Amonestad las ciudades ahora. —No hay cambio en los mensajes que Dios ha dado en lo pasado. La obra en las ciudades es la obra esencial para este tiempo: Cuando las ciudades se trabajen como Dios desea, habrá un movimiento tan poderoso como no se ha visto otro hasta ahora… Como pueblo, no tenemos ni la mitad de la comprensión de nuestras necesidades y de los tiempos en que vivimos. Despertad los atalayas. Nuestra primera obra debiera ser escudriñar nuestros corazones, y volver a convertirnos. No tenemos tiempo que perder en asuntos sin importancia (Medical Ministry, pág. 304).
Las tinieblas espirituales que cubren la tierra actualmente se ven agravadas en los densos centros de población. Es en las ciudades de las naciones donde el obrero evangélico encuentra la mayor impenitencia y necesidad… Dios pide ahora a sus mensajeros en términos definidos que amonesten a las ciudades mientras la misericordia todavía perdura y mientras las multitudes son aún susceptibles a la influencia convertidora de la verdad bíblica (Evangelismo, pág. 21).
Se necesita un evangelismo total. —Nuestro único objeto debiera ser ahora la conversión de almas. Debe ponerse en uso toda facilidad para el adelantamiento de la causa de Dios (Medical Ministry, pág. 328).
Algunos serán atraídos por una fase del Evangelio, y otros por otra. Nuestro Señor nos instruye para que trabajemos de tal manera que alcancemos a todas las clases (Id., pág. 327).
No nos damos cuenta hasta qué grado las agencias satánicas están trabajando en estas grandes ciudades. La obra de colocar el mensaje de la verdad presente ante el pueblo está llegando a ser cada vez más difícil. Es esencial que talentos nuevos y variados se unan en una labor inteligente para el pueblo (Evangelismo, pág. 25).
Jesús el evangelista. —Algunos ministros cometen el error de suponer que el éxito depende de atraer una gran congregación por la ostentación externa, y de dar luego el mensaje de verdad de una manera teatral. Pero esto es emplear fuego común en vez del fuego sagrado encendido por Dios mismo. El Señor no queda glorificado por esta manera de trabajar. No es por avisos alarmantes y costosa ostentación como ha de llevarse a cabo su obra» sino usando métodos semejantes a los de Cristo. “No con ejército ni con fuerza, sino con mi espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” (Zac. 4:6). (Obreros Evangélicos, pág. 397.)
Únicamente el método de Cristo dará verdadero éxito para alcanzar a la gente… Es necesario acercarse a la gente por el esfuerzo personal. Si se dedicase menos tiempo a sermonear, y más al ministerio personal, se verían mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, cuidar a los enfermos, consolar a los tristes y afligidos por el duelo, instruir a los ignorantes, aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran, y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de la persuasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no podrá quedar sin fruto (Id., pág. 376).
El método señalado. —La obra médica misionera es una puerta a través de la cual la verdad hallará entrada a muchos hogares en las ciudades (Evangelismo pág. 533).
Se necesita el ministerio evangélico para dar permanencia y estabilidad a la obra médico- misionera; y el ministerio necesita la obra médico-misionera para demostrar el poder práctico del Evangelio. Ninguna parte de la obra es completa sin la otra (Counsels on Health, pág. 514).
Centros en diversos lugares. —En diversos lugares pueden establecerse centros de influencia mediante la habilitación de almacenes de alimentos saludables, de restaurantes higiénicos y de dispensarios médicos (Testimonies, tomo 7, pág. 234).
En cada lugar importante debiera haber un depósito de publicaciones. Y alguno que realmente aprecia la verdad debiera manifestar interés en poner esos libros en las manos de todos los que deseen leerlos (Christian Service, pág. 154).
En conexión con nuestras misiones en las ciudades, debiera haber piezas adecuadas donde pudieran reunirse para recibir instrucción aquellos en quienes se despierte interés. Esta obra necesaria no se ha de llevar a cabo de una manera tan deficiente que cree en las mentes de la gente una impresión desfavorable. Todo lo que se haga debe… representar apropiadamente el carácter sagrado y la importancia de las verdades del mensaje del tercer ángel (Obreros Evangélicos, pág. 360).
De casa en casa —De igual importancia que el esfuerzo público es la obra de casa en casa en los hogares de la gente (Id., pág. 377).
Por años se me ha mostrado que el trabajo de casa en casa es la obra que hará un éxito de la predicación de la Palabra (Evangelism, pág. 433).
Casi en cada comunidad hay un gran número de personas que no asiste a ningún servicio religioso. Para alcanzarlas con el Evangelio, es necesario llevárselo a sus casas (Medical Ministry, pág. 246).
El alimento, la salud y la temperancia. — Dondequiera que se lleve la verdad, deben darse instrucciones acerca de la preparación de alimentos sanos. Dios desea que en todo lugar maestros hábiles enseñen a la gente a utilizar sabiamente los productos que puedan cosechar u obtener fácilmente en su comarca. De este modo se puede enseñar a los pobres, así como a los que están en mejores circunstancias a vivir de una manera sana (Obreros Evangélicos, págs. 245, 246).
Los hombres necesitan ver la influencia de los principios de la salud sobre su bienestar, tanto para esta vida como para la vida venidera. Necesitan ser despertados a su responsabilidad con respecto a la habitación humana que su Creador habilitara como su morada, y sobre la cual él desea que sean fieles mayordomos (Evangelismo, pág. 348).
Cuando se presente la temperancia como parte del Evangelio, muchos verán su necesidad de reforma… Cuando se dé esta instrucción, el pueblo se interesará en otros puntos del estudio de la Biblia. A medida que nos acercamos al fin del tiempo, debemos levantar cada vez más alto los principios de la reforma pro-salud y la temperancia cristiana, presentándolos de una manera más positiva y decidida (Call to Medical Evangelism, págs. 41,42).
La obra de beneficencia. Los pobres y los proscriptos. —Debemos enterarnos de la pobreza y las dificultades que afligen a las familias, y debemos aliviar a los afligidos y los dolientes. Sabemos muy poco acerca del sufrimiento humano que existe en todas partes a nuestro alrededor, y cuando se presente la ocasión, debiéramos estar listos para ayudar de inmediato a los que experimentan graves necesidades (Welfare Ministry, pág. 137).
Cristo predicó el Evangelio a los pobres, pero no limitó su obra a esa clase… No debemos esforzar al máximo todo músculo y nervio espiritual para trabajar por las clases inferiores, y hacer de esa obra nuestra preocupación exclusiva… La obra de buscar a los proscriptos es importante, pero no debe convertirse en la preocupación mayor de nuestra misión (Medical Ministry, pág. 312).
Los grupos sociales influyentes. —Aun los grandes hombres son más fácilmente atraídos por la sencillez del Evangelio que por cualquier otro esfuerzo hecho por el poder humano… Dios obrará por medio del más débil agente humano con tal que esté cargado de su Espíritu (Evangelismo, pág. 360).
Aquellos que pertenecen a las altas esferas de la sociedad han de ser buscados con tierno afecto y consideración fraternal (Id., pág. 356).
Muchos de los que ocupan altos puestos sociales tienen el corazón apenado y enfermo de vanidad. Anhelan una paz que no tienen. En las esferas más elevadas de la sociedad hay quienes tienen hambre y sed de salvación. Muchos recibirían ayuda si los obreros del Señor se acercaran a ellos personalmente, con maneras amables y corazón enternecido por el amor de Cristo (Lecciones Prácticas, pág. 212).
El evangelismo público. —En las ciudades de hoy, donde hay tanto que atrae y agrada, la gente podrá ser alcanzada únicamente mediante esfuerzos no comunes. Los ministros señalados por Dios encontrarán que es necesario desplegar esfuerzos extraordinarios a fin de captar la atención de las multitudes…
Deben dar mensajes de un carácter tan insólito que despierten al pueblo y lo amonesten… Los que hacen la obra del Señor en las ciudades deben realizar un esfuerzo sereno, firme y dedicado para lograr la educación del pueblo. Mientras deben trabajar fervientemente para interesar a los oyentes y para mantener su interés, al mismo tiempo deben guardarse cuidadosamente de todo lo que se aproxime al sensacionalismo. En esta época de extravagancia y de ostentación… los mensajeros elegidos de Dios deben denunciar la falacia de gastar inútilmente los recursos en procura de efecto (Testimonies, tomo 9, págs. 109, 110).
Se necesita dinero para llevar el mensaje de amonestación a las ciudades. A veces es necesario alquilar a gran costo los salones más populares, para que podamos atraer a la gente. Entonces podremos darles la evidencia bíblica de la verdad (Evangelismo, pág. 58).
Se necesitan diversos talentos. —Dios llama no sólo a los ministros, sino a los médicos, las enfermeras, los colportores, las obreras bíblicas y a otros obreros voluntarios consagrados de diversos talentos que tienen conocimiento de la Palabra de Dios y que conocen el poder de su gracia, para que consideren las necesidades de las ciudades que están sin amonestar. El tiempo pasa rápidamente, y queda mucho por hacer. Debe ponerse en movimiento todo recurso para que se aprovechen sabiamente las oportunidades presentes (Id., pág. 533).
Recursos financieros. —Pareciera que los recursos puestos a nuestra disposición no fueran suficientes para la obra, pero si avanzamos por fe, creyendo en el poder de Dios que todo lo puede, se abrirán ante nosotros abundantes recursos. … Si acudimos a la Fuente de todo poder, con nuestras manos de la fe extendidas para recibir, seremos sostenidos en nuestra obra, aun bajo las circunstancias más difíciles, y seremos capacitados para dar a otros el pan de vida (Welfare Ministry, págs. 265, 266).
El pueblo de Dios no ha de avanzar ciegamente en la inversión de medios que no tiene y que no sabe de dónde obtener… Antes de empezar a realizar sus planes, deben consultar con consejeros sabios (Evangelismo, pág. 64).
Sanatorios cerca de las ciudades. —Cerca de todas nuestras grandes ciudades debiéramos tener sanatorios (Medical Ministry, pág. 324).
En cada ciudad hay hombres y mujeres que acudirían a un sanatorio cercano, porque no están en condiciones de ir a uno distante (Id., pág. 325).
Deberes de nuestros obreros voluntarios. — Los sobreveedores espirituales de la iglesia deben idear medios y modos de dar a cada miembro de la iglesia una oportunidad de desempeñar alguna parte en la obra de Dios… Al hacer sus planes, deben dedicar estudio especial a la obra que pueden hacer los miembros laicos en favor de sus amigos y vecinos (Obreros Evangélicos, págs. 364, 365).