Así se titula un artículo escrito por el pastor Jaime White y publicado en la Review and Herald, el 18 de diciembre de 1879. Considero oportuno hacer algunas reflexiones en tomo a él, con motivo de este número especial de Ministerio Adventista, dedicado particularmente al Ministerio de Publicaciones y a los ministros de la página impresa.

El artículo destaca la poderosa influenciaque ejerce la prensa y los materiales impresos  en la sociedad. Incluso en esta era digitalizada, cuando uno podría suponer que la gente lee menos y que, por lo tanto, ésta queda relegada a un segundo plano, y por lo mismo alcanza a menos público, revela que no es así. Es sorprendente la cantidad de materiales impresos que están en circulación. El que esto escribe compró el Dallas Morning News, del 25 de abril de 1999, sólo porque quedó impresionado por el volumen del periódico. A juzgar por su peso, espesor y tamaño, aquel diario tenía más de 300 páginas. En mi mente surgió la pregunta, ¿qué probabilidades hay de que el lector común se detenga a considerar un pequeño anuncio de diez centímetros, entre la enorme masa de anuncios comerciales? Al parecer muchas, porque los publicistas son demasiado hábiles para invertir su dinero en anuncios que nadie lee.

Ellos actúan en base a resultados. Publican sus anuncios en la prensa porque ésta ejerce y ejercerá gran poder sobre el público. Sigue siendo verdad lo que decía Jaime White en aquel artículo: “Los hombres de este mundo comprenden el gran poder de la página impresa. Las campañas políticas se hacen mayormente a través de la prensa. Anuncios de esto, eso y aquello, pegados y esparcidos por doquier, son evidencias de que los hombres de negocios conocen la influencia de la prensa”.

Uno de los objetivos de este número especial de Ministerio es destacar la importancia de las publicaciones como instrumento para cumplir la gran comisión que Dios dio a su pueblo. El otro es alentar e inspirar a los protagonistas de este ministerio, como llama Wemer Mayr a los escritores y las editoriales, a los colportores y su liderazgo (en la medida en que esta revista pueda hacerlo), para que sigan cumpliendo la misión estratégica que les corresponde en el cumplimiento de la gran misión de la iglesia.

Sería un grave error y un pecado contra Dios dejar que el Ministerio de Publicaciones languideciera en una época cuando debiera brillar con más fulgor.

En los últimos dos o tres años, el Ministerio de Publicaciones de la División Interamericana pasó por una crisis de renovación y reorganización que, gracias al Señor de la mies, ha cumplido su propósito, y ahora marcha de nuevo al paso que ya se había acostumbrado desde hace más de un siglo. En Sudamérica también, “el otro poder”, como lo llamó E. W. Thomann -según nos recuerda Wemer Mayr-, continúa ejerciendo su poderosa influencia.

En otros lugares, el Ministerio de Publicaciones ha sido objeto de ataques de diversos enemigos, entre los cuales se encuentran los cambios de hábitos que la tecnología ha impuesto a la humanidad. Pero de todos éstos, ha salido airoso el ministerio de la página impresa, y hoy, gracias al Señor de la viña, continúa siendo la misión de alta estrategia de la iglesia.

Actualmente en el mundo existen más de 23,000 colportores que distribuyen literatura con la luz de la verdad impresa en 59 casas editoras y publicadoras. Y hay por lo menos dos divisiones mundiales de la iglesia que están promoviendo el antiguo ideal de que “cada miembro de iglesia sea un colportor evangélico; cada hogar adventista, un centro de distribución de literatura; cada iglesia adventista un centro de adiestramiento para evangelistas de la página impresa y, finalmente, cada vecino, un campo misionero”, como dice el pastor José Luis Campos, de la Asociación General.

Los pastores pueden hacer mucho en favor del Ministerio de Publicaciones y sus protagonistas. El pastor Jim Cress, en su artículo “Creo en el ministerio de la página impresa”, dice cómo pueden hacerlo. Dado que conozco las luchas y las tensiones que afronta cada día el ministro de la página impresa, me impresiona la tercera de las siete recomendaciones que da para que los pastores ayuden a los colportores: “Ore con los colportores”.

¡Qué aliento recibiría el colportor si el pastor, considerándolo como su compañero en el ministerio, lo buscara para orar con él por lo menos una vez por semana! Esa dosis de ánimo, valor y fe le ayudaría para perseverar en la lucha y lograr mayores triunfos para la causa de Dios. Muchos colportores que desertan al caer vencidos en una lucha agotadora por falta de aliento y apoyo, nunca lo harían. Esto último es uno de los objetivos principales de este número de Ministerio Adventista. Que los pastores contribuyan, en la medida de sus posibilidades, a que el Ministerio de Publicaciones, es decir, los colportores y sus líderes, siga adelante victoriosamente en el cumplimiento de la gran comisión.

Prácticamente todos los artículos que aparecen en este número tienen el propósito de poner de relieve la importancia del Ministerio de Publicaciones, como lo hace el artículo “El ministerio de publicaciones, una misión de alta estrategia”, del pastor Wemer Mayr, jefe de redacción de la Asociación Casa Editora Sudamericana (ACES). El pastor Wilmar Hirle, director de Publicaciones de la División Sudamericana, presenta el “Perfil del colportor evangélico”, para que conozcamos y apreciemos mejor a estos héroes de Dios. También el pastor José Luis Campos, director asociado del Departamento de Publicaciones de la Asociación General, eleva nuestra visión de este ministerio en su artículo “150 años de milagros con las publicaciones”.

El material impreso que ha caído sobre el mundo, en esta última parte del siglo veinte, como un diluvio, proclama el poder de la página impresa y el uso eficaz que grandes y poderosas fuerzas están haciendo de ella. Nosotros tenemos la profecía y la promesa de que las publicaciones adventistas continuarán haciendo la obra de proclamar el mensaje del tercer ángel, casi hasta el momento mismo en que suene la trompeta final: “Mientras dure el tiempo de gracia, tendrá el colportor oportunidad de trabajar” (Joyas de los testimonios, tomo 2, pág. 535).

Los pastores adventistas deberían hacer todo lo posible por que el ministerio de publicaciones cumpla el gran destino que Dios le trazó para el tiempo del fin.