La existencia de un remanente no significa que la salvación sea exclusivamente de él.

Los adventistas del séptimo día han aceptado Apocalipsis 12:17 y 14:6 al 12 como la descripción de su identidad y su misión como pueblo remanente de Dios en el tiempo del fin. Pero esa interpretación ha llevado a muchas personas a la conclusión de que la comprensión adventista sobre el concepto de remanente es ofensiva, exclusivista y triunfalista. A su vez, esta opinión está basada en una comprensión distorsionada de los hechos bíblicos y de la manera en que los adventistas aplican los referidos textos a sí mismos. Existen algunas cosas específicas que podemos decir en respuesta a la mencionada acusación.

Grupo particular

La aplicación del concepto de remanente a un grupo específico de personas a través de las que Dios está cumpliendo particularmente su propósito para la raza humana está presente en todas las Escrituras. Existió Noé, el único que fue encontrado justo en su generación, remanente fiel, que proclamaba juicio contra la humanidad (Gén. 7:1). Elias y los 7.000 israelitas permanecieron fiel al Señor, durante la apostasía nacional de Israel (1 Rey. 19:10, 18). En verdad, Elias habló contra la apostasía y anunció el juicio de Dios contra su pueblo.

¿Sería correcto decir que, cuando los profetas y las personas que se unieron a ellos en la preservación y la práctica de la verdad divina se veían como fieles, estaban siendo ofensivos, exclusivistas y triunfalistas? Lo mismo podría ser aplicado a Jesús y su mensaje, al trabajo de los discípulos y a la comunidad cristiana apostólica, constituida por él y su fiel remanente.

A lo largo de la historia, el pueblo remanente de Dios solo ha cumplido la tarea que le fue asignada por el Señor. Al hacerlo, revelaron su verdadera identidad y la profundidad de su compromiso con su Redentor. Su fidelidad los separó de los que escogieron una vida de rebelión y violación del pacto.

Crisis

Las Escrituras dejan en claro que el pueblo remanente de Dios enfrentó muy frecuentemente momentos de crisis social y espiritual. Eso sucedió en el contexto de la apostasía y la opresión, como durante el ministerio de Elias (1 Rey. 17-19; ver también Sof. 3:11—13). En la Biblia, encontramos referencias significativas al remanente, inmediatamente antes, durante y después del exilio. En esos períodos históricos, Israel y Judá violaron el pacto hecho con el Señor, pero él preservó para sí un remanente de entre los que permanecieron fieles.

En este modelo, una de las funciones del remanente era el servicio. Fueron llamados por Dios para servir a sus semejantes, invitándolos a ejercer servicio no dividido (Isa. 66:18-20). De hecho, a veces ellos mismos tenían que ser conducidos por una experiencia de purificación, sugiriendo que también estaban en constante necesidad de la gracia de Dios (Sof. 3:9; Apoc. 3:14-22). Por lo tanto, el pueblo remanente de Dios fue llamado, por medio de su gracia, a prestarle un servicio humilde. En el concepto bíblico de remanente, no hay lugar para la glorificación propia ni el triunfalismo.

Inclusión

La existencia de un remanente no significa que la salvación sea exclusivamente de él. Es verdad que la historia del concepto de remanente muestra que ha estado marcado por ideas exclusivistas. Eso fue particularmente el caso de la comunidad de Qumran, localizada cerca del Mar Muerto. A pesar de todo, la verdad es que el pueblo de Dios no está restringido a grupos étnicos, religiosos ni sociales. Se encuentra en todo lugar.

Una eclesiología bíblica del remanente presupone que Dios está activamente comprometido en la salvación de las personas que se encuentran fuera del remanente. El trabajo del Espíritu Santo alcanza a toda persona, aun en la ausencia de la

acción concreta del pueblo de Dios. El Espíritu Santo, como viento, “sopla de donde quiere” (Juan 3:8). Podemos sugerir que la totalidad del pueblo de Dios es mayor que el remanente (Apoc. 12:17; 18:4). Eso debe descartar de una vez por todas cualquier acusación de exclusivismo en la eclesiología y la soteriología adventista.

El mensaje

El remanente bíblico siempre tuvo un mensaje de gran relevancia e importancia para el pueblo de Dios, en un momento particularmente histórico. Ese mensaje, frecuentemente, contenía elementos de juicio contra la comunidad religiosa más amplia, pero su intento era proclamar salvación (Isa. 58:9-14). El blanco principal del mensaje del remanente siempre ha sido salvador, incluyendo la restauración de la verdad y el rechazo de la apostasía (Isa. 8:16-20; Apoc. 14:6-12). Es eso lo que encontramos en los profetas bíblicos, en Jesús y en la iglesia apostólica.

Peligros comunes

Toda comunidad religiosa que pretenda tener identidad y misión particulares (es decir, que pretenda poseer un mensaje de valor y relevancia universales, y requiera de los miembros en perspectiva la aceptación de creencias y prácticas específicas consideradas innegociables en la vida de esa comunidad), corre el riesgo de ser acusada de arrogancia, triunfalismo y exclusivismo. Por otro lado, tal acusación puede ser impertinente.

Como adventistas, debemos hacer todo para evitar actitudes y discursos que, en la opinión de algunos, puedan dar razón a los que nos acusan. Consecuentemente, al interactuar con otros cristianos, es importante expresar nuestra eclesiología con claridad. No hay necesidad de ofender a alguien a través de la proclamación de nuestro mensaje. En el caso de que las acusaciones continúen, es importante no dejarnos intimidar por ellas ni considerarlas válidas. Si sabemos quiénes somos y también sabemos que la acusación es incorrecta, lo único que tenemos que hacer es continuar cumpliendo nuestra misión como pueblo remanente de Dios para el tiempo del fin.

Sobre el autor: Director de Instituto de Investigación Bíblicas de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.