La rutina del sábado de los pastores suele ser muy intensa. La familia se va adaptando a esa rutina; pero, a veces, la esposa y los hijos se sienten privados de la presencia del esposo y padre. Si el sábado es un regalo de Dios, ¿cómo podemos disfrutar de él, conciliando las actividades ministeriales con el cuidado y la atención de la familia?

    Cuando Dios separó el sábado, su objetivo era que sus hijos pudieran disfrutar de la más profunda comunión con él. (Éxo. 31:13.) Es importante recordar algunos puntos referidos a la observancia del sábado, a fin de que continúe siendo una bendición para la iglesia y la familia pastoral.

     El sábado es para todos. La Biblia no indica unos principios orientadores específicos para los pastores y otros para quienes no son pastores. Es un día de muchas actividades para todos y, sobre todo, un día de adoración al Creador.

    La naturaleza de las actividades. La diferencia está en la naturaleza de las actividades. “Los sacerdotes del Templo realizaban en sábado una labor más intensa que en otros días. En asuntos seculares, la misma labor habría sido pecaminosa; pero la obra de los sacerdotes se hacía en el servicio de Dios” (El Deseado de todas las gentes, p. 251). Cuando sea posible, es importante que la familia pastoral esté involucrada en estas actividades, para que estén unidos, cercanos, creando lazos entre sí y con la iglesia.

    Cuidar de la nueva generación. Los hijos son la próxima generación de líderes de iglesia y deben, desde temprano, desarrollar la correcta observancia del sábado. “Ninguna disculpa tiene el predicador por descuidar el círculo interior en favor del círculo mayor. El bienestar espiritual de su familia está ante todo” (El hogar cristiano, p. 321). Por eso, es importante comenzar el sábado en familia. Los viernes, todos deben estar involucrados en los preparativos y, a la puesta del sol, el pastor debe esforzarse para estar junto a su familia, disfrutando momentos especiales.

    Reservar sábados para la familia. En su planificación anual, separe con su esposa y sus hijos algunos sábados para compartir en familia, a fin de disfrutar juntos de las bendiciones de este día. Las reuniones no necesitan realizarse solamente en sábado. Algunas veces, por practicidad y a fin de dejar tiempo libre para las actividades generales del resto de la semana, los líderes sobrecargan la agenda del sábado. Esto impide dar a nuestras familias el privilegio de disfrutar las bendiciones sabáticas. Seamos equilibrados, cuidando bien a la iglesia, sin descuidar a la familia.

     La familia pastoral indica caminos a otras familias. La familia pastoral no es, y nunca será, perfecta. Así y todo, es innegable su influencia. “Debe existir en la familia del predicador una unidad que predique un sermón eficaz sobre la piedad práctica” (El hogar cristiano, p. 326).

    El sábado es nuestro testimonio. Los vecinos, los amigos, la comunidad y la iglesia están siempre observando nuestra manera de conducirnos; incluso nuestra forma de guardar el sábado. “Hay personas que están observando a este pueblo para ver cuál es la influencia que la verdad ejerce sobre sus miembros […]. Estudian la vida y el carácter de sus defensores para descubrir si están en armonía con su profesión de fe; y debido a las opiniones que así se forman, muchos son influidos mayormente o para la aceptación o para el rechazo de la verdad” (Mensajes selectos, t. 3, p. 297).

    La importancia y la gloria del sábado. Se trata de un día de adoración, alabanza, gratitud, deleite, comunión, relación, misión, ayuda al prójimo, convivencia familiar y felicidad. ¡El sábado es una vislumbre del gozo celestial!

    ¡Que el Señor ilumine con su Espíritu a cada familia pastoral, para que podamos disfrutar de las horas sabáticas conforme a la voluntad del Creador!

Sobre el autor: Director del departamento de Hogar y Familia para la Iglesia Adventista en América del Sur.