La comunicación en las relaciones humanas no se puede considerar como un hecho aislado, y menos como un accidente. La comunicación es una necesidad continua de la vida. El comunicólogo K. K. Sereno dice: “La comunicación es un proceso que se enmarca dentro de los cambios de nuestros intereses y necesidades”.[1]
Ya sea que se hable de la intracomunicación (la comunicación consigo mismo), o de la comunicación interpersonal o intersocial, siempre hay un principio rector, y es que en toda comunicación debe haber un trasmisor, una fuente o cifrador y un receptor o descifrador.
Siendo que las relaciones son una manifestación permanente del ser humano y que juegan un papel importantísimo en la vida, se justifica el estudio cuidadoso y la práctica de la ciencia y el arte de la comunicación.
¿Qué es comunicación?
Un autor dice: “Comunicación es el proceso mediante el cual las fuentes y receptores de mensajes interactúan en un contexto social dado”.[2] El especialista Paoli afirma: “El concepto de comunicación puede entenderse como el acto de relación mediante el cual dos o más sujetos evocan en común un significado”.[3]
El análisis de la comunicación
1. Comunicación intersocial
a. Es unidireccional.
b. No hay entrecruzamiento de las esferas entre tiempo y espacio.
c. Usa canales técnicos (aparatos mecánicos y eléctricos).
d. Es en nivel de masa en un público anónimo.
e. Menos fidelidad y menos “feedback”, o retroalimentación.
2. Comunicación interpersonal
a. Tiene bilateralidad o bidirección.
b. Hay cruzamiento de las esferas entre tiempo y espacio.
c. Es en el nivel de dos personas o de un grupo reducido.
d. Usa mayormente canales naturales (los sentidos).
e. Influye directamente y con mayor fidelidad.
f. El “feedback” es directo y bien marcado.
3. Intracomunicación
a. La intracomunicación es la comunicación consigo mismo.
b. La persona se constituye en fuente y receptor de un mensaje interno y personal.
c. La intracomunicación influye en una autorreflexión sobre cualquier asunto que incumbe a la persona.
El propósito de la comunicación en las relaciones humanas
1. Persuadir. Es el llamamiento hecho al alma, a las emociones.
2. Informar. Es el llamamiento hecho a la mente.
3. Entretener. Es el llamado a la distracción, recreación, etc.
En resumen, “nos comunicamos para influir y para afectar intencionalmente”.[4]
El propósito de la comunicación según el funcionamiento
La fuente. La fuente o transmisor del mensaje es donde se origina el mensaje. Para lograr fidelidad, la fuente debe determinar cuáles son sus objetivos. Hay factores de la fuente que pueden afectar la fidelidad comunicativa.
Algunos de los factores que afectan la fidelidad:
* Las características psicológicas y sociales.
* La edad y sexo.
* La manera de ver la vida.
* La religiosidad.
* Las normas morales.
* El contexto familiar.
* La actitud hacia el receptor.
“Las actitudes de la fuente hacia su receptor afectan la comunicación. Cuando los lectores u oidores se dan cuenta de que el escritor o el orador (o cualquiera que genere el mensaje) los aprecia, se muestran mucho menos críticos de sus mensajes, y mucho más dispuestos a aceptar lo que se dice. Aristóteles llamó a esta característica ethos”.[5]
¿Qué clase de fuente o transmisor de mensaje es usted?
1. negativo, voluble, positivo
2. pesimista, intermedio, altruista
3. con dudas, variable, sin dudas
4. imitativo, variable, creativo
5. inmaduro, intermedio, emocionalmente maduro
6. irreligioso, liberal, religioso
7. introvertido, variable, extrovertido
La codificación. Codificación es el proceso de expresar las ideas en códigos, los cuales son sistemas de símbolos y signos estructurados. El lenguaje es un ejemplo de código.
En la comunicación interpersonal, la función de codificar es efectuada por medio de la capacidad motora cerebral de la fuente.
Las expresiones: “¿Por qué no me entiendes?”, “¡me desesperas!” etc., son comunes cuando dos personas rayan en la impaciencia, porque la persona número uno (fuente) no supo traducir (codificar) sus ideas a signos y símbolos (códigos) de mutua comprensión con la persona número dos (receptor).
A menudo se dice: “¡No me entiendes!” Algunas veces sería mejor decir: “No me hice entender!”
Otras veces se dice: “¡Parece que hablamos idiomas diferentes!” (Aunque realmente no sea así.) Lo más probable es que el que habla esté usando otro código que el receptor no pueda descodificar o traducir.
La única forma de saber si las ideas han sido codificadas dentro del código común es por la reacción; la respuesta o “feedback” del receptor.
¿Qué piensa usted? ¿Vale la pena expresar (codificar) bien las ideas?
1. Convengo firmemente
2. Convengo con reservas
3. Discrepo firmemente
4. Discrepo con reservas
¿Es favorable expresar mi simpatía, respeto, cariño, etc., por una persona sin que ella lo entienda?
1. Convengo firmemente
2. Convengo con reservas
3. Discrepo firmemente
4. Discrepo con reservas
El mensaje. Es el resultado de la codificación. Es todo lo transmitivo. Es todo lo que relaciona a la fuente con un receptor.
En base al tipo de mensaje, la comunicación se divide en comunicación gráfica, comunicación verbal y comunicación no verbal.
Por lo general, recibimos y damos los mensajes por medio de un conjunto de signos y símbolos estructurados, llamado lenguaje o el código del lenguaje. La lengua es el órgano más vivo en las relaciones y por ende en la sociedad. El lenguaje toma vida cuando se habla.
Si manejarnos el mensaje en el nivel de lenguaje en sus diferentes criterios: gramatical, sintáctico, morfológico o semántico, nos encontramos que la comunicación y el hacernos entender, así como entender el mensaje, es una verdadera ciencia.
El canal. Es el medio en el cual se plasma el mensaje. Es un conducto portador de mensajes.
Las relaciones humanas modernas tienen a su disposición muchos medios o canales de comunicación. Los colonizadores de nuestro continente envidiarían los conductos de comunicación que tenemos hoy; medios como las ondas en el espacio, el teléfono, la prensa, el telégrafo, el correo y muchos otros, están listos para transmitir mensajes.
Usted y sus canales de comunicación humana
La descodificación. Es transferir un código a ideas y conceptos. Es lo contrario de codificar. El descodificador retraduce, descodifica el mensaje y le da forma para que sea utilizadle al receptor. El descodificador es el conjunto de facultades sensoriales del receptor.
“El proceso de codificación-descodificación puede ser ampliamente definido como el monitoreo que envuelve la traducción de señales en mensajes y de mensajes a señales. En la fase de codificación, el origen de la comunicación, traduce y transfiere el mensaje en señales, los cuales serían después transmitidos al receptor; en la fase de descodificación, el receptor de la comunicación transfiere y traduce las señales transmitidas en forma de mensajes. Sin embargo, la codificación-descodificación ocurre simultáneamente. Un proceso es el inverso del otro, y la manera en la cual el cerebro humano cambia las señales en mensajes es idéntica a la manera en la que cambia mensajes en señales”.[6]
Si leemos un mensaje y lo queremos entender, ponemos en funcionamiento las facultades sensoriales de nuestro cerebro, y de inmediato afloran en la mente las referencias del mensaje y toda clase de marcos de referencias, y recién entonces podemos entender el mensaje.
Entender el mensaje nos afecta, por lo menos, en tres formas: cognoscitiva, afectiva y psicomotor, o de la acción.
El receptor. Es la persona que capta el mensaje. Los receptores se dividen en dos clases: 1) Los intencionados, o sea a los que es dirigido el mensaje; 2) los no intencionados, o sea los que captan el mensaje sin que vaya dirigido a ellos.
El receptor es el que le da significado al mensaje, de allí que en la comunicación el que escucha juega un papel vital para la comprensión de los mensajes.
Un buen receptor debe caracterizarse por: una atención normal una personalidad compatible con la fuente, una actitud favorable para con la fuente, una actitud sin prejuicios hacia la fuente, una vinculación social, espiritual o amorosa.
Diez fórmulas de éxito en las relaciones humanas:
1. Responda después de oír (Prov. 18:13).
2. Piense antes de hablar (Prov. 29: 20).
3. Hable siempre la verdad pero con amor (Efe. 4: 25).
4. No use el silencio para incomodar a la otra persona.
5. Evite discutir. Hablando se puede hacer entender (Prov. 20:3).
6. Responda sin ira, use una respuesta suave (Prov. 15: 1).
7. Cuando esté equivocado, admítalo (Sant. 5: 16).
8. Evite repeticiones molestas (Prov. 10:19).
9. No sea crítico, sino un factor restaurador (Gál. 6: 1).
10’ Sea tolerante, trate de comprender la opinión de los otros (Fil. 2: 1-4; Efe. 4: 2).
El ejemplo de Cristo
Los mensajes más amplios, inspirados para desarrollar mejores relaciones humanas, los encontramos en la vida de Jesucristo y en las enseñanzas de San Pablo en Romanos 12 y en 1 Corintios 13.
“Jesús alcanzaba las mentes por el camino de sus asociaciones más familiares… Honraba al hombre con su confianza, y así lo colocaba en el puesto que correspondía a su honor… Jesús asumió la humildad a fin de poder encontrarse con la humanidad… Obtuvo acceso al corazón consiguiendo la simpatía y la confianza”.[7]
El cristiano genuino ha de moldear sus relaciones humanas dentro del contexto de los principios éticos más nobles y puros del cristianismo.
Es importante conocer los principios del proceso de la comunicación para saber evaluar nuestras relaciones humanas. De esto depende el éxito o el fracaso en nuestra vida social.
Está a nuestro alcance estudiar y practicar relaciones exitosas aquí en la tierra, y proyectar ese sano vivir hacia el cielo, donde los justos vivirán vinculándose eternamente con Cristo, con los ángeles y los “mundos no caídos”
Sobre el autor: Daniel Sosa R. dirige la revista Enfoque de nuestro tiempo, que se edita en México.
Referencias
[1] Kenneth K. Sereno, Fundation of Comunication Theory (New YorK Hapor & Row Publisher, 1970), pág. 89.
[2] David K. Berlo, El proceso de la comunicación (Buenos Aires, Argentina, El Ateneo), págs. 2-5.
[3] Antonio Paoli, La comunicación (México D.F., Edicol, 1977), pág. 183.
[4] David K. Berlo, Id., pág. 38.
[5] Ibid.
[6] Kenneth K. Sereno, id., pág. 122.
[7] Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (Buenos Aires, Asociación Casa Editora Sudamericana, 1975), págs. 106, 107.