Conscientes de la profecía de Malaquías, viendo a Elías en persona, preguntaron a Jesús: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?” (Mat. 17:10).
Hacemás de 2.800 años que Elías, el mensajero especial de Dios, trabajó incansablemente J U en favor de Israel durante la gran apostasía que promovieron Acab y Jezabel. Dios honró su poderosa fe y su ardiente celo llevándolo al cielo sin ver la muerte (2 Rey. 2:11, 12). El ministerio de Elías, absolutamente libre de temor, lo caracteriza como uno de los más grandes profetas.
Los dos últimos versículos de Malaquías 4 contienen la referencia final del Antiguo Testamento a este fogoso profeta. Los estudiantes de la Biblia se han devanado los sesos tratando de resolver esta sorprendente predicción: “He aquí, yo os envío el profeta Elías, antes que venga el día de Jehová, grande y terrible. El hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición” (Mal. 4:5, 6).
Muchos judíos del primer siglo creían, a causa de esta profecía, que Elías volvería literalmente a la tierra para anunciar la venida del Mesías. Pedro, Santiago y Juan testificaron que Cristo conversó con Moisés y Elías en el Monte de la transfiguración. La gloria sobrenatural dé la transfiguración convenció de nuevo a estos discípulos de que Cristo era realmente el Mesías. Conscientes de la profecía de Malaquías, y viendo a Elías en persona, preguntaron a Jesús: “¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?” (Mat. 17:10).
La respuesta de Jesús indica claramente que Elías en realidad ya había venido, pero ni el pueblo de Dios de sus días, ni el mundo en general lo habían aceptado. “Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista” (vers. 13).
¿Fue Juan el Bautista una reencarnación de Elías? El ángel Gabriel, estando de pie al lado de Zacarías, padre de Juan el Bautista, predijo que su hijo sería lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre y que volvería a muchos de los hijos de Israel al Señor su Dios. Usando algunas de las palabras de Malaquías 4:5, 6, Lucas 1:17 dice: “E irá (Juan) delante de él (Cristo) con el espíritu y poder de Elías, para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
El testimonio de Gabriel y las palabras de Cristo mismo indican que Juan el Bautista vino, no como Elías literal, sino con el espíritu y poder de Elías para preparar un pueblo para el primer advenimiento de cristo.
Los Elías del siglo veinte
¡Si Dios, en su misericordia y amor para con el mundo, envió un mensajero para preparar al pueblo para el primer advenimiento de Cristo, seguramente el evento más catastrófico de todos los siglos, la segunda venida de Cristo, requiere un trato similar! La profecía de Malaquías implica tanto como esto: Alguien vendría con el espíritu y el poder de Elías “antes que venga el día de Jehová, grande y terrible”.
¡Nuestro alienado mundo necesita un ministerio que tenga el poder de Elías y Juan el Bautista, un ministerio que dé al pecado el nombre que le corresponde, que trate de convencer al pueblo de que sirva al Señor con amante obediencia! Las características que Elías y Juan el Bautista tenían en común nos ayudan a descubrir si estamos predicando o no el mensaje de Elías.
Tanto Elías como Juan el Bautista se mantuvieron firmes, uno en el monte Carmelo y el otro en el desierto. Ambos trabajaron bajo gobiernos corruptos: Elías bajo Acab y Jezabel y Juan el Bautista bajo Herodes y Herodías.
Ambos decidieron abandonar los deleites y lujos de la vida por la dura disciplina del desierto y el campo. Ambos fueron educados en la ruda escuela de la naturaleza por Dios mismo y no en las escuelas de sus días. Ambos se sometieron a la sencillez en el modo de vivir y vestir. Ambos experimentaron, en algún momento, una severa sensación de soledad espiritual. Ambos enseñaron, por precepto y ejemplo, que aquellos que desean la perfecta santidad, deberían aprender las lecciones de temperancia y dominio propio.
Ambos creyeron que la cualidad más importante de cualquier dirigente es su obediencia implícita a la Palabra de Dios. Ambos resistieron la influencia de las maquinaciones humanas que los habría descalificado para su misión. Ambos comprendieron la importancia de la obra de reforma que debía realizarse en sus días. Ambos ejercieron una inquebrantable fidelidad a los principios divinos y, sin embargo, estaban llenos de amor y piedad por su pueblo.
Ambos comprendieron la importancia de las tareas que el Señor les había asignado y ejercieron una fe muy grande. Ambos tuvieron éxito en la misión que se le había encomendado, no por sus cualidades inherentes, sino por su completa sumisión al Espíritu Santo. Ambos se equivocaron: Elías al escapar para librar su vida de las amenazas de Jezabel y Juan, al menos momentáneamente, cuando dudó si Cristo era realmente el Mesías. Aunque ambos tenían sus propias imperfecciones, por medio de una estrecha unión con Dios llegaron a ser un poder irresistible para el bien.
Tanto Elías como Juan el Bautista actuaron en una época de gran incredulidad y apostasía y advirtieron a la gente de su tiempo acerca del juicio venidero. Ambos denunciaron la corrupción nacional y reprendieron los pecados prevalecientes. Los dos fueron ministros de reconciliación. Ambos exaltaron como suprema la autoridad de Dios. Los mensajes que proclamaron estaban basados en un “así dice Jehová”.
Ambos comprendieron el carácter sagrado de su ministerio así como la santidad de su obra; jamás se inmiscuyeron en la política mundanal. Ambos proclamaron el mensaje con fidelidad, sin preocuparse de las consecuencias.
Dios usó a estos dos hombres para producir un reavivamiento y una reforma en su iglesia. Y ambos contribuyeron a que muchos regresaran a la adoración del verdadero Dios.
Meditar en las cualidades que poseyeron Elías y Juan el Bautista produce una firme convicción en mi corazón. ¿Estoy llamando a la gente a abandonar la adoración de los baales modernos para adorar a Dios como el Creador y Sustentador de toda vida? ¿Estoy exaltando la Santa Ley de Dios de los Diez Mandamientos tanto en la letra como en el espíritu? Cuando presento el Evangelio, ¿hago un; llamamiento al arrepentimiento? ¿Estoy yo, mediante el poder del Espíritu Santo y poniendo los pies de hombres y mujeres sobre la Roca eterna de los siglos, Cristo Jesús? ¿Humillo mi corazón delante de Dios y le pido que me ayude a comprender los tiempos en que vivimos?
Creo firmemente que predicar con el espíritu y poder de Elías significa advertir a este mundo amenazado de juicio que su tiempo de gracia está a punto de terminar y que pronto nuestro Señor Jesucristo aparecerá como Rey de reyes y Señor de señores. ¿Dónde estás situado, amigo ministro?