El mensaje del tercer ángel ha de ser la preocupación de nuestra amonestación” (Testimonios para los Ministros, pág. 337). “Varios me han escrito preguntando si el mensaje de la justificación por la fe es el mensaje del tercer ángel, y yo les he respondido: ‘Es en realidad el mensaje del tercer ángel’ ” (Review and Herald, l9 de abril de 1890).

 Combinando estas dos citas inspiradas podemos formular el siguiente silogismo:

 1. La tarea adventista es proclamar al mundo el mensaje del tercer ángel.

 2. El mensaje del tercer ángel es la justicia por medio de la fe en Jesucristo.

 3. Por lo tanto, nuestra tarea es proclamar al mundo que la justicia salvadora se obtiene mediante la fe en Jesucristo.

 De un modo significativo, el objeto de la fe o creencia (en el griego es la misma palabra) del cristiano es Jesús —una Persona, no una doctrina— y este concepto constituye la exposición razonada del evangelismo adventista.

 Cristo nuestra justicia es el Evangelio o “buenas nuevas” que Jesús nos comisionó que predicáramos. Sin embargo, ¿qué es lo que proclamamos vigorosamente como “buenas nuevas”? No comer carne, no beber cerveza, no fumar cigarrillos, no consumir café, té ni bebidas que contienen cola, no bailar, ni concurrir al teatro, ni jugar a las cartas, ni adornarse con joyas, ni teñirse el cabello, ni usar minifaldas, ni maquillarse, ni ocuparse de asuntos seculares durante el sábado, ni robar más a Dios: hay que devolver a la iglesia por lo menos el diez por ciento del sueldo. Es necesario que se diga esto, pero por sí solo constituye malas nuevas, porque denunciamos todo aquello de que el hombre común de la calle ha disfrutado siempre.

 Mucha gente conoce a los adventistas sólo por los puntos negativos y se preguntan si somos cristianos o judíos o algo intermedio. (“Ah, sí, ustedes son los que no comen carne… no fuman… no bailan… no beben…” etc.) ¿Hemos olvidado que nuestras “buenas nuevas” o Evangelio es la justicia salvadora por la fe en Jesucristo, la Persona? ¿Estamos animando a otros a poner su fe en Jesús, como lo hacían los evangelistas del Nuevo Testamento cuando afirmaban: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo”? ¿O estamos más interesados en hacer más adventistas del séptimo día que cristianos?

MANTENER EL EVANGELIO EN NUESTRO EVANGELISMO

 ¿Cómo es el Evangelio en nuestro evangelismo? ¿Es en realidad el mensaje del tercer ángel —la justicia que salva por la fe en Cristo la Persona? ¿O un énfasis periférico? ¿Hemos perdido de vista la exposición razonada divinamente señalada para nuestras campañas de evangelismo?

 Desafortunadamente el sermón evangelizador adventista quizá recalque a veces el dogma antes que a una Persona como el objeto de la fe.

 Algunos sostienen que el adoctrinamiento conduce a la conversión, ¿pero a la conversión a qué —a Jesús o a los puntos de doctrina? Durante mi ministerio he encontrado a demasiadas personas enamoradas de nuestras veintidós creencias fundamentales antes que del Salvador.

 Una ligera consideración revela lo necio de poner la doctrina antes que a Cristo. La Escritura declara que todo ser humano nace muerto —muerto en transgresiones y pecado. Sin embargo algunos de nosotros intentamos enseñar, de una manera abortiva, a la gente espiritualmente muerta las verdades de la Palabra de Dios. ¿Pero cómo puede alguien espiritualmente muerto comprender nuestras doctrinas cuando la Escritura específicamente afirma que las cosas espirituales se han de discernir espiritualmente?

 Es obvio que Cristo debe ante todo entrar en la vida de alguien y resucitarlo espiritualmente, renovándole la mente por la presencia del Espíritu Santo. Sólo entonces ese alguien podrá captar el significado espiritual de nuestras doctrinas.

 Si un evangelista se considera mayormente como un abastecedor de doctrina, ha perdido el Evangelio que Dios le ha encargado que proclame en estos últimos días —la justicia que salva por la fe en Jesucristo la Persona. Quítese el Evangelio y su evangelismo degenera en otro “ismo” más.

 Nuestra iglesia está dedicada este año de lleno al evangelismo. Seguramente necesitamos hacer una cuidadosa nueva valuación de nuestra exposición razonada en el evangelismo. ¿Qué hacemos en nuestras campañas de evangelismo y por qué?

 ¿Estamos presentando el Evangelio de la justicia que salva por la fe en Jesucristo? ¿Le estamos señalando al mundo perdido de estos últimos días el único camino de la salvación —Jesucristo la Persona? ¿Estamos convenciendo a la gente de que el objeto de la fe es Cristo, no un credo?

 Cualquiera puede predicar una lista de doctrinas, pero “no basta conocer los solos argumentos de la verdad. Debéis hacer frente a la gente por medio de la vida que está en Jesús” (Review and Herald, 28 de agosto de 1888). Él debe constituir el objeto de nuestra fe y el objeto de nuestras predicaciones evangelizadoras.

Sobre el autor: Redactor Adjunto de Libros, Southern Publishing Association.