Detente por ahora, para que te haga oír una revelación que tengo de Dios.” Estas palabras que Samuel dirigió a Saúl son significativas. Nos enseñan que debemos detenernos, si queremos oír la palabra de Dios y recibir su poder inspirador. Un verdadero ministro no se forma tanto en los centros de estudio como “al abrigo del Altísimo.” Un predicador necesita algo más que títulos; necesita poseer la potencia del Evangelio.

Jesús dijo: “Mas recibiréis la virtud del Espíritu, Santo que vendrá sobre vosotros.” La Versión Moderna reza así: “Mas recibiréis poder.” Esta declaración forma parte de la respuesta de Jesús a una pregunta de los discípulos respecto de cierta profecía. Los “tiempos y las sazones” constituyen un tema de estudio cautivador; sin embargo, en lugar de investigar las fechas y los acontecimientos, que el Padre ha, guardado en su propia potestad, ¿no sería más importante buscar el ungimiento del Espíritu, para dar nuestro mensaje no sólo en palabras sino también con el poder y la manifestación del Espíritu?

Uno de los peligros que amenaza a los estudiantes sinceros de las Escrituras es la especialización en las cuestiones proféticas en menoscabo de lo espiritual. Conocer las profecías es importante, pero es imperativo conocer a Dios. ¿Salimos de nuestras entrevistas secretas con Dios habiendo visto de nuevo a nuestro Señor resucitado, y escuchado de nuevo su tierna voz? La experiencia cristiana puede estimarse por la actitud personal hacia el lugar secreto cuando se está a solas con Dios.