La tarea de pastorear debidamente a una iglesia es de tan enorme importancia, que Dios mediante su Espíritu confiere un don especial para ese fin. Solamente la persona que haya sido dotada por este don especial mediante el Espíritu Santo puede realizar con éxito la obra de pastorear el rebaño.

“Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efe. 4:11, 12).

En nuestro estudio de la obra del pastor considerémoslo en primer término como un individuo, y veamos cuál es su programa personal y sus hábitos, y además, los múltiples aspectos de su programa para la iglesia.

Conviene recordar que en esta obra, los hombres más destacados pero alejados de Dios constituyen un irremediable fracaso. La obra del pastor no consiste necesariamente en un hábil manejo destinado a satisfacer intensas exigencias de toda clase, sino que es una obra en la que deben experimentarse los profundos y poderosos impulsos del Espíritu Santo. Cuando el pastor es guiado por el Espíritu de Dios actuará con poder y eficacia. Por lo tanto debe conceder mucho tiempo a su preparación como predicador. Luego debe dedicarse concienzudamente a la preparación del sermón, hasta que se convierta en una parte de sí mismo.

Debe llevar una vida de oración, de comunión constante con Dios. La sierva del Señor ha declarado:

“El que llama a los hombres al arrepentimiento debe comulgar con Dios en oración. Debe aferrarse al brazo del Todopoderoso diciendo: ‘No te dejaré, si no me bendices. Dame poder para ganar almas para Cristo’ ” (Obreros Evangélicos, pág. 526).

“Nada es más necesario en nuestro trabajo que los resultados prácticos de la comunión con Dios. Debemos mostrar con nuestra vida diaria que tenemos paz y descanso en el Salvador. Su paz en el corazón se reflejará en el rostro. Dará a la voz un poder persuasivo… Esto comunicará al obrero un poder que ninguna otra cosa puede dar. No debe permitir que cosa alguna le prive de ese poder” (El Ministerio de Curación, págs. 409, 410).

 “Mañana tras mañana, cuando los heraldos del Evangelio se arrodillan delante del Señor y renuevan sus votos de consagración, él les concede la presencia de su Espíritu con su poder vivificante y santificador” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 42).

La maquinaria es inútil cuando no hay una fuerza que la hace funcionar. Pero en ningún momento podemos cambiar el poder de lo alto por la maquinaria y la organización.

Por lo tanto, el pastor debe dar primerísima consideración a la tarea de mantener expeditos los conductos de comunicación entre el alma y Dios. Este es el único medio que nos asegura el éxito como pastores del rebaño, en los términos en que Dios mide el éxito.

El pastor, para preparar un programa efectivo, debe dar consideración a la organización de su propio programa diario tanto como al programa de su iglesia. Un programa de iglesia bien establecido dará lugar a que el pastor dedique tiempo al estudio y al trabajo. Siempre debería crecer y expandirse en sus conocimientos generales, leyendo y estudiando con diligencia. Nunca debe llegar a ser un perezoso mental. Cada día debe cavar más profundamente y absorber a fin de poder dar.

Considerad la diferencia que existe entre una fuente que siempre está vertiendo abundante agua, y una esponja que debe ser exprimida para que suelte algunas gotas. De una esponja seca no se puede sacar agua. Hay que sumergirla en agua y saturarla para que pueda dar. Así también nosotros debemos estar saturados de conocimiento si queremos tener una razonable medida de éxito en nuestra tarea de ayudar a otros.

Es muy fácil descuidar el estudio a causa de muchos deberes. “¿Qué puedo hacer? —Dice una persona—. Hay tantas cosas que reclaman mi atención que no tengo tiempo para estudiar”.

Debemos dedicar tiempo al estudio, o nuestra obra no será efectiva durante mucho tiempo, porque la tarea pastoral es exigente. Ofrezco como sugerencia el plan que he adoptado y que ha resultado provechoso. Las horas de la mañana, hasta el mediodía, las dedico al estudio, a la lectura, y a trabajos de escritorio. Elijo estas horas matutinas porque son las menos aptas para hacer visitas. Hay excepciones, porque algunos miembros prefieren que se los visite de mañana, por lo tanto esta regla debe ser flexible. Pero en mi programa, la tarde y la noche pertenecen a mis miembros y a los candidatos que se preparan para el bautismo.

Conviene mantenerse informado acerca de temas generales leyendo de fuentes confiables de información, porque es importante estar al día a fin de participar con inteligencia en las conversaciones con la gente que visitamos, y mediante esa información introducir claramente algunas verdades vitales. Nuestra lectura debe abarcar la religión en la prensa, tanto como temas políticos, económicos, científicos, etc.

El apóstol Pablo recomendó al joven predicador Timoteo que prestara atención a la lectura. Por cierto que la fuente principal de lectura y estudio es la Biblia. Destaco esto porque constituye el pan de vida. Los comentarios y los escritos del espíritu de profecía ayudan notablemente a la comprensión de la Biblia.

Diré dos palabras acerca del estudio de la Biblia. Nunca podremos llegar hasta el fondo de sus verdades, aunque la estudiemos continuamente durante el resto de nuestras vidas. Aprenderemos algunas de sus verdades sublimes, pero podemos conocerla y comprenderla mejor que ahora si la estudiamos diligentemente. La Biblia proporciona la comida que debemos compartir con los necesitados espirituales. “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Tim. 2:15).

¿Habéis pensado en estudiar vuestra Biblia para descubrir la clave de cada libro y luego estudiar ese libro a la luz de esa clave? Este método ayudará a aprender las verdades de este mensaje como no sería posible hacerlo con ningún otro estudio, y ayudará a conducir al pueblo de Dios para que beba de nuevo de esa maravillosa fuente de vida. En esta forma es posible obtener una comprensión tan cabal de los libros de la Biblia que resulta posible comprimir la lección de todo un libro en una sola cápsula.

Tomemos como ejemplo el libro de Levítico. Elijo este libro porque muchos encuentran que es aburrido y que no es interesante. Sin embargo abunda en lecciones que pueden utilizarse para edificar la fe del pueblo adventista.

El pensamiento clave del libro es “mediación”. Esto de inmediato introduce al lector en el ministerio de Cristo, primero como el Sacrificio, luego como el gran Sumo Sacerdote. El libro puede dividirse fácilmente en cuatro secciones:

  1. El sacrificio. Caps. 1-7. Cristo el Cordero de Dios.
  2. Los sacerdotes. Caps. 8-10. Cristo el Sumo Sacerdote.
  3. La congregación. Caps. 11-22. Purificación del pueblo.
  4. El culto. Caps. 23-27. Lo que constituye un culto aceptable.

En la primera sección se ve a Cristo en la cruz a través de los sacrificios. Él es el Cordero de Dios de que habla Juan 1:29 y 1 Pedro 2:4. En la ofrenda encendida vemos cuán completamente se entregó Cristo así mismo por nosotros, porque esta ofrenda era completamente consumida por el fuego. No quedaba nada. También se ve que él depuso todo voluntariamente, y además, que él quiere que todo su pueblo se dedique por completo y de todo corazón.

En la sección segunda tenemos la ordenación de los sacerdotes, ¡y qué fundamento tenemos aquí para estudiar el sacerdocio de Cristo! Los sacrificios de la primera sección y el sacerdocio de la segunda tienen en conjunto un solo propósito: la purificación del pueblo.

La tercera sección, por lo tanto, nos lleva a la congregación y a su purificación. En vista de la verdad que Dios nos ha dado a conocer, es interesante notar que el primer paso que dio Dios en la purificación de esta congregación sobre la base de la sangre del sacrificio y el ministerio sacerdotal, fue la presentación de un programa de salud destinado a mantener la vida lo más perfecta posible. Esto lo encontramos en Levítico 11, y presenta la reforma pro salud como el primer paso. Solamente en la medida en que comamos y bebamos debidamente podemos desarrollarnos física y mentalmente a fin de apreciar plenamente las verdades de Dios y sentirnos inclinados a caminar en sus sendas y a tener un culto verdadero.

Esta verdad eterna acerca de la salud y el régimen enseñada como primera lección en la tercera sección de Levítico, que tiene que ver con la purificación del pueblo, no termina la fascinación de las lecciones de este libro.

En la cuarta sección, que habla del culto verdadero y aceptable que debe rendir el pueblo de Dios, a quien él llama su pueblo, encontramos que la primera lección que se les enseña acerca del culto aceptable se refiere al séptimo día, sábado.

Con este breve bosquejo no es difícil ver cómo mediante un estudio diligente de este libro podemos encontrar un sólido fundamento sobre el cual edificar varias doctrinas de la iglesia. En esta misma forma podríamos analizar otros libros de la Biblia, y encontrar las mismas doctrinas fundamentadas en torno al Señor Jesucristo.

La vida privada

No deberíamos alimentar a la congregación con mendrugos, cuando hay tanto alimento nutritivo y vivificador. Está en la Palabra de Dios, esperando que lo descubramos y lo examinemos. Para poder encontrarlo y aprehenderlo debemos ser estudiantes diligentes y dados a la oración.

Solamente cuando hayamos aprendido a estar en comunión con nuestro Dios mediante la oración y el estudio de su Palabra, cuando escudriñemos nuestra vida privada, podremos comprender lo que significa ser pastores del rebaño.

Cuando Moisés vivía en Egipto confiaba explícitamente en sí mismo y estaba seguro de que podía liberar a Israel. ¡Pero qué fracaso resultó cuando procuró hacerlo! Después de cuarenta años de comunión con Dios en la tierra de Madián mientras cuidaba las ovejas, no estaba tan seguro, ni tampoco quería intentar la tarea. Vaciló. Ahora experimentaba un sentimiento sagrado de la grandeza de la tarea que Dios le encomendaba al designarlo dirigente de su pueblo. Sin embargo Moisés no tenía una cabal comprensión de lo que Dios podía realizar mediante él. Esto causó su prolongada vacilación.

Como predicadores, necesitamos aprender de su Fuente de instrucción, como él aprendió en un momento dado. También debemos saturar nuestros corazones y mentes con el agua de vida que fluye de la fuente vivificante de la Palabra de Dios. Esta es una de las necesidades personales más grandes del pastor.

Apartándonos del programa personal de estudio del pastor, consideremos su programa pastoral para la iglesia. Esto concierne a todos los miembros de su grey. Daniel Laird dijo acertadamente: “Para tratar con usted mismo, emplee su cabeza; para tratar con los demás, emplee su corazón”. El pastor debe trabajar por los otros con un corazón cálido.

Tomás Carlyle dijo: “Un gran hombre manifiesta su grandeza por la forma como trata a los hombres pequeños”. Otro declaró: “Podéis dar sin amar, pero no podéis amar sin dar”.

Visitad los hogares

Si queremos, como predicadores, edificar un programa sabático poderoso, es necesario que visitemos a la gente en sus hogares. Si lo hacemos, nos enteraremos de las necesidades de la grey. Esto nos ayudará a preparar nuestros sermones para que satisfagan las necesidades espirituales de nuestros miembros.

Sin embargo, en la preparación de sermones que contemplen las necesidades de la grey captadas por el pastor en sus visitas a los hogares, debemos tener muy en cuenta esta oportuna declaración de la pluma inspirada:

“Cada sermón que prediquéis, cada artículo que escribáis, pueden ser ciertos en todo; pero una gota de hiel que haya en ellos será veneno para el oyente o el lector. Por causa de esa gota de veneno, algunos desecharán todas vuestras palabras buenas y aceptables. Otro se alimentará del veneno; porque se deleita en tales palabras duras.

Sigue vuestro ejemplo, y habla como vosotros. Así se multiplica el mal” (Obreros Evangélicos, pág. 388).

Ningún castigo verbal infligido a la grey, ni medida dictatorial le ayudarán. Debemos abstenernos de incurrir en estas prácticas erróneas. Las visitas no comprenderán el motivo de tales palabras duras, y en adelante perderán su confianza y respeto por el predicador y su ministerio. Cuán triste es que esto haya ocurrido algunas veces.

Con bondad, ternura y tacto podemos realizar nuestra obra, llevando luz y esperanza a los hombres y mujeres que yerran. Hay un tiempo y un lugar para cada obra. El corazón del pastor debe ser amplio y bondadoso, simpático, comprensivo y adorable, porque es mejor que los miembros de su congregación le cuenten a él sus problemas y no a otros. Nadie se comunicará íntimamente con otro a menos que se sienta seguro de que recibirá amor y simpatía y que sus cargas serán consideradas con oración. Solamente cuando sepamos cuáles son los problemas de nuestros miembros podremos ayudarles.

“Los que presentan los principios eternos de la verdad necesitan que el aceite santo de los dos olivos se vacíe en su corazón. Este afluirá en palabras que reformarán sin exasperar. Se ha de decir la verdad con amor. Entonces el Señor Jesús suplirá por su Espíritu la fuerza y el poder. Tal es su obra” (Ibid.).

En nuestras congregaciones hay muchos que necesitan con urgencia consejo y direcciones espirituales, y oración. A menos que el pastor visite a los miembros de su grey no se enterará de esa necesidad.

Cuando visito los hogares llevo mi Biblia, pero pocas veces la leo, sino que más bien leo de la Biblia de las personas visitadas. Esto vincula a la gente con el Libro que permanece en su hogar. Podrá esto parecer una cosa sin mayor importancia, pero es un poderoso factor psicológico que podemos aprovechar en nuestras visitas. Cuando el pastor se retira de ese hogar, las personas visitadas toman su Biblia y colocan un marcador en ella, a fin de encontrar fácilmente el pasaje leído. Lo vuelven a leer muchas veces.

El pastor debe rehusar firmemente visitar por primera vez a una persona con el fin de pedirle dinero o de estimular una campaña. Los miembros deben saber que el pastor no los visita solamente cuando necesita obtener de ellos un bien material. Debería demostrarles que busca comunión y comprensión con ellos, y que desea unirlos más firmemente con Dios y la iglesia, y que él está en la iglesia para conducirlos por los caminos del Señor, y para ayudarles a encontrar y obedecer toda la verdad de Dios. Casi nunca dejarán de responder favorablemente.

Cuando quiera que sea posible no salgáis de un hogar sin orar con la familia o por lo menos con las personas más implicadas. ¡Cómo les conmueve cuando el padre, la madre y los hijos son nombrados en la oración! No cuesta mucho llevar a cabo esto, pero produce buenos resultados.

Cuando sigamos este programa, el sermón del sábado de mañana y la reunión de oración significarán mucho para la grey y el pastor.

Hay visitas de carácter urgente, que no pueden postergarse, tales como visitas a los desanimados, a los que necesitan ayuda inmediata y a los enfermos. Nunca las postergue. A menudo, tarde en la noche, cuando estaba cansado después de un día muy activo, he recorrido una buena distancia para responder a un pedido de ayuda, y el esfuerzo ha pagado buenos dividendos. A fin de aprovechar mejor el tiempo, conviene agrupar las visitas del día en el mismo sector del territorio. En lo que concierne a las visitas a los miembros se nos ha instruido:

“Con frecuencia un pastor descuida vergonzosamente los deberes que le incumben, porque carece de fuerza para sacrificar sus inclinaciones personales… El pastor debe visitar a sus feligreses de casa en casa, enseñando, conversando y orando con cada familia, y atendiendo al bienestar de sus almas. No debe descuidarse a los que hayan manifestado un deseo de conocer los principios de nuestra fe, sino que se los ha de instruir cabalmente en la verdad. . . . Pero muchos predicadores temen la tarea de hacer visitas; no han cultivado las cualidades sociales, ni adquirido la amabilidad que conquista corazones.

“Los que se retraen de entre la gente no se hallan en condición de ayudarla. El médico hábil debe comprender la naturaleza de las diversas enfermedades, y tener un conocimiento cabal de la anatomía humana. Debe ser puntual para atender a los pacientes. Sabe que las demoras son peligrosas… Como el médico trata con la enfermedad física, así también atiende el pastor al alma enferma de pecado. Y su obra es tanto más importante que la del médico cuanto es la vida eterna más valiosa que la existencia temporal” (Id., págs. 352. 353).

El programa de predicación

Deberíamos conceder serio estudio a nuestro programa del sábado de mañana. No esperéis hasta el viernes de noche para buscar el tema de vuestra predicación. Conviene planear el programa de cada sábado de mañana por lo menos para seis u ocho semanas o más aún. Por supuesto que este plan debe ser flexible.

¿Qué predicaremos el sábado de mañana? Las doctrinas han convertido a los hombres en adventistas; estas mismas doctrinas, comprendidas, creídas y practicadas, contribuirán a afirmarlos en la fe adventista. Si estudiamos diligentemente, descubriremos cientos de ángulos desde los cuales predicar estas preciosas doctrinas. Los sermones doctrinales pueden hacerse profundamente espirituales e inspiradores. Las doctrinas pueden presentarse vívidamente y conmover a los oyentes. Predicadlas a la luz del Calvario, y referidlas a algunos de los problemas que encontráis en los hogares. Es sorprendente cuántos corazones anhelan oír estas verdades aplicadas a sus vidas.

La gran doctrina de la Biblia es la del amor de Dios manifestado en su don de Jesucristo para salvar a los seres humanos. Todas las demás doctrinas son enfoques diferentes de esta gran verdad. Conviene que las prediquemos teniendo en cuenta este hecho. Esto hará que presentemos maravillosos sermones el sábado de mañana. “Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo” (1 Cor. 3:11).

Sugiero que desechéis algunos bosquejos de sermones ya usados. Deberíamos preparar otros nuevos que surjan del estudio personal y la experiencia, con poder vivificador sobre la congregación y nosotros mismos. No desperdiciéis las buenas ideas, sino desarrolladlas y convertidlas en temas de predicación. Las verdades que se presentan con un nuevo significado inspirarán a la congregación. El secreto de un sermón estimulante e interesante está en el estudio de la Biblia.

Las actividades de los miembros

Una fase muy importante de la obra del pastor consiste en ver que cada miembro de iglesia tenga su programa misionero propio. No todos pueden realizar la misma clase de trabajo, pero “tan vasto es el campo y tan grande la empresa, que todo corazón santificado será alistado en el servicio como instrumento del poder divino” (Joyas de los Testimonios, tomo 3, pág. 309).

Un miembro ganador de almas es un elemento de buen éxito para la iglesia y el pastor, pero también su propio corazón se ata más firmemente a Dios y a la iglesia. El espíritu de profecía nos dice que cada persona, en la medida de sus talentos y oportunidades, debe cumplir la comisión del Salvador.

Por lo tanto, cada miembro debería ser incluido en un programa misionero bien planteado y dirigido. Los dirigentes misioneros deben ser preparados. El pastor no debe descuidar esta parte de su tarea. La obra de la iglesia es demasiado grande para un hombre solo. El pastor, en consulta con su junta misionera o junta de la iglesia, debería elegir a personas claves para que le ayuden a ganar almas, y luego debe prepararlas para esa tarea. Un buen método consiste en llevarlas con él en sus visitas. Cada pastor debería dar varios estudios bíblicos por semana y llevar consigo a sus ayudantes, uno cada vez. Además, conviene que dicte clases acerca de las diferentes fases de la obra misionera, para beneficio de sus colaboradores, porque esto ampliará los límites de la obra de la iglesia.

Recordad que David no pudo pelear con la armadura de Saúl. Cada uno debe adecuarse a sus posibilidades. La piedra fue bien dirigida, porque el que manejaba la honda iba en el nombre del Señor de los ejércitos. Si el pastor es consagrado, como David, Dios también dirigirá sus esfuerzos, como piedras bien elegidas, para que den en el blanco elegido. Entonces, cuando aparezca el Pastor Principal, los fieles copastores recibirán su corona de gloria al ver los frutos de su trabajo en el reino de los cielos durante toda la eternidad.

Sobre el autor: Pastor y evangelista de la radio, Texas, EE. UU.