El obrero en la causa de Cristo, como su representante, tiene una importantísima labor que desempeñar. No tiene un mayordomo visible que lo esté apurando ni exigiendo más trabajo. Quizá por esta razón algunos sean un poco descuidados y adquieran ciertas costumbres que a la larga se vuelven perjudiciales para ellos y también para la obra. Pero otros en el mismo terreno progresan y triunfan. Todo depende de la actitud que asuma el obrero frente a la responsabilidad. Nuestro texto dice: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.” Si tenemos cuidado de no olvidar los pequeños detalles y vivir muy cerca de Dios por medio de la oración y el estudio de su Palabra, no fracasaremos.
No sólo debemos tener cuidado en las cosas espirituales, sino también en lo que respecta a nuestra salud. Hay que trabajar. Claro está que si tenemos un programa de trabajo, siempre sabremos qué es lo que debemos hacer; pero también es necesario tener sistema y organización. Dios quiere que trabajemos seis días y que reposemos el santo sábado. El trabajo sistemático requiere salud y ésta se conserva mediante un horario ordenado y sistemático para las comidas y el descanso.
Debemos considerar como sagrado cada deber, por muy humilde que sea, por formar parte del servicio de Dios. Nuestra oración cotidiana debiera ser: “Señor, ayúdame a obrar lo mejor que pueda. Enséñame a hacer mejor mi trabajo. Dame energía y alegría. Ayúdame a apropiarme del amante ministerio del Salvador.”
No siempre nos toca trabajar donde todo es gozo y paz. A veces no se nos comprende. Nuestro ministerio no siempre cuenta con la aprobación de todos los hermanos. Es entonces cuando necesitamos sabiduría del cielo para saber cómo conducirnos ante las personas que no obran con buen espíritu, o las que creen que su deber es oponerse a los planes y las actividades del pastor. Escuchemos las siguientes palabras: “Porque a vosotros es concedido por Cristo, no sólo que creáis en él, sino también que padezcáis por él.” No debemos olvidar que el camino por el cual Dios nos guía es el mejor, aunque nos conduzca a través de sufrimientos. Si pudiésemos ver la mano divina que nos guía, no nos quejaríamos por los sufrimientos pues éstos son los instrumentos que usa Dios para conservarnos humildes.
“De todos los dones que el cielo puede conceder a los hombres, la comunión con Cristo en sus padecimientos es la confianza más grande y el más alto honor. Ni Enoc, que fue trasladado al cielo, ni Elías que ascendió en un carro de fuego, fueron mayores o más honrados que Juan el Bautista que murió olvidado en un calabozo.”—“El Deseado de Todas las Gentes” pág. 189.
Sentido de responsabilidad
¿Hemos reflexionado en la responsabilidad que entraña nuestro cargo en la obra? ¿Qué sucederá si nosotros impulsamos todas las actividades en nuestro distrito? En primer lugar, el evangelismo progresará mucho. Las clases bautismales darán un buen número de almas. La recolección avanzará en nuestro campo. Enviaremos un buen número de jóvenes al campamento, cosa que aumentará la espiritualidad de la juventud que, a su vez, inflamará las iglesias con testimonios radiantes de calor espiritual. Al empeñarnos en promover el progreso en nuestro campo, despertaremos el interés y el entusiasmo en otros campos. Muy pronto nos habremos convertido en uno de los obreros más activos no sólo de nuestra propia asociación, sino de todo el país. Y los presidentes siempre buscan esta clase de obreros: hombres a quienes se les pueda dar mayores responsabilidades; hombres que posean un gran sentido del deber. Dios quiere que cada obrero se desarrolle, a fin de poder hacer frente a las necesidades de la obra.
Fe alentadora
“El fiel cumplimiento de los deberes de hoy es la mejor preparación para las pruebas de mañana. No amontonemos los cuidados del mañana, añadiéndolos a las cargas de hoy. ‘Basta al día su afán.’ (Mat. 6:34.) Tengamos confianza y seamos valientes. El desaliento en el servicio de Dios es pecaminoso e irrazonable. Dios conoce todas nuestras necesidades. A la omnipotencia del Rey de reyes, el Dios que guarda alianza con nosotros añade la dulzura y el solícito cuidado del tierno pastor. Su poder es absoluto, y es garantía del seguro cumplimiento de sus promesas para todos los que en él confían. Conoce medios de apartar toda dificultad, para que los que le sirven y que respetan los medios que él emplea, sean confortados. Su amor es muy superior a cualquier otro amor, como el cielo es más alto que la tierra. Vela por sus hijos con amor sin medida y eterno….
“En los días lóbregos, cuando las apariencias parecen estar contra nosotros, tengamos fe en Dios. Él está llevando a cabo sus designios, y haciendo redundar todas las cosas en beneficio de su pueblo. La fuerza de los que le aman y sirven ha de ser renovada día tras día…
“Se necesitan hombres firmes, hombres que no esperen que se les allane el camino, despejándolo de todo obstáculo, hombres que inspiren nuevo entusiasmo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros, hombres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro.
“No penséis nunca haber aprendido bastante, y poder ahora relajaros en vuestros esfuerzos. La mente cultivada es la medida del hombre. Vuestra educación debe proseguirse durante toda vuestra vida; cada día debéis aprender algo y poner en práctica el conocimiento adquirido…
“El Espíritu Santo obra en aquellos que se someten a su influencia, amolda a los que quieren ser amoldados, forma a los que quieren ser formados. Dedicaos a cultivar pensamientos espirituales y a la santa comunión. Habéis visto solamente los primeros rayos de la aurora de su gloria. Conforme se siga conociendo a Dios, veréis que la senda de los justos es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto. (Prov. 4:18.)” (Los párrafos entre comillas están tomados del folleto La Necesidad del Obrero.)
“Ten cuidado de ti mismo, y de la doctrina: persiste en ello, pues haciendo esto, a ti mismo salvarás y a los que te oyeren.”