“¿Cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave?” (Sal. 11:1b).
El Salmo 11 fue escrito en un período muy difícil de la vida de David. Saúl lo buscaba ferozmente, con la intención de quitarle la vida. La inseguridad y la injusticia eran la recompensa por su lealtad y su sinceridad. Al observar el sufrimiento y el riesgo que estaba corriendo, sus amigos le aconsejaron resolver el problema a su manera: “Escapa al monte cual ave”.
Este pasaje bíblico es una indicación más de que existen dos formas de encarar los problemas y las crisis que nos alcanzan: el primero está centrado en la búsqueda de soluciones humanas. El otro está centrado en la confianza en Dios. Las palabras “Escapa al monte cual ave” indican la forma humana de solucionar los problemas.
Esta es nuestra tendencia natural: reaccionar a nuestra manera. Si alguien traiciona mi confianza, mi primer impulso es devolverle la jugada. Si siento que me han hecho una injusticia, exijo la debida recompensa.
En el ministerio pastoral, no son raras las situaciones en que estamos tentados a huir a nuestro monte; es decir, a querer resolver las cosas a nuestra manera, en lugar de hacerlo a la manera de Dios. Imagínese, por ejemplo, enfrentar alguna de estas situaciones:
- Alguien lo está acusando injustamente.
- Un miembro rebelde de su iglesia lo confronta y le falta el respeto frente a otras personas.
- Sus líderes en la organización no reconocen su potencial y no le dan oportunidades de crecimiento.
- Fue transferido a un lugar o una función que no es compatible con su experiencia ni con las necesidades de su familia.
- No fue electo (o reelecto) para ocupar el cargo para él que se preparó tanto y se siente apto para desempeñar.
Ante situaciones como esta, es muy común escuchar el consejo de los amigos de David: “Escapa al monte cual ave”. La idea implícita es: Estás pasando por esto porque Dios no está cuidando bien de ti. Entonces, resuélvelo a tu manera.
Pero David nos muestra cuál es la actitud correcta: “En Jehová he confiado” (vers. 1a). Este es el elemento sorprendente de la fe. Cuando la reacción natural sería la insatisfacción, la queja, la venganza y la reivindicación de los derechos, la Palabra de Dios nos invita a sencillamente confiar en el Señor.
Recuerde, Dios está al mando de su vida. El mismo David presenta las razones por las que prefirió confiar en el Señor en lugar de huir a su propio monte:
* “Jehová está en su santo templo” (vers. 4a). Permanece en el control de todas las cosas. Es el Dios del universo y no se desentiende de su soberanía.
* “Sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres” (vers. 4b). No existe nada que pase desapercibido a sus ojos. Incluso los incidentes más furtivos de la vida están bajo la mirada atenta y amorosa de nuestro Padre celestial. Me conoce y sabe todo lo que me está sucediendo. Nada escapa a su observación.
Por lo tanto, amigo, permita que Dios asuma el control de las situaciones difíciles que enfrenta. Haga suyas las palabras de David: “En Jehová he confiado; ¿cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave?
Porque he aquí, los malos tienden el arco, Disponen sus saetas sobre la cuerda, para asaetear en oculto a los rectos de corazón.
Si fueren destruidos los fundamentos, ¿qué ha de hacer el justo?
Jehová está en su santo templo;
Jehová tiene en el cielo su trono;
sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres.
Jehová prueba al justo;
pero al malo y al que ama la violencia, su alma
los aborrece.
Sobre los malos hará llover calamidades; fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos.
Porque Jehová es justo, y ama la justicia; el hombre recto mirará su rostro” (Sal. 11).
Sobre el autor: Secretario ministerial asociado de la División Sudamericana.