Amigo pastor, estoy seguro de que concuerdas conmigo en que vivimos en tiempos muy solemnes. Tiempos en los cuales no debemos vivir egoístamente buscando nuestro propio placer, intentando satisfacer nuestros gustos y asemejarnos tanto al mundo que este no pueda percibir diferencia alguna entre los que son del pueblo de Dios y quienes no lo son. Hemos sido enviados al mundo para demostrar quién es Jesús, y cómo es él. Somos sus representantes, para reflejar su imagen en todo; desde el modo en que hablamos y trabajamos, hasta la manera en que nos alimentamos y vestimos.

El Señor, lenta, pero decididamente, se va retirando de este mundo. En ocasión de la caída de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, le preguntaron a la hija del conocido predicador Billy Graham por qué Dios permitía que sucedieran esas cosas. Ella respondió: “El ser humano está pidiéndole a Dios que se retire de sus vidas, de sus negocios, de su familia, de las escuelas, de la política, etc. Y Dios, respetuoso como es, lentamente se está retirando”.

A medida que nos acerquemos al tiempo del fin, los genuinos cristianos se van a diferenciar de los demás habitantes de este mundo por vivir el estilo de vida propuesto por Dios.

Pero, seamos honestos: ¿se observa hoy una clara diferencia en el estilo de vida de los cristianos y los mundanos? La indumentaria, la música que se escucha, las actividades de diversión, la alimentación, etc., ¿son muy diferentes de las de sus vecinos no adventistas?

Algunas semanas atrás, gracias al proyecto “Reavivados por su Palabra”, leíamos el libro de los Jueces. ¿Has observado que el tiempo de los Jueces tuviese algún parecido con nuestro tiempo? Hay una expresión que se repite en Jueces, y con ella concluye el libro: “no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía” (Juec. 21:25). Esa expresión nos muestra que el libro de los Jueces tiene un mensaje muy oportuno para nosotros, que vivimos en pleno siglo XXI, cuando vemos el relativismo moral y altamente permisivo reinar en la sociedad que nos rodea. ¡Nosotros no somos inmunes a este relativismo moral!

¡No podemos mimetizarnos con el mundo! Es verdad, si somos muy diferentes, podríamos tener dificultades, y de hecho las tendremos al aproximarnos al tiempo del fin. Elena de White declara: “Los que no aman a Dios no amarán a los hijos de Dios. Escuchad las palabras de instrucción celestial: ‘¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!’ (Luc. 6:26). ‘Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo’ (Juan 17:14-16)” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 437).

Elena de White agrega: “Dios espera, de los que llevan el nombre de Cristo, que lo representen. Sus pensamientos han de ser puros; sus palabras, nobles y elevadoras. La religión de Cristo se ha de entretejer con todo lo que hagan y digan. Han de ser un pueblo santificado, purificado, santo, que comunique la luz a todos aquellos con quienes lleguen a tratar” (Elena de White, Consejos para los maestros, p. 306).

Cristo oró a su Padre, diciendo: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:15-17). El cristiano ha de morar entre los hombres, a fin de que el sabor del amor divino pueda ser como la sal para preservar el mundo de la corrupción.

Conocida es la cita de Elena de White que expresa: “Cristo está aguardando con +deseo anhelante la manifestación de sí mismo en su iglesia. Cuando el carácter de Cristo se reproduzca perfectamente en su pueblo, entonces vendrá a buscar a los suyos” (ibíd., p. 308).

Hasta el año pasado, estuve en el distrito. Con dolor, observaba que las costumbres del mundo se iban incorporando en la vida de muchos adventistas. Prediqué algunos sermones al respecto, visité a muchos hermanos para hablarles personalmente del tema, pero me parecía que estaba luchando solo. Anhelaba que la iglesia se expresara con más claridad en este tema. Quería tener un documento que hablase del “Estilo de vida de los adventistas”. Hoy, con alegría, puedo decirte, querido colega, que dicho documento está. Te animo a divulgarlo en tu distrito, darlo a conocer a los hermanos, y a exhortarlos a vivir de acuerdo con los principios establecidos por Dios, especialmente en este tiempo cuando el fin se aproxima rápidamente. ¡Dios te bendiga, querido pastor, al instruir al rebaño!

Sobre el autor: secretario ministerial de la División Sudamericana.