EL CICLO BIOLOGICO que siguen todos los seres es: nacer, crecer, madurar y morir. Sin embargo, muchos individuos nacen, crecen y mueren sin haber logrado la madurez total. Cuando esto sucede, el individuo no logra “calidad” sino sólo “cantidad” de vida.[1] Este fenómeno es particularmente notorio -y muy frecuente entre los pastores.

  Esta declaración requiere una explicación. Un porcentaje superior al 60% de los pastores adventistas proceden de clases sociales que están por debajo de la clase media. Muchos vienen de hogares humildes, y con grandes sacrificios se educaron para servir al Señor en el ministerio. Una carrera meteórica los lleva a pastorear iglesias grandes, a puestos administrativos o, lo que es muy común, a trabajar como evangelizadores.

  Este progreso meteórico los conduce a cruzar varios estratos sociales, a veces económicos, sin establecerse en cada uno de ellos. A esto debemos agregar que su infancia en un hogar humilde, aunque normal, a menudo adolece de enriquecimiento psicosocial. Cuando una persona tiene que restablecerse continuamente, social y psíquicamente en nuevos estratos por lo general no logra desarrollarse armoniosamente en todas las áreas de su personalidad. El resultado es un alto grado de estrés (distrés) que automáticamente afecta su nivel óptimo de funcionamiento en alguna o algunas áreas de la persona. La madurez emocional se ve afectada muy a menudo.

  En este artículo trataremos de llegar a un consenso acerca de qué es y qué significa la madurez emocional. Luego intentaremos describir cómo lograrla. En el transcurso de este artículo, el pastor también podrá comprender el impacto abarcante y patológico (enfermizo) que una persona inmadura tiene en la “calidad” de su vida, y cómo afecta a los que lo rodean. El mayor impacto, y que afecta a veces permanentemente a otros, ocurre cuando una o dos personas inmaduras se casan y transmiten la inmadurez a sus hijos. Siendo que el pastor entra en contacto con muchas personas con este problema, creemos que este artículo será de mucha ayuda para aconsejar a su iglesia.

¿Qué es y qué significa la madurez?

  Empezaremos por definir los términos que sirven de base a este artículo. Veamos primero qué es la madurez emocional. Madurez emocional es el “estado o condición en que se alcanza el nivel de desarrollo emocional de una persona adulta y por lo tanto ya no se presentan patrones emocionales propios de los niños”. 2

 Al describir la madurez emocional, a menudo la confundimos con control emocional. Muchos individuos siguen experimentando las mismas emociones que sentían cuando eran niños (no han madurado), pero las suprimen o controlan mejor que otros. Esto es particularmente cierto cuando esta persona se está asociando con otras con las que no tiene confianza, sea porque son sus superiores o porque son mayores que ella. Esta conducta no refleja necesariamente madurez emocional. Esto es, más bien, control emocional. Esto es practicado bajo el nombre de disciplina por muchos pastores. El control emocional es solamente un paso hacia la madurez emocional.

 Por otro lado, se dice que tiene estabilidad emocional el individuo que es capaz de mantener su estado de ánimo, de controlar la influencia exagerada de las emociones. Esta cualidad es un prerrequisito en un pastor de éxito. Esta persona mantiene un nivel emocional; aunque esto no es garantía de que mantiene el nivel de madurez que es aceptable o apropiado para su edad.

 Esto nos lleva al otro extremo: a definir qué es lo opuesto a madurez emocional. Lógicamente, lo opuesto es inmadurez emocional. El Dictionary of Psychology [Diccionario de Psicología], la describe como “la tendencia a presentar reacciones emocionales que son inapropiadas para nuestra edad.2 En el lenguaje lego se utiliza a menudo para referirse a una persona que está mal ajustada. Esta cualidad negativa se ve en el pastor que controla a su iglesia con autoridad (compensando su falta de madurez) y de un modo inflexible.

La madurez se experimenta en varias áreas

  Pero la madurez en el ser humano implica mucho más que el haber alcanzado madurez celular, orgánica o física, como es el caso en biología. Tampoco se limita a haber alcanzado la condición de adulto totalmente desarrollado. Cuando hablamos de madurez nos referimos al desarrollo de todo el individuo, en todas las áreas que le dan forma al hombre completo, total.3 Veamos algunas de esas áreas:

    Madurez cronológica. Se refiere al desarrollo total del cuerpo y sus componentes, y tradicionalmente se mide con la edad de la persona, empezando con el nacimiento hasta la edad en que se ha alcanzado la forma adulta. A esto le sigue la madurez emocional, cuya definición ya discutimos anteriormente. Luego viene la madurez intelectual, que se logra al alcanzar un estado adulto de desarrollo intelectual; manifestado por medio de la sabiduría y un alto grado de buen juicio en el manejo de la conducta.2 Finalmente debemos mencionar la madurez educacional, que es el grado de “educación formal” alcanzado por un individuo. En los niños se denomina “edad educacional”, y se mide por el grado o curso en el cual él califica cuando es medido por medio del SAT, standardizad achievement tests [exámenes normalizados de logros], que son evaluados en unidades de edad.6 Pero en el adulto lo medimos por la forma en que se conduce y participa en su interacción con los demás. Es algo así como una mezcla de la educación formal que obtenemos en la escuela y la enculturación * que adquirimos, generalmente por medio de nuestros padres y familiares cercanos.

  También debemos tener cuidado de no apresurar la madurez, particularmente en los niños. La escritora E. G. de White dijo: “No se debería forzar en los niños el desarrollo de una madurez precoz, sino que debería tratar de conservar, tanto tiempo como fuera posible, la frescura y la gracia de sus primeros años’’.4

  Es prudente aclarar, que aunque la crianza tiene una influencia valiosa en la calidad y cantidad de madurez emocional que adquirimos, hay otros factores que también ejercen su influencia. De entre ellos se destacan deficiencias genéticas que trae el individuo en el momento de nacer, enfermedades adquiridas en el transcurso de la vida, y algunos tipos de desórdenes del carácter que limitan la madurez emocional del individuo, aun cuando viva en un ambiente familiar y social saludable. 5

  Otro factor que puede jugar un papel tanto positivo como negativo es que los pastores son trasladados por lo menos una vez cada cinco años. Estos cambios, cuando son a lugares más desarrollados, contribuyen al desarrollo psicosocial de los hijos. Pero aun así pueden tener un impacto negativo en el desarrollo emocional del niño, particularmente durante los críticos años del jardín de infantes al segundo año del segundo ciclo. Esa sensación de no poder “echar raíces’’, ese temor a desarrollar amistades especiales, para evitar el dolor de la separación, puede crear una sensación de aislamiento en el niño o la niña. Cuando esto sucede el niño puede adoptar una actitud rebelde, que en términos psicológicos se denomina conducta oposicional (opposional behavior). Este fenómeno le dio el nombre al síndrome del “hijo de pastor’’.** La otra reacción es que el niño o niña toma una actitud demasiado “introvertida’’,que no es más que una reacción autística para defenderse del ambiente tan cambiante e inestable.

La crianza en el hogar es determinante en la formación y la madurez que alcanzará la persona

  De todas las criaturas que pertenecen al reino animal, el ser humano es el que más años depende de su padre o sustitutos. Mientras que algunos animales se independizan casi desde el momento en que nacen, al hombre le lleva de nueve a doce años alcanzar la edad en la que podría existir por sí mismo; y aun a esta edad muchos no sobrevivirían.

  Esta prolongada dependencia de los padres que se extiende a los años que siguen hasta completar nuestros años formativos, hace al ser humano muy susceptible a la influencia de sus padres y del ambiente, no sólo en su madurez emocional sino en otras áreas de la vida. Cuando los padres son demasiado dominantes -o los niños demasiado dependientes- ese niño o niña crece y madura físicamente, pero emocionalmente lo hace en forma más lenta. Algunos se detienen a medio camino y nunca terminan de madurar. En el decir lego se los describe como personas que “se pudren pero no maduran” emocionalmente.

  Esto no tendría gran trascendencia si no afectara a nadie más. Pero según maduran físicamente entran en contacto con otras personas en la escuela, en el trabajo, y finalmente se enamoran y se casan. Biológica, social e intelectualmente tienen los mismos deseos y necesidades que los demás (ej.: casarse) pero no tienen la madurez emocional para funcionar y asumir todas las responsabilidades de ese importante papel. Las estadísticas nos dicen que una gran cantidad de divorcios, problemas matrimoniales, hijos problematizados, adictos a las drogas y alcohólicos proceden de hogares donde uno o ambos padres son emocionalmente inmaduros, o no maduraron lo suficiente como para asumir las responsabilidades que vienen con la madurez. Este déficit psicológico, desafortunadamente se reproduce o refleja en los hijos como resultado de la herencia o impacto ambiental.

  Siendo que la familia es la unidad biológica social donde se forma el individuo, vamos a considerar la madurez dentro del contexto de esa unidad social. Toda familia experimenta crisis; el grado de fortaleza que posean sus miembros decidirá cómo encararán el problema y si sobrevivirán al incidente como una sola familia. ¿Qué hace a una familia vulnerable y qué la hace fuerte para resistir estas crisis? Goldstein y Giddings nos dan una buena explicación: “Una familia a prueba de crisis debe llegar a un acuerdo con respecto al papel de cada miembro; debe proveer medios para la satisfacción de las necesidades emocionales y físicas de todos sus miembros; y también debe tener blancos por los que la familia trabaje colectivamente”.5

  Cuando una familia posee todos estos atributos está organizada adecuadamente y posee los recursos necesarios para enfrentar las crisis. Pero notemos que uno de los requisitos indispensables es que se pueda proveer para satisfacer las necesidades emocionales de cada miembro de la familia. Esto nos ayuda a ver el impacto que un cónyuge inmaduro puede tener en el futuro de la familia. Si no pueden satisfacer sus propias necesidades emocionales, tampoco pueden satisfacer las necesidades de los demás.

  Muchos pastores asumen una conducta apropiada en el trabajo y en su interacción con los demás (conducta overt), pero su casa se convierte en la válvula de escape de su falta de

madurez para enfrentarse y vérselas con los eventos de la vida (conducta covert) La explicación y racionalización podría ser: “Afuera tengo que aprender a controlarme, de lo contrario pierdo mi trabajo o mis amigos”. Nuestra respuesta es: ¿Y no podría hacer un esfuerzo más (asumir una conducta madura) y conducirse así también en el hogar? En algunos casos ocurre lo opuesto, es afuera donde se conducen mal. Un buen número de personas que llegan a nuestra clínica están destruyendo su hogar o ya perdieron a su familia por su falta de madurez. Una palabra de aclaración: No todas las personas que se conducen así lo hacen por falta de madurez. Los problemas médicos (ej.: anemia) o los problemas psicológicos (depresión, ansiedad, etc.) pueden, entre otros, ser los factores precipitantes de esa aparente “falta de control y madurez”.6 Pero quizás el problema más frecuente sea el estrés, cuando ha llegado a niveles patológicos (distrés). Esto es particularmente cierto en los pastores. Las consecuencias de esta delicada situación no siempre se ven inmediatamente. Los estudios realizados para establecer la causa de los desajustes emocionales y sociales de los hijos de pastores muestran que, en la gran mayoría, sus problemas tuvieron origen en su hogar: un pastor estresado por las presiones, causa resultante de una carrera meteórica, y obsesionado por alcanzar sus blancos, y una esposa con la responsabilidad de llevar sobre sus hombros la mayor parte de la crianza de los hijos.

¿Cómo lograr una madurez apropiada?

  Para poner en perspectiva el concepto expresado en el párrafo anterior describiremos brevemente el proceso de madurez. La madurez de muchos individuos fue diseñada por la herencia, la crianza, el ambiente y las oportunidades que les ofreció la vida. Cuando el niño nace, los padres empiezan a influir sobre su formación y están echando las bases de la madurez que adquirirá. Padres maduros, comprensivos, razonables, ayudarán al desarrollo normal de sus hijos, y terminarán pasando a ellos la herencia de una madurez limitada.7 En psicología social este fenómeno se denomina “impacto ambiental”. La madurez emocional, en muchos aspectos, es idéntica al concepto de buena salud mental: un estado ideal por el cual trabajamos y nos esforzamos por lograr algo.

  Pero ¿qué puedo hacer yo como adulto para mejorar mi madurez emocional? Es la pregunta que seguramente se harán muchos pastores que lean este artículo. Primero debemos establecer si en verdad hemos madurado al nivel que la sociedad en que vivimos considera “aceptable”.*** Esto se puede medir con el instrumento que el lector encontrará al final de este artículo. Este instrumento lo utiliza el autor de este artículo como protocolo clínico para ayudar a los pacientes que vienen buscando ayuda para mejorar en las áreas de madurez emocional en que se sienten deficientes.

  Después de establecer cuáles son las áreas en las que tenemos deficiencias, estamos en condiciones de decidir lo que necesitamos hacer para mejorar. Si al tomar este examen usted muestra estar muy inmaduro, posiblemente requiera atención de un consejero o psicólogo. Pero si su madurez no está muy retrazada, usted puede identificar las áreas deficientes y proponerse mejorar. Si se le hace difícil cambiar, por lo menos debe ser consciente de sus limitaciones para que no afecten la vida de otras personas. Recuerde que sus derechos terminan donde comienzan los derechos de los demás. Es claro que esta premisa también trabaja en sentido inverso, para protección de los derechos ajenos.

  Podríamos decir que una vez que hemos vivido las primeras tres etapas de la vida que describimos en el gráfico, nuestra mayor tarea es desvinculamos, desprendemos del innerparents7 que ha quedado grabado en nuestra vida y desarrollamos hasta convertirnos en nosotros mismos. Con esto quiero decir que la madurez emocional se logra cuando aplicamos la influencia positiva que recibimos durante los años formativos y empezamos a desarrollar nuestro propio sistema de valores, a crecer dentro de nosotros mismos. En parte, el individuo maduro es el que puede hacer la decisión correcta sobre cuáles influencias debe descartar y cuáles adquirir.10 Otra cualidad valiosa de la madurez emocional es cumplir con nuestras obligaciones y responsabilidades sin tener que esperar la orden o la palabra de estímulo.6

Madurez emocional y madurez espiritual

  En la experiencia religiosa de un individuo, su madurez espiritual comienza en “la niñez espiritual’’; a saber, cuando ya es consciente y acepta el mensaje de salvación. Este fenómeno, que ocurre lugar en un instante, se llama justificación. De allí en adelante sigue madurando por medio del crecimiento espiritual mientras sigue mejorando su relación personal con el Señor. Este proceso, que dura toda la vida, se denomina santificación. Aquellos que logran mantenerse en ese camino de constante superación, recibirán, al fin de la jornada de esta vida, la glorificación. Podríamos decir que la madurez emocional, como la madurez espiritual, no es un blanco por el cual trabajamos hasta llegar a él. Más bien es como el proceso de la santificación: un blanco hacia el cual nos dirigimos y por el cual trabajamos toda la vida. Siempre hay aspectos o áreas de nuestra vida en los que necesitamos madurar para que armonicen con los demás aspectos de nuestro crecimiento. La conducta de un adulto, que es aceptable a los 25 años, requiere ciertas modificaciones para ser aceptable a los 35, 45 ó 60 años.

  Cuando un ser humano acepta el poder redentor de Jesús, adquiere una razón valiosa que lo motiva a mejorar su relación con Dios día tras día. En el proceso mejora su conducta, transforma sus hábitos y refina el carácter. En otras palabras, “madura espiritualmente”, y los frutos se manifiestan en una madurez emocional que todos pueden notar. Amigo lector, muy apreciado pastor y colega, lo invitamos a seguir el consejo que damos a todos los cristianos que llegan a nuestra oficina. De rodillas presente su vida al Señor. Ponga delante de El su madurez emocional y su madurez espiritual. Pídale que lo ayude a mejorarlas diariamente. Haga un inventario de las victorias y derrotas que experimenta, al final de cada día. Arrodíllese nuevamente y pídale el poder, la fortaleza para seguir adelante, rumbo “a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.11 Hágase el propósito de superarse, de cambiar en las áreas del examen en que muestre deficiencias.

  Si usted convierte esta actividad en una devoción diaria, podemos anticiparle que irá mejorando de día en día y nunca se estancará su madurez. Sus hijos, su esposa o esposo, sus amigos, y especialmente sus feligreses se lo agradecerán. Pero lo que es más importante, por la gracia sanadora de Cristo Jesús, usted llegará al fin de la jornada de esta vida, la vida eterna, que Dios tiene reservada como un don para todos los hombres y mujeres de fe. ¡Qué maravilloso espectáculo será ver en el cielo a un pastor de éxito rodeado de su esposa e hijos y cientos de estrellas que representan a las almas que tocó con su dedicación espiritual y madurez emocional! Quizás a eso se refería el profeta cuando dijo que brillaríamos “como estrellas, a perpetua eternidad’.12

Sobre los autores: José A. Fuentes es doctor y profesor de medicina preventiva de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de LomaLinda- California- Estados Unidos.

Gerald Fuentes es pastor asociado de la Iglesia Hispana Central de Los Angeles- California- Estados Unidos.


Referencias:

[1] . A. Fuentes, Guía de clase, Principies of Health Counseling (School of Health, Loma Linda University, 1982)