Una pareja de jóvenes asiste a la misma iglesia que mi esposa y yo. Los había visto muchas veces, pero esta vez fue diferente. La joven madre llevaba en sus brazos un presente especial: un bebé recién nacido (una niña). Pero, lo que realmente me llamó la atención fue la expresión del rostro de la bebé. Envuelta por los brazos de su madre, ella dormía serenamente, y la expresión de su rostro transmitía tranquilidad. No revelaba preocupación o inquietud; era un cuadro vivo de felicidad y seguridad. Pensé: “En realidad ella está segura en los brazos amorosos de su madre”.
Mientras escribo este texto, apenas puedo creer que ya estamos a las puertas de un nuevo fin de año. Los desafíos que enfrentamos en el año 2010 me hacen pensar en qué nos traerá el año 2011. Las preocupaciones de 2010, ¿nos seguirán durante 2011? Probablemente sí, y probablemente muchas se agregarán.
Naciones, familias e individuos, incluso pastores, buscan seguridad. Podemos desear la seguridad, pero ¿dónde podemos encontrarla? Debo adelantar que la seguridad verdadera y permanente proviene de Dios, aquél que nos llamó al ministerio personal. Así como la bebita de nuestros amigos disfrutaba de la seguridad en los brazos de su madre, usted también puede encontrarla en los brazos de Dios.
Desconozco lo que enfrentaremos en el próximo año, pero oro a fin de que usted encuentre refugio en los brazos del Señor. Oro para que, al experimentar desafíos espirituales en su vida, al preguntarse cómo puede ayudar a personas con necesidades espirituales, también se acuerde de que su desarrollo espiritual se da en los brazos de Dios. ¿Se acuerda de la bendición que Moisés pronunció sobre los israelitas?: “El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos; él echó de delante de ti al enemigo, y dijo: Destruye” (Deut. 33:27).
Esa misma bendición está disponible para nosotros, y los mismos brazos eternos nos enlazan. Aunque desconozcamos el futuro, estoy seguro de que cada uno de nosotros desea experimentar la seguridad que proviene de Dios. Además, los mismos brazos que nos brindan seguridad anhelan proteger a nuestra familia. Confiémosla a los cuidados de Dios.
Dondequiera que usted ejerza su pastorado, ya sea como pastor de iglesia, capellán, profesor, administrador, o director de un Departamento, ese ministerio está relacionado con el servicio y, en él, enfrentamos desafíos que preferiríamos evitar. ¿Qué desafíos nos esperan? ¿Será una cambio indeseado? ¿Una decisión administrativa que difiere de nuestras expectativas? ¿Criticas duras, a pesar del trabajo arduo realizado? Sea cual fuere el desafío, Dios no lo ignora. El profeta Isaías compartió una promesa, con los hijos de Israel, que también está disponible para el pueblo de Dios hoy: “Como pastor apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará; pastoreará suavemente a las recién paridas” (Isa. 40:11).
Aquellos a quienes servimos, aunque no estén de acuerdo con nosotros, también necesitan de la seguridad que proviene de Dios. Y él, con toda disposición, los tomará en sus brazos.
En la transición de un año para otro, normalmente pensamos en objetivos, planes y sueños para el año que se iniciará. Eso es bueno, pero quiero sugerir que, esta vez, nos concentremos en la seguridad que todos desean. En este mundo en que la seguridad es ilusoria, Dios no se olvida de nosotros. En su oración sacerdotal, Jesús oró por sus discípulos: “Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió” (Juan 17:12). Esta protección sigue disponible, y nosotros la experimentamos cuando permitimos que nuestro Padre celestial nos lleve con seguridad en sus brazos.
Agradezcamos a Dios por todo lo que experimentamos este año. Continuemos agradecidos a él al enfrentar los desafíos y las luchas del próximo año. Busquemos siempre la seguridad perdurable en los brazos del Señor.
Sobre el autor: Editor de la revista Ministry.