El corazón humano anhela una constante seguridad del perdón, aceptación y salvación divinos. Queremos saber: “¿En realidad me habrá perdonado y salvado Dios?” En la Escritura, la seguridad del perdón divino y la salvación no sólo se comunican verbalmente, sino también a través de tipos y símbolos. 

La circuncisión, el sistema sacrificial, el bautismo, la cena del Señor y el sábado son instituciones simbólicas establecidas por Dios para ayudar a los creyentes a conceptualizar y experimentar la seguridad de la salvación. 

El sábado ocupa un lugar único entre las diferentes instituciones establecidas por Dios. Es único en su origen, naturaleza, supervivencia y función. Es único en su origen porque es la primera institución establecida por Dios para invitar a su pueblo a entrar en el gozo de su descanso y compañerismo (Heb. 4:3-10). Es único en su naturaleza porque no es un objeto material o un lugar accesible sólo para algunos, sino un día (tiempo); el sábado invita a los creyentes a experimentar la comunión divina, no a través de “objetos sagrados”, sino en el tiempo compartido juntos. 

Es único en su supervivencia porque ha sido preservado a través de los siglos a pesar de los repetidos intentos de hacerlo a un lado. Es único en su función porque ha ayudado a judíos y cristianos a conceptualizar, internalizar y experimentar la realidad de los logros creativos y redentivos de Dios. 

En este artículo de dos partes, deseo explorar la forma en que el sábado se relaciona con la salvación en el Antiguo y el Nuevo Testamentos. La primera parte examina las tipologías sabáticas de la redención mesiánica en el Antiguo Testamento y la literatura judía. La segunda parte considerará el significado y la función redentiva del sábado en el Nuevo Testamento. 

El sábado y la salvación en el Antiguo Testamento 

En los tiempos del Antiguo Testamento el sábado no sólo servía para proveer descanso y liberación personal de las pruebas y trabajos y de las injusticias sociales, sino también para nutrir las esperanzas de una futura paz, prosperidad y redención mesiánicas. Esta última función la inspiró, al parecer, el rol del sábado en la creación original de Dios. 

El Génesis no nos da información sobre la verdadera forma en que Adán y Eva observaban el sábado antes de su expulsión del Jardín del Edén. Sin embargo, el cuadro de perfección y satisfacción (note la séptuple repetición de la frase “y vio Dios que era bueno”, y “y fue así”, en Génesis 1) que describe, especialmente a través de la bendición y la santificación divina del séptimo día (Gén. 2:3), podía ofrecer fácilmente a los creyentes las bases para una visión de la era mesiánica. 

Los paralelos y equivalentes entre el sábado de Génesis, el primer día de Adán después de su creación, y el último día de la era mesiánica, aunque no siempre se hizo en forma explícita, están implícitamente presentes en las fuentes bíblicas y extra bíblicas. 

Paz y armonía del sábado 

La paz y armonía que existían entre Adán y los animales en el sábado de la creación serán restauradas en la era mesiánica cuando “morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará” (Isa. 11:6). En ese tiempo, de acuerdo con el mismo profeta, “la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar” (vers. 9; cf. 65:25; Os. 2:20). Esta visión de la tierra, llena de paz y del conocimiento de Jehová en los últimos días, pueden muy bien haber sido inspirados por la visión del primer día, del cual el sábado es el epítome. 

Esto último lo sugieren las normas sabáticas rabínicas que prohibían matar insectos o portar armas durante el sábado porque éste representaba una prueba anticipada del mundo por venir. Tal visión del mundo futuro fue inspirada por el primer sábado, un día de paz y armonía entre la creación humana y la subhumana.1 

La delicia del sábado 

La delicia y el gozo del sábado edénico inspiraron también la visión profética de la era mesiánica. Theodore Friedman observa que “dos de los tres pasajes en los cuales Isaías se refiere al sábado están ligados con el fin de los días (Isa. 56:1-7; 58:13, 14; 66:20-24). No es mera coincidencia que Isaías emplee las palabras “delicia” (oneg) y “honor” (kavod) en su descripción tanto del sábado como del fin de los días (58:13: “y lo llamares delicias, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares”). La implicación es clara. La delicia y el gozo que marcarán el fin de los días es una realidad aquí y ahora por medio del sábado”.2 

La delicia del sábado se expresa en la tradición judía encendiendo velas en ese día: prerrogativa que tiene el ama de casa. El rol redentivo del sábado primordial en la tradición judía es impresionante. El sábado, visualizado como el símbolo de la redención primordial, del caos a un cosmos perfecto, puede tipificar efectivamente la futura restauración mesiánica. La tradición de prender velas durante el sábado se liga simbólicamente tanto a la luz sobrenatural que brilló durante el primer sábado sobre Adán, como a la seguridad de la salvación y la extraordinaria luz de la era mesiánica. 

Los profetas ven la aparición de una luz refulgente durante los últimos días: “Y la luz de la luna será como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, como la luz de siete días, el día que vendare Jehová la herida de su pueblo, y curare la llaga que él causó” (Isa. 30:26). La comparación con la “luz de siete días” es, presumiblemente, una alusión a los siete días de la creación que, de acuerdo con la antigua Midrash, fueron bañados por una extraordinaria luz, más brillante que el sol.3 

La visión profética de la extraordinaria luz de la era mesiánica (Zac. 14:7) es muy probable que derive de la noción de luz sobrenatural que experimentó Adán el primer día: luz que, de acuerdo con la tradición judía, desapareció al final de la creación del sábado por causa de la desobediencia, pero que reaparecerá en la era mesiánica.4 

Reposo sabático 

El tema del reposo sabático (menuhah), que para “la mentalidad bíblica”, como lo explica Abrahán Joshua Heschel, “es lo mismo que felicidad y quietud, que paz y armonía”,5 ha servido como una tipología efectiva de la era mesiánica, conocida a menudo como “el fin de los días” o “el mundo por venir”. 

En el Antiguo Testamento se utiliza la noción de “reposo” para expresar tanto las aspiraciones nacionales como las mesiánicas. El reposo sabático, como una aspiración nacional, sirvió para tipificar una vida pacífica y una tierra de descanso (Deut. l2:9; 25:19; Isa. 14:3), donde el rey daría al pueblo “descanso de todos sus enemigos” (2 Sam. 7:1) y donde Dios encontraría su “lugar de descanso” entre su pueblo, y especialmente en su santuario en Sion (2 Crón. 6:41; 1 Crón. 23:25; Sal. 132:8,13,14; Isa. 66:1). 

La conexión entre el reposo sabático y el reposo nacional se encuentra también en Hebreos 4:4, 6,8, donde el autor habla del reposo sabático de la creación como el símbolo de la entrada prometida a la tierra de Canaán. “La generación del desierto” “no pudo entrar” por causa de la desobediencia (vers. 6) a la tierra de descanso tipificado por el sábado. 

El hecho de que las bendiciones del reposo sabático nunca se realizaron como condición política de descanso y paz, desafió al pueblo de Dios a mirar hacia su cumplimiento en el futuro en y a través de la venida del Mesías. En la literatura judía encontramos numerosos ejemplos donde el resposo sabático y la estructura “septenaria” del tiempo se usan para indicar el descanso, la paz y la redención de la era mesiánica. 

Por ejemplo, el Talmud babilónico dice: “Nuestros rabinos enseñaron: a la conclusión del sábado, el hijo de David vendrá. R. Joseph objetó: ¡Pero cuántos [sabbaths] han pasado, y sin embargo, no ha venido!”6 La era del Mesías se describe muchas veces como un tiempo de descanso sabático. Al final de la Mishnah Tamid, leemos: “Un salmo, un canto para el día del sábado, un canto para el tiempo que está por venir, para el día que es todo él una sábado de reposo en la vida eterna”. La experiencia de reposo del sábado sirvió para nutrir la esperanza de la futura paz y descanso mesiánicos. La redención mesiánica se visualizó, como se declara en la Mishnah Tamid, como “todo sábado y descanso en la vida eterna”. 

Sábado y liberación 

La libertad y liberación que el sábado anual y semanal, como su gran propósito, dieran a cada miembro de la sociedad hebrea, han servido también como tipos efectivos de la redención mesiánica. 

En la versión deuteronómica del cuarto mandamiento, se liga explícitamente el sábado con la liberación del Éxodo por medio de “la cláusula del recordativo”: “Acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te sacó de allá con mano fuerte y brazo extendido; por lo cual Jehová tu Dios te ha mandado que guardes el día de reposo” (Deut. 5:15). 

La conexión entre el sábado y la liberación del Éxodo puede explicar por qué el día de reposo se conectó ideológicamente con la pascua, la celebración anual de la liberación de Egipto. En un sentido, el sábado llegó a verse como una “pequeña pascua”, en la misma forma en que muchos cristianos han llegado a considerar su domingo semanal como una “pequeña pascua florida”. 

El sábado fue un verdadero libertador de la sociedad hebrea al liberarlos de las pruebas de la vida y las injusticias sociales, no sólo cada siete días, sino también cada séptimo año, en el año sabático, y “cada siete sábados de años”, en el año del jubileo (Lev. 25:8). En estas instituciones anuales el sábado llegó a ser verdaderamente el libertador de los oprimidos en la sociedad hebrea. La tierra había de permanecer en barbecho y sin cultivar a fin de que produjera su fruto espontáneamente para los animales y los desposeídos. Los esclavos eran emancipados, y se remitían las deudas de los conciudadanos. Aunque rara vez se observaron, estos sábados anuales servían para anunciar la liberación y la redención futuras que habrían de venir a través del Mesías. Una razón para la función mesiánica del sábado debe hallarse en sus rasgos mesiánicos. 

Por ejemplo, los sábados anuales prometían libertad de las deudas personales y de la esclavitud. Una liberación tal nos da una figura muy efectiva para tipificar la esperada liberación mesiánica (Isa. 61:1-3, 7; 40:2). En su tesis sobre la teología del jubileo del Evangelio de Lucas, Robert Sloan muestra cómo el concepto de perdón del Nuevo Testamento (aphesis) se deriva en gran medida de la remisión de deudas financieras e injusticias sociales en la celebración de los sábados anuales.7 Moisés se refiere a ellas como “la remisión”, “remisión de Jehová”, “el año séptimo, el de la remisión” (Deut. 15:1, 2,9; 31:10; Lev. 25:10). En la Septuaginta, el término hebreo deror se traduce como aphesis, “remisión”, que es la palabra usada por el Nuevo Testamento para “perdón”. La frase del Padrenuestro, “perdónanos nuestras deudas” (Mat. 6:12), se deriva de la remisión de deudas financieras del sábado anual. La remisión sabática de las deudas financieras y las injusticias sociales llegaron a verse como la prefiguración de la futura remisión mesiánica de la deuda moral del pecado. 

Un ejemplo es Isaías 61:1-3, donde el profeta emplea la figura de la remisión sabática para describir la misión del Mesías, quien proclamaría una amnistía jubilar y una liberación de la cautividad. En la segunda parte veremos la forma en que Cristo utilizó esta misma prefiguración para anunciar y explicar la naturaleza de su misión redentora. 

Estructura sabática del tiempo 

El singular rasgo mesiánico de los sábados anuales inspiró el uso de la estructura sabática del tiempo para medir la espera de la redención mesiánica. Algunos eruditos llaman a este fenómeno “mesianismo sabático” o “cronomesianismo”.8 

El lugar clásico del mesianismo sabático se encuentra en Daniel 9, donde se dan dos períodos sabáticos. El primero está compuesto de la profecía de los 70 años (Jer. 29:10) con respecto al tiempo de la restauración nacional de los judíos (Dan. 9:3-19) y está compuesto de diez años sabáticos (10×7). El segundo período está compuesto de “setenta semanas (shabuim)”, técnicamente “setenta ciclos sabáticos”, que conducen a la redención mesiánica” (Dan. 9:24-27). Este mesianismo sabático se encuentra muy frecuentemente en la literatura judía tardía. Por ejemplo, el Talmud dice: “Elías le dijo a Rab Judá… ‘el mundo existirá durante no menos de ochenta y cinco jubileos, y en el último jubileo el Hijo de David vendrá”’.9 

Conclusión 

Este breve análisis del tema del sábado en el Antiguo Testamento muestra que en esos tiempos los sábados semanales y anuales sirvieron, no sólo para proveer descanso físico y liberación de las injusticias sociales, sino también para destacar y nutrir la esperanza de la futura redención mesiánica. 

El rabino Heschel capta vívidamente la tipología mesiánica del Antiguo Testamento cuando escribe: “Sion está en ruinas, Jerusalén yace en el polvo. A lo largo de la semana lo único que hay es la esperanza de la redención. Pero cuando el sábado está entrando en el mundo, el hombre es tocado por un momento de verdadera redención; come si por un momento el espíritu del Mesías se moviera sobre la faz de la tierra”.10 Las tipologías sabáticas de la redención mesiánica del Antiguo Testamento nos ayudarán a apreciar, en la segunda parte, la relación que hay entre el sábado y el Salvador. 

Sobre el autor: El Dr. Samuele Bacchiocchi es catedrático de teología e historia eclesiástica en la Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan.