Para mí, Apocalipsis es el evangelio de Jesucristo, en su verdadero sentido.
El libro de Apocalipsis ha llamado la atención y despertado diferentes reacciones a lo largo de la historia. Algunos se sienten fascinados por sus símbolos, otros experimentan temor ante sus manifestaciones de juicio divino y están quienes tienen curiosidad por conocer su mensaje principal.
Ante este cuadro, es necesario que los pastores que se dedican a predicar sobre el último libro de la Biblia adopten una actitud responsable en el púlpito, a fin de desmitificar las profecías apocalípticas y despertar en los oyentes la respuesta que Dios deseaba despertar al revelar su contenido: preparación y esperanza.
En esta entrevista, Ranko Stefanovic, profesor de Nuevo Testamento en el Seminario Teológico de la Universidad Andrews, Estados Unidos, comparte algunos consejos con aquellos que desean presentar el mensaje de Apocalipsis de modo profundo y eficaz.
Nacido en la antigua Yugoslavia, pastoreó iglesias durante 18 años, antes de entrar en la carrera académica. Poco después de obtener su doctorado en la Universidad Andrews, en 1995, fue llamado a enseñar en la Universidad Burman, en Canadá, donde permaneció entre 1996 y 1999. Desde 1999 trabaja en la Universidad Andrews.
El Doctor Stefanovic es autor de varios artículos académicos, y su principal libro, Revelation of Jesus Christ, ha sido publicado en diferentes idiomas alrededor del mundo. Él y su esposa, Estera, tienen dos hijos.
Ministerio: ¿Qué lo llevó a especializarse en el estudio de Apocalipsis?
Dr. Stefanovic: Trabajé como pastor de iglesia por 18 años y realicé muchas series de evangelización sobre Apocalipsis. Cuando comencé mi doctorado, en una materia con Jon Paulien, tuve como tarea escribir y presentar a la clase una monografía sobre el libro sellado de Apocalipsis 5. Cuando compartí mis conclusiones, toda la clase estuvo en desacuerdo conmigo, excepto el profesor. Él dijo: “Ustedes pueden decir lo que quieran, pero él tiene un punto de vista válido”. Aquellas palabras quedaron en mi mente y me llevaron a cambiar el foco de mi tesis, y pasar de estudios judaicos a la interpretación del libro sellado de Apocalipsis 5.
Además, un desafío que tenía siempre presente era intentar entender por qué muchos estudiosos del libro de Apocalipsis eran tan desagradables y críticos. No lograba entender cómo el libro de la revelación de Jesucristo pudiera generar esto. En ese tiempo, encontré muchas citas de Elena de White que dicen que, al estudiar Apocalipsis, el efecto es justamente el contrario: ¡lleva a un verdadero cambio positivo en la vida! Fue por aquel entonces que leí la siguiente declaración: “Dejad que hablen Daniel y Apocalipsis, y digan cuál es la verdad. Pero, sea cual fuere el aspecto del tema que se presente, ensalzad a Jesús como el centro de toda esperanza” (Testimonios para los ministros, p. 118). Fui transformado completamente, y el resultado fue mi libro La Revelación de Jesucristo. Esta obra refleja mi caminar y reconversión a Cristo. Para mí, Apocalipsis es el evangelio de Jesucristo, en su verdadero sentido.
¿Por qué cree usted que el historicismo es la mejor escuela de interpretación para estudiar Apocalipsis?
Las profecías de Apocalipsis generalmente fueron oscurecidas por abordajes interpretativos sesgados y subjetivos, pero una predicación responsable huye de este tipo de tratamiento. Debemos evitar la trampa del preterismo, que, junto con el idealismo, priva al Apocalipsis de su carácter profético y limita la relevancia de sus mensajes a los cristianos del tiempo de Juan. Del mismo modo, debemos evitar el futurismo, que delimita las profecías de Apocalipsis a la última generación de cristianos. Estos métodos parecen ser deficientes porque presuponen que este libro no tiene nada para ofrecer a las generaciones entre el tiempo de Juan y el tiempo del fin.
Apocalipsis afirma ser un libro profético, con el propósito declarado de mostrarnos lo que sucederá en el futuro. Cualquier método interpretativo que niegue la naturaleza predictiva de sus profecías no le hace justicia a su declarada intención. Esto es lo que define al historicismo como el abordaje adecuado para la interpretación profética.
Como método interpretativo, el historicismo reconoce que Apocalipsis contiene profecías predictivas que describen los movimientos y los eventos de la historia cristiana desde el primer siglo hasta el fin del tiempo. Además, este método reconoce la relevancia espiritual del libro para todos los cristianos, independientemente del tiempo o el lugar. Al usar este método, el predicador presentará al público todo el espectro de significado de las profecías de Apocalipsis, tal como fuera la intención de su divino autor.
Hay, sin embargo, un detalle para tener en cuenta. El historicismo ha sido utilizado frecuentemente de modo incorrecto cuando se intentó hacer encajar todos los detalles del texto en un cumplimiento histórico. Muchos sermones de predicadores historicistas se fundamentan en la interpretación alegórica de los símbolos, basándose en titulares y artículos periodísticos. Una predicación responsable acerca de las profecías de Apocalipsis debe ser fiel al texto, en lugar de ser fiel a lo que el predicador quiera que el texto diga, en relación con los eventos actuales.
¿Cómo debe lidiar un predicador con el texto de Apocalipsis?
En primer lugar, ¡debe estudiar por sí mismo! No está mal consultar la interpretación y el análisis textual de los especialistas sobre el asunto. Sus libros son para el predicador lo que las herramientas son para cualquier profesión. Aun así, sería un “pecado” descuidar el estudio personal. La predicación es una combinación de ciencia y arte. Apocalipsis debe ser estudiado con toda solidez académica, usando las herramientas hermenéuticas disponibles. Como los demás libros bíblicos, debe ser estudiado con humildad, oración y disposición a dejarlo hablar.
En cuanto al estudio propiamente dicho, ocurre en tres etapas: exposición del texto, interpretación del texto profético y aplicación de la profecía. La preparación de un sermón basado en Apocalipsis comienza con una exposición del texto, con el propósito de conocer su significado. Se trata de obtener del texto lo que hay en él. No le imponemos significado al texto, sino dejemos que el texto y el contexto definan su significado. La predicación expositiva nos protegerá de establecer una interpretación que no esté garantizada por el texto.
Para este fin, el primer paso implica un análisis exegético del texto. Esto requiere la comprensión del significado etimológico y sintáctico de las frases y las palabras clave. Aquellos que no tienen formación en griego del Nuevo Testamento deben manejar diferentes traducciones bíblicas para comparar las diferencias y las semejanzas entre ellas.
Además, es necesario comprender el significado gramatical y el léxico de las palabras, así como la relación que tienen entre sí. Una vez establecido el significado de las frases y las palabras clave, es necesario considerar el texto dentro de su contexto inmediato y más amplio. Finalmente, es preciso comprender cómo encaja el texto en la estructura general del libro y de toda la Biblia.
Una vez establecido el significado del texto, nos dedicamos a su interpretación. El predicador debe estar atento a no imponer al texto una interpretación solo porque le parece atractiva. La interpretación del texto profético no debe ser controlada por titulares periodísticos, explicaciones populares o eventos pasados y actuales –una práctica común para muchos predicadores. Cualquier interpretación que pretenda incentivar la euforia de las personas es especulativa y ficticia. Esto nunca da como resultado el fortalecimiento de la fe en la profecía. De hecho, causa debilitamiento en la confianza en la palabra profética. Al lidiar con las profecías de Apocalipsis, debemos permanecer con lo que está claramente indicado en el texto y dejar que la Biblia se interprete a sí misma.
Finalmente, el predicador querrá sugerir de qué modo el texto profético se aplica históricamente. Al tratar con las profecías ya cumplidas, podemos intentar localizar su cumplimiento en ciertos períodos históricos. Sin embargo, al lidiar con profecías cuyo cumplimiento está aún en el futuro, es preciso tener cautela. En estas profecías, Dios nos revela lo que sucederá en el tiempo del fin, para que no nos sorprendamos. Aun así, ellas no nos dicen exactamente cuándo y cómo acontecerán estas cosas.
El predicador debe tener en mente que el tiempo y la manera en que se desarrollan los eventos finales son secretos que Dios reservó para sí mismo. El pleno entendimiento de las profecías del tiempo del fin será posible solamente en su cumplimiento, no antes. Por lo tanto, debemos tener cuidado de no especular sobre lo que significa la profecía o cómo y cuándo se cumplirá. El propósito de las profecías de Apocalipsis no es satisfacer nuestra curiosidad sobre el futuro, sino llevarnos a estar listos, a medida que la historia del mundo se aproxima al fin.
Específicamente, ¿cómo interpretar los símbolos del Apocalipsis?
Apocalipsis pertenece al género de la literatura apocalíptica, caracterizado por un lenguaje simbólico complejo. Su declaración inicial nos dice que las visiones presentadas fueron “significadas” para Juan (Apoc. 1:1). La palabra griega semainō significa “mostrar por signos simbólicos”. Al usar esta palabra, el apóstol nos dijo que las escenas y los eventos descritos le fueron mostrados por medio de presentaciones simbólicas.
Frecuentemente, las profecías bíblicas eran comunicadas en el lenguaje de la época y el lugar del autor inspirado, a fin de que fuesen comprensibles para él y para sus lectores originales. Al interpretar esos símbolos hoy, los predicadores deben estar atentos a no imponer al texto el significado actual del símbolo o un significado derivado de la interpretación alegórica. Nuestra comprensión de los símbolos de Apocalipsis debe ser guiada por la intención de Juan y por el significado que esos símbolos transmitieron a los lectores del primer siglo. Por lo tanto, es importante saber de dónde fueron tomados esos símbolos.
Muchos estudios mostraron que la mayor parte del lenguaje simbólico de Apocalipsis se deriva de la historia y de la experiencia del pueblo de Dios de los tiempos del Antiguo Testamento. Así, al describir los eventos futuros, el Espíritu Santo usó el lenguaje del pasado. Es casi imposible entender la simbología de Apocalipsis sin el Antiguo Testamento.
Por otra parte, Apocalipsis también refleja el lenguaje de la literatura apocalíptica judaica, el mundo del primer siglo en Asia Menor, y muchos dichos de Jesús y de los apóstoles, como fueran registrados en el Nuevo Testamento. Para decodificar el significado de estos símbolos, el predicador debe equiparse con buenas herramientas de referencia.
¿Qué consejo le gustaría dejar a los predicadores de América del Sur?
Las palabras iniciales de Apocalipsis son: “La revelación de Jesucristo” (Apoc.1:1). Esta frase muestra que Apocalipsis viene de Jesucristo (genitivo subjetivo), pero también indica que el libro es acerca de Jesucristo (genitivo objetivo). Él es el personaje principal. Él es la llave que abre el verdadero significado del contenido del libro. Cualquier exposición de las profecías de Apocalipsis que se concentre en eventos o en personas (pasadas o futuras) a costa de Cristo y de su relación con su pueblo escapa totalmente de su foco central.
Ahora, la siguiente oración afirma que el propósito del libro es “manifestar a sus siervos” lo que ocurrirá en el futuro (vers. 1b). En este punto, surge una pregunta: ¿De qué modo un libro que inicia con la afirmación “La revelación de Jesucristo” puede ser escrito con el propósito de develar eventos que ocurrirán en el futuro? Apocalipsis no está destinado a ser una colección de profecías para satisfacer nuestra curiosidad sobre el futuro. El propósito principal de los eventos predichos que están registrados, ya sea los cumplidos o los que tienen cumplimiento futuro, es asegurarnos la presencia de Cristo con su pueblo a lo largo de la historia y de los eventos finales.
Por lo tanto, la predicación eficaz de Apocalipsis debe centrarse en Cristo, no en eventos. Recuerde: “Dejad que hablen Daniel y Apocalipsis, y digan cuál es la verdad. Pero, sea cual fuere el aspecto del tema que se presente, ensalzad a Jesús como el centro de toda esperanza”.