El evangelismo público es una tarea que demanda todo el tiempo del que se dedica a ella. La dirección de un ciclo de conferencias requiere todas las horas que pueda marcar el reloj. ¿Cómo puede organizar su tiempo un presidente de campo, que debe asistir a juntas de iglesias, de colegios, de sanatorios y de otras instituciones, además de las juntas de su campo, para dedicarlo a conferencias públicas? ¿De dónde sacará tiempo para leer su voluminosa correspondencia y escribir sus cartas, sus informes, sus boletines y. además, predicar en las conferencias públicas? ¿De dónde conseguirá tiempo para escuchar a los que diariamente llaman a su oficina, incluso pastores, directores departamentales o delegaciones de iglesias, personas afligidas o con problemas, hermanos disgustados y darles el consejo y la ayuda que necesitan, y aún visitar a los interesados de las conferencias públicas?

La adecuada administración del tiempo es el factor primordial para que un administrador pueda desarrollar un programa evangelizador. Sus reuniones no deben interferir con las reuniones generales o regionales o las juntas plegarias de mitad y fin de año u otras reuniones importantes a las cuales se espera que asista. Puede encoger entre dirigir reuniones los domingos de noche durante tres meses o celebrar una serie de esfuerzos cortos, tipo “punta de lanza”, en distintas localidades de su campo. Personalmente, prefiero lo primero, porque me facilita la asistencia a las diferentes reuniones de junta.

Otro punto importante es tener preparada toda la lista de temas antes de comenzar las reuniones. Durante la semana siempre se puede encontrar tiempo para repasar la conferencia y ajustarla a los últimos acontecimientos. Tal sistema economiza tiempo y evita la inseguridad que se evidencia en un sermón preparado sin esmero. También deja tiempo para leer la correspondencia diaria.

Si fuera posible, el presidente de campo debiera celebrar sus reuniones en una zona en la cual haya un pastor que pueda ayudarle en la atención del interés que se suscite. Se debiera organizar a los miembros de las iglesias para que distribuyan volantes y publicaciones e inviten a la gente a asistir a las reuniones. Si algunos de los miembros del personal del campo se unen al presidente para realizar este esfuerzo, el director misionero debiera responsabilizarse de la organización en grupos de trabajo y preparación de los miembros de iglesia. El director de jóvenes debiera organizar a la juventud para que presente los números musicales necesarios. El tesorero del campo podría colaborar en la preparación de la propaganda y la atención del aspecto financiero del esfuerzo. El encargado de la sociedad de publicaciones. naturalmente, debiera preparar un plan para la distribución y venta de impresos. Una vez por semana debieran reunirse todas estas personas con los miembros de iglesia y las personas que colaboran en las visitas misioneras, para conversar con el orador y organizar el trabajo.

Sí, un presidente de campo puede hacer obra evangélica, pero nunca a expensas de sus actividades administrativas. Puede hacerlo administrando bien su tiempo, haciendo planes inteligentes y organizando cabalmente a sus colaboradores y su trabajo.

Sobre el autor: Presidente de la Unión Central de la División Norteamericana.