Fundamentos para un asesoramiento efectivo
Entre los diversos deberes del ministerio pastoral se encuentra la actividad de la consejería. Sin embargo, debido al número de tareas, prioridades y posibles limitaciones en cuanto a formación académica o aptitudes personales, es habitual que algunos ministros se sientan incómodos desempeñando esta función. Además, el asesoramiento puede suponer una carga adicional de estrés y ansiedad.
Por otra parte, los miembros de la iglesia suelen considerar al ministro como la primera fuente de ayuda o apoyo, incluso en asuntos en los que el pastor no tiene conocimientos especializados. En estas circunstancias, la palabra del ministro adquiere una autoridad que puede causar malestar a algunos, sobre todo cuando los pastores se enfrentan a problemas similares a los de los miembros que debe cuidar.
Buenos consejos
Según el sentido común, un consejero es alguien especializado en ofrecer orientación y consejo. De acuerdo con esto, la primera cuestión aborda el contenido de un consejo eficaz. La Biblia dice: “Los que desprecian el consejo buscan problemas; los que respetan un mandato tendrán éxito. La instrucción de los sabios es como una fuente que da vida; los que la aceptan evitan las trampas de la muerte” (Prov. 13:13, 14, NTV).
Un buen consejero no manipula a las personas para que hagan lo que él cree que es correcto, sino que comparte información para que puedan construir sus propias convicciones y cambiar comportamientos perjudiciales, respetando su capacidad de elegir y fomentando el desarrollo de la autonomía. El asesoramiento pretende aportar datos para tomar decisiones con conocimiento de causa, no limitarse a dar instrucciones sobre lo que hay que hacer. En este sentido, la consejería es un proceso educativo (transmisión de información), focal (centrado en un tema concreto), breve (comparado con un proceso terapéutico) y directivo (teniendo en cuenta el papel del consejero).
Psicología y religión
La relación entre la psicología y la religión dista mucho de ser unánime. Dentro de la psicología, hay diversas perspectivas sobre la religión. Algunos adoptan una visión más negativa, considerándola como una fuente de trastornos (como Freud y Ellis). Otros son más equilibrados y reconocen influencias tanto positivas como negativas (como William James, Erickson y Yalom). También hay quienes adoptan una visión más positiva (como Adler), mientras que algunos creen que la religión desempeña un papel central en el proceso terapéutico (como Jung y Frankl). Un ejemplo curioso es el de Irvin Yalom, quien, a pesar de ser ateo, recibió un premio por sus contribuciones a la psiquiatría y la religión en 2001, lo que generó cierto malestar entre los profesionales religiosos de Estados Unidos.[1]
Por otro lado, dentro de la teología también existe cierta desconfianza hacia el trabajo de los psicólogos y sus presupuestos. Aun así, hay una tendencia creciente a la apropiación del conocimiento producido por la psicología por parte de los teólogos, cuyos riesgos son: la psicologización de la religión, priorizando al individuo y su subjetividad; el relativismo en las definiciones doctrinales, valores y normas; la transformación de la religión en un órgano de autoayuda; la disminución del papel de la religión en la formación del individuo; las distorsiones teológicas y hermenéuticas; y la confusión del papel desempeñado por el líder espiritual.
Aunque hay razones para distanciarse, también es válido considerar sus similitudes. Ambas disciplinas ofrecen instrucciones y sugerencias concretas para planificar la vida desde distintas perspectivas interpretativas. La religión es un fenómeno que interesa a los psicólogos, ya que la experiencia religiosa influye en el comportamiento de las personas. El filósofo y psicólogo estadounidense William James sugirió que la religión debía estudiarse a partir de sus resultados en el practicante, no de la teología que la sustenta.[2]
Por el lado religioso, el desarrollo del conocimiento psicológico ha influido en la construcción de modelos de consejería que tienen en cuenta los descubrimientos sobre el comportamiento humano, las actitudes y las técnicas de gestión terapéutica, dando lugar al desarrollo de modelos integradores[3] de consejería pastoral.
Asesoramiento pastoral
Cuando se trata de la consejería proporcionada por el pastor (también conocida como asesoramiento pastoral o consejería bíblica), se plantea la cuestión de su alcance, y es necesario definir lo que es específico de la actividad del pastor en este contexto y lo que la diferencia de otros profesionales que la practican.
En primer lugar, el pastor necesita prepararse para el papel de consejero, que requiere un cierto nivel de preparación emocional debido a la tensión mental que implica. En este sentido, puede recurrir a los servicios de un psicólogo, del mismo modo que puede necesitar este apoyo si atraviesa dificultades emocionales relacionadas con su vida profesional, personal o familiar. Ser un consejero no excluye la posibilidad de necesitar ayuda especializada para afrontar los problemas propios.
Un segundo aspecto se refiere a la diferenciación entre la consejería pastoral y la terapia psicológica ofrecida a personas religiosas.[4] Un psicólogo que trata a una persona religiosa tendrá que prestar atención a este aspecto de la vida de su paciente, especialmente si la religión es un tema relevante para él. Sin embargo, el asesoramiento siempre será psicológico, aunque lo lleve a cabo un pastor con formación en la materia.
Por último, la consejería existe como un aspecto distintivo dentro del ministerio pastoral, tal como puede observarse a lo largo de la historia, precediendo incluso a la psicología como ciencia, que dio sus primeros pasos a finales del siglo XX. El líder religioso siempre ha sido consultado sobre una serie de cuestiones cotidianas. Moisés es un buen ejemplo del trabajo de un consejero, pues muestra el agotamiento que puede generar este trabajo y lo ansiosa que estaba la gente por buscar apoyo para sus decisiones (Éxo. 18:13-16). El consejo de Jetro en los versículos siguientes deja claro que esta actividad puede delegarse en otros, aliviando la carga del líder y de aquellos que, bajo su dirección, esperan soluciones.
Los conocimientos compartidos durante el asesoramiento pastoral pueden incluir: pasajes bíblicos relacionados con el tema; narraciones de personajes bíblicos o cristianos que hayan enfrentado situaciones similares; orientaciones relevantes de autores que contribuyan al tema en cuestión; experiencias personales del consejero; testimonios; reflexión sobre las opciones disponibles para la persona asesorada y sus posibles consecuencias; información y ejercicios directamente relacionados con el problema o secundarios a él, que ayuden a la persona aconsejada a enfrentar mejor sus situaciones y tener una mejor calidad de vida.
Modelos de asesoramiento pastoral
A lo largo de la historia, la búsqueda de apoyo pastoral en tiempos de crisis y la tarea del consejero han adquirido diferentes matices. La separación por modelos que se presenta a continuación es meramente didáctica y busca facilitar la comprensión de las diversas posibilidades que el consejero pastoral ha asumido a lo largo del tiempo, así como las diversas formas en que opera en la actualidad.
Modelos basados en la autoridad profética o sacerdotal. Los líderes religiosos, como sacerdotes y profetas, eran consultados para recibir consejo. En otras situaciones, ellos mismos eran llamados para advertir al pueblo sobre la necesidad de confesión y arrepentimiento. Este es el modelo más común en la Biblia.
Modelos basados en el conocimiento de las Escrituras y en la capacidad de interpretarlas y aplicarlas. Ante la ausencia de profetas, los doctores de la Ley y los escribas se convirtieron en las personas a las que la gente acudía para tratar sus demandas de acuerdo con la voluntad de Dios, tal como está expresada en su Palabra. Hoy en día, los manuales de consejería[5] que se centran en las respuestas bíblicas a diversos problemas humanos cumplen una función similar.
Modelos basados en rituales religiosos. Un ejemplo es la confesión al sacerdote dentro del catolicismo.[6] Esta práctica se basa en la creencia en el poder del sacramento, que lleva a las personas a compartir sus cargas con los sacerdotes en busca de alivio para la culpa que arrastran.
Movimiento de educación familiar. Surgió tras la Primera Guerra Mundial como respuesta a una sociedad devastada. Niños en orfanatos, familias en luto por la pérdida de seres queridos, parejas en conflicto debido al regreso de los soldados a la vida familiar, consumo de drogas, alcoholismo y crímenes sexuales de guerra fueron algunas de las situaciones vividas durante este período. Estos problemas, junto con otros desafíos contemporáneos, siguen siendo relevantes en la actualidad. Los ministerios de terapia familiar y educación familiar continúan desempeñando un papel específico en la asistencia a las personas en las distintas etapas del ciclo familiar.
Modelos basados en técnicas psicológicas. La asociación libre psicoanalítica se ha convertido en una técnica utilizada por muchos pastores desde el siglo pasado, especialmente debido a la disponibilidad de formación en muchos centros que no requieren cualificaciones adicionales a las que ya poseen los pastores. Por supuesto, muchos pastores han buscado formación psicológica en otros enfoques. A pesar de la facilidad de acceso a la educación en la actualidad, existe el riesgo de perder la esencia o el aspecto distintivo de la consejería pastoral. No se trata de criticar a quienes siguen este camino, sino de devolver al pastor a lo que es propio de la consejería pastoral y bíblica.
Modelos basados en experiencias extáticas. En este caso, el líder religioso suele conducir a sus seguidores a una experiencia liberadora mediante retiros espirituales o cultos de liberación.
Modelos basados en la Biblia, destinados a replantear pensamientos y cambiar comportamientos. En general, estos modelos de asesoramiento tratan de establecer un conjunto de técnicas y recursos basados en la Biblia.[7] La consejería noutética (del griego “guiar”, “aconsejar”) de Jay Adams tiene que ver con la confrontación y la exhortación. Paul Coneff, por su parte, propone un modelo de consejería en el que el sufrimiento de Cristo en la Cruz ocupa un lugar central en la restauración de la verdadera identidad de cada ser humano, liberándolo de la culpa y de los vicios.[8] David Sedlacek utiliza la imagen del santuario del corazón humano para trabajar la vulnerabilidad, los límites y el perdón. Hay otros ejemplos de este modelo, pero estos bastan para destacar que existen diferentes enfoques del trabajo del pastor consejero, todos basados en la especificidad de los conocimientos que poseen. Sin embargo, hay que aclarar que no basta con hablar de la Biblia para ser bíblico. Las técnicas utilizadas en el asesoramiento deben encontrar pleno apoyo en la Palabra.
La preparación del consejero
En la consejería pastoral, el principal instrumento es el propio consejero. Si bien es cierto que el conocimiento de la Biblia es esencial, la falta de disponibilidad y capacidad del consejero para llevar a cabo esta actividad puede hacer inviable el proceso de la consejería.
Este artículo se centra en la figura del consejero, por lo que no se tratarán aquí otros temas como el momento, el lugar y la duración de las sesiones de consejería, aunque deben tenerse en cuenta en el proceso. En su lugar, se tratará aquí la formación del consejero, sus conocimientos bíblicos y su preparación emocional.
Formación en consejería. Los consejeros necesitan mejorar tanto sus técnicas para dirigir las sesiones como sus habilidades sociales, tales como la comunicación y la empatía. También es importante desarrollar actitudes que faciliten la aceptación incondicional del aconsejado, prestar atención a la confidencialidad y respetar las decisiones del aconsejado.
Conocimiento y aplicación bíblicos. En el asesoramiento pastoral o bíblico, es necesario que el pastor tenga un amplio conocimiento de la Palabra de Dios y la capacidad de relacionarla con las situaciones a las que se enfrentan los miembros a su cuidado. Los principios bíblicos ofrecen valores relevantes para todos los ámbitos de la experiencia humana, como la familia, la preservación del matrimonio, los roles de género, la educación de los hijos, el comportamiento sexual, la ética empresarial, el desarrollo humano, los prejuicios étnicos, la vida y la muerte, las relaciones interpersonales, las actitudes ante la enfermedad y el sufrimiento, entre otros.
Preparación emocional. La consejería es una actividad emocionalmente desgastante, ya que requiere que el consejero conecte con los problemas a los que se enfrentan otras personas. Además de lidiar con las presiones de su propio ministerio, también tiene que lidiar con el proceso de consejería.[9] Así pues, el consejero debe buscar el equilibrio para lidiar con sus propias emociones y los problemas de los demás, sin dejarse afectar ni intentar resolver sus propios problemas a través de quienes acuden a él en busca de consejo.
Dificultades en el asesoramiento
El llamado a ser consejero no nos exige ser algo que no somos. El pastor debe reconocer sus límites y sus vulnerabilidades,[10] y ello no le impide cumplir la tarea de aconsejar a su rebaño. Dios elige a personas imperfectas para cumplir su plan perfecto. La perfección no está en el que es llamado a la misión, sino en aquel que llama. Pero ¿qué ocurre cuando el asesoramiento va más allá de la capacidad del consejero? He aquí algunos desafíos:
• Al tratar con las dificultades de los demás, la mayoría se vuelve más sensible a sus propias dificultades. Sin embargo, en muchos casos, el pastor no busca ayuda hasta que es demasiado tarde, debido al aura de perfección que rodea a los estereotipos ministeriales.
• Aunque ministrar a la iglesia de diferentes maneras es algo positivo para que crezca de manera integral, esto también dificulta el establecimiento de códigos éticos y la estandarización de modelos de acción.
• La falta de conocimientos del pastor sobre cuestiones jurídicas o sanitarias puede convertirse en un obstáculo para una buena consejería.
• Los elementos relacionados con los valores personales del consejero, las cuestiones emocionales o su propia salud psicológica pueden requerir que remita a sus aconsejados a otros profesionales que puedan ofrecer un apoyo continuo y adecuado.
• Las cuestiones relacionadas con el resultado de la consejería pueden dificultar que los consejeros tengan una percepción positiva de su trabajo. Sin embargo, debemos renunciar a controlar a quienes acuden a nosotros. Por mucho que deseemos su bien, debemos respetar la libertad de elección y la responsabilidad individual. Dios nos ha llamado para cumplir la misión. Dejémosle a él los resultados.
¿Por qué aconsejar?
El pastor tiene una importante misión en el cuidado de sus miembros (Gál. 6:2), ya que proporciona apoyo específico relacionado con el crecimiento espiritual y la salvación, algo que no se encuentra en otros profesionales. Este ministerio no es fácil, pero da frutos de gratitud en esta vida y en la eternidad.
“Como el médico trata con la enfermedad física, así también el pastor atiende al alma enferma de pecado. Y su obra es tanto más importante que la del médico cuanto es la vida eterna más valiosa que la existencia temporal. El pastor trata con una interminable variedad de temperamentos; y es deber suyo llegar a conocer a los miembros de las familias que escuchan sus enseñanzas, a fin de determinar qué medios ejercerán sobre ellos la mejor influencia para llevarlos en la debida dirección”.[11]
Sobre el autor: Profesor de Teología en la Facultad Adventista de Bahía
Referencias
[1] David A. Leeming, Kathryn Madden y Stanton Marlan, eds., Encyclopedia of Psychology and Religion (Springer, 2020).
[2] William James, The Varieties of Religious Experience (Longmans, 1902).
[3] David N. Entwistle, Integrative Approaches to Psychology and Christianity (Cascade Books, 2015).
[4] Stevan L. Nielsen, W. Brad Johnson y Albert Ellis, Counseling and Psychotherapy With Religious Persons (Lawrence Erlbaum Associates, 2001).
[5] Gary R. Collins, Consejería cristiana efectiva (Portavoz, 1992).
[6] Bengt Hägglund, História da Teologia (Casa Publicadora Concórdia, 2003).
[7] Jay E. Adams, Capacitado para orientar (Portavoz, 1981).
[8] Tanto Paul Coneff como David y Beverly Sedlacek utilizan, respectivamente, la Cruz y el Santuario como ejes temáticos para desarrollar modelos de consejería bíblica, en los cuales la obra de Cristo está presentada como apoyo para la reorientación del pensamiento. Ver Paul Coneff, The Hidden Half of the Gospel (Two Harbors Press, 2014); David Sedlacek y Beverly Sedlacek, Cleansing the Sanctuary of the Heart (Tate Publishing, 2014).
[9] Reggie McNeal, A Work of Heart (Jossey-Bass, 2001).
[10] Henry Cloud y John Townsend, Límites: Cuándo decir sí, cuándo decir no (Vida, 2001).
[11] Elena de White, Mente, carácter y personalidad (ACES, 2013), t. 2, p. 767.