¿Cómo podemos evaluar el programa de la iglesia? Algunos lo estiman únicamente en términos de pesos y centavos. Hay otros que creen que el programa es un éxito cuando pueden informar progresos estadísticos más que ordinarios.
La sierva del Señor nos dice que la iglesia “es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 9). Y en otro lugar declara, “la iglesia es la depositaría del tesoro de las riquezas de la gracia de Cristo, y por medio de ella finalmente será manifiesta la revelación postrera y plena del amor de Dios al mundo que ha de ser iluminado con su gloria” (Testimonios para los Ministros, pág. 47).
Puesto que la iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres, y puesto que la iglesia es también la depositaría de las riquezas de la gracia de Cristo, y puesto que a través de la iglesia se dará a conocer finalmente a todo el mundo el amor de Dios, entonces es necesario que la iglesia sea una fuerza dinámica. No puede haber manifestación del amor de Dios a menos que haya vida en el programa de la iglesia.
Permitidme que me apresure a añadir, sin embargo, que la expresión “dinámica” no significa para mí únicamente un programa de actividad. Una maquinaria bien organizada, con ruedas que se mueven rápidamente, no indica necesariamente que el programa sea dinámico. Los miembros de iglesia pueden estar muy ocupados sin recibir beneficio espiritual de su ocupación. Pueden acumular un buen registro estadístico y perder su experiencia cristiana en el procedimiento. Si las actividades dignas de llevarse a cabo fueran en sí mismas una indicación de un programa dinámico, un Rotary Club corriente podría hacer que algunas iglesias parezcan muy insignificantes.
Es posible, dice cierto dirigente eclesiástico, que “la organización de la parroquia sea activada de tal manera, compartimentalizada, estructurada, y esté constantemente en movimiento, que la maquinaria llegue a ser un fin en sí misma. Hay un lugar para cada uno y cada uno está en ese lugar, le guste o no. Aquí no hay quietud, no hay paz, sino mucha actividad’. Sigue diciendo que en un pueblo donde vivió una vez había una iglesia local que servía comidas con tremenda celeridad a numerosos grupos. Al final del año publicaban orgullosamente los datos relativos a esto. Eran abrumadores. Uno de los más ancianos del pueblo hizo notar: “Esa no es una iglesia, es un restaurante” (Lowell Didzen, en Handbook of Church Administration, págs. 49, 50).
Es posible tener un programa de iglesia con mucha actividad por la actividad misma. “Un buen informe hace engordar los huesos”, pero recordemos que debajo de los huesos puede existir un corazón que no está alimentado espiritualmente. Cierta mujer acudió a su pastor y le dijo: “Toda mi vida he sido una mujer de acción. He logrado lo que buscaba. Pero repentinamente todo se convirtió en cenizas. Vi que todo lo hacía para mí misma. Toda mi actividad religiosa estaba referida a mí misma. Era para vestirme como una mujer pía y devota. Nunca me entregué a mí misma y ahora me siento débil interiormente, mi confianza en mí misma ha desaparecido; estoy en el polvo”. Posteriormente dijo: “Soy nueva, he resucitado. Otra vez estoy viva. Dios está llenando cada fibra de mi ser con su poder” (E. Stanley Jones, en Power and Poise).
Los escritos del espíritu de profecía nos dicen: “La apariencia y la maquinaria han sido exaltadas como poder, mientras la virtud de la verdadera bondad, la noble piedad y la santidad de corazón, han sido puestas en un lugar secundario. Lo que debería haber ocupado el primer lugar fue puesto en último lugar y el de menos importancia” (Elena G. de ’White. en Review and Herald, 27 de febrero de 1894). “En la iglesia puede haber una apariencia de luz; toda la maquinaria —gran parte de ella de invención humana— puede parecer estar trabajando perfectamente, y sin embargo la iglesia puede estar tan destituida de la gracia de Dios como las colinas de Lisboa carecían de humedad y lluvia” (Id., 31 de enero de 1893), Repetimos que el programa de la iglesia ante todo debe ser dinámico. Un programa lleno de espíritu es un programa que gana almas. Es un programa que vivifica. Es un programa progresivo.
En segundo término, para tener un programa de iglesia lleno del espíritu, debe haber un pastor lleno de espíritu; esta es la segunda característica esencial de un programa poderoso de la iglesia. Debe haber una persona que sea el dirigente responsable. ¿Quién es el dirigente? El pastor bien podría decir: “No es el anciano, o el diácono, sino soy yo, oh Señor”. Cuando se ha dicho y se ha hecho todo, el verdadero dirigente debe ser capaz de dominar las circunstancias y finalmente manejar los acontecimientos que lo rodean. Cuando permite se extraiga lo mejor que hay en él, los que están a sus órdenes perderán confianza y así él dejará de ser valor como dirigente.
Nadie querrá discutir el hecho de que nueve veces de cada diez, cuando la iglesia es débil, se debe a que su dirección es débil. Cuando quiera que la iglesia es dirigida por hombres capaces y consagrados ocurre algo al programa de la iglesia: se vivifica. Brilla por la actividad llena de espíritu. Es dinámico a causa de su dirección dinámica. La fortaleza o la debilidad de un programa de iglesia depende de si el pastor asume o no con oración y efectividad el papel inevitable de administrador.
En tercer lugar, un programa dinámico de iglesia será alimento espiritual para la congregación. Pensando en la iglesia, Jesús le dijo a Pedro: “Pastorea mis ovejas”. Eso indica que el programa de la iglesia debería estar fundado en los músculos espirituales de las ovejas. Antes de que el mundo pueda ser salvado, las ovejas deben recibir su alimento. El primer paso en la evangelización del mundo es la evangelización de la iglesia. Tal vez el primer paso en obtener muchos miembros consiste en conseguir mejores miembros. Antes de añadir nuevos miembros a la iglesia, deberíamos procurar nueva vida a los miembros antiguos.
Yo fui fogonero de una enorme máquina. Había veces cuando el fuego parecía que no daba mucho calor. Tenía mucha dificultad para mantener el vapor a la presión debida. Generalmente podía resolver la situación introduciendo un hierro largo en el fondo del fogón. Una capa de escoria se había depositado en la toma de aire e impedía que éste avivara el fuego. Con mi barra de hierro (con un gancho en la punta) destruía la escoria y la esparcía entre los carbones encendidos del fogón. Entonces se establecía una buena circulación de aire y en poco tiempo el fuego estaba muy vivo, de modo que hasta las escorias se calentaban.
Hay veces cuando en nuestra iglesia hay tibieza porque hay demasiada escoria. Contribuyen a cerrar, por decirlo así, la entrada del Espíritu Santo. Si no podemos sacar esa escoria, tengamos un programa de iglesia tan lleno de espíritu que esa escoria se caliente. Únicamente mediante un programa lleno del Espíritu Santo los miembros de la iglesia permanecerán como carbones encendidos para Dios. A menos que el programa de la ‘iglesia ayude a mantener los miembros llenos del fuego del Espíritu Santo, se enfriarán y se alejarán.
En cuarto término, Jesús dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz, y habrá un rebaño y un pastor” (Juan 10:6). La iglesia debe poseer también un programa espiritual que sea alimento para esas “otras ovejas”. Este programa las atraerá o las repelerá. Si encuentran el pasto verde en nuestras iglesias, si encuentran el programa espiritualmente edificante, volverán. Cuando de muchacho cuidaba las ovejas, nunca tenía dificultad para llevarlas a pastos abundantes y verdes. Y no había tampoco problema para mantenerlas allí. De vez en cuando se alejaban unos pasos, pero siempre retornaban al lugar donde había buen pasto.
Reconociendo que el programa de la iglesia debe ser activo y debe imponerse, que el pastor debe estar lleno del espíritu, que el programa debe alimentar tanto a las ovejas del redil como a las “otras ovejas”, formulamos una pregunta importante: ¿Cómo puede el programa de nuestras iglesias mantenerse vivo espiritualmente?
¿Cómo, por ejemplo, puede el Departamento de Escuela Sabática contribuir a alimentar a las ovejas? ¿Qué relación tienen el director, sus colaboradores y los maestros con ese gran programa espiritual? ¿Qué clase de programa es necesario? ¿Por qué hay todavía muchos cientos y miles de personas que no asisten a la escuela sabática? ¿Podría ser que no son impresionados con el programa de la iglesia y que no reciben alimento espiritual?
Pensemos un instante en la Recolección. También es una parte del programa de la iglesia. ¿Cómo reciben las ovejas el alimento de la Recolección? Recuerdo que cuando era niño mi padre y mi madre enganchaban una pareja de caballos al carro y salían a recolectar durante todo el día. Cuando volvían a casa a la tarde sus rostros brillaban. Nunca tuve la impresión de que iban a buscar dinero. Después de volver mutuamente conversaban acerca de su experiencia de compartir su fe con los demás. Hablaban de las visitas hechas a los enfermos. Parecía que era un programa que los satisfacía.
¿Podría ser que hayamos profanado el templo de nuestro esfuerzo por reunir millones de pesos? ¿Estamos más deseosos de contar e informar pesos que almas? ¿Es la Recolección todavía un programa para salvar almas? El otro día oí hablar a un obrero de éxito a su congregación, y en el curso de la conversación se refirió a la Recolección. Manifestó que había tenido que interrumpir su campaña de evangelismo a fin de llevarla a cabo, y luego dijo en una forma que resultó más bien divertida: “Oh, hermanos, estoy sintiendo nostalgia por el cielo”. ¿Cómo puede hacerse que el programa de la Recolección resulte una bendición espiritual para las ovejas del rebaño y para las “otras ovejas” que no están en la grey? Personalmente, creo que depende completamente de la dirección. Si un pastor puede conducir a la iglesia a una experiencia espiritual mediante el programa que edifique a la iglesia, también puede hacer que la Recolección sea un ejercicio espiritual.
Consideremos ahora brevemente el segundo servicio del sábado. Esta es la reunión principal del día sábado. ¿Está orientada hacia la ganancia de almas? ¿Alimenta nuestra predicación a las ovejas o las hiere? ¿Las une o las separa? ¿Las fortalece o las debilita? Una vez, Juan Wesley predicaba a miles de personas en un campo abierto. Al frente había un grupo de rufianes con palos en sus manos. Estaban listos para causar daño al gran predicador. Sin embargo, la pasión y la ternura de este notable predicador y pastor cautivó sus corazones de tal modo que uno a uno fue dejando caer su arma mientras exclamaba: “¡Ved cómo resplandece, ved cómo brilla!” ¿Cautiva a las ovejas el segundo servicio del sábado?
Quisiéramos preguntar también si acaso el programa de construcción de templos puede llevarse de modo que también gane almas. Una vez y otra en mi experiencia administrativa he visto que ocurre exactamente lo opuesto. Las ovejas se habían esparcido desde Dan hasta Beerseba cuando el edificio de la iglesia había quedado terminado. En el momento de la dedicación había desaparecido una buena parte de la congregación. Algunos habían ido a otras iglesias, otros habían dejado de ser miembros, y todavía había algunos heridos y desanimados a quienes no les importaba volver. También he visto casos cuando un programa de construcción de templos produjo bendiciones espirituales más que comunes y unió a la congregación. La iglesia quedó poderosamente fortalecida como resultado de ese programa de construcción. ¿Qué es lo que hace la diferencia?
Consideremos otra parte del programa de la iglesia, es decir, la música. ¿Qué contribución realiza la música al programa de la ganancia de almas? Se nos ha dicho que la música “es uno de los medios más eficaces para grabar en el corazón la verdad espiritual… Como parte del. servicio religioso, el canto no es menos importante que la oración” (La Educación, págs. 163, 164). A veces se tiene la impresión de que algunos cantantes están más interesados en el funcionamiento debido de sus cuerdas vocales que en el mensaje del canto y en las almas de las ovejas. A veces he hecho grandes esfuerzos por comprender las palabras dichas por algunos cantantes, pero creo que se pusieron en órbita y perdieron así todo contacto con el mundo.
La “prueba final está dada por la salvación de los perdidos y la elevación de los redimidos para que anden en relación más estrecha con Dios. Si falla en convencer al pecador y en elevar a los santos, falla en reunir las normas que caracterizan a la buena música para la iglesia” (The Ministry, enero de 1961, pág. 30).
Podríamos mencionar algunas facetas más del programa de la iglesia, tales como el servicio bautismal, la visitación pastoral, los casamientos, las reuniones de oración, las actividades de los jóvenes, las dedicaciones de la iglesia, la dedicación de los niños, el programa de la salud —todas éstas y muchas más deberían constituir canales a través de los cuales una gran bendición se derrame sobre la congregación.
Cada actividad debería ser una oportunidad cuando el Espíritu Santo infunda nueva vida a la iglesia. Cada fase de la actividad de la iglesia debería estar motivada por la idea de traer a los hombres a Cristo y de interpretar el amor de Dios.
Sobre el autor: Presidente de la Unión del Pacífico, Estados Unidos.