El tiempo del fin es una época de velocidad. Puesto que Dios tiene el plan de que el Evangelio sea llevado hasta los confines de la tierra, se hacen necesarios medios de transporte rápidos. De otra manera, ¿Cómo podrían los mensajeros terminar la obra en un tiempo tan corto? Según el panorama de nuestros tiempos, que presenta la Biblia, los hombres “correrán de aquí para allá”. Jamás los seres humanos se han movido tan activamente como en nuestra época.

            Los hombres buscan países y mercados nuevos, con una ansiedad sin paralelo en la historia de la humanidad. Cada avión que contemplamos es un testimonio de que vivimos en una era de gran velocidad. No debe sorprendernos advertir actualmente, la introducción de nuevos medios de predicación. La radio y la televisión surgieron para ayudarnos a alcanzar a millones de personas en brevísimo tiempo. Dios inspiró a los hombres que inventaron la radio y la televisión para que las usemos, a fin de que el mundo pueda conocer y obedecer la verdad para el tiempo presente. Estos rápidos medios de comunicación no fueron inventados para secundar los esfuerzos de Satanás o para caer en manos de hombres inclinados al materialismo. Estamos seguros de que el plan de Dios es que las ondas de la radio y la televisión estén repletas de su mensaje. Dice el salmista David: “El que hace a los vientos sus mensajeros…” (Salmos 104:4), “velozmente corre su palabra” (Salmos 147: 15).

            Los adventistas del séptimo día creen en el empleo de estas dos “herramientas” modernas, y hacen bien. Notemos lo que nos dice el espíritu de profecía: “El fin está cercano, y por esta razón debemos aprovechar al máximo toda facultad que nos fue confiada, y todo medio que se nos ofrece para ayudar en la obra” (Testimonies, vol. 6, pág. 440).

            Es verdad que Satanás actuó rápidamente para pervertir estos inventos, utilizándolos para fines perversos: mas no perdamos de vista que estos modernos medios de comunicación no surgieron de una fuente cualquiera, sino por voluntad de Dios. En el libro Fundamentals of Christian Education, pág. 409, leemos: “Dios confía a los hombres talentos y genio inventivo, para que pueda llevarse a cabo su gran obra en nuestro mundo”. Se supone que los inventos de la mente humana surgen de la humanidad, pero Dios está detrás de todo. Él contó con que los medios de locomoción fuesen inventados para el gran día que el Señor está preparando. Por lo tanto, ahora es el tiempo para que el triple mensaje angélico circunde el mundo, llevando la verdad de la Palabra de Dios a los que están confusos, pereciendo en el pecado en un planeta moribundo.

            Nuestros programas de radio y televisión -mensajeros alados de Dios- y nuestras Escuelas Radiopostales son incansables en su tarea de buscar, buscar siempre un candidato más para el reino de Dios. Con rapidez sin igual, los mensajeros son enviados al mundo, hacia el este, oeste, norte y sur -conscientes de la urgencia de la tarea, explorando y abriéndose camino hacia los corazones dispuestos, ya que sólo cuando esté terminada nuestra misión mundial “vendrá el fin” y terminará la búsqueda de almas.

            En esta hora avanzada estamos frente a una tarea extraordinaria: advertir al mundo y ganar multitudes para Cristo. Nuestros programas de radio y televisión ayudan, con amor y comprensión, y vuelven a encender la llama de la fe y de la esperanza en aquellos que se sienten desesperados y confusos. Es innecesario decir que la situación mundial se está tornando cada vez más tensa. Debemos trabajar con rapidez. La noche del pecado está por terminar. El tiempo se agota.

            Para que el trabajo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día sea completo, debemos entrelazar las tareas de la radio y la televisión con la evangelización pública, a fin de que alcancemos mayores resultados en la conquista de almas para el reino de Dios. Sin duda, la evangelización pública se dedica exclusivamente a conquistar corazones para Cristo. También la obra de la radio y la televisión en nuestra Iglesia, rescata vidas de los caminos del pecado. Pero uniendo ambas, aprovechando la evangelización de la radio y la televisión y el trabajo de la Escuela Radiopostal, y la evangelización pública de una serie de conferencias, las conquistas serán superiores. Los resultados recomiendan la conveniencia de este “casamiento”.

            Nuestros programas de radio y televisión, en general, preparan el terreno para una buena serie de conferencias. Tres meses antes de dar comienzo a una serie de charlas, nada mejor que una encuesta pública o un censo bien organizado (hecho por la iglesia), sobre los programas que se transmiten, en el barrio o en la ciudad donde haremos el esfuerzo público.

            Nuestros hermanos y obreros pueden ir de puerta en puerta, tomando nota acerca de cuántos son oyentes y telespectadores de los programas, y cuáles son las impresiones sobre los mismos. De esta manera, consiguen inscribir un número bastante elevado de simpatizantes e interesados de nuestro programa de radio y televisión. Automáticamente, están haciendo buena publicidad para los programas, sin tomar en cuenta la propaganda intensiva de volantes y carteles que debe ser hecha antes de iniciar la encuesta o el censo.

            Luego, llevamos semanalmente las lecciones del curso bíblico, recogiendo las respuestas de los alumnos, que deben ser corregidas con toda la urgencia posible. El trabajo de entregar y recibir las lecciones no debe detenerse, sino que debemos hacerlo semanalmente hasta el fin del curso. Después de haber conquistado la simpatía de los alumnos en sus hogares, entonces daremos inicio a la serie de conferencias enviándoles, por medio del correo o de las personas que. los visitan, una carta y una invitación especial para asistir a la serie de charlas educativas y espirituales, que será conducida por un representante de los respectivos programas de radio y televisión. Ellos acogerán esta invitación con mucha alegría y se sentirán honrados de ser tenidos en cuenta. Formaremos con ellos, durante la serie de conferencias, una clase bautismal que funcionará cada noche antes o después de la conferencia, hasta llevarlos a la decisión por el santo bautismo.

            La experiencia nos ha enseñado que tal método es bastante fructífero, pues ya lo aplicamos en diversas series de conferencias en los campos de la Unión Sur del Brasil, y algunos miles de personas oyentes y telespectadores de nuestros programas se decidieron por la verdad, descendiendo a las aguas bautismales y pasando a formar parte del pueblo de Dios aquí en la tierra.

            Apreciados colegas, hagamos una prueba en nuestras futuras series de conferencias, utilizando la obra de la radio y la televisión de nuestra Iglesia, y sin duda alguna recogeremos más almas para el reino de Cristo de lo que hayamos conseguido en el pasado; pues a medida que nos aproximamos al fin, ¡necesitamos adaptarnos a las nuevas modalidades de trabajo que la época exige! Que Dios nos bendiga en las nuevas experiencias que haremos en el campo de la radio y de la televisión, en pro de la evangelización «de nuestro viejo mundo con las “buenas nuevas” de la salvación, ¡amén!

Sobre el autor: Secretario de la Asociación Ministerial y Evangelismo de la Unión Sur del Brasil, y orador del programa de televisión “Fé para Hoje” (Fe para Hoy).