La historia de los primeros misioneros adventistas en el norte del Brasil.

Las primeras iniciativas evangelizadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en la región amazónica estuvieron bajo la responsabilidad de la Unión Este Brasileña, siendo fundamental el apoyo de la División Sudamericana. El misionero alemán Johannes Lipke (1875-1943), en 1910, ya hablaba de dos o tres miembros de la iglesia en Pernambuco, que planificaban mudarse al Estado de Amazonas, en la lejana región norte.[1] Sin embargo, oficialmente, la primera fase de evangelización del área amazónica comenzó en 1918, con la organización de la Unión Este.

Oliver Montgomery, presidente de la División Sudamericana en la época, sabía de un grupo de personas en el Estado de Amazonas que había leído materiales adventistas. Como resultado, ellas querían ser bautizadas. A pesar de esto, no había nadie que pudiera ser enviado hasta aquel lugar.[2] Probablemente esos interesados sean los mismos citados por Augusto Pages (1866-1946), que enviaron una carta, en abril de 1917, a la Casa Publicadora Brasileña. El autor informaba que él y alguien más estaban siendo apartados de otra confesión religiosa porque querían ser miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Contó, además, que había recibido el mensaje en Pernambuco, por medio de una señora que les había regalado un ejemplar del libro Estudios bíblicos. Según Ricardo Wilfart, el autor de la carta era diácono en una iglesia evangélica en la ciudad de Manaos.[3] Augusto Pages confirma la información y cuenta que el hombre pedía orientación con relación a cómo enviar el diezmo.[4]

En enero de 1918, Wilfart declaraba que, en abril de 1917, había recibido la referida carta. Parece que apenas llegó el mensaje a la Casa Publicadora Brasileña, Pages se la envío a Wilfart, en Pernambuco. Sin embargo, todo indica que nadie fue designado para atender a aquel hombre, porque el trabajo era desarrollado solamente en los Estados costeños de la región nordeste y el puesto más avanzado era Pernambuco.[5]

En la ocasión, la División Sudamericana alimentaba el plan de entrar en la región amazónica.[6] En 1920, Oliver Montgomery tuvo la intención de enviar colportores a los Estados de Mato Grosso y Amazonas.[7] Sin embargo, el plan fue transferido para 1921,[8] pues había surgido otra idea. Él decidió hacer un viaje por el río Amazonas, con el objetivo de planificar el comienzo del trabajo en la región. De esa manera, el pastor Montgomery y W. H.

Williams, secretario de la División, salieron de Buenos Aires, en mayo de 1920, pasando por las repúblicas de Chile, Bolivia y Perú, hasta llegar a Manaos.[9] Cuando realizaron el viaje por el Amazonas, emplearon 52 días desde el Perú hasta Manaos, ida y vuelta.[10] En total, dedicaron entre cuatro y seis meses de viaje para realizar el plan misionero para aquella región.[11]

William Spicer sugiere que solamente un colportor había trabajado en el Estado de Amazonas cuando Montgomery y Williams encontraron a un grupo de personas guardando la “luz brillante”.[12] Ellos hicieron planes para establecer una Misión en la ciudad de Belén de Pará. Por muchos años, ese viaje por la región amazónica fue una inspiración para los obreros y los miembros de la Iglesia Adventista en América del Sur.

A pesar del entusiasmo, la Unión Este enfrentaba dos grandes desafíos. El primero era el vasto territorio, que exigía un viaje de cinco días por la costa oceánica. Otra dificultad era la falta de obreros para atender toda el área. En 1922, la Unión tenía apenas 6 ministros ordenados, 9 misioneros extranjeros licenciados, 3 profesores y 35 colportores, siendo que los Estados de Marañón, Piauí y Ceará también tenían pocos colportores, que formaban grupos de observadores del sábado.[13]

La organización de la Misión Bajo Amazonas

La segunda fase de la evangelización de la región de la Amazonia fue marcada por la instalación de obreros y la organización de la Misión Bajo Amazonas. En 1926, las uniones Sur y Este planificaban enviar dos colportores para trabajar en lugares todavía no alcanzados, próximos a la desembocadura del río Amazonas.[14] De esa manera, en 1927, con la visita de Oliver Montgomery, entonces oficial de la Asociación General, ocurrió la sesión bienal de la Unión Este, y fue elegido John Brown para iniciar la obra adventista en el bajo Amazonas. Por dos años, un fondo de reserva fue establecido para hacer efectivo el trabajo en aquella región. El objetivo era colocar un obrero en la capital del Estado de Pará, en la región de la desembocadura del río Amazonas.[15]

Cuando John Brown fue llamado par esta tarea, preguntó quiénes eran los dos mejores colportores de la Unión Este, a fin de que fuesen con él al Amazonas, en un ministerio de sostén propio.[16] El grupo inicial de obreros estaba formado por seis personas: John Brown, su esposa y su hijo adolescente; André Gedrath, un colportor con experiencia; y Hans Mayr, otro colportor, y su esposa.[17] Mayr y Gedrath recibieron preparación en la Escuela de Entrenamiento de Santo Amaro, y el llamado de ellos, en abril de 1927, fue registrado de la siguiente manera: “Señor y señora Hans Mayr, de la Escuela de Entrenamiento del Brasil, para la Misión Bajo Amazonas, República del Brasil. André Gedrath, de la Escuela de Entrenamiento del Brasil, para la Misión

Bajo Amazonas, República del Brasil”.[18] El territorio del campo abarcaba los Estados de Pará, Amazonas, Ceará, Marañón y Piauí, y los antiguos territorios federales de Acre, Amapá, Roraima y Rondonia.

Hans Mayr y André Gedrath también se establecieron en Belén y, usando botes, comenzaron a colportar por el río Amazonas y sus afluentes.[19] Uno tomó 133 pedidos; y el otro, 127; y el pastor Brown recibió del gobernador del Estado de Pará una recomendación para ir de ciudad en ciudad con las publicaciones adventistas.[20] Aunque fuese presidente de la nueva Misión, John Brown actuaba estratégicamente como director de Publicaciones. Los planes de la obra adventista para la región amazónica en aquellos días podían ser sintetizados en las palabras de Carlyle Haynes, por entonces presidente de la División Sudamericana: “Hemos enviado al hermano J. L. Brown a la ciudad de Belén, en el Estado de Pará, en el Brasil, que está en la desembocadura del río Amazonas. Él ha obtenido un gran favor del gobernador de aquel Estado, y está comenzando a establecer una nueva Misión en aquella ciudad. Él espera ir a la ciudad de Manaos, mil quinientas millas arriba en el río Amazonas”.[21]

La estrategia de la División Sudamericana para la región amazónica era doble. Mientras Fernando Stahl, en territorio peruano, trabajaba en la cabecera del río Amazonas, Brown se establecía en la desembocadura, en el lado brasileño. El objetivo era realizar emprendimientos en los extremos del mayor río del mundo, al sur de la línea del Ecuador.[22] Otra iniciativa evangelizadora en la región era realizada por la Unión Este del Caribe, que mantenía la Misión indígena del Monte Roraima, en la frontera entre Venezuela y el Brasil, y era responsable por la evangelización de las Guianas.[23] Obreros de aquella Misión evangelizaron a los indios Makusi, en el Brasil.[24][SM1] 

John Brown también se involucró en la distribución de literatura de casa en casa, y comenzó su primer viaje misionero en el segundo semestre de 1927. Por el río Amazonas, él fue de Belén en dirección a Manaos, y distribuyó gran cantidad de folletos y revistas El atalaya en cada parada a lo largo de los diez días que duró el viaje.[25]

En cierta ocasión, Brown estaba en la mesa de comidas del barco, cuando un viajante lo presentó a un judío, como un “cristiano que guardaba el sábado del séptimo día”.[26] El judío dijo que tenía un amigo en Maués, su ciudad, a quien le gustaba la Biblia, pero que no creía en los misioneros del domingo, agregando que le había hablado respecto del sábado de Dios.

Llegando a Maués, el pastor Brown conoció al señor Michiles, y le dio revistas y folletos. Michiles prometió que los iba a leer y le escribiría, a Brown, si le gustaba el material. Algunos meses después, el hombre le envió una correspondencia informándole que había aceptado el triple mensaje angélico, estaba guardando los mandamientos de Dios, se preparaba para el retorno de Jesús y hacía un esfuerzo diligente para presentarles el evangelio a otras personas.[27]

Michiles fue el primer adventista del séptimo día de la Amazonia brasileña. Él se transformó en un misionero voluntario en la región. Por medio de su ministerio, muchas personas fueron evangelizadas.[28] El judío negociante, por medio de quien el pastor Brown entró en contacto con Michiles, se transformó en un distribuidor de literatura adventista. “Entonces Dios también lo utilizó para esparcir la luz de ese mensaje”.[29] “¿No es maravilloso cómo Dios, por medio de unos pocos tratados, comenzó la poderosa conquista en el corazón del Amazonas?”[30]

El legado dejado por aquellos pioneros se transformó en una inspiradora herencia para nuestra iglesia. De modo especial, el rescate de esta historia en este artículo es un reconocimiento cariñoso a la Unión Norte Brasileña, que este año conmemora sus ochenta años de existencia. Sin embargo, el aspecto más hermoso e inspirador de su trayectoria es que la Unión Norte no vive simplemente de la historia pasada; ella renueva continuamente su compromiso con la misión profética de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. ¡Alabado sea Dios por eso!

Sobre el autor: director del Seminario de Teología de la Facultad Adventista de la Amazonia, en Benevides, Pará (Rep. del Brasil).


Referencias

[1] John Lipke, “North Brazil Mission”, en Review and Herald (4 de agosto de 1910), p. 9.

[2] Oliver Montgomery, “South America’s Joy”, en Review and Herald (2 de mayo de 1918), p. 16.

[3] Ricardo Wilfart, “Pernambuco. Uma porta aberta no Amazonas”, en Revista Mensal (enero de 1918), p. 12.

[4] Augusto Pages, “Open Doors in Amazonas”, en Review and Herald (31 de octubre de 1918), p. 9.

[5] Ib.d.

[6] Oliver Montgomery, “South American Division Committee Council”, en Review and Herald (1º de noviembre de 1917), p. 9.

[7] __________, “Brazilian Union Council”, en Review and Herald (29 de mayo de 1919), p. 22.

[8] J. L. Shaw, “Conventions and Conferences in South America”, en Review and Herald (1º de julio de 1920), p. 20.

[9] W. E. Murray, “The Advent River Grows Ever Larger in South America”, en Review and Herald (3 de mayo de 1956), p. 5.

[10] W. Spicer, Our Story of Missions, p. 268.

[11] John L. Shaw, “Observations in South America”, en Review and Herald (12 de agosto de 1920), p. 3.

[12] Ibid.

[13] H. Meyer, “East Brazil Union Mission”, en Review and Herald (22 de junio de 1922), p. 16.

[14] Review and Herald (4 de febrero de 1926), p. 24.

[15] Oliver Montgomery, “Visiting South America”, en Review and Herald (14 de abril de 1927), p. 8.

[16] __________, “Visiting South America – Nº3”, en Review and Herald (23 de marzo de 1933), pp. 12, 13.

[17] __________, “First Word From the Lower Amazon”, en Review and Herald (15 de septiembre de 1927), p. 12.

[18] C. K. Meyers, “To the Mission Fields in 1927”, en Review and Herald (19 de enero de 1928), p. 5.

[19] F. H. Wilcox, “Colportagem”, en Revista Mensal (febrero de 1929), p.6.

[20] N. Z. Town, “Pioneering on the Amazon”, en Review and Herald (6 de octubre de 1927), p. 13.

[21] Carlyle B. Haynes, “The Call for Greater Evangelism”, en Review and Herald (24 de noviembre de 1927), p. 8.

[22] Ibid.

[23] W. Cott, “From Mt. Roraima Into Venezuela and Brazil – Nº 1”, en Review and Herald (14 de marzo de 1929), p. 18.