La conducta de todo ser humano siempre tiene significado. Sus propósitos, y por ende el significado de ellos, pueden ser a veces parcial o totalmente indefinidos, pero siempre hay razones precisas para que la gente actúe como lo hace. La persona que presenta síntomas de trastornos emocionales permite que los que la rodean se den cuenta de que está enferma y perturbada. Su enfermedad es su forma de reaccionar ante los acuciantes problemas que debe enfrentar, que le resultan demasiado dolorosos, intrincados y agobiantes, demasiado cargados de decisiones y desafíos.
El pastor está en situación ideal para descubrir desde el mismo principio los síntomas que a menudo se manifiestan en las personas profundamente perturbadas. Lo ministros religiosos necesitan conocer en cierta medida las características de las enfermedades mentales graves. He aquí tres razones para ello: 1) A fin de descubrir esos desórdenes a partir de sus primeras manifestaciones, cuando la enfermedad es más susceptible de ceder ante un tratamiento eficaz; 2) para impedir que una persona gravemente enferma se dañe a sí misma; y 3) para impedir que le haga daño a los demás.
Uno de los ideales más acariciados por el pastor consiste en aliviar el sufrimiento y permitir que cada persona emplee plenamente los talentos que Dios le ha dado. Si aprende a descubrir los síntomas de las enfermedades mentales, podrá cumplir mejor esos objetivos.
Una encuesta realizada recientemente reveló que las personas profundamente perturbadas acuden en primer lugar a su pastor, antes de confiar sus problemas a un profesional. Este hecho pone al religioso en situación privilegiada para auxiliar a los que padecen conflictos emocionales. El pastor interviene tradicionalmente en los momentos críticos de la vida, tales como el nacimiento de alguien, el casamiento de una pareja, la enfermedad y hasta la muerte de sus feligreses. Posee también el extraordinario privilegio de visitarlos, y a menudo logra establecer una relación basada en la confianza y la familiaridad, que llega a ser de inestimable valor en casos de enfermedad.
Como consejero religioso y dirigente de la congregación, el pastor es a menudo la única persona, fuera de los familiares inmediatos, que posee un conocimiento lo suficientemente profundo del paciente, como para verificar los cambios que se están produciendo en su conducta. Debido a eso, se encuentra en condiciones excepcionales para poder distinguir entre las reacciones de una persona normal sometida a presiones, y las profundas alteraciones que se observan cuando se produce una grave enfermedad mental. Esto no significa que al pastor le corresponde dar un diagnóstico en el caso de perturbaciones mentales, pues ésa es responsabilidad del médico. Lo que queremos decir sencillamente es que el pastor inteligente puede ser muy útil, ya que sería capaz de descubrir a tiempo los síntomas de una enfermedad mental grave, y cumplir así una importante función al ayudar a esos pacientes para que reciban oportunamente el tratamiento psiquiátrico que necesitan, con la esperanza de que puedan llegar a la recuperación total.
Diversas causas de las enfermedades mentales
Es imposible señalar una sola causa que explique las enfermedades mentales graves. En relación con este tema se han hecho estudios para aumentar el conocimiento relativo a estas enfermedades. En resumen, en la actualidad se considera que las enfermedades mentales son un conjunto de reacciones complejas provocadas en algunas personas por las circunstancias de la vida, y que se manifiestan cuando se cumplen ciertas condiciones. Por lo general se revelan en esas personas, de distintas maneras, actitudes irracionales e inadecuadas.
Estos cambios pueden producirse en el organismo, en la mente o en la relación del individuo con otras personas. Pueden ser provocados por circunstancias comunes, tales como el nacimiento normal de un hijo o un simple cambio de trabajo. Pero también los pueden producir hechos más graves, como el repentino fallecimiento del cónyuge o las alteraciones físicas o sociales producidas por la edad. Sabemos que todas las personas reaccionan de manera diferente frente a los cambios bruscos y las presiones de la vida.
Cualquiera sea la causa de las presiones y la capacidad del individuo para hacerles frente, en ciertas ocasiones éstas resultan abrumadoras. En ese lamentable caso tal vez la persona no dé marcha atrás; en cambio, se quebrantará, y entonces su forma de conducirse puede sufrir graves alteraciones. Aunque las causas de las enfermedades mentales son muy complejas, a menudo la manera de reaccionar ante las presiones que acabamos de mencionar desemboca en una enfermedad mental grave o psicosis.
Hasta las perturbaciones más fantásticas como, por ejemplo, el huir totalmente de la realidad, o las ideas irracionales del enfermo mental son, en cierto sentido, profundamente significativas. La distorsión de las ideas y los actos que se observan en los enfermos mentales cumplen un propósito. Son el intento desesperado del paciente por resolver sus problemas y conflictos internos. Es importante recordar que las causas de esos síntomas inusitados son muy profundas. Como lo dijimos al comienzo de este artículo, la conducta de todos los seres humanos tiene significado, aunque en algunos casos éstos resulten total o parcialmente indefinidos.
Debido al carácter singular de las relaciones que mantiene con muchas personas, el pastor debería tratar especialmente de adquirir experiencia en el arte de descubrir los síntomas de una enfermedad mental grave. Hay ocasiones cuando la presión interna, la confusión, la desubicación, la agitación, el aislamiento, la depresión profunda y el desamparo que la persona siente, bastan para menoscabar su capacidad habitual. Tiene la impresión de que los problemas cotidianos son demasiado grandes para él. Le resulta sumamente difícil comunicarse con los miembros de su familia y con sus amigos, y sus tareas cotidianas constituyen una carga muy pesada, por lo que tiende a huir de la realidad.
Es necesario descubrir los síntomas
Cuando la persona se siente tan abrumada por las exigencias de la vida diaria que comienza a vivir en un mundo propio, entonces ha contraído una grave enfermedad mental llamada psicosis. El pastor de experiencia descubrirá inmediatamente esos síntomas, y dará los pasos necesarios para que el paciente reciba la ayuda profesional que necesita.
Hay diversos síntomas bien definidos que delatan la psicosis y el comportamiento psicótico. El pastor debería estar familiarizado con esos síntomas. Uno o varios de ellos pueden ser la voz de alarma en un caso determinado.
1.Se producen cambios drásticos en la conducta de la persona. Este síntoma se puede notar, por ejemplo, en un individuo que siempre ha sido serio y respetable miembro de su comunidad. Aunque los desórdenes mentales a menudo son el resultado de un deterioro relativamente lento y progresivo de las funciones psíquicas, 13 persona a la que nos referimos puede convertirse de repente en un individuo pendenciero y trasnochador, o puede llegar a relacionarse con gente con la cual en lo pasado no habría tenido el más mínimo contacto.
Puede manifestar un antagonismo persistente o, por el contrario, una felicidad inusitada sin razones aparentes. En la mayor parte de los casos, la persona no se da cuenta de sus repentinos cambios de conducta.
2.Padece de extraños periodos de confusión o pérdida de memoria. Todos nosotros pasamos por fugaces momentos de amnesia, cuando no podemos recordar el día de la semana o el nombre de un amigo. Pero la persona psicótica suele olvidar con frecuencia quién es, su estado civil, o en qué día o mes vive. Le puede incluso resultar difícil recordar dónde se encuentra y dónde estuvo pocos días atrás.
3.El enfermo mental puede sospechar que la gente conspira contra él o puede imaginar grandezas acerca de su persona. Piensa que sus compañeros de trabajo están conspirando para que lo despidan, y sus ideas infundadas lo tornan agresivo con ellos. Puede llegar a creer que incluso personas desconocidas están en contra de él. Otra señal de perturbación podría ser considerarse un importante dirigente religioso o político. En las primeras etapas de ciertas enfermedades mentales la persona se vuelve muy sensible, cree que la espían y que el vecindario habla constantemente mal de ella.
4.Puede hablar consigo mismo y oír voces. Ocasionalmente, mucha gente habla sola y en voz baja. Esto es normal. Pero el psicótico puede hablar consigo mismo en voz alta, aunque esté rodeado de mucha gente. Con toda sinceridad cree que está respondiendo a una voz que le habla sólo a él.
5. Puede ver visiones, percibir olores extraños o sabores peculiares. Estos síntomas están relacionados generalmente con los cinco sentidos. El enfermo mental puede experimentar reacciones irracionales en respuesta a las sensaciones que le transmiten sus sentidos.
6. Puede quejarse de cambios corporales imposibles. Puede creer, por ejemplo, que su corazón ha dejado de latir, o que padece de una rara enfermedad fatal. Estas perturbaciones son tan reales para él que lo inducen a visitar al médico con frecuencia.
7. Puede sentir la necesidad de repetir muchas veces los mismos actos, o sentirse acosado por pensamientos o presagios muy funestos. Puede sentir un temor tan morboso por los gérmenes, por ejemplo, que se sienta impulsado a repetir infinidad de veces los mismos actos, como lavarse las manos cada vez que toca un libro, un picaporte, dinero o cualquier objeto que haya sido tocado por otra persona. O puede estar dominado por el terrible temor de que le va a hacer daño a algún miembro de su familia.
8. Puede estar muy deprimido. Casi todos nosotros, en algún momento, nos sentimos tristes o desanimados. Son reacciones normales, que a menudo se manifiestan después que hemos sufrido alguna pérdida. El pastor a menudo tiene que enfrentar esos períodos normales de desánimo al ayudar a la gente que ha perdido algún ser amado. Pero hay otras personas deprimidas cuyos casos no son normales, pues están gravemente enfermas. Su personalidad está mucho más profunda y gravemente quebrantada. Se sienten sumamente indignas y solitarias, al punto de perder la esperanza y pensar en el suicidio.
9. Su conducta puede tornarse peligrosa. Un enfermo mental puede decidir causar daño a otra persona que, en su opinión, lo está persiguiendo. La persona que padece de un trastorno mental es capaz de relatar una historia convincente acerca de los malos tratos de que alguien la hace objeto, aunque se le asegure una y otra vez que esa persona no le está haciendo nada ni está en condiciones de hacerlo tampoco.
Muchos pastores, al leer esta lista de síntomas, podrán recordar sin duda a algunos miembros de su congregación que manifiestan o han manifestado uno o más de ellos. Cuando aumentan en intensidad o cuando se combinan súbitamente con otros síntomas o con algunos problemas de tipo social, ha llegado el momento en que el pastor debe preocuparse. En tal caso, debe procurar, en primer lugar, el consejo de personas expertas.
No es tarea del pastor, repetimos, dar un diagnóstico ni mucho menos discutir con alguien los presuntos síntomas de psicosis que podría presentar uno de sus feligreses. Cuando esa persona ya ha ‘‘perdido todo contacto con la realidad”, se requiere atención psiquiátrica adecuada para ayudarle a retomar contacto con las personas que la rodean, y debería acudirse al tratamiento profesional. Recuérdese que a menudo los familiares del enfermo no están en condiciones de evaluar la situación, y el pastor debería cuidar de no socavar el prestigio y la influencia del profesional que va a tomar cartas en el asunto.
Cuando el pastor descubre que uno de sus feligreses presenta alguno de los síntomas ya mencionados, debe hablar con la persona más allegada al paciente, por lo general un miembro de la familia. El pastor debería tratar de convencer a ese pariente que el tratamiento psiquiátrico es lo que corresponde en ese caso.
La enfermedad mental debe ser aceptada
Con frecuencia —y eso es comprensible—, a ese familiar le va a resultar difícil aceptar que uno de sus allegados es enfermo mental. Lo considera una desgracia, porque se sigue creyendo que las enfermedades mentales son vergonzosas.
En algunos casos los parientes querrán negar la existencia de una enfermedad mental en el seno de la familia porque temen ser culpables de la dolencia que aqueja a su ser amado. Sin embargo, al comprender las razones ocultas que les impiden aceptar esa realidad, el pastor puede ser muy útil para ayudarles a entender la necesidad de que el enfermo reciba atención profesional. En muchos casos, incluso después que la familia ha aceptado esa necesidad, pueden pedirle al pastor que comente directamente con el enfermo la posibilidad de ese tratamiento. Tal vez los miembros de la familia estén demasiado afectados para poder atender con eficiencia este importante asunto.
Siempre es preferible ser honrado con el enfermo al referirse a su dolencia o al lugar donde recibirá la debida atención. Conviene recordar que algún día se recuperará y estará listo para continuar asistiendo a la iglesia. Si el pastor es digno de confianza, hay más probabilidades de que el enfermo desee reanudar después su relación con la iglesia, debido a su aprecio por la sinceridad y la discreción con que ha sido tratado.
El número de personas mentalmente perturbadas aumenta rápidamente cada día. Vivimos en una época de tremendas presiones. El pastor que desea ejercer su ministerio con eficacia hará todo lo posible para fortalecer y aumentar sus habilidades a fin de ayudar a los que pasan por momentos difíciles.
Sobre el autor: El pastor Tomás P. Ipes está terminando flus estudios en el Seminario Teológico Lancaster, para obtener el doctorado en psicología y religión