Consejos para maximizar la eficacia de tu ministerio
Inicié mis estudios en la Facultad de Teología con apenas 17 años. Desde el principio, soñaba con ser pastor de grandes iglesias. Ese deseo persistió durante todo el período de la graduación y los primeros años de mi ministerio. Sin embargo, los desafíos y las realidades de las demandas pastorales durante los primeros años me hicieron abandonar ese ideal.
Sin embargo, parece que el sueño dejado de lado era justamente lo que Dios había planificado para mí, porque después de once años de ministerio y los siguientes veinte años, tuve la oportunidad, y el privilegio, de pastorear cuatro grandes iglesias.
Durante ese período, aprendí algunos “secretos” que me ayudaron en el ejercicio del ministerio, y que me gustaría compartir con ustedes. Son simples, eficaces, y se aplican a cualquier realidad de distrito.
Comunión con dios
Ser pastor no es una tarea meramente humana. Si se olvida esta verdad, existe el riesgo de fracasar completamente. Tener una relación diaria con Dios al inicio de cada día es esencial para el desempeño de nuestra vocación. Si no es la prioridad del día, termina olvidándose, en medio de tantas tareas que necesitan ser realizadas.
Visitación
El plan de visitación no puede ser dejado de lado, incluso en las grandes iglesias y los grandes centros urbanos. Al llegar a un nuevo distrito, yo intentaba visitar, ya en las primeras semanas, al mayor número posible de dirigentes y miembros de las congregaciones. Con el transcurso de mi ministerio, percibí que durante ese período la búsqueda del pastor por parte de la hermandad y los problemas para solucionar ocurren con menor frecuencia.
Después, yo planificaba visitas cada semana, e intentaba estar presente en momentos específicos de las necesidades de los miembros de mis iglesias: enfermedad, fallecimiento de algún familiar, nacimientos, etc.
Púlpito
Organizar los cultos y planificar las programaciones son grandes desafíos, especialmente en las grandes congregaciones; ya sea por la cantidad de personas que frecuentan esas iglesias o por el perfil de los adoradores. Esa área debe merecer –siempre– atención especial. Necesité dedicar muchas horas a la preparación de sermones, ¡pues hubo ocasiones en las que tuve que predicar tres sermones nuevos en una semana! Tener un calendario de púlpito anual y presentar temas en serie son excelentes recursos.
Relaciones
Dependiendo del tamaño de la iglesia o del distrito, se corre el riesgo de que las relaciones sean impersonales. Para intentar disminuir esa tendencia, yo buscaba conocer el nombre de la mayoría de los miembros de cada iglesia, de los niños y de quienes nos visitaban en cada reunión. Llamar a alguien por su nombre es algo que todos aprecian. Intenta relacionarte bien con los jóvenes, los adolescentes y los niños; los padres se ponen felices al percibir que sus hijos son bien atendidos por el pastor de la iglesia.
Trabajo en equipo
Al reunirme con los líderes de una nueva iglesia, me gustaba enfatizar que estaba allí para trabajar en sociedad estratégica con ellos. Además de esto, cuando el pastor se encuentra con una iglesia numerosa, considerando el hecho de que la Junta Directiva de una congregación grande puede fácilmente superar los cincuenta miembros, es provechoso trabajar con pequeñas subcomisiones de las diferentes áreas o departamentos, que pueden someter sus propuestas a la Junta de Iglesia, facilitando el trabajo administrativo.
Objetivo evangelizador
El tiempo y la energía que se emplean para mantener una iglesia en actividad pueden hacer que fácilmente se pierda el foco evangelizador. Para que eso no ocurra, es necesario que el pastor sea responsable por mantener el sentido misionero en forma constante delante de la iglesia. Entrenamiento evangelizador, iniciativas misioneras, Grupos pequeños y acciones sociales son algunas de las actividades en las cuales los miembros se sienten bien al involucrarse. Las iglesias pueden, además, patrocinar el envío de jóvenes como misioneros. En 2009, la iglesia que me tocaba pastorear envió a una joven a Cabo Verde, y la mantuvo allí por un año, realizando proyectos evangelizadores.
Pastorear iglesias representa un desafío proporcional al tamaño que tengan. En toda y cualquier situación, la convivencia con la realidad congregacional es una óptima oportunidad para perfeccionar y preparar al pastor para las demandas cada vez más complejas del ministerio.
Sobre el autor: Secretario ministerial de la Asociación Paulistana.