“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas y las mías me conocen” (Juan 10:14). Sin duda, cada uno de nosotros ambicionamos perfeccionarnos en nuestra rama de trabajos y actividades, y oramos diariamente al Señor para que nos ilumine acerca de la mejor manera de desempeñar nuestras labores.
También es un hecho real que los pastores y obreros evangélicos dedican muchas horas al estudio, a la meditación y a la preparación de sus disertaciones y sermones para poder transmitir a la grey esa fuerza vitalizadora que ha de fortalecer la vida espiritual de las iglesias.
Pero es también un hecho real que muchos obreros evangélicos y pastores no se preocupan demasiado de repasar sus listas de miembros, y si lo hacen, pasan por alto o le ponen una raya a los nombres que no conocen o que saben que se han ido a otro lugar, fuera de su distrito.
“Yo soy el buen pastor y conozco mis ovejas…” Si deseamos imitar el ejemplo de nuestro buen Pastor, también nosotros debemos conocer nuestras ovejas y saber dónde está cada una de ellas para poder salvarlas. Para ello existe un procedimiento muy sencillo, pero desgraciadamente muy descuidado. El pastor u obrero evangélico muy rara vez se acerca al secretario de la iglesia para estudiar con él, primero: los nombres de los miembros que se han ausentado; segundo: los nombres de los hermanos que concurren a su iglesia y que no están registrados en sus libros.
En el primer caso, el obrero debe ayudar al secretario de iglesia a localizar al miembro desaparecido, y una vez ubicado el mismo, tratar de que la iglesia a la cual está asistiendo en ese momento solicite la carta de recomendación, si es que se sabe que permanecerá allí por mucho tiempo. En el segundo caso, el obrero debe hablar con los hermanos nuevos que han venido de otras iglesias para saber si tienen planes de quedarse por algún tiempo, y en tal caso solicitar su carta de recomendación a la iglesia anterior, controlando que el secretario haga esa gestión con prontitud y se obtenga la contestación a la brevedad posible.
Cuando haya diligencia de parte de los obreros por mantener sus listas al día, será fácil ubicar a cada miembro y estar en contacto directo con él y conocer bien sus problemas; se presentan casos en que un pastor dice: “Tengo una iglesia de 300 miembros”. Lamentablemente no conoce a más de 150 y ni siquiera sabe dónde están algunos de los que conoce.
Si cada tres meses el obrero con su secretario de iglesia dedicaran unos momentos a la actualización de las listas de miembros, le resultaría mucho más fácil al secretario confeccionar su informe estadístico trimestral y se sentiría animado por la ayuda del pastor, pues su trabajo en la iglesia resultaría bien hecho; y si todos los obreros de los campos hicieran lo mismo, la obra sabría con más exactitud la cantidad de miembros con que se cuenta realmente.
En algunos lugares el fichero de miembros se parece a un mueble de museo donde se junta el polvo y las tarjetas están amontonadas en una terrible confusión. Si se le pregunta al encargado del fichero por el nombre del hermano “Fulano de Tal”, comienza a desparramar tarjetas sobre la mesa y hasta el piso para tratar de hallar, con la ayuda de la casualidad, la tarjeta del nombrado; y a lo mejor, después de pasarse dos horas llenándose de polvo y transpirando, descubre que “Fulano de Tal” había muerto hacía tres años…
Sin embargo, tengo el agrado de decir que he visto recientemente algunos ficheros de miembros bien organizados y bien llevados, que revelan que tanto el encargado del fichero del campo, como los secretarios de las iglesias y los pastores de las mismas, están en continua actividad, trabajando en armonía, y las cartas de recomendación y de traslado se atienden con toda prontitud. Esto indica que “el buen pastor conoce sus ovejas”.
Si cada pastor o director de distrito se ocupara trimestralmente de sacar una nueva lista en limpio de su feligresía, se daría cuenta más de una vez, que tiene miembros por cuya vida espiritual debería preocuparse en forma especial, cosa que no podrá hacer si no se revisan con frecuencia esas listas. Por otro lado, existen unos formularios que usan los pastores para llevar un registro personal de cada miembro con relación a las distintas ofrendas que mensualmente da o deja de dar, y el hecho de mantener sus listas al día le ayudará también a llevar ese control actualizado, lo que equivale a tomar la temperatura espiritual de cada miembro.
Como dijimos al principio, todos los pastores y obreros evangélicos dedican o deben dedicar un buen tiempo cada día para la meditación y el estudio a fin de preparar buenos manjares espirituales que ofrecerán a los fieles, pero algunos creen que no vale la pena perder tiempo con estadísticas y registros, ni escribiendo cartas de recomendación o realizando cualquier otra actividad que se relaciona con la secretaría, o sea el movimiento de miembros, pues opinan que ese trabajo no corresponde a los ministros, sino a otras personas que no tengan una responsabilidad tan pesada. Pero, mis queridos hermanos pastores y obreros evangélicos, ¿cómo podéis estar seguros de que conocéis a cada una de vuestras ovejas? Y si las conocéis, ¿cómo podéis saber si alguna no está descarriada en los riscos y abismos del pecado, mientras creéis que está segura dentro de vuestro redil? Solamente podréis saber esto con toda exactitud, contando con frecuencia, nombre por nombre, a cada uno de vuestros miembros, en colaboración con vuestros secretarios de iglesia.
Sobre el autor: Secretario – tesorero de la Misión Peruana del Norte.