¿Creen los adventistas que el sábado es el único criterio válido para determinar la plena obediencia a la ley de Dios, o puede una persona rendir culto sinceramente en domingo, pero dejar de observar el sábado, y todavía ser considerada como un cristiano fiel y obediente?
Los adventistas no podemos leer los corazones, ni pretendemos hacerlo; eso es una prerrogativa de Dios. Creemos en el aumento del conocimiento. El tiempo, las circunstancias, el conocimiento, la comprensión, y la convicción son factores determinantes. Y creemos, además, que en determinados tiempos hay una “verdad presente” especial a la cual hay que dar énfasis. (2 Ped.1:12.)
Creemos también que la luz “va en aumento hasta que el día es perfecto” (Prov. 4:18), y que el aumento del conocimiento y de la comprensión inevitablemente llevan consigo un aumento de responsabilidad. (Juan 9:4.) “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace le es pecado” (Sant.4:17). El repudio de una luz reconocida se convierte entonces en una cuestión de la cual uno es responsable. “Entre tanto que tenéis la luz, creed en la luz, para que seáis hijos de luz” (Juan 12:36). “Andad entre tanto que tenéis luz, para que no os sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe adónde va” (vers. 35). “Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tiniebla. Así que, si todo tu cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tiniebla, será todo luminoso, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor” (Luc. 11:35, 36).
En lo que atañe a la pregunta misma, hay que decir lo siguiente:
“Cuando la observancia del domingo sea impuesta por la ley y el mundo ilustrado respecto a la obligación del verdadero día de descanso, entonces el que transgrediere el mandamiento de Dios para obedecer un precepto que no tiene mayor autoridad que la de Roma, honrará con crio al papado por encima de Dios” (El Conflicto de los Siglos, pág. 502).
Reconocemos que el sábado no era una prueba en el medioevo. Y no creemos que lo fuera en los días de la gran Reforma del siglo XVI, ni aun en los días de Wesley. Pero en estos “últimos días”, cuando, creemos, toda la verdad ha de ser restaurada antes de la segunda venida de Cristo, y el mensaje del sábado del cuarto mandamiento, que tiene la impronta divina, ha de darse a toda la humanidad, hay una responsabilidad moral en la obediencia de parte de los que han recibido luz y se han convencido. Con seguridad que Dios no hace responsables a los hombres por el incumplimiento de una verdad que aún no ha llegado a su conocimiento y comprensión.