PREGUNTA N° 47

Los adventistas creen que algunos animales, como los langostinos, camarones, cerdos, etc., prohibidos como alimento en la ley de Moisés, lo siguen siendo en la actualidad, y que, por lo tanto, esta prohibición rige también para los cristianos. Debido a ello, no se los puede comer sin incurrir en pecado. ¿Por qué creen esto?

Esta pregunta nos da la oportunidad de estudiar una importante cuestión: La relación del cristiano con la ley de Moisés. Es una antigua pregunta y es bien sabido que ha sido debatida muchas veces en el curso de la historia.

     Al contestar primeramente la segunda parte de la pregunta, diremos que consideramos que el decálogo es distinto de la ley de Moisés, aunque sostenemos que ambos fueron revelaciones de Dios. Pero el primero es la expresión de los eternos principios de la justicia divina, mientras que la segunda fue dada principalmente en relación con la liturgia hebrea, es decir, el sistema de sacrificios que señalaba al gran prototipo: Jesús, el Señor. Creemos que la ley ritual encontró su pleno cumplimiento en Cristo, en el Calvario, como lo dicen claramente Efesios 2:14, 15 y Colosenses 2:14-17. (Véase también las respuestas a las preguntas 12 y 13.)

     La ley de Moisés también contenía consejos acerca de las relaciones humanas, los juicios civiles, cuestiones de salud y otros muchos asuntos vitales para la fe y la conducta. Muchos de esos importantes consejos llegaron a formar parte de la fe cristiana según los siguientes pasajes:

     1. Debemos amar a Dios con todo el corazón, y al prójimo como a nosotros mismos. (Deut. 6:5; 10:12; 30:6. Compárese con Mat. 19:19; 22:39; Rom. 13:9; Gál. 5:14.)

     2. “Seréis santos, porque yo soy santo”, dijo el Señor. (Lev. 11:44; 19:2; 20:7, etc. Compárese con 1 Ped.1:15, 18.)

     3. Debemos saber lo que es la santificación (Exo. 31:13; Lev. 20:8; Eze. 20:12. Compárese con numerosos textos del Nuevo Testamento.)

     Estas verdades constituían una parte vital de la ley de Moisés, y ciertamente no fueron abolidas en la cruz del calvario. Más bien, fueron realzadas gracias a las enseñanzas de Jesús, y por lo tanto son norma para nuestra vida en Cristo y por medio de él.

     El mismo principio se aplica a las leyes alimentarias dadas al Israel de la antigüedad. Es verdad que nos abstenemos de ciertos alimentos, como lo afirma la pregunta, pero no porque estemos sometidos a la ley de Moisés. Lejos de ello. Permanecemos firmes en la libertad mediante la cual Dios nos libertó. Pero debemos recordar que Dios estableció que había animales limpios e inmundos en ocasión del diluvio, mucho antes que existiera la ley de Moisés. Pensamos que si Dios creyó conveniente dar a su pueblo en ese entonces el consejo de que se abstuviera de ciertos alimentos, sin duda se debía al hecho de que no eran lo mejor para el consumo humano; y siendo que nuestros cuerpos son semejantes a los de los judíos y de todos los demás pueblos, creemos que no son lo mejor para nosotros hoy.

    Creemos que la cuestión de los alimentos inmundos es simplemente un asunto de salud, porque “Dios es tan ciertamente el autor de las leyes físicas como lo es de la ley moral” (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 282).

     Nuestras enseñanzas acerca de la salud no son tabúes; pero son mucho más que la cuidadosa selección de los alimentos. Son la aplicación de un bien equilibrado programa de salud. Creemos que es un deber cristiano conservar nuestros cuerpos en la mejor condición de salud posible para servir a Dios y darle gloria. Creemos que nuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo (1 Cor. 3:16; 6:19; 2 Cor. 6:16), y que si comemos, o bebemos, o hacemos cualquier otra cosa, debemos hacerlo todo “para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31).