Pregunta 43 (Continuación)

2-¿PARABOLA LITERAL O ALEGORIA?—La parábola era un método común empleado por Cristo para enseñar la verdad, y las leyes o principios de las parábolas, familiares en los días de Cristo, eran una salvaguardia suficiente contra la mala comprensión. Esta parábola, única de su clase en el Nuevo Testamento, tiene su paralelo más cercano en el Antiguo Testamento en la imaginería parabólica de Isaías 14:9-11, donde se representa a reyes que habían muerto y estaban en sus tumbas, levantándose y sentándose en tronos en el Seol (equivalente del Hades griego), conversando y exultando por la caída del poderoso conquistador babilonio que los había conducido a la muerte, y que ahora había sido vencido por la muerte e iba a asumir su trono entre ellos en las regiones inferiores: “El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte, hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones. Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros? Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán” (Isa. 14:9-11).

Otro paralelo sacado del Antiguo Testamento es la parábola contada por Jotam, en la cual los árboles, la vid y la zarza se trenzan en una discusión política. El episodio nunca ocurrió en la realidad, pero eso no invalida de ninguna manera la verdad que allí se presenta en forma de parábola.

Esta parábola describe objetos inanimados como si fuesen personas, y les da incluso

la vida y el habla. En Jueces 9: 8-15 leemos: “Fueron una vez los árboles a elegir rey sobre sí, y dijeron…”. Todos reconocerán que éste es claramente un lenguaje figurado. Las parábolas a menudo se asemejan a fábulas, o relatos de ficción. Según nosotros entendemos la muerte, el hecho de que hombres muertos sostengan una conversación racional es como que los árboles se pongan a hablar de política. En una parábola, entonces, a menudo hay verdad sustancial en el marco de la ficción circunstancial.

En esta parábola de Lucas 16, se describe figuradamente al Hades como un lugar donde se vive, donde hay recuerdos y donde se habla. Se describe a los muertos en el Hades como si estuviesen vivos y tratasen de amonestar a los vivos. Es una historia intrigante, pero para nosotros es claramente figurada. En el relato se hace hablar y actuar a seres muertos en la realidad, lo cual es admisible en una parábola donde no se tienen en cuenta todas las incongruencias de tiempo, lugar, distancia, etc. En esta alegoría son comprensibles todas las referencias al abismo, la llama y los muertos que hablan, porque la historia se relata para enseñar una verdad de orden moral. Esta es la finalidad y el propósito del relato, aunque los muertos no son en realidad seres vivientes conscientes, ni las recompensas y los castigos ya han sido dados.

3-NO PUEDE SER A LA VEZ LITERAL Y FIGURADA.—Todos admiten que la historia debe ser un hecho literal, y el relato un acontecimiento real, o que se trata de una mera parábola. No puede ser ambas cosas. Si es literal, debe ser tanto verdadera en el hecho como consecuente en los detalles. Pero si es una parábola, sólo hay que buscar en ella la verdad de orden moral que se quiere enseñar, y la historia estaría entonces sujeta a las leyes y limitaciones reconocidas de las parábolas. Así todo es comprensible. Como vemos, la aplicación literal es claramente improcedente y se desploma bajo el peso de sus propios absurdos. Cristo no está aquí revelando detalles acerca de la vida de ultratumba. Más bien está usando una vigorosa historia de sus días para amonestar y reprender a aquellos que rechazaban sus enseñanzas acerca del uso correcto de la riqueza.

Los que apoyan la interpretación literal de la parábola dan por sentado que el rico y Lázaro están en un estado desencarnado, es decir, privados del cuerpo. Sin embargo se hace referencia explícita al rico como teniendo unos “ojos” que ven, y una “lengua” que habla y que busca el refrigerio del “dedo” de Lázaro, todas partes corpóreas reales. Se describe a los hombres como yendo corporalmente a recibir su recompensa, a pesar de que el cuerpo del rico fue debidamente sepultado y se encontraba en la tumba. Aquellos que argumentan que con esta parábola Cristo estaba sosteniendo lo que creemos que es un concepto pagano de la muerte, también deben sostener que Cristo aprobó los proyectos deshonestos del mayordomo infiel. Pero nadie intentaría hacer esto último.

En cuanto al “seno de Abrahán”, acerca de lo cual hablaremos después, y de lo que implica esa expresión, el Dr. Charles L. Ives, ex profesor de medicina en Yale (The Bible Doctrine of the Soul, 1877, págs. 54, 55), señala categóricamente: “De nada sirve decir, como algunos pretenden, que el seno de Abrahán es una expresión figurada que simboliza la más elevada felicidad celestial, porque Abrahán mismo en persona aparece en escena. Y si él mismo está presente en sentido literal, ¡es absolutamente injusto usar su seno, al mismo tiempo, en sentido figurado! Si el seno de Abrahán es figurado, entonces también Abrahán, y por lo tanto todo el relato, son figurados”.

Todos los intentos de mezclar lo literal con lo figurado son igualmente inútiles. Creemos con Bloomfield (Greek Testament): “Los mejores comentadores, tanto antiguos como modernos, con razón la consideran una parábola” (sobre Luc. 16:19). Constable cree que esta interpretación es “el sentir general de la cristiandad” acerca del asunto. La frase introductoria y toda la forma y la construcción corresponden exactamente con otras parábolas de Cristo, tales como la del mayordomo infiel y la del hijo pródigo (Luc. 15:11; 16:1), que inmediatamente preceden a la del rico y Lázaro. Habría que presentar pruebas para sostener lo contrario.

4-UNA PARABOLA NO ES FUNDAMENTO APROPIADO PARA UNA DOCTRINA. — Lo absurdo de la suposición popular se hace tanto más evidente cuanto más se llevan a sus últimas consecuencias las cosas que implica. Citar esta alegoría como un relato literal en lugar de figurado pondría, como ya se ha notado, el cielo y el infierno a una distancia que permita verse y hablarse desde ambos lugares, lo cual es inconcebible. ¡Santos y pecadores conversando juntos eternamente! Es inevitable la pregunta resultan; Todos aquellos que mueran en Cristo, verán y conversarán, a través del abismo que los separa, por toda la eternidad con amados que han muerto separados de Cristo.

Si se concede que el relato es una parábola, pero se lo usa para sostener el concepto del tormento consciente de los impíos, estamos frente al principio universalmente aceptado según el cual no es seguro construir una doctrina solamente sobre una parábola o alegoría, especialmente cuando contradice las claras enseñanzas de la Escritura. Quien intentara hacerlo caería en el absurdo y en contradicciones. Repetimos que este discurso en forma de parábola del Maestro no tenía la intención de enseñar cuáles son las condiciones de la ultratumba, o del’ mundo invisible en un estado intermedio, sino enseñar grandes lecciones de orden moral. Edersheim (Life and Times of Jesús the Messiah) dice con razón que no puede derivarse doctrina de esta parábola acerca del otro mundo, o acerca del carácter y la duración de los castigos futuros, o acerca del mejoramiento moral de aquellos que están en la gehena.[1] Creemos que usarlo como prueba de que los hombres reciben su recompensa al morir equivale a contradecir abiertamente a Cristo mismo, que afirma claramente que los justos y los impíos recibirán su recompensa “cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria”(Mat. 25:31, 41).

Si los muertos realmente conversan unos con otros, entonces la parábola contradice las declaraciones más claras de la Escritura: “Sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Sal. 146:4). “No alabarán los muertos a Jah, ni cuantos descienden al silencio” (Sal. 115:17).

Abrahán mismo murió, y sus hijos lo enterraron. (Gén. 25:8, 9). No hay registro alguno de su resurrección. En el relato bíblico (Heb. 11), como los otros patriarcas está esperando aquella “mejor” resurrección en ocasión de la segunda venida de Cristo.

De modo que, sostener que la recompensa se recibe en ocasión de la muerte (a) anula el juicio, anticipándose a su tiempo predicho; (b) contradice completamente lo que creemos que es el claro testimonio de la Escritura, según el cual los muertos duermen; (c) representa a espíritus desencarnados como poseyendo miembros corporales; y (d) coloca a los espíritus en plena visión unos de otros. (Continuará.)


Referencias

[1] Y el Dr. William Smith (Dictionary of the Bible, tomo 2, pág. 1038) Insiste: “Es imposible basar la prueba de una importante doctrina teológica en un pasaje que, según se admite, abunda en metáfora judía”.