Corinto no era un grupo de hermanos reunidos por intereses políticos ni meramente comunales. En su concepción, Pablo concebía a la iglesia (ekklesia) como un puñado de creyentes separados para una misión y vida especial.

“No se trataba de la iglesia de Corinto; era la iglesia de Dios que estaba en Corinto. Para Pablo, dondequiera estuviera la congregación individual, se trataba de una parte, de un fragmento de la iglesia de Dios. Para Pablo la iglesia era la ‘iglesia de Dios’”.[31] De esta manera, el apóstol de los gentiles hace perpetuar su pluma a través de generaciones, marcando el concepto de que la iglesia de Dios no es solamente la iglesia de Inglaterra, Estados Unidos, China o de Guayaquil, Santo Domingo, Quito, o exclusivamente de algún grupo de personas interesadas en fines extra misionales. ¡Esta es la iglesia de Dios que está en todos los lugares mencionados y donde tenga presencia!

En otras palabras, quizá la experiencia de Corinto no sea la tuya, en el desafío de implantar nuevas iglesias; pero, sin duda, los principios extraídos podrán ser útiles para tu iglesia en el lugar en donde se encuentre. Estos cuatro principios perpetuados, no absolutos o estáticos, podrán ahorrarte tiempo, dinero y posibles desilusiones en la labor evangelizadora.

¿Por qué son principios perpetuados? Primero, porque están registrados en las Sagradas Escrituras (lógicamente). Segundo, porque han sobrevivido a través del tiempo y el espacio, fueron de gran éxito para Pablo, lo son y lo serán para nosotros hoy. Tercero, están perpetuados por el simple hecho de ser principios, porque no son métodos, no son estrategias, ¡son principios! Y, por razonamiento lógico y técnico, sabemos que los métodos y estrategias tienen inicio y fin en los principios.

Servirán, sin importar el contexto histórico del lugar escogido; ya sea o no un monumento a “Julio César”, o sea la divisa de vida de sus habitantes de “vivir a lo Corinto”; si es o no un lugar estratégico por su ubicación o influencia económica. Eso realmente no es lo más importante: lo esencial es que “Dios tiene mucho pueblo en ese lugar”, y esta sí debería ser nuestra divisa para no abandonar la línea de combate ni salir huyendo bajo la falsa señal de retirada.

A pesar de las dificultades que se presenten para bloquear el progreso de la obra pionera en cualquier lugar, debemos recordar que Dios ya escogió a su pueblo y que la victoria está garantizada. Elena de White dice: “Los esfuerzos de Pablo no fueron estériles. Muchos se volvieron del culto de los ídolos para servir al Dios vivo, y una gran iglesia se alistó bajo la bandera de Cristo. Algunos fueron rescatados de entre los gentiles más disipados, y llegaron a ser monumento de la misericordia de Dios y la eficacia de la sangre de Cristo para limpiar el pecado”.[32]

Finalmente, puedes hacer propias las líneas que el valiente Pablo escribió: “A la iglesia de Dios que está en Corinto”, como palabras de aliento para ti y para la iglesia de Dios a la cual sirves por amor. Así que, “no calles”, porque si el evangelio entró en Corinto también puede entrar en cualquier lugar.

Sobre el autor: Director de Ministerio Joven en la Misión Ecuatoriana del Sur


Referencias

[1] Simon J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: 1 Corintios (Michigan: Libros Desafío, 1993), p. 3.

[2] Ibíd.

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Ibíd.

[6] Simon J. Kistemaker, Comentario al Nuevo Testamento: Exposición de los Hechos de los Apóstoles, p. 694.

[7] Simon J. Kistemaker, 1 Corintios, p. 5.

[8] Ibíd., p. 6.

[9] http://www.spanishnewtestament.com/diccionarioB/diccionarioC/diccionarioD/Misiologia.html. Consultado el 6 de agosto del 2009.

[10] Ibíd.

[11] Diccionario Enciclopédico EDAF (Madrid: EDAF, 1971), p. 713.

[12] Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (Madrid: Vigésima Segunda Edición 2001), p. 1.026.

[13] Enciclopedia Barsa (EEUU, 1967), p. 314.

[14] Lexicon Universal Encyclopedia (New York: Lexicon Publications, 1988), p. 467. Traducido por Pr. Julio César Álava.

[15] Simon J. Kistemaker, Hechos, p. 694.

[16] William Mac Donald, Comentario Bíblico de William Mac Donald Antiguo y Nuevo Testamento (Barcelona: CLIE, 2004), p. 738.

[17] Ivan Blazen, El evangelio en la calle (Buenos Aires: ACES, 1997), p. 9.

[18] Ranieri B. Sales, “Éxito de verdad”, “La muerte de Cristo y nuestra salvación”, Ministerio Adventista (Buenos Aires: ACES, Marzo-Abril, 2009), p. 35.

[19] Ibíd.

[20] Simon J. Kistemaker, Hechos, p. 694.

[21] William Barclay, El Nuevo Testamento comentado por William Barclay: Hechos de los Apóstoles (Buenos Aires: La Aurora, 1983), p. 145. Esta cita no es un argumento a favor de la falsa y apócrifa idea contra la devolución sistemática de diezmos y ofrendas, más bien debería ser entendida en contexto histórico y teológico del AT y NT especialmente en las Epístolas Paulinas. Ver Filipenses 4:10-20.

[22] Werner May, Lecciones para la Escuela Sabática: 1 Corintios. El Evangelio para todos los días (Buenos Aires: ACES, 1997), p. 6.

[23] Simon J. Kistemaker, Hechos, p. 699.

[24] Ibíd., p. 694.

[25] Elena de White, Los Hechos de los Apóstoles (California: Pacific Press, 1979), p. 203.

[26] Lázaro Flores, El premio Nobel Albert Schweitzer (Barcelona: AFHA Internacional, 1978), p. 7.

[27] Simon J. Kistemaker, Hechos, p. 702.

[28] Ibíd. (La cursiva es nuestra).

[29] Ibíd., p. 703.

[30] Simon J. Kistemaker, 1 Corintios, p. 41.

[31] William Barclay, I y II Corintios, p. 21.

[32] Elena de White, Los Hechos de los Apóstoles, p. 205.