La obra consiste en colaborar el El-Shaddai, haciendo discípulos que den testimonio en toda nación, tribu, lengua y pueblo.

El término “misiones”, en plural, fue usado primeramente por los jesuitas en el siglo XVI. Desde entonces, se utilizó para referirse a las tareas del movimiento misionero. En muchas misiones de Occidente se evangelizaba y “culturizaba” desde una pretendida cultura superior. Algunos, con cierta soberbia, creían que cuando el misionero “pisaba” el campo misionero “Dios llegaba a ese territorio”. En la década de 1950, el cristianismo despertó a la idea Missio Dei y con ella al uso del sentido singular de “Misión”.[1]

Esto significó un cambio de paradigma. Ahora, era la misión de Dios con la colaboración del hombre (1 Cor. 3:9). Este nuevo paradigma contrastó con el de la Ilustración donde la razón era central.[2] El primer exponente fue Kart Barth en la Conferencia del Consejo Misionero Internacional en 1952. “Existe la Iglesia porque existe la misión y no al revés”.[3] La misión nace en el corazón de Dios, y existe “porque Dios ama a las personas”. Reconocer que la misión pertenece a Dios fue un descubrimiento asombroso con respecto a los siglos anteriores. Esto puede librar a la iglesia de una idea estrecha de misión. “La misión es primera y finalmente la obra del Dios trino… un ministerio en el que la Iglesia tiene el privilegio de participar”.[4]

La misión no debe estar antes que Dios. “Dios va delante de la misión”. Antes que la antropología, la metodología y la tecnología, está la teología.[5] La mejor metodología es entender la teología. Cualquier metodología de misión que no está primeramente centrada en la teología es mera antropología.

El-Shaddai conduce la gran comisión en Génesis

La expresión El-Shaddai aparece 48 veces en el Antiguo Testamento. Moisés registra 40 de ellas. En Génesis, aparece 6 veces y todas son referencias a Abraham, a Isaac y a Jacob. En Job aparece 31 veces. Moisés ya había escrito Génesis y Job para el tiempo del éxodo. En el libro de Éxodo aparece una vez y es referencia a Abraham, a Isaac y a Jacob. En Números aparece dos veces y son referencias a Balaam (Núm. 24:4, 16). Moisés utiliza 33 veces El-Shaddai en relación con gente fuera del pueblo de Dios (Job y Balaam); y siete veces en relación con Abraham, con Isaac y con Jacob, en cuanto a ser bendición para todas las etnias de la tierra (Gén. 17:1; 28:3; 35:9-11; 43:14; 48:3, 4; 49:25; Éxo. 6:3).

En estos cinco textos de la Gran Comisión en Génesis (Gén. 12:3; 18:18; 22:18; 26:4; 28:14) y en textos adicionales (Éxo. 6:3; Gén. 17:1), El-Shaddai es el que envía y promete que “serán bendecidas” (NVI) todas las familias y las naciones de la tierra.

El pueblo de Dios “crece y se multiplica” porque El-Shaddai lo bendijo

La fórmula de Génesis 1:28 y 9:1 de “crecer y multiplicarse llegó a ser una fórmula usual de bendición”, que cruza toda la Biblia hasta el Nuevo Testamento.[6] Las seis veces que aparece El-Shaddai en Génesis (Gén. 17:1-6; 28:3; 35:9-11; 43:14; 48:3, 4; 49:25) está relacionado con “bendición” y “crecer y multiplicarse”. En Génesis, “crecer y multiplicarse” tiene relación con el Creador; con El-Shaddai y la gran comisión dada a Abraham, a Isaac y a Jacob. Debían “crecer y multiplicarse” las aves y los peces (Gén. 1:22); Adán y Eva (Gén. 1:28); Noé y su familia (Gén. 9:1, 7); Abraham, Isaac, Jacob y su descendencia (Gén. 17:1-6, 16; 28:3; 35:9-11; 48:3, 4), así como Israel en Egipto (Éxo. 1:7).

Sobre la base de estos textos y sus relaciones, se podrían analizar tres aspectos de la misión: 1) el Omnipotente conduce la misión de bendecir, crecer y multiplicarse, dirigida a todas las etnias; 2) los seres humanos comunes comparten las bendiciones del Mesías; y 3) el destino de las bendiciones son todas las etnias de la tierra, grandes y pequeñas. En este artículo veremos solo el primer aspecto.

El-Shaddai conduce la misión a todas las etnias

Dios bendijo a los Israelitas en Egipto. “Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra” (Éxo. 1:7). El enemigo trata de destruir a su pueblo; pero “cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían” (Éxo. 1:12). Entonces, Moisés es enviado a liberar a Israel de Egipto. Cuando el pueblo se queja porque los oprimen más, Moisés se queja a Dios diciendo: “Y tú no has hecho nada para librarlo” (Éxo. 5:23, NVI). Dios le recuerda a Moisés que la misión a Egipto sigue el modelo de la misión dada a Abraham, Isaac y Jacob, donde El-Shaddai conduce la misión. Le dice: “Me mostré” (NC) a Abraham, a Isaac, y a Jacob “como Dios omnipotente” (El-Shaddai, Éxo. 6:3).[7] También le dice que él recuerda el pacto (Éxo. 6:4, 5), que “ha oído el gemido” de su pueblo y que todo está bajo su control. Además, le indica que le diga al pueblo: “Yo soy Jehová y yo os sacaré; y os libraré; y os redimiré; y os tomaré por mi pueblo; y os meteré en la tierra de Canaán; y yo os la daré por heredad”, firmado: “Yo Jehová” (Éxo. 6:6-8). Y así lo hizo.

Efectivamente, “a los quince días del mes primero… salieron los hijos de Israel con mano poderosa, a vista de todos los egipcios” (Núm. 33:3). El-Shaddai conducía la misión. Los sacó de Egipto “a los ojos de las naciones, para ser su Dios” (Lev. 26:45). “Cuando estaban en Egipto… decidí actuar en honor a mi nombre, para que no fuera profanado entre las naciones entre las cuales vivían los israelitas. Porque al sacar a los israelitas de Egipto yo me di a conocer a ellos en presencia de las naciones” (Eze. 20:8, 9 NVI). Siempre, “las naciones fueron testigos reales. Las acciones salvadoras de Jehová, el castigo y la restauración de Israel fueron al mismo tiempo una predicación para las naciones”.[8] Solo el Todopoderoso puede realmente hacer crecer la iglesia. Pero su iglesia debe testificar con su vida. “La misión de Dios involucra al pueblo de Dios viviendo a la manera de Dios a la vista de las naciones”.[9]

El increíble desvío del “plan de Sarai” con Agar

Abram y Sarai llevaban unos diez años en Canaán cumpliendo la misión de levantar altares (Gén. 12:7-17), pero la descendencia continuadora de la misión no llegaba. Los registros mesopotámicos aluden a costumbres bien reglamentadas de cómo matrimonios ricos sin hijos dejaban su herencia a alguno de sus criados de confianza. Abram se lamentaba que “el mayordomo de mi casa (literalmente “el hijo de la posesión de mi casa” o el “heredero de mi casa”)[10] es este damasceno Eliezer” (Gén. 15:2). Pero Dios le dice: “No te heredará este, sino un hijo tuyo”; es decir, un hijo de Abram (Gén. 15:4). Pareciera que Sarai percibió un plan divino sin ella…

“Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai” (Gén. 16:2). Sarai culpó a Jehová por su esterilidad. Su amargura la llevó por el camino de la misión errada. Y entonces, propone a Abram que tenga hijos con Agar, su sierva egipcia. “Esta modalidad estaba en armonía con las costumbres de Mesopotamia durante la era patriarcal”.[11] Así lo establecía el Código de Amurabi. Pero no estaba en “armonía” con “el código” y la voluntad de Dios. Era el plan humano sin fe en las promesas dadas a Abram (Gén. 15 4); “y todo lo que no proviene de fe es pecado” (Rom. 14:23). Eran las “hojas de higuera” (Gén. 3:7) de Adán y Eva; y el “fruto de la tierra” de la adoración sin sangre de Caín (Gén. 4:3).

Dios no necesitaba la misión solo humana de Sarai y Abram que intentaba “ayudarlo”. Ismael nació y con él los problemas inmediatos (Gen. 16:4-9). Y por siempre hasta hoy, las guerras entre sus descendientes literales y espirituales han sido un escollo para la misión divina. Siempre que su pueblo ha querido suplir la ausencia de las obras poderosas de El-Shaddai con acciones humanas, aparecen las maldiciones del varón “que confía en el hombre” (Jer. 17:5). Esto siempre ha perjudicado la misión divina. En cambio, “cuando la voluntad del hombre coopera con la voluntad de Dios, llega a ser omnipotente”.[12]

“Misión” humana tipo “Plan Ismael” que condena Jesús

El “proselitismo judío” fue también un desvío de la misión divina, como el caso “Ismael”. “Proselitismo” es totalmente distinto que “evangelizar”.[13] Los autores paganos acusaban al judaísmo de la diáspora de su proselitismo, propaganda y coacción.[14] Y “en Palestina, se coaccionaba más fuertemente que en la diáspora”.[15] Horacio, poeta latino del siglo I a.C., decía: “Si no quieres venir voluntariamente haremos como los judíos y te obligaremos a venir”.[16] Latourette dice que “por el judaísmo helenístico fueron ganados muchos convertidos de entre las comunidades gentiles vecinas. Los judíos estaban profundamente convencidos de que la suya era la única religión verdadera y que algún día vendría a ser la fe de toda la humanidad”.[17]

Ya sea por el enfoque humano y de “coacción” o porque “hacían sus obras para ser vistos por los hombres” (Mat. 23:5); Jesucristo condenó el proselitismo judío. Dijo: “Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas.’ porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando […]. Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas, porque recorréis mar y tierra para hacer un prosélito, y una vez hecho, le hacéis dos veces más hijo del infierno que vosotros” (Mat. 23:13-15). Los fariseos cerraban el reino y hacían a las personas dos veces más merecedores (NVI) del infierno. Los prosélitos eran más fanáticos que los judíos. “San Justino… cuenta que un judío prosélito blasfema de Cristo el doble que un judío de sangre”.[18] Además, la mayoría eran conversiones aparentes que traían al judaísmo gente pésima. “El mismo Talmud llega a decir que los prosélitos eran una enfermedad en Israel. Y los presenta como un obstáculo para la venida del Mesías”.[19]

La evangelización que “coacciona” las decisiones al bautismo y que luego no conduce al nuevo “converso” por el camino del discipulado ¿podría estar siendo, hoy, un obstáculo para la segunda venida del Mesías? En 1882, Elena de White advertía del peligro de hábitos y prácticas no cristianas, similar al proselitismo judío. En el libro El evangelismo, el capítulo “Afirmemos el interés”, la sección “El bautismo y la entrada a la iglesia” y bajo el subtítulo “Un punto débil de nuestra evangelización”, Elena de White, en la misma página donde afirma que son preferibles seis convertidos que sesenta que hacen profesión de fe solo nominal, dice: “La incorporación de miembros cuyos corazones no han sido renovados, ni reformadas sus vidas es una fuente de debilidad para la iglesia. Este hecho se ignora a menudo. Algunos ministros e iglesias están tan deseosos de asegurarse un aumento de los números que no dan un testimonio fiel contra los hábitos y las prácticas que no son cristianos”.[20]

La gran bendición

Abram, con 100 años, y Sarai, estéril y de 90 (Gén. 16:2; 11:30; 17:17), no podían ser progenitores de multitudes que serían bendición para todas las etnias. Por eso, aparece El-Shaddai y le dice a Abram: “vive en mi presencia y sé intachable. Así confirmaré mi pacto contigo, y multiplicaré tu descendencia en gran manera” (Gén. 17:1, 2, NVI). Abram debía vivir diferente, dejar las mentiras, y las prácticas y costumbres paganas, debía cooperar con El-Shaddai, caminar con él y ser perfecto. Dios les cambia los nombres. El padre enaltecido (Abram) tenía que ser humilde y confiar en El-Shaddai para poder ser “padre de multitudes” (Abraham) (Gén. 17:4-6). Su esposa Sarai, “mi princesa”, sería Sara, “una princesa”, es decir una “madre de naciones” (Gén. 17:15, 16).

Abraham se postró, pero riéndose. No podía entender cómo él, con cien años, y Sara, con noventa, podían tener hijos. Entonces volvió a pensar en Ismael (Gén. 17:17). “Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti” (Gén. 17:18). “Abraham intercedió a favor de Ismael a quien amaba entrañablemente y a quien había considerado como su hijo y heredero (Gén. 17:18, 19)”.[21] Prefería “el hijo de su propio plan, aun en lugar de aquel que naciera de Sara. Además esto le ahorraría la turbación de renunciar públicamente a su plan para Ismael como heredero suyo”.[22] Dios, en su misericordia, le repite la fórmula de bendición dada a Adán y a Noé (Gén. 1:28; 9:1): “le bendeciré y le haré fructificar y multiplicar” (Gén. 17:20).[23] Era una misión dentro de la Missio Dei, pero fuera del plan de Dios para Isaac. Era una bendición sobre un Ismael “no culpable”.

Sin embargo, “Ismael no podría quedar más tiempo en el hogar sin poner en peligro el plan de Dios para Isaac” (Gén. 21:12) porque el pacto divino y las bendiciones espirituales seguirían siendo con Isaac (Gén. 17:21).[24] Abraham debía entender que “muchas veces nuestros planes fracasan para que los de Dios respecto a nosotros tengan éxito”.[25]

La obra consiste en colaborar con el Todopoderoso, haciendo discípulos que den testimonio en toda nación, tribu, lengua y pueblo. Cuando esto se cumpla, vendrá el fin.[26] En 1909, Elena de White decía: “Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colaboración de los agentes humanos de los miembros de la iglesia en la gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando”.[27]

Señales de esperanza

Desde la década de 1950, el cristianismo cambió hacia la Missio Dei. La Iglesia Adventista, en 1980, también empezó a cambiar hacia la Missio Dei cuando agregó la creencia número 17, sobre “Los dones y ministerios espirituales”; y lo volvió a hacer en 2005, cuando agregó la creencia número 11, “El crecimiento en Cristo”.

La Iglesia Adventista ha llegado a 204 países de los 228 existentes, y trabaja en forma escrita y oral en 817 idiomas y dialectos. Pero existen 13.600 idiomas y dialectos vivos.[28] La Biblia está en 6.600 de esos idiomas y dialectos que son hablados por 6.405 millones de habitantes, el 95,6% de la población del mundo. Aún falta colocar la Biblia en 7.000 idiomas y dialectos que hablan 286 millones de habitantes, el 4,4% de la población.[29]

Por otro lado, hay de 12.000 a 100.000 grupos grandes y pequeños donde establecer la obra. Mike Ryan, vicepresidente de la IASD, decía que los adventistas gastamos el 99,98% de nuestros diezmos y ofrendas en áreas donde la obra adventista está establecida y solo el 0,02% en territorios de Misión Global. Por otro lado, en la Ventana 10/40 vive el 60% de la población del mundo, pero solo el 10% de la feligresía adventista.[30] Algo se ha hecho en los últimos congresos de la AG, pero aún no se ve una estrategia mundial agresiva para llegar a todas las etnias.[31]

El Espíritu Santo está conduciendo a su iglesia a concretar el sueño de Dios. La humildad, en algunos ámbitos, para aceptar nuestros errores y analizar por qué se nos está yendo la gente;[32] un interés mayor por los temas de la oración intercesora y del Espíritu Santo;[33] una atención de más ministerios provistos por los dones del Espíritu; el tema de los Grupos pequeños volviendo al estilo de vida de la iglesia primitiva; el proyecto “Dilo al mundo” (2005) que espera que 5 millones de discípulos, en 5 años, logremos por lo menos 5 millones de discípulos más en todo el mundo; el despertar por la fundación de iglesias; de Seminarios de Enriquecimiento Espiritual, los 6 frentes misioneros y el “ciclo de discipulado” de la DSA; todo esto, entre otros aspectos, nos dice que como iglesia, poco a poco, estamos sacando los estorbos y permitiendo que se concrete el sueño de El-Shaddai de cubrir la tierra con su gloria. Pareciera que la iglesia se está encaminando para cumplir los siguientes principios:

  1. Mediante la oración intercesora, dejar en las manos de El-Shaddai la misión de bendecir a todas las etnias creciendo y multiplicándose.
  2. Entender que la misión es primero divina y luego humana; que es misión divina con cooperación humana.

Por lo tanto, con toda humildad cooperar con Dios.

  1. Continuar tomando conciencia de que “los desvíos humanos tipo Agar”, o el “proselitismo judío”, o “el juego de números adventista” con motivaciones no cristianas debilitan la iglesia del Señor. Por lo tanto, pedir perdón a Dios y continuar corrigiendo el problema.
  2. Siendo que, del comienzo al fin, la Biblia trata de la relación del Mesías con las etnias, enfocar aún más la misión de cada iglesia en la apertura de nuevas misiones y congregaciones en todos los barrios, tribus, pueblos, lenguas y naciones.

Sobre el autor: Pastor jubilado, es doctor en Misionología y especialista en crecimiento de iglesia.


Referencias

[1] Walter C Kaiser, Jr., Mission in the Old Testament: Israel as a Light to the Nations (Grand Rapids, Michigan: Baker Books, 2000), p. 11.

[2] Ahora Dios era central. En la Ilustración la razón era central, y Dios y la iglesia habían sido eliminados. David Bosh, Misión en transformación: cambios de paradigmas en la teología de lo misión (Grand Rapids, Michigan: Libros Desafío, 2000), p. 328.

[3] Bosch, Misión en transformación, p. 477.

[4] Ibíd., p. 479.

[5] John Piper, ¡Alégrense las naciones! La supremacía de Dios en tas misiones (Barcelona: Clie, 2007), p. 21.

[6] Nichol, Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 226.

[7] “Todopoderoso”, en Gén. 17:1-6, cuando cambia el nombre Abram por Abraham. “Omnipotente”, en Gén. 28:3, cuando Isaac envía a Jacob; en Gén. 35:11, cuando a Jacob se le cambia el nombre por Israel y se le dice “crece y multiplícate”; en Gén. 43:14, cuando Jacob ruega por misericordia delante de José en Egipto; en Gén. 48:3; 49:25, cuando Jacob bendice a José.

[8] Walter Vogels, God’s Universal Covenant: A Biblical Study (Ottawa: University of Ottawa Press, 1986), pp. 67, 68; en Christopher J. H. Wright, The Mission of God: Unlocking the Bible’s Grand Narrative (Downers Grove, Illinois: InterVarsity Press, 2006), p. 473.

[9] Vogels, God’s Universal Covenant, p. 68; Wright, The Mission of God, p. 470.

[10] Nichol, Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 324.

[11] Siegfried H. Horn, Diccionario bíblico adventista (Florida, Buenos Aires: ACES, 1995).

[12] Elena G. de White, Palabras de vida del gran Maestro (Florida, Buenos Aires. ACES, 1960), p. 312.

[13] “Evangelizar es presentar de tal manera a Cristo Jesús en el poder del Espíritu Santo, que los hombres y mujeres lleguen a poner su confianza en Dios a través de él, a aceptarlo como su Salvador, y a servirlo como su rey en la comunión de su iglesia” Pablo Deirós, Diccionario hispanoamericano de la misión (Santa Fe, Rep. Argentina: COMIBÁM, 1997], p. 181; Peter Wagner, Strategies for Church Growth: Tools for Effective Mission and Evangelism (Ventura, California: Regal Books, 1987), p. 128.

[14] Horacio, Sátiras 1.4.142-143. Manuel de Tuya, Biblia comentada (Madrid: Biblioteca de autores cristianos, 1964), p. 504.

[15] Josefo, P77a 23.

[16] Horacio, Sátiras 1.4.143.

[17] Kenneth Scott Latourette, Historia del cristianismo (El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1983), t. 1, p. 45.

[18] Tuyo, Biblia comentada, p. 505.

[19] Bab. Niddoth 13:2. De Tuyo, Biblia comentada, p. 505.

[20] White, El evangelismo (Florida, Buenos Aires: ACES, 1975), p. 235.

[21] Horn, Diccionario bíblico adventista, 582.

[22] Nichol, Comentario bíblico adventista, t. 1, p. 336. White, Patriarcas y profetas, pp. 142,143.

[23] Víctor P. Hamilton, The Book of Genesis, chap. 1-17 (Grand Rapids, Michigan: Eerdmans, 1990), p. 313.

[24] Nichol, Comentario bíblico adventista, t. 1, pp. 357, 336.

[25] White, El ministerio de curación (Mountain View, California: Pacific Press, 1959), p. 376.

[26] Bauckham, The Climax of Prophecy: Studies on the Book of revelation, pp. 264, 265.

[27] White, Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 308, 309.

[28] Asociación General de la IASD, Annual Statistical Report (Silver Spring, Maryland: Asociación General de la IASD, 2000), pp. 775.

[29] David B. Barret, Todd M. Johnson y Peter F. Crossing, “Missiometrics 2008”, IBMR, [Enero 2008] Vol. 32, N° 1, 29-30.

[30] Esto decía Bauer en 1999, en “Structure and Mission”, Dybdahl, ed, Adventist Mission in the 21th. Century, pp. 160, 161.

[31] White, Profetas y reyes, pp. 279, 280. Mario Veloso, Entrevista personal, 12 de junio de 2002.

[32] Roger L. Dudley, Why Our Teenagers Leave Church (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2000)

[33] Varios movimientos de oración intercesora y reuniones especiales para orar por el Espíritu Santo han surgido últimamente El Ministerio de la Mujer está impulsando la oración intercesora y se han editado varios libros sobre la oración como. Aliento del corazón, Kris Coffin Stevenson (ACES, 2001), La oración, fuente de poder inagotable, Richard W O’Fill (Miami, FL: APIA, 2000), Grandes oraciones de la Biblia y quienes las elevaron, Joe Engelkemier (ACES, 2000), La oración, Elena G de White (ACES, 2006); y otros libros más.