Cualidades que hacen la diferencia y contribuyen al éxito en el ministerio cristiano.
Los pastores lideran como visionarios. Ven el futuro, no solo el “aquí y ahora”; observan el cuadro completo. Esa capacidad para imaginar y soñar incorpora uno de los ingredientes más importantes para el éxito del liderazgo. Pero el pastor verdaderamente de éxito no solo es visionario o sueña, sino también tiene la capacidad de centrarse en las pequeñas cosas; es decir, es consciente de lo que es básico. En términos negativos, el argumento sugiere que muchos pastores que podrían haber experimentado gran éxito han fracasado, no porque no hayan sido llamados por Dios, dotados por el Espíritu Santo, comprendido la teología, sean hábiles en la predicación o expansivos en la visión, sino porque fallaron en los pequeños detalles. La capacidad de atender los detalles demuestra que el pastor puede ser alguien profundamente comprometido, competente y extremadamente cuidadoso.
Elena de White habla acerca de las cualidades que contribuyen al éxito en el ministerio cristiano. Mientras especifica estas cualidades, dice: “Es deber de todo cristiano adquirir hábitos de orden, minuciosidad y prontitud”.[1]
El punto esencial en esta cuestión es que, según Malcom Galdewell lo afirmó, “las pequeñas cosas pueden marcar una enorme diferencia”. Él usa varios ejemplos para confirmar su argumento, mostrando cómo funcionan los movimientos sociales, el desarrollo de las tendencias de la moda, cómo las enfermedades se convierten en epidemias o pandemias, y cómo algunas formas de comportamiento terminan en delitos. También argumenta que lo que frecuentemente cuenta para el éxito no es lo que sucede por medio de planes estratégicos, blancos o una agenda desarrollada por un líder u organización, sino las pequeñas cosas que producen equilibrio, moviéndose de lo ordinario hacia lo extraordinario.[2]
Así, mientras que el líder visionario puede visualizar el panorama mayor, debe recordar que el éxito consiste en acciones específicas y reacciones particulares. Las tareas complejas se cumplen eficazmente solo cuando aprendemos cómo fragmentar la complejidad en pasos sencillos. Las cosas que a veces sobrecargan nuestro ministerio podrían llegar a ser más asequibles si aprendiéramos a prestar mayor atención a las pequeñas cosas. Pero eso no significa que debamos limitarnos a la microgestión, porque así perderemos los cuadros mayores que equilibran las pequeñas cosas. Stephen Covey afirma que existen muchas pequeñas cosas eficaces en la construcción del depósito emocional de un líder. Siete de estas cosas son presentadas aquí en forma de paráfrasis:
Sea simpático, no ignore el sufrimiento de las personas.
Sea responsivo, aprenda cómo retroalimentar la comunicación, manteniéndola abierta.
Sea puntual, reconozca que las horas y los días están compuestos por minutos.
Sea atento, especialmente con los niños.
Sea cuidadoso en el cumplimiento de las promesas y los compromisos.
Sea reconocedor, recuerde felicitar pequeños esfuerzos de los demás.
Sea atento al protocolo. Muchas reuniones públicas fracasan por que el líder no comprende los protocolos.[3]
Finalmente, nuestro ejemplo supremo en la atención de las pequeñas cosas es Jesús. Al llegar al Templo, él podría haber omitido a la viuda pobre que ofrendó su moneda, pero no lo hizo. Su observación desafío la ostentación de los fariseos y alimentó la fe de los discípulos (Mar. 12:43; Luc. 21:2). Cercado por una multitud, percibió que salió de él virtud, en el momento en que una mujer tocó el borde de su manto. El toque fue algo pequeño en comparación con los empujones de la multitud, y podría haber sido ignorado, pero el comentario del Maestro atrajo la atención de los líderes religiosos y denunció su falta de compasión. Al recibir sanación y perdón, la mujer comprendió que su toque no atrajo ningún poder mágico, sino que había entrado en contacto con el Dios vivo (Mat. 9:20, 21).
Él nos enseñó por precepto y ejemplo, y debemos aprender y practicarlo: “El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto” (Luc. 16:10).
Sobre el autor: Pastor adventista en New Jersey, Estados Unidos.
Referencias
[1] Elena de White, Servicio cristiano, p. 294.
[2] Malcolm Gladwell, The Tipping Point: How Little Things Can Made a Big Difference (Nueva York: Little, Brown and Company, 2003), pp. 15-19.
[3] Stephen Covey, 7 Habits of Highly Effetive People: Restoring the Character Ethic (Nueva York: Simon & Schuster, 1989), pp. 236-260.