El presidente de la Asociación Paulista del Este comparte las lecciones de su experiencia pastoral y habla de su relación con los pastores.

Natural de Alfonso Claudio, Espíritu Santo, Rep. del Brasil, el pastor Paulo Stabenow nació en un hogar de pioneros adventistas de la región. Sus padres eran luteranos, y cierto día el padre recibió de una forma muy especial, de parte de uno de sus empleados, el mensaje de la observancia del sábado. El empleado le dijo sencillamente al patrón que no trabajaría los sábados porque era adventista del séptimo día. “¿Dónde encontró usted esa información?”, preguntó asustado el patrón. A lo que el empleado respondió: “En la Sagrada Biblia” Frente a esta respuesta el patrón invitó al empleado a estudiar juntos las Escrituras, y lo desafió a probar la veracidad de su afirmación: “Si usted me prueba que el sábado es el día santo, lo guardaré. Si yo le pruebo que es el domingo, usted lo tiene que guardar”.

Aunque creía que ganaría la discusión, el patrón Stabenow, mientras aguardaba el día del primer encuentro, le dijo a su esposa: “¿En qué lugar de la Biblia podemos encontrar la orden de guardar el domingo?” Los dos pasaron casi una noche entera buscando textos que apoyaran la observancia del domingo, pero no encontraron nada. El día antes del encuentro, un sábado de mañana, fue a casa de su madre, que era estudiosa de la Biblia, y ella le respondió: “No sé dónde está ese pasaje, pero estoy segura de que el día de guardar es el domingo”.

Al ver a su hijo tan angustiado, le sugirió que consultara al pastor de la Iglesia Luterana. Pero grande fue la sorpresa del señor Stabenow cuando oyó que su pastor le dijo que no hay ningún texto acerca de la observancia del domingo, pero sí acerca del sábado. “¿No teme usted el castigo divino cuando le enseña a la gente tamaña mentira?”, le replicó enérgicamente. Sólo le quedaba regresar a casa y seguir estudiando.

El domingo de mañana apareció el empleado, para estudiar la Biblia. Buscaron bastante, y finalmente todas las dudas respecto del tema se disiparon. Durante los seis meses que siguieron, no hizo otra cosa sino estudiar más la Biblia con su esposa. Entonces pasó a formar parte del pequeño grupo de los primeros adventistas de Santa María de Jequitibá.

El pastor Paulo Stabenow ha servido a la causa de Dios hace ya 41 años, el mismo tiempo que ha durado su unión conyugal con Iracilda Stabenow. El matrimonio tiene dos hijos: Elizabeth, arquitecta y decoradora, y Paulo Roberto, médico neurocirujano, y dos nietas: Julia, de trece años, y Renata, de ocho.

En ocasión de un concilio ministerial de la Misión del Valle de Paraíba, en el interior de Sao Paulo, habló con el Ministerio.

Ministerio: ¿Qué significa, para usted, ser pastor?

Pastor Stabenow: La obra pastoral, cuando se la hace de corazón y sin reservas, produce una alegría indescriptible. El pastor es un elegido de Dios porque él lo llamó a dedicar su vida a encaminar a la gente hacia el reino de los cielos, mostrándoles la felicidad de la salvación. El pastor refleja las grandes esperanzas que Dios le dio al ser humano en un mundo en el que hay tanto sufrimiento. Es un guía para aquellos cuya vida está ofuscada por la desesperación. Es el que le puede extender la mano al que está caído. Es el que le puede decir a todos que Jesús es la solución. Es el que sabe, de forma teórica y práctica, que en los momentos de dificultades y problemas, el que siempre “muere” es el pastor, para proteger la vida de sus ovejas. El pastor es el que, por poner sencillamente las manos sobre la cabeza de alguien, transmite un gesto de amor como cuando el Maestro estuvo aquí en la Tierra. Es el hombre de la esperanza, que allana el camino, que resplandece en medio de la oscuridad. Es el que se anticipa a los problemas en la iglesia, y siempre está dispuesto a darle una nueva oportunidad al pecador. El pastor es el verdadero representante de Cristo en un mundo carente de esperanza. Es un guía, un consolador.

Ministerio: ¿Cuándo y cómo sintió el llamado a ser pastor?

Pastor Stabenow: Mi familia trabajaba en el comercio y en labores agrícolas. Desde chico, mis hermanos y mis padres llegaron a la conclusión de que yo serviría para la vida comercial. Mis pensamientos se formaron en ese sentido y decidí que me prepararía para eso. Desde que era niño trabajé con mi padre en las tiendas, y me gustaba mucho hacerlo. Pero los planes de Dios eran muy diferentes de los nuestros. Fui a estudiar en el antiguo Instituto Teológico Adventista, ITA, actualmente Instituto Petropolitano de Ensino, IPAE, y tuve la oportunidad de asistir al gran congreso de Jóvenes en el Hotel Quitandiña. El sábado, el sabio pastor Rodolfo Belz predicó el sermón. Todavía me acuerdo de algunas de las sentencias de su mensaje: “Un constructor no adventista puede construir mi casa. Un odontólogo no adventista puede atender mi dentadura. El médico que cuida de mi salud también podría ser no adventista. Pero no podemos entregarle el púlpito de nuestra iglesia a alguien que no sea adventista” Después de esa declaración hizo un llamado. Cuando volví a la normalidad, me vi en el frente junto a mucha gente, aceptando la invitación para ser pastor. Le agradezco a Dios ese mensaje y por el llamado que me hizo para el santo ministerio. Al cumplir ahora 41 años como predicador de la Palabra de Dios, sólo puedo agradecer. Tuve luchas y problemas, y ningún consuelo cuando comencé mi ministerio. Fuimos a trabajar a una zona inhóspita, donde nuestra hija de un año contrajo malaria. Sufrimos esa enfermedad y seguimos cargando las consecuencias en nuestros cuerpos. Pero cuando mi presidente me fue a visitar, mientras estaba entre la vida y la muerte, con la casa llena de amigos y hermanos, le dijo a la gente que me iban a cambiar de distrito. Mi esposa y yo lloramos, porque amábamos a esa gente. El amor que sentíamos por ellos era superior al sufrimiento. Pero Dios nos dio la alegría de poder continuar nuestra obra para él en otros lugares.

Ministerio: ¿Cuál ha sido su trayectoria en la obra adventista?

Pastor Stabenow: Por cinco años fui pastor de distrito en Nanuque, Mato Grosso. Después me transfirieron a Vitoria, Espíritu Santo, donde quedé tres años. A continuación me llamaron para ser el primer director de Mayordomía de la Unión del Este del Brasil, donde permanecí por cuatro años. El departamento de Mayordomía fue muy interesante para mí. Estudie bastante el asunto en la Biblia, en los escritos de Elena de White y en libros de otras organizaciones cristianas. Asistí a diversos programas, y este asunto me produjo mucha alegría. Junto con el programa de Mayordomía usé la Operación Rescate, para recuperar a gente que estaba fuera de la iglesia. Lo resultados fueron excelentes. Un día me detuve a pensar: ¿Por qué me gusta tanto hablar de mayordomía, mientras que otros evitan hacerlo? Entonces llegué a la conclusión de que nuestra familia está compuesta por once hijos y, por feliz coincidencia, yo soy el décimo. Dios me destinó a esto. Trabajé como presidente de la Misión de Minas por diez años, y por cinco más en la Compañía de Alimentos de la División Sudamericana. Trabajé un año también como director de Mayordomía de la Unión Brasileña del Centro. Por once años fui presidente de la Asociación Paulista del Este. Desde hace un año estoy al frente de la Misión Paulista del Valle de Paraíba. Puedo decir con alegría que loque sucedió con José en Egipto también pasó conmigo: “Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano” (Gén. 39:3). Si tuviera que comenzar todo de nuevo, sin duda lo volvería a hacer. Alabo a Dios por todo.

Ministerio: Díganos algo acerca de la importancia de la familia en la obra pastoral.

Pastor Stabenow: Mi familia siempre fue muy importante para mí en mi trabajo. Mi esposa, en los comienzos de mi ministerio, y siempre que fue posible, me acompañaba en los viajes a lugares muy difíciles. Viajábamos en una camioneta por malos caminos, y el entusiasmo que ella me transmitía me daba nuevo ánimo para trabajar sin retáceos para Dios. Nuestro primer distrito fue Nanuque, Mato Grosso, como ya lo dije. Tenía que vivir muy lejos de su familia, pero nunca se quejó. Por el contrario, amaba a los hermanos y los trataba con mucho cariño. Nuestra casa siempre estaba llena de huéspedes que venían del interior para ver al médico o por causa del nacimiento de sus bebés. Algo que siempre me motivaba en el trabajo era saber que en casa todo siempre estaba en orden. A veces, cuando salía y llegaba de viaje (no había teléfono para avisar), nuestra nena había enfermado y ya se había sanado; tan largas eran las ausencias. A veces viajaba durante cuarenta días. Después, cuando nació nuestro hijo, yo era director de departamentos en la Unión del Este, y las cosas era más fáciles. Nuestros hijos siempre se sintieron felices de formar parta de la familia de un pastor, y siempre defendieron la obra del Señor. Mi familia fue una dádiva de Dios para mi vida y mi ministerio.

Ministerio: ¿Cuáles son los grandes desafíos que enfrenta la obra pastoral en estos días?

Pastor Stabenow: A veces me preocupan algunos colegas, su trabajo y la manera en que lo hacen. Parece que no se animan a decirle a la iglesia lo que debe hacer. Es claro que no puedo juzgar, ni decir lo que está pasando; pero creo que lo principal, además de la comunión con el Cielo, lo más importante, es no ser desobedientes a la visión celestial. Cuando un pastor pierde la visión celestial, lo mejor que podría hacer es ir a ver al presidente para entregarle su credencial. Los miembros de la iglesia saben cuando su pastor los ama, y lo sienten también. Todo lo que se hace en el ministerio, si no se lo hace con amor, dura poco. Sólo el amor perdura y produce frutos para la eternidad.

Ministerio: En su opinión, ¿qué puede esperar un presidente de un pastor de distrito?

Pastor Stabenow: El presidente de un campo se basa, para sus evaluaciones, en el hecho de que el pastor del distrito efectivamente lleva a los miembros a los pies de nuestro Señor Jesucristo. La Biblia y los escritos de Elena de White están llenos de orientaciones acerca de cómo hacerlo. Cuando se visita una iglesia, se nota claramente durante el desarrollo de las actividades religiosas si el pastor está conduciendo bien a su congregación, porque se siente la presencia de Dios en un clima espiritual extraordinario. Eso ocurre tanto en una iglesia grande como en un grupo; en una iglesia culta o en otra sencilla. El pastor debe tener una estrecha relación con Dios, con su familia y con sus colaboradores en la iglesia para que en cada acto, en cada sermón, en cada consejo, en cada palabra, los miembros sientan que la dirección que se está dando lleva a las ovejas a verdes pastos y a aguas tranquilas, porque todo esto proviene del Señor. Me gusta decirles a los pastores, a manera de estímulo: “El pastor que no comienza a andar en enero, tendrá que correr en diciembre”

Ministerio: ¿Qué importancia tiene para el pastor el hecho de que el presidente lo motive, lo aprecie y lo valore?

Pastor Stabenow: El presidente tendrá que comprender que nada estropea más los laureles que echarse a dormir sobre ellos. Tendrá que lograr que los distritos que están bajo su dirección tengan una visión completa de lo que se está haciendo. Pero antes de comenzar un programa deberá reunir al grupo en un solo pensamiento, una sola forma de actuar, para conseguir lo que Dios espera de su orientación. Si hay un solo pensamiento, una sola dirección y un espíritu de misión, ciertamente el Dios del cielo derramará el Espíritu Santo para llevar a cabo esa obra tan importante. El ambiente del trabajo y de los concilios debe ser muy alegre. Todos los pastores deberían tener la oportunidad de manifestar su alegría de pertenecer al equipo. Deben estudiar juntos los proyectos que se llevarán a cabo, y las metas que se desean alcanzar. La participación de los pastores debe ser ilimitada; nadie debe quedar sin dar su opinión. Todo ser humano necesita motivación. Se motiva al pastor delante de su iglesia cuando el presidente declara desde el púlpito que se siente muy feliz de pasar ese sábado con el pastor, un hombre escogido por Dios para dirigir esa iglesia, y menciona por nombre a todos los miembros de la familia del pastor, y les agradece públicamente a los oficiales, y en especial a los ancianos, por apoyar al pastor. Si dice que ese sábado tendrá el placer de almorzar en la casa del pastor, demostrará que existe confianza entre el presidente y el pastor. Cada viernes paso el día con un pastor, para conversar con él franca y amigablemente; parte del día en la oficina con él, y la otra parte con la pareja en un restaurante para disfrutar de un buen almuerzo. Los asuntos que tratamos giran en torno a los proyectos del pastor con respecto a su previsión social, y qué planes tiene para su jubilación, si viene al caso. También hablamos de los problemas que está enfrentando, cómo lo tratan los obreros de la Asociación; todo en un clima de mutua confianza. Eso crea una buena relación entre el pastor y la administración del campo. Todos los pastores tienen libertad de conversar conmigo acerca de lo que deseen tratar. Si está resentido por algo, estoy seguro de que me lo dirá. Le damos al pastor todo el aprecio que hace falta para el progreso del distrito: ya sea en lo que se refiere a la actividad de los directores de departamentos, o lo que tiene que ver con los trabajos de construcción de iglesias y grupos. Le decimos al pastor, con sinceridad pero sin ánimo de criticar, cuáles son sus puntos fuertes y cuáles los que necesita fortalecer. Lo que deseamos es que crezca total mente. Nunca salen los pastores de mi oficina sin que yo haya orado por ellos y con ellos. A veces lloramos juntos también.

Ministerio: Como presidente de campo, ¿cuáles diría usted que son los principios básicos de la administración?

Pastor Stabenow: En pocas palabras: amor sincero, cariño, bondad, firmeza y la difícil tarea de decir no. El pastor comprenderá, a poco de que esté con él, que usted es sincero. Y si él ha asimilado eso, se sentirá seguro. La seguridad que un presidente la da a un pastor es un factor preponderante para el progreso espiritual del campo.

Ministerio: ¿Qué estrategia está empleando su campo para cumplir la misión de la iglesia?

Pastor Stabenow: Hoy la iglesia dispone de abundancia de materiales que le dan apoyo a la obra misionera. Sin embargo, antes de que esos materiales lleguen a las iglesias, estudiamos todos juntos, y cada director de departamento presenta lo que piensa hacer. En eso usamos siempre el mismo idioma, para que el campo avance en la misma dirección y los miembros oigan las mismas enseñanzas, con el fin de alcanzar los mismos objetivos. Esto es Evangelisrno integrado.

Ministerio: ¿Qué consejo le daría usted a un presidente de campo, a un director de institución o a un pastor de distrito?

Pastor Stabenow: Al presidente y al director de institución les diría que administren de manera que haya un crecimiento equilibrado y armonioso en todos los segmentos de la obra. Al pastor le diría que sea siempre fiel a su llamado, y que ame de corazón a sus queridas ovejas.

Sobre el autor: Jonas Arrais es Secretario asociado de la Asociación Ministerial de la División Sudamericana. Paulo Stabenow es presidente de la Asociación Paulista del Este, Rep. Del Brasil.