I. Instrucciones bíblicas acerca de la salud

1. El sano vivir

a. Presentemos nuestros cuerpos en sacrificio vivo. (Rom. 12: 1.)

b. Mantengámonos sanos. (3 Juan 2.)

c. Cómo recuperar la salud. (Sal. 103:3.)

  • La negligencia en cumplir los preceptos bíblicos

a. Conduce al alejamiento del Señor. (Ose. 4:6; 1 Cor. 3:16, 17.)

b. Al engaño. (Mat. 24:24.)

c. A la confusión religiosa. (Isa. 29:9-12.)

d. Al sufrimiento. (Gál. 6:7.)

  • La reforma y el regreso a Dios (Ose. 14:1-4.)

a. Algunos buscan alivio al dolor en las drogas y los estimulantes. (Véase Mat. 27:34.)

b. Otros van en procura de curanderos y milagreros. (Recursos prohibidos.) (Isa. 47:13, 14; 2:6.)

4. Probemos bíblicamente al curandero, al realizador de milagros, y también la religión y la doctrina. (Sal. 119:105; Isa. 8:20; Mat. 7:20-23; Efe. 4:14.)

  • La salud y la longevidad no siempre son una bendición.

a. Pablo oró tres veces por su salud. (2 Cor. 12:8. 9.)

b. La extensión de la vida no fue una bendición para el rey Ezequías. (Isa. 38:1-8.)

c. Muchos buscan alivio al sufrimiento, pero no están dispuestos a reformarse. (Juan 5:14.)

d. Sin Dios la salud no puede ser una bendición. (Luc. 11:24-26.)

e. Es mejor sufrir con Cristo y obtener la vida eterna que curarse por medios que contrarían el mandato de Dios.

  • Curación para el cuerpo y el alma.

a. La sanidad es un don espiritual de la iglesia. (1 Cor. 12:28.)

b. Los ancianos ungen al enfermo y oran por él. (Sant. 5:14, 15.)

c. El enfermo debe enmendar su vida, confiando los resultados a Dios. (Heb. 12:1-6; Exo. 15:26; Jud. 24.)

d. Dios es misericordioso. (Isa. 63:8. 9; Sal. 103:1-3.)

II. Instrucciones del espíritu de profecía SOBRE SALUD

1. “Nunca fue tan necesaria como hoy día la educación tocante a los principios de la salud. A pesar de los maravillosos progresos realizados en muchos sentidos, relacionados con las comodidades y conveniencias de la vida, y aun en asuntos sanitarios y en el tratamiento de las enfermedades, el decaimiento del vigor físico y de la resistencia es alarmante. Esto demanda la atención de todos los que toman a pecho el bienestar del prójimo.”—“El Hogar y la Salud” pág. 51.

2. “En algunos casos de curación Jesús no concedió de inmediato la bendición pedida.”— “Ministry of Healing,” pág. 70.

3. “Nuestra civilización artificial fomenta males que destruyen los principios sanos. Las costumbres y modas están en pugna con la naturaleza. Las prácticas que imponen y las complacencias que alientan, aminoran las fuerzas física y mental, y echan sobre nuestra raza una carga insoportable. La intemperancia y el crimen, la enfermedad y la miseria se ven por todas partes.”—“El Hogar y la Salud” pág. 51.

4. El libre uso de drogas venenosas cimenta numerosas enfermedades. “Cuando se sienten atacados por alguna enfermedad, muchos no quieren darse la molestia de investigar la causa que la produce. Su principal afán es librarse del dolor y las molestias. Echan entonces mano de específicos patentados cuyas propiedades verdaderas poco conocen, o acuden al médico para conseguir algún remedio que neutralice las consecuencias de su falta, pero no piensan en modificar sus hábitos antihigiénicos.”—Id., pág. 52.

5. No todos los pobres de los barrios bajos son degradados. “Hombres y mujeres temerosos de Dios cayeron en la pobreza por enfermedad o infortunio… Muchos mantienen su integridad, prefiriendo sufrir antes que pecar. Esta clase de personas es especialmente digna de nuestra ayuda, simpatía y estímulo.” —“Ministry of Healing” pág. 190.

6. De “El Deseado de Todas las Gentes” citamos los siguientes párrafos: “Este mundo es un vasto lazareto, pero Cristo vino para sanar a los enfermos y proclamar liberación a los cautivos de Satanás. Él era en sí mismo la salud y la fuerza. Impartía vida a los enfermos. a los afligidos, a los poseídos de los demonios. No rechazaba a ninguno que viniese para recibir su poder sanador. Sabía que aquellos que le pedían ayuda habían atraído la enfermedad sobre sí mismos; sin embargo, no se negaba a sanarlos. Y cuando la virtud de Cristo entraba en estas pobres almas, quedaban convencidas de pecado, y muchos eran sanados de su enfermedad espiritual tanto como de sus dolencias físicas. El Evangelio posee todavía el mismo poder, y ¿por qué no habríamos de presenciar hoy los mismos resultados? Cristo siente los males de todo doliente… Y está tan dispuesto a sanar a los enfermos ahora como cuando estaba personalmente en la tierra. Los siervos de Cristo son sus representantes, los conductos por los cuales ha de obrar. El desea ejercer por ellos su poder sanador. En la manera en que sanaba el Salvador hay lecciones para sus discípulos… La curación podía operarse únicamente por el poder del gran Sanador, pero Cristo empleó los sencillos medios de la naturaleza. Aunque no apoyó el empleo de las drogas, sancionó el uso de remedios sencillos y naturales.”—Pág. 751.

7. Del primer tomo de “Testimonies to the Church” cito: “Se me mostró que la reforma de la salud forma parte del mensaje del tercer ángel y que está tan ligada a él como el brazo y la mano al cuerpo humano. Vi que nuestro pueblo debe llevar adelante esta gran obra. Pastores y fieles obrarán de consuno. El pueblo de Dios no está preparado para el fuerte clamor del tercer ángel. Tiene que cumplir una obra en la cual Dios no puede sustituirlo… ‘Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en temor de Dios.’ ”—Pág. 486.

“Cristo es el poderoso Sanador del alma enferma de pecado.”—Tomo 4, pág. 579. “Dios desea que su pueblo diga al mundo, por su palabra y su conducta, que ninguna atracción o posesión mundana vale lo bastante para compensar la pérdida de la herencia celestial.”— Id., pág. 580.

“En visiones de la noche pasó delante de mí un gran movimiento de reforma en el seno del pueblo de Dios. Muchos alababan a Dios. Los enfermos eran sanados y se efectuaban otros milagros… Veíanse a centenares y miles de personas visitando las familias y explicándoles la Palabra de Dios.”—“Testimonios Selectos,” tomo 5, pág. 220.

Sobre el autor: Instructora bíblica jubilada de la Asoc. del sur de California, EE. UU.)