Durante la última guerra mundial, los dirigentes militares se dieron cuenta de que cuando los soldados eran enviados solos con la misión de encontrar los puntos débiles del campo enemigo para lanzar un ataque, la mayor parte de ellos no cumplía satisfactoriamente su cometido. Cuando llegaban cerca del enemigo se atemorizaban o se desanimaban, y hasta se ocultaban. De modo que los jefes militares no siempre recibían la información que necesitaban para realizar una campaña exitosa.
Sin embargo, descubrieron que esos mismos hombres, trabajando en equipo eran valerosos y hasta heroicos. Desde entonces no han vuelto a enviar soldados solos a cumplir misiones peligrosas; siempre envían equipos.
Satanás contra el evangelismo
Cuando un obrero sale a ganar almas, debe recordar que el evangelismo es una batalla que se pelea directamente contra Satanás, quien con sutileza y determinación mantiene a las almas en su poder todo el tiempo que pueda. En este conflicto, el diablo no lucha solo; tiene a sus órdenes legiones de ángeles caídos.
“Los espíritus malos… se coligaron para deshonrar a Dios y acabar con los hombres… En el ejército romano una legión se componía de tres a cinco mil hombres. Las huestes de Satanás están también organizadas en compañías, y la compañía a la cual pertenecían estos demonios correspondía ella sola en número por lo menos a una legión” (El Conflicto de los Siglos, págs. 567, 568).
“Satanás reúne todas sus fuerzas y lanza todo su poder al combate… Es poca la enemistad que se siente contra Satanás y sus obras, porque hay mucha ignorancia acerca de su poder y de su malicia, y no se echa de ver el inmenso alcance de su lucha contra Cristo y su iglesia. Multitudes están en el error a este respecto. No saben que su enemigo es un poderoso general que dirige las inteligencias de los ángeles malos y que, merced a planes bien combinados y a una sabia estrategia, guerrea contra Cristo para impedir la salvación de las almas. Entre los que profesan el cristianismo y hasta entre los ministros del Evangelio, apenas si se oye hablar de Satanás, a no ser tal vez de un modo incidental desde lo alto del púlpito” (Id., págs. 561, 562).
El evangelismo —el conflicto contra Satanás y sus legiones por las almas de los hombres— puede ganarse únicamente mediante la poderosa intervención del Espíritu Santo y la incansable colaboración de los santos ángeles, mientras seguimos en las pisadas de Cristo.
LOS MÉTODOS DE EVANGELISMO DE CRISTO
En las aldeas y los pueblos
Cuando Cristo comisionó a sus discípulos con la predicación de las buenas nuevas, empleó un método que debía ser una lección objetiva para el ministerio desde sus días hasta el tiempo de su gloriosa venida.
“Llamando a los doce en derredor de sí, Jesús les ordenó que fueran de dos en dos por los pueblos y aldeas. Ninguno fue enviado solo, sino que el hermano iba asociado con el hermano, el amigo con el amigo. … De la misma manera, envió más tarde a setenta. Era el propósito del Salvador que los mensajeros del Evangelio fuesen asociados de esta manera. En nuestro propio tiempo, la obra de evangelización tendría mucho más éxito si se siguiese fielmente este ejemplo” (Evangelismo, págs. 54, 55).
Leamos esta otra declaración oportuna:
“Dios nunca se propuso que, como regla, sus siervos fueran a trabajar solos” (Id pág. 55), La sierva del Señor conocía la excusa que se presentaría para no seguir este plan en nuestro tiempo:
“¿Por qué es que nos hemos apartado del método de trabajo que fue instituido por el gran Maestro? ¿Por qué es que los trabajadores en su causa hoy en día no son enviados de dos en dos? ‘¡Oh! —decís— no tenemos obreros suficientes para ocupar el campo’. Entonces ocupad menos territorio” (Id., pág. 57).
En las áreas metropolitanas
La Hna. White ha dado el siguiente consejo:’ “No menos de siete hombres deben ser elegidos para llevar las grandes responsabilidades de la obra de Dios en las grandes ciudades” (Id., pág. 28).
“Mi mensaje es: ‘Organícense grupos para entrar en las ciudades… En toda gran ciudad debe haber cuerpos de obreros organizados y bien disciplinados; no meramente uno o dos, sino veintenas deben ser puestos al trabajo” (Id., págs. 74, 75).
“Cada compañía de obreros debiera estar dirigida por un jefe competente… Esta obra sistemática, conducida acertadamente, producirá resultados bendecidos” (Medical Ministry, pág.
“Debiera haber compañías organizadas y educadas cabalmente para trabajar como enfermeras, evangelistas, pastores, colportores y estudiantes del Evangelio, para perfeccionar un carácter de acuerdo con el modelo divino” (Testimonies, tomo 9, págs. 171, 172).
EL MÉTODO DE TRABAJO DE PABLO
Cuando estudiamos los Hechos de los Apóstoles y todos los escritos de Pablo, y también el libro Los Hechos de los Apóstoles de la Hna. White, encontramos que el apóstol Pablo, mientras trabajó en Corinto, tuvo más de doce colaboradores que le ayudaban a reunir a multitudes de creyentes en esa ciudad opulenta y perversa. Pablo trabajó en ella durante unos tres años, en armonía con las instrucciones dadas por el Señor; en esto se fundamenta su éxito en levantar tantas iglesias a través del gran Imperio Romano.
RAZONES QUE JUSTIFICAN EL TRABAJO EN EQUIPO EN LA PROCLAMACIÓN DEL EVANGELIO
En toda gran ciudad viven diferentes clases de personas; ricos y pobres, prominentes e insignificantes, cultos e incultos, adictos a muchas creencias religiosas y filosofías de la vida. Algunos de estos hombres y mujeres, de diferentes estratos sociales, tienden a lo científico y les encanta el razonamiento científico, aun en el campo de la religión. Por otra parte, hay muchos a quienes no les gusta pensar, y cada mensaje debe serles presentado ya digerido. Muchos no están contra la religión, pero son indiferentes a ella, y también los hay que se jactan de ser ateos o agnósticos. Luego están los jóvenes con sus propias ambiciones e ideas de la vida. El Evangelio debe resultar atractivo para todas estas mentalidades diferentes, y para lograrlo, se requieren diferentes tipos de obreros. Muchas personas que no responden a la voz o a los métodos de un hombre, escucharán con agrado y aceptarán el mensaje dado por otro obrero cuya personalidad los atraiga. Por esto, el trabajo de éxito y fructífero en la ciudad requiere un equipo de obreros, cada uno con talentos diferentes.
LA BUENA DIRECCIÓN EN LOS CENTROS METROPOLITANOS
Un dirigente debe ser un buen general, y sus colaboradores deben estar bien disciplinados y organizados. Debe haber planes bien definidos, y deben ser entendidos claramente por todos para que la obra pueda realizarse con fervor, prontitud y exactitud. La buena dirección provee tiempo para celebrar reuniones de oración entre los obreros. Esto siempre resulta en mayores realizaciones para el Señor. También da oportunidad para intercambiar incidentes e ideas, y así los obreros aprenden los unos de los otros la ciencia de ganar almas. Puede dedicarse tiempo a la consideración de problemas difíciles, y de la multitud de consejeros debe salir una solución que gane la victoria hasta en los casos más difíciles y desesperados. Cuando los obreros den testimonio acerca de cómo el Señor sana a los enfermos y obra milagros, y de cómo la gente se decide a aceptar el Evangelio, en el equipo se encenderá un fuego que no podrá ser apagado. A esto seguirán resultados asombrosos en los bautismos.
OTROS EJEMPLOS DE TRABAJO EN EQUIPO
Hace pocas semanas vinieron a nuestro hogar dos jóvenes bien vestidos y muy amigables. Querían inducirnos a comprar cierto artículo. Mientras uno explicaba su uso, el otro hacía una demostración. Uno se dirigía a mi esposa y el otro procuraba ganar mi buena voluntad. Se mostraban muy simpáticos y convincentes en sus esfuerzos por vendernos su mercancía.
Me dije para mis adentros: “Esta es una demostración de que una compañía de ventas comprende que puede vender más enviando a sus agentes de dos en dos que enviándolos solos, porque uno puede proporcionar la idea que le falta al otro”. Pensé, además: “¿Por qué nosotros no seguimos más estrictamente este plan, y hacemos que nuestros obreros trabajen en equipo, de dos en dos, en pueblos y aldeas, y en grupos en los grandes centros?” Debieran estar bien organizados bajo la dirección de un hombre de Dios competente y consagrado. En esta época en que predomina la especialización, en esta época de organización, en esta época cuando el enemigo de toda verdad está trabajando con más ahínco y más sutilmente que nunca antes en las mentes de la gente para hacerle rechazar el Evangelio salvador y la doctrina del segundo advenimiento de nuestro Señor, ¿no debiéramos adoptar un método que sea más eficiente, que produzca mayores resultados, y que apresure el día de la venida de Jesús?
Vemos el valor del trabajo en equipo en la campaña de la Recolección. Cuando dos personas entrevistan al gerente de un banco o a un hombre de negocios influyente, es más difícil que se niegue a hacer una donación. También se ha encontrado que cuando un año alguien había dado cierta cantidad a una sola persona, al año siguiente daba el doble cuando lo visitaban dos personas.
El Señor ha concedido abundantes bendiciones a evangelistas que utilizan el método del trabajo en equipo, porque así su eficiencia se multiplica. ¿Qué haría Billy Graham sin G. Beverly Shea, Cliff Barrows, y su hueste de colaboradores?
En la actualidad, Dios quiere que, en el ministerio de ganar almas, la iglesia siga más estrechamente el método de trabajar en equipo, demostrado prácticamente por Pablo, y repetido muchas veces en los inapreciables consejos de la sierva del Señor. Esto ayudará a rechazar la tibieza y traerá el derramamiento de la lluvia tardía. Recordad, hermanos, que el evangelismo es una guerra contra el maligno. Hagamos con éxito el trabajo de un evangelista.
Sobre el autor: Director Adjunto del Departamento Ministerial de la Asociación General.