Pregunta 37 — Continuación

  • LAS PROFECÍAS ACERCA DEL ANTICRISTO SON CUMPLIDAS ANTES DEL ADVENIMIENTO. Los adventistas, en común con prácticamente todos los primitivos reformadores protestantes, reconocen al poder papal como el gran anticristo de los siglos, porque cumple las especificaciones bíblicas del “cuerno pequeño” de Daniel 7 y de la “bestia” de Apocalipsis 13.

Los que defienden cualquiera de las dos posiciones, la futurista o la preterista, no están en condiciones de reconocer al verdadero anticristo mientras éste realiza su obra. Cuando nadie esté alerta en cuanto a sus nefandas maquinaciones, el anticristo tratará de engañar a todo el mundo, y tendrá tanto éxito que llegará el momento cuando la gente dirá: “¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?”, y “toda la tierra” se maravillará “en pos de la bestia” (Apoc. 13:4, 3).

La segunda venida de nuestro Señor será lo que pondrá fin a la obra del anticristo. En 2 Tesalonicenses 2:3 se menciona al “hombre de pecado”. Leemos en el versículo 4 acerca de sus pretensiones blasfemas, y en el versículo 9 acerca de sus señales y prodigios mentirosos. Pero la Palabra de Dios declara que será destruido “con el resplandor de su venida” (2 Tes. 2:8), la venida de Cristo. Aunque todas las organizaciones de la apostasía, con todas sus obras nefandas, se combinasen, sus actividades llegarían a su fin cuando nuestro Señor vuelva desde el cielo (Apoc. 19:19, 20).

  • LA SEGUNDA VENIDA MARCA EL COMIENZO DEL MILENIO.

El período del milenio está mencionado definidamente en Apocalipsis 20 con la expresión “mil años”. Los versículos 4-6 hablan de la primera resurrección. “Y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Apoc. 20:4). Los que participen en ella son llamados bienaventurados y santos. Además “serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”. La resurrección de los santos, enseñada en 1 Corintios 15 y 1 Tesalonicenses 4, tiene lugar en ocasión de la venida de nuestro Señor. Y por el hecho de que los que son así resucitados reinan “con Cristo mil años”, es claro que esta resurrección marca el comienzo del período de mil años. Siendo que el resto de los muertos (los malvados) “no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años” (Apoc. 20:4), parece asimismo claro que esta segunda resurrección marca el fin del milenio. (Para un comentario ulterior sobre el milenio, véanse las Preguntas 38, 39.)

  • EXPRESIONES NEOTESTAMENTARIAS INVOCADAS POR LOS

RAPTURISTAS [los que creen que habrá dos arrebatamientos]. Entre éstas se cuentan (a) “el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche” (1 Tes. 5:2) y (b) “el uno será tomado, y el otro será dejado” (Mat. 24:40). La comparación de la venida de Cristo a un ladrón en la noche debe entenderse, a nuestro parecer, con ciertas limitaciones. Nadie, por cierto, llevaría la ilustración al extremo. No vamos a pensar que el Salvador vendrá como un ladrón que anda acechando, trabajando en la oscuridad, temeroso de ser descubierto. Eso jamás podría ser una imagen do nuestro Redentor.

El contexto de 1 Tesalonicenses 5:2 indica claramente lo que el apóstol quería decir al describir la segunda venida de Cristo como un ladrón. Está hablando acerca de la forma inesperada en que vendrá. Nadie espera al ladrón, por lo cual éste puede realizar su obra nefanda sin ser advertido. El apóstol describe a los que han de estar desapercibidos en aquel día como esperando paz y seguridad, cuando lo que les espera es la destrucción repentina (vers. 3).

Pero ellos no están apercibidos. Aconseja a los fieles a no dormirse, para que la segunda venida no los sorprenda a ellos como un ladrón (vers. 4, 5). Los insta a velar y a ser sobrios (vers. 6) en espera de la segunda venida de Cristo.

Por lo tanto, la idea que resalta aquí es la que atañe al carácter inesperado más bien que secreto del advenimiento. Naturalmente, la venida de Cristo sorprenderá dormidos a muchos supuestos cristianos, pero eso será culpa de ellos y no parte del plan divino. Ellos debieran estar alerta y vigilantes esperando su aparición. Pero aun los que estén despiertos, a menos que estén plenamente entregados a Dios, serán hallados desapercibidos. La venida del Señor también será inesperada para ellos. En otras palabras, ellos no están realmente esperando su retorno; no lo están aguardando. Por lo tanto la venida de Cristo será, para ellos, como la llegada de un ladrón en la noche.

En cuanto al otro pasaje, “el uno será tomado, y el otro será dejado”, hay dos escuelas de interpretación entre los comentadores. Algunos piensan que los que son “tomados” lo son para ser destruidos; otros afirman que son tomados para estar con el Señor. Pero sea cual fuere la interpretación correcta, una idea se destaca claramente: Las palabras usadas aquí no implican ninguna idea de secreto. Es el hecho de ser “tomado” o “dejado” lo que se recalca. No hay indicación en las palabras mismas en cuanto a cómo uno es tomado y el otro dejado.

El pasaje indica claramente que ése será un día de separación. Creemos que carece de todo asidero introducir en el texto la idea del arrebatamiento secreto. En ninguna otra parte de la Biblia hay indicación alguna de que cuando uno sea tomado y el otro dejado, ciertas personas al levantarse la mañana siguiente advertirán la “desaparición” de algún ser amado. La ilustración del ladrón en la noche fue dada obviamente por nuestro Señor para indicar el carácter repentino de su aparición y el peligro que amenaza no sólo al mundo sino incluso a la iglesia de no estar preparados y ser así hallados desapercibidos.

Los defensores de la teoría de los “arrebatamientos” también citan el caso de Enoc para apoyar su concepto. En cuanto a Enoc declaran las Escrituras: “Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios” (Heb. 11:5). Se pretende que la expresión “no fue hallado” indica que se hizo una búsqueda, lo cual implicaría el carácter secreto de su traslación. Pero debemos recordar que la idea de “ascensión” en sí misma no tiene connotaciones’ de secreto. Elías también fue trasladado, pero a plena vista de Eliseo, con un carro y en un torbellino. También cuando nuestro bendito Salvador “fue alzado” (Hech. 1:9), lo fue ante la plena y abierta visión de sus discípulos.

Además, ¿por qué la expresión “no fue hallado” habría de implicar necesariamente la idea del secreto? Expresiones similares se hallan en otros pasajes, y no dan ni siquiera remotamente la idea de referirse a algo hecho a escondidas. Leemos, por ejemplo, que en los últimos días “los montes no fueron hallados” (Apoc. 16:20); de Babilonia que “nunca más será hallada” (Apoc. 18:21) y de sus habitantes que no se hallarían más en ella (vers. 22). ¿Basados en qué autoridad lingüística o exegética podríamos introducir la idea de algo que sucede en secreto?

  1. LA SEGUNDA VENIDA, “ESPERANZA BIENAVENTURADA” DE

LA IGLESIA. Resumiendo: Los adventistas del séptimo día creemos que la segunda venida de Cristo será personal, visible, audible, gloriosa y premilenial, y que señalará la culminación de nuestra redención. Creemos también que el retorno de nuestro Señor es inminente, que ocurrirá en un momento próximo pero no revelado. El gozo, la esperanza y la expectación de los adventistas en cuanto al acontecimiento están bien expresados por las siguientes declaraciones extractadas de los escritos de Elena G. de White:

“Una de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cristo” (El Conflicto de los Siglos, pág. 344).

“La venida de Cristo que ha de inaugurar el reino de la justicia, ha inspirado los más sublimes y conmovedores acentos de los escritores sagrados” (Id., págs. 344, 345).

“La proclamación de la venida de Cristo debería ser ahora lo que fue la hecha por los ángeles a los pastores de Belén, es decir, buenas nuevas de gran gozo. Los que aman verdaderamente al Salvador no pueden menos que recibir con aclamaciones de alegría el anuncio fundado en la Palabra de Dios de que Aquel en quien se concentran sus esperanzas para la vida eterna volverá, no para ser insultado, despreciado y rechazado como en su primer advenimiento, sino con poder y gloria, para redimir a su pueblo” (Id., pág. 388).