Los ministros adventistas no tienen necesidad de que se les recuerde que la fecha exacta del séptimo año de Artajerjes es de gran importancia. De la corrección de esta fecha depende la sana interpretación del período de los 2.300 años, el cual, de acuerdo con nuestra enseñanza, concluyó en el otoño de 1844, cuando Cristo comenzó su obra mediadora en el lugar santísimo del santuario celestial.

En el movimiento milerista la fecha básica de 457 a. de J. C. fue dada como punto de partida de este período, considerando la ocasión cuando el decreto de Artajerjes I (Esd. 7) fue puesto en ejecución por Esdras. Los adventistas la tomaron de los mileristas, sin modificación alguna, y ha sido presentada hasta ahora como aquella en que comenzó el período profético más largo de la Biblia.

Explicaciones primitivas

Los primeros cómputos de los años que duró el gobierno de Artajerjes se basaron en el canon de Tolomeo, una lista de reyes que partía del siglo VIII a. de J. C. y que llegaba al siglo II de la era cristiana. Hasta relativamente poco tiempo atrás esta cita de reyes compilada por el astrónomo y geógrafo egipcio de Alejandría, Tolomeo, era el único medio seguro de fijar los acontecimientos que se remontaban al siglo VIII a. de J. C. Su lista, hasta donde se la puede verificar, ha resultado correcta, puesto que Tolomeo dio fechas astronómicas que 1

hoy pueden ser establecidas; por ello hasta el presente no se ha descubierto ningún error en su lista.

Los primeros estudiosos de la cronología derivaron ciertas conclusiones, actualmente algo arcaicas, de su estudio de la lista de Tolomeo: (1) que ella expresaba los años que duró el reinado de cada monarca en años que abarcaban todo el calendario; (2) que parecía que computaba el reinado de cada monarca como si comenzara con el l9 de Thoth (el día de año nuevo egipcio), antes de su coronación, y (3) que por lo mismo incluía una cantidad de meses del último año calendario del antecesor, en el primer año del sucesor. Que Tolomeo siguió este segundo método, a lo menos con respecto a los gobernantes griegos y romanos que aparecen en su lista, puede demostrarse por los ejemplos de Alejandro el Grande, Filipo Arideo y el emperador romano Calígula, cuyas fechas exactas de ascensión al trono son conocidas por otras fuentes. (Véase “Source Book for Bible Students,” págs. 434, 435.)

Estos hechos nos llevan a la deducción de que Tolomeo siguió el mismo principio con respecto a los reyes persas. De allí que el primer año de Artajerjes que habría comenzado según él en diciembre del 465 y habría concluido en diciembre del 464 a. de J. C., fue tomado del año en el cual este monarca ascendió al trono. Nehemías 1:1 y 2:1 nos muestran que el mes de Quisleú precedía al de Nisán (aproximadamente diciembre y abril) en el vigésimo año de Artajerjes, y Esdras 7: 7-9 nos muestra que Nisán precedía a Ab (aproximadamente agosto) en el séptimo año, de tal manera que el tránsito de un año de gobierno de Artajerjes a otro debe haber ocurrido solamente entre Ab y Quisleú. Estos versículos pueden conducirnos a dos conclusiones posibles: (1) que Artajerjes haya ascendido al trono entre Ab y Quisleú y que sus años de gobierno fueron computados en base a los aniversarios de su ascenso, o (2) que Esdras y Nehemías, como todos los judíos en general durante ese período, hayan computado los años del reinado de Artajerjes de acuerdo con los años de su propio calendario, (pie comenzaba entre Ab y Quisleú (agosto-diciembre).

Los expositores más antiguos que fecharon Esdras 7 en el año 457 a. de J. C. siguieron en esto a Isaac Newton, que basaba su razonamiento en la primera conclusión. Los últimos descubrimientos han probado que este método es anacrónico y que no debiera usárselo más. En épocas más recientes se ha empleado la segunda conclusión como fundamento para llegar a la misma fecha, que por fin ha resultado ser correcta.

Es natural creer que se haya seguido un calendario que comenzara en el otoño, puesto que los judíos han empleado ese calendario por mucho tiempo y lo siguen empleando. La figura 1 que acompaña a este artículo nos muestra cómo, según este razonamiento, el primer año de Artajerjes, de acuerdo con los judíos, comenzó mucho más tarde que el primer año del mismo monarca de acuerdo con la lista de Tolomeo, aunque se haya usado esta última como base para llegar a la fecha que estamos discutiendo.

Según el canon de Tolomeo, el primer año de Artajerjes I comenzó en diciembre de 465 a. de J. C. y terminó en diciembre del 464 de la misma era. Se aceptó esto como indicación (de acuerdo con el método conocido de Tolo-meo de computar los años de gobierno de los monarcas griegos y romanos) de que Artajerjes habría ascendido al trono durante ese intervalo no determinado que abarca parte del año en que verdaderamente se produjo su ascensión. Los judíos, no obstante, parecen haber hecho comenzar su primer año de reinado en el otoño del primer año que Tolomeo le adjudica a ese monarca. Consiguientemente, y de acuerdo con esta interpretación, el primer año de Artajerjes I, según el cómputo judío, duró desde el otoño del 464 a. de J. C. hasta el, otoño del 463. Y el séptimo año de Artajerjes comenzó con el otoño del 458 a. de J. C. y terminó con el otoño del 457 de la misma era.

Las dudas que se han suscitado

Mientras el canon de Tolomeo fue la única fuente digna de confianza para obtener material sobre el cual basar las fechas de los reinados de los monarcas persas, no surgió ninguna duda con respecto a esta interpretación. Después se exhumaron otros documentos, fechados en los años que reinaron estos monarcas persas. Dichos documentos—textos de astronomía, archivos comerciales y judiciales— muestran claramente que los años de gobierno de los reyes persas duraban de primavera a primavera. Más aún, se descubrió que el primer año de Artajerjes I había sido computado de acuerdo con el calendario babilónico, adoptado por los persas, y se lo hacía partir de la primavera del año 464 a. de J. C. a la primavera de 463, y que el séptimo año partiría de la primavera del 458 a. de J. C. a la primavera del 457.

Este conocimiento se obtuvo en la época cuando los críticos de la Biblia gozaban de sus mayores triunfos. Pretendían que durante el destierro los judíos habían adoptado también, junto con los nombres de los meses babilónicos, el calendario babilónico en su mayor parte, y que ellos computaban los años de gobierno de los reyes persas de acuerdo con un calendario que partía y terminaba en la primavera. Los eruditos declararon que las afirmaciones hechas en Nehemías 1: 1 y 2: 1 eran naturalmente erróneas, puesto que Quisleú no podía haber precedido a Nisán en el mismo año monárquico, sino que debía haberle sucedido. Por esta razón muchos libros que se relacionaban con Esdras 7 han fechado los acontecimientos descriptos en este capítulo en el año 458 a. de J. C. en lugar del 457. Nosotros los adventistas, con muy pocas excepciones, éramos los únicos que conservábamos la fecha de 457 a. de J. C.

Dos problemas claves

La fijación de la fecha correcta se funda en dos problemas claves. El primero consiste en probar que los judíos del tiempo de Nehemías computaban los años de los monarcas persas de acuerdo con su propio calendario civil y que el empleo que Nehemías hacía del calendario civil que comenzaba y terminaba en el otoño no era un error.

El segundo problema consiste en descubrir la fecha exacta de la ascensión de Artajerjes. Hasta hace muy poco no se conocían documentos fechados del año en el cual murió Jerjes y su hijo Artajerjes subió al trono, con la excepción de un papiro procedente de Egipto que revelaba que la ascensión de Artajerjes había tenido lugar antes del 2 de enero del año 464 a. de J. C. La fecha exacta de su coronación era de la mayor importancia, aunque pudiera demostrarse que los judíos usaban un calendario que comenzaba y terminaba en el otoño, por las siguientes razones: Si se pudiera probar que Artajerjes subió al trono antes del año nuevo judío de 465 a. de J. C., su primer año habría comenzado en el otoño del 465 y se habría extendido hasta el otoño del 464. Por otra parte, si la ascensión de Artajerjes hubiera tenido lugar después del año nuevo judío del 465 a. de J. C., todos los meses desde su ascensión hasta el próximo año nuevo judío, que caería en el otoño del 464 a. de J. C., estarían incluidos en el “año ascensional” (así llamaban los judíos al intervalo que se extendía entre la ascensión de un monarca al trono y el día de año nuevo). El “primer año” del rey, vale decir su primer año calendario completo, habría comenzado entonces de acuerdo con el cómputo judío en el otoño del 464 a. de J. c.

Descubrimientos recientes

Un papiro arameo recientemente descubierto en Elefantina, Alto Egipto, proporciona evidencias importantes para la solución del primer problema. Fue escrito en el siglo V a. de J. C., vale decir en la época de Esdras y Nehemías, y contiene una doble fecha. El documento presenta el día del mes egipcio (Pharmuthi 8) como también el del judío (Tammuz 8), pero sólo menciona un año, el tercero de Darío II. La fecha egipcia, basada en un calendario solar, se puede convertir fácilmente en su equivalente del período precristiano del calendario juliano. Por otra parte, la fecha judía, basada en un calendario de meses lunares en que los meses variaban de un año a otro de acuerdo con los movimientos de la luna, coincidía con las fechas del calendario egipcio sólo una vez en varios años. La armonía en las dos fechas de este documento puede ser obtenida únicamente si el tercer año de Darío II se computa de acuerdo con un año calendario que comience en el otoño.

Esto prueba la existencia de un calendario que comenzaba y concluía en el otoño, que fue usado entre los judíos de Egipto durante el siglo V a. de J. C. Puesto que esto estaba en plena concordancia con la costumbre de Nehemías en Palestina, no es nada más que razonable concluir que Esdras, contemporáneo de Nehemías y su colaborador, computara los años de los reyes persas de acuerdo con el calendario que comenzaba y terminaba en el otoño.

La solución del segundo problema nos la brinda una tableta de Ur, la primera que se haya descubierto con la fecha del año de la muerte de Jerjes. Este documento revela que en Ut, el 17 de diciembre del año 465 a. de J. C., aún se creía que Jerjes vivía. No obstante, dos semanas más tarde llegaron a Egipto las noticias de la ascensión de su hijo, como nos lo hace saber el papiro arameo mencionado en el párrafo anterior. Estos dos documentos nos permiten fijar la fecha de la ascensión de Artajerjes con bastante aproximación en diciembre del 465.

Los judíos, al emplear el método del “año ascensional,” fecharon por lo mismo todos los documentos desde diciembre del año 465 a. de J. C. al próximo otoño del 464 de la misma era en el año ascensional de Artajerjes y comenzaron a computar su primer año desde el otoño del 464. La figura 2 nos muestra la relación que existe entre los tres años calendario, y cómo la ascensión de Artajerjes I en diciembre del 465 determinó el comienzo del primer año de su gobierno en el calendario persa y judío respectivamente.

Estos dos descubrimientos, el papiro del tercer año de Darío II y la tableta de Ur, demuestran que la fecha a la cual habían llegado los primeros cómputos era correcta, que los judíos computaban el séptimo año de Artajerjes I a partir del otoño del año 458 a. de J. C. hasta llegar a la primavera del 457. El viaje de cuatro meses de Esdras tuvo lugar por lo tanto desde la primavera hasta comienzos del verano del 457 a. de J. C., y el decreto del rey se puso en ejecución inmediatamente después.

Se va a publicar un estudio detallado

Un informe completo de los problemas relacionados con la fecha correcta de los acontecimientos descriptos en Esdras 7 ha sido preparado por el comité de investigaciones de la Asociación General. Contendrá una explicación básica y documental de estos antiguos principios relativos al calendario, que deben ser comprendidos antes de llegar a fechar correctamente los acontecimientos bíblicos.

El primer capítulo se dedicará a describir los diferentes métodos que se emplearon antiguamente para computar los años. El segundo capítulo tratará de los dos principales calendarios empleados en la antigüedad: el calendario solar de Egipto del cual ha derivado el calendario juliano, que aún se emplea con algunas modificaciones bajo el nombre de calendario gregoriano, y el calendario lunisolar empleado por otras naciones como Babilonia y Persia.

El calendario hebreo anterior al exilio se estudiará en el capítulo tercero, para demostrar que desde la época de Moisés hasta el destierro existieron simultáneamente dos sistemas de calendarios, uno que comenzaba en la primavera y que tenía propósitos eclesiásticos, y otro de índole civil que comenzaba y terminaba en el otoño. El cuarto capítulo se consagrará a la discusión del calendario judío después del exilio babilónico. Se demostrará allí que el calendario usado antes del destierro y que comenzaba y terminaba en el otoño se empleó de nuevo, aunque nuestras evidencias no son del todo claras con respecto a la naturaleza del calendario empleado durante la transmigración y en los primeros años que le siguieron. Este cuarto capítulo contendrá también material extrabíblico por medio del cual se puede demostrar que los judíos de Egipto, empleaban el calendario de otoño a otoño.

El quinto capítulo, que se dedicará específicamente a la cronología de Esdras 7, demostrará que Artajerjes I subió al trono en diciembre del año 465 a. de J. C., y explicará cómo ese año fue reconocido por diversas naciones: los egipcios, los persas y los judíos. Este estudio llegará a la conclusión de que el séptimo año de Artajerjes, de acuerdo con el cómputo judío, puede fijarse definitivamente entre el otoño de 458 a. de J. C. y el otoño del 457.

Un apéndice presentará todo el material fechado del siglo V a. de J. C. que se puede usar para determinar fechas exactas. Se lo ha preparado para aquellos que quieren tener acceso a todos los hechos que se relacionan con los problemas mencionados en este artículo.

Se incluirá una bibliografía y un índice de nombres y temas para beneficio de los lectores que deseen estudiar más detalladamente este asunto.

Sobre el autor: Profesor de arqueología e historia antigua del seminario teológico adventista de Washington.