1 Corintios 10:11. La historia de Israel fue registrada para nuestra amonestación.
Es de suma importancia para nosotros el estudio de la historia de Israel y de las profecías relativas a ese pueblo por el paralelismo que hay entre su historia y la del Israel espiritual. Con cierto orgullo, nosotros decimos que somos el Israel espiritual. ¿Merecemos esa designación, o incurrimos nosotros también, muchas veces, en el desagrado del Señor?
Lo que sigue es condensación muy apretada de las páginas 25-38 del SDA Bible Commentary, tomo 4.
“Pocos pasajes de la Escritura son más comúnmente mal comprendidos y diversamente interpretados que los que contienen las promesas divinas hechas al antiguo Israel por medio de los profetas. Es un hecho histórico innegable que hasta la fecha la mayoría de esas predicciones no se han cumplido. En su intento de dar cuenta de este aparente enigma, los expositores de la Biblia han presentado varias explicaciones:
“1. La escuela modernista de interpretación niega de plano el elemento predictivo en la profecía, argumentando que, o las ‘predicciones’ fueron escritas después de los acontecimientos ‘predichos’, o que esas predicciones no reflejaban más que las esperanzas del profeta para el futuro, o las esperanzas del pueblo.
“2. La escuela futurista de interpretación pretende que las muchas promesas de restauración del Israel antiguo y de su liderazgo mundial todavía deben cumplirse en relación con el restablecimiento literal de los judíos en Palestina.
“3. El movimiento británico-israelita enseña que los pueblos anglosajones son los descendientes literales de las así llamadas ‘tribus perdidas’ del reino del norte y que las promesas se cumplirán en gran medida en su posteridad moderna.
“4. Otra escuela de interpretación, menos definida, basa su exégesis de las porciones proféticas del Antiguo Testamento en la teoría de que el profeta, al presentar mensajes al pueblo de sus días, también avanzaba ocasionalmente hacia el lejano futuro con el resultado de que muchas de sus predicciones no se aplicaban en absoluto al Israel literal, sino exclusivamente al ‘Israel según el espíritu’, es decir, la iglesia de hoy. Siguiendo esta línea interpretativa, algunos han ido al extremo de proponer una migración cristiana a Palestina.
“5. Los adventistas del séptimo día creen que, en general, las promesas y predicciones pronunciadas por los profetas del Antiguo Testamento se aplicaban originalmente al Israel literal y debieran haberse cumplido en él, a condición de que hubiese obedecido a Dios y permanecido fiel a él. Pero las Escrituras registran el hecho de que desobedecieron a Dios, demostrando ser desleales hacia él. Por lo tanto, lo que Dios se propuso hacer para el mundo por medio de Israel, lo cumplirá finalmente por medio de su iglesia en la tierra hoy, y muchas de las promesas hechas originalmente a Israel se cumplirán en su pueblo remanente en el final del tiempo.
“Por medio del antiguo Israel Dios tenía el plan de proporcionar a las naciones de la tierra una revelación viviente de su propio carácter santo y una muestra de las gloriosas alturas que el hombre podía alcanzar cooperando con sus propósitos infinitos. Al mismo tiempo, permitió a las naciones paganas ‘andar en sus propios caminos” (Hech. 14:16) para dar un ejemplo de lo que el hombre puede realizar apartado de Dios”.
Cómo funcionaría el plan
Notemos las condiciones de las cuales dependían el éxito de Israel y las bendiciones resultantes:
“1. Santidad de carácter. Su carácter debía ennoblecerse y elevarse progresivamente, reflejando con perfección cada vez mayor los atributos del perfecto carácter de Dios. (Deut. 4:9; 28:1, 13, 14; 30:9, 10; véase Palabras de Vida del Gran Maestro, cap. 23, cuarta y quinta páginas.) La prosperidad espiritual debía preparar el camino para la prosperidad material.
“2. Las bendiciones de la salud. La debilidad y las enfermedades debían desaparecer de Israel como resultado de la estricta obediencia a los principios de salud. (Exo. 15:26; Deut. 7:13, 15, etc. Patriarcas y Profetas, págs. 396, 397; Palabras de Vida del Gran Maestro, cap. citado.)
“3. Intelecto superior. La observancia de las leyes naturales relativas al cuerpo y a la mente darían como resultado un vigor mental cada vez mayor. Los israelitas estarían más adelantados que las otras naciones en sabiduría y entendimiento. Llegarían a ser una nación de genios intelectuales. (El Deseado de Todas las Gentes, págs. 767, 768; Palabras de Vida del Gran Maestro, cap. citado.)
“4. Habilidad en los trabajos agropecuarios. La tierra se tornaría fértil y hermosa como el Edén perdido. (Isa. 51:3.) La nación se convertiría en un ejemplo de los resultados de actuar en armonía con las leyes morales y naturales (Deut. 7:13; 28:2-8; Mal. 3:8-11; Id., cap. citado.)
“5. Superior habilidad manual. El pueblo hebreo debía adquirir sabiduría y habilidad para ‘trabajar en toda clase de labor’ y confeccionar toda clase de utensilios y dispositivos mecánicos. (Exo. 31:2-6; 35:33, 35; Id., cap. citado.)
“6. Prosperidad sin paralelo. ‘Su obediencia a la ley de Dios había de hacerlos maravillas de prosperidad delante de las naciones del mundo’ (Id., pág. 230). Serían testimonios vivientes de la grandeza y la majestad de Dios. (Deut. 8:17, 18; 28:11-13.) Dios se propuso facilitar a Israel todo lo que fuese necesario para convertirlo en la mayor nación de la tierra. (Id., cap. citado; Deut. 4:6-8; 7:6, 14; 28:1; Jer. 33:9; Mal. 3:12; Patriarcas y Profetas, págs. 279, 280; La Educación, pág. 37.)
“Cuando las naciones de la antigüedad observaran el extraordinario progreso de Israel, eso despertaría su atención e interés. Deseando las mismas bendiciones, preguntarían cómo podrían conseguir esas ventajas materiales. Israel debía responder: ‘Aceptad a Dios como vuestro Dios, amadlo y servidlo como lo hacemos nosotros, y él hará lo mismo por vosotros’. Todas las naciones de la tierra debían participar de las bendiciones tan generosamente concedidas a Israel (Profetas y Reyes, pág. 275).
“Este concepto del papel que Israel debía desempeñar se halla repetido muchas veces a través del Antiguo Testamento.
“Las ventajas materiales de que gozaba Israel tenían el objeto de llamar la atención y el interés de los gentiles, para los cuales las ventajas espirituales no tenían un atractivo natural. Ellos se juntarían y vendrían de lejos (Isa. 49:18, 12, 6, 8, 9, 22; Sal. 102:22), ‘desde los extremos de la tierra’ (Jer. 16: 19), a la luz de la verdad que resplandecía del ‘monte de la casa de Jehová’ (Isa. 2:3; 60:3; 56:7). Naciones que nada habían conocido del Dios verdadero correrían (Isa. 55:5) a Jerusalén debido a la manifiesta evidencia de las bendiciones divinas sobre Israel. Embajadores de los países extranjeros, uno tras otro, vendrían para descubrir el gran secreto del éxito de Israel como nación, y los dirigentes hebreos tendrían la oportunidad de dirigir la mente de sus visitantes hacia la Fuente de todo bien. De lo visible, el espíritu de los gentiles debía ser dirigido hacia lo invisible, de lo visto a lo no visto, de lo material a lo espiritual, de lo temporal a lo eterno. (Para tener una descripción de cómo una nación habría respondido a la atracción irresistible de un Israel fiel a Dios, véase Isa. 19:18-22; compárese con Sal. 68:31.)
“Vueltos a sus países de origen, los embajadores gentiles aconsejarían a sus conciudadanos: ‘Vamos a implorar el favor de Jehová’ (Zac. 8:21, 22; compárese con 1 Rey. 8:41, 42). Enviarían mensajeros a Israel con la declaración: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros’ (Zac. 8:23). Una nación tras otra se pasaría (Isa. 45:14) a Israel, o sea, se uniría a ellos y se juntaría ‘a la familia de Jacob’ (Isa. 14:1). La casa de Dios en Jerusalén sería finalmente llamada ‘casa de oración para todos los pueblos’ (Isa. 56:7), y ‘muchos pueblos y fuertes naciones’ buscarían ‘a Jehová de los ejércitos en Jerusalén’ e implorarían ‘el favor de Jehová’ ‘en aquel día’ (Zac. 8:22; 2:11). Las puertas de Jerusalén estarían ‘de continuo abiertas’ para recibir ‘las riquezas’ traídas a Israel como contribución para la conversión de otras naciones y pueblos. (Isa. 60:1-11; Sal. 72:10; Isa. 45:14; Hag. 2:7.) Llegaría el momento cuando ‘todas las naciones’ llamarían a Jerusalén ‘trono de Jehová’ e irían a ella para no andar más ‘tras la dureza de su malvado corazón’ (Jer. 3:17). ‘Todos los que… se volvieran de la idolatría al culto del verdadero Dios, habían de unirse con el pueblo escogido. A medida que aumentara el número de los israelitas, éstos habían de ensanchar sus fronteras, hasta que su reino abarcara el mundo’ (Palabras de Vida del Gran Maestro, pág. 232; compárese con Dan. 2:35). Así Israel debía florecer y echar renuevos y llenar ‘la faz del mundo… de fruto’ (Isa. 27:6). ‘Dios los separó del mundo, para confiarles una responsabilidad sagrada. Los hizo depositarios de su ley, y era su propósito preservar entre los hombres el conocimiento de sí mismo por medio de ellos. En esa forma la luz del cielo había de alumbrar a todo un mundo que estaba envuelto en tinieblas, y se oiría una voz que invitaría a todos los pueblos a dejar su idolatría y servir al Dios viviente’ (Patriarcas y Profetas, pág. 324).
“Si la nación hubiese sido fiel a su legado y hubiese estimado debidamente el elevado destino que Dios le había reservado, toda la tierra habría aguardado la venida del Mesías con ansiosa expectativa. Jerusalén se habría convertido en un gran centro misionero. ‘Esta promesa de bendición debiera haberse cumplido en gran medida durante los siglos que siguieron al regreso de los israelitas de las tierras de su cautiverio. Dios quería que toda la tierra fuese preparada para el primer advenimiento de Cristo, así como hoy se está preparando el terreno para su segunda venida’ (Profetas y Reyes, pág. 519).
“Aquellos que en Israel se esforzaron al máximo para cooperar con la voluntad revelada de Dios recibieron, personalmente, una medida de los beneficios que él prometiera. Eso fue lo que sucedió con Enoc, Abrahán, José, Moisés, Daniel, Samuel, Elias, Juan el Bautista, Juan el evangelista y muchos otros.
“La gloriosa era de David y Salomón señaló lo que podría haber sido el comienzo de la edad áurea de Israel.”
“Después de la muerte de Salomón el reino fue dividido (1 Rey. 11:33-38). Esa división, aunque trágica, sirvió para aislar por un tiempo el reino del sur, Judá, de la idolatría que en seguida inundó el reino del norte, Israel. (Véase Ose. 4:17.) Si Judá hubiese permanecido fiel a Dios, no habría sido necesario su cautiverio. Vez tras vez Dios advirtió a su pueblo que el cautiverio sería el resultado de la desobediencia”.
En breves y candentes palabras describe la Biblia la situación espiritual a la cual llegó Israel: “Hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio” (2 Crón. 36:16). ¿Habrá expresión más melancólica y desalentadora que ésta: “No hubo ya remedio”? Entonces vino el cautiverio, de Israel (2 Rey. 17:6), y de Judá (2 Rey. 25:8, 9).
“Es importante notar que todas las promesas de restauración de los judíos fueron dadas anticipando su retorno del cautiverio. (Véase Isa. 10:24-34; 14:1-7; 27:12, 13; 40:2; 61:4-10; Jer. 16:14-16; 23:3-8; 25:11; 29:10-13; 30:3-12; 32:7-44; Eze. 34:11-15; 37; Amós 9:10-15; Miq. 2:12, 13; etc.)
El Israel espiritual reemplaza al Israel literal
“La transición del Israel literal al espiritual, la iglesia cristiana, es el tema de Romanos capítulos 9 al 11. Aquí Pablo afirma que el rechazo de los judíos no significa que las promesas de Dios hayan fallado (Rom. 9:6), y explica inmediatamente que se cumplirán a través del Israel espiritual. En los versículos 25 y 26 cita a Oseas (Ose. 2:23). El Israel espiritual abarca a judíos y gentiles. (Vers. 24.) Pedro también lo afirma. (Hech. 10:34, 35.) En Romanos 9:30, 31, Pablo aclara que la iglesia cristiana sustituye a la nación hebrea en el plan divino. De allí en adelante, dice, no hay diferencia entre judío y griego. (Rom. 10:12, 13.) Pablo recalca que el rechazo del Israel literal como instrumento escogido de Dios para la salvación del mundo no significa que los judíos individualmente no puedan ser salvos. (Rom. 9:6; 11:1, 2, 11, 15.) ‘Lo que Dios quiso hacer en favor del mundo por Israel, la nación escogida, lo realizará finalmente mediante su iglesia que está en la tierra hoy’” (Profetas y Reyes, pág. 526).
¡Tremenda responsabilidad es ésta! ¿Cuál es nuestra actitud hacia ella?
Principios de interpretación
“En general, las promesas y predicciones del Antiguo Testamento fueron dirigidas al Israel literal y debían cumplirse en él, bajo la condición de la obediencia. La obediencia parcial de Israel hizo posible un cumplimiento sólo parcial de las promesas del pacto hechas por Dios. Pero muchas de las promesas, especialmente las relativas a la proclamación del Evangelio a las naciones y el establecimiento del reino mesiánico, que no pudieron cumplirse en Israel debido a su infidelidad, se cumplirían en la iglesia cristiana, especialmente en el pueblo remanente de Dios.
“Cuando los judíos rechazaron a Cristo como el Mesías, Dios a su vez los rechazó y comisionó a la iglesia cristiana como su instrumento escogido para la salvación del mundo. (Mat. 28:19, 20; 2 Cor. 5:18-20; 1 Ped. 2:9, 10; etc.) Por lo tanto las promesas y los privilegios del pacto fueron todos transferidos para siempre del Israel literal al espiritual. (Rom. 9:4; compárese con Gál. 3:27-29.) Las promesas no cumplidas en el Israel literal, o no se cumplirían nunca, o se cumplirían en la iglesia cristiana en su papel de Israel espiritual. Las profecías de esta última clase se cumplirían en principio, pero no necesariamente en todos los pormenores, debido a que muchos detalles se aplicaban a Israel como nación literal, situada en Palestina. La iglesia cristiana es una “nación” espiritual, esparcida por todo el mundo, y es obvio que esos detalles no podían aplicarse a ella en sentido literal. Las profecías de la primera clase no pueden cumplirse ahora, porque eran de naturaleza estrictamente condicional y de alcance limitado, por su propia naturaleza, al Israel literal.
“El principio fundamental por el cual podemos decir sin equivocarnos cuándo determinada promesa o predicción del Antiguo Testamento, hecha originalmente a Israel, habrá de cumplirse en el Israel espiritual, es el siguiente: Que un autor inspirado posterior haga esa aplicación. Por ejemplo, la profecía de la batalla de Gog y Magog, de Ezequiel 38 y 39, nunca se cumplió para el Israel literal; pero Juan en el Apocalipsis afirma que, en principio, aunque no necesariamente en todos los detalles (tales como los de Eze. 39:9-15), esa batalla ocurrirá al fin del milenio (Apoc. 20:7-9)” (SDA Bible Commentary, tomo 4, resumen de las págs. 25-37).
Sobre la base de esta interpretación, resulta fácil comprender pasajes tales como Isaías 65:20. Se refería, en primer lugar, al Israel literal, pero no se cumplió porque Israel no cumplió las condiciones de la obediencia. Tendrá un cumplimiento parcial en el Israel espiritual, en la tierra nueva, puesto que allí nadie morirá, no habrá viejos ni habrá maldición.
“En los versículos 17-25 de Isaías 65, el profeta describe los cielos nuevos y la tierra nueva que habrían sido una realidad si Israel hubiese escuchado los mensajes de los profetas y cumplido el propósito divino, tras la liberación del cautiverio. Israel fracasó: por lo tanto, en aplicación secundaria, esos versículos apuntan hacia el futuro, a los nuevos cielos y la nueva tierra que se inaugurarán al fin del milenio” (Id., pág. 333).
Hay, pues, tres clases de profecías concernientes a Israel:
1) Las que fueron hechas al Israel literal, cumplidas, porque fueron obedientes.
2) Las que fueron hechas al Israel literal, no cumplidas, porque desobedecieron.
3)Las que, no pudiendo cumplirse en el Israel literal, se cumplirán en el Israel espiritual, aunque no en todos los detalles.
Tengamos presente, sin embargo, que las promesas sólo se cumplirán si nosotros cumplimos las condiciones que nos imponen.
Este hecho es motivo de solemnes reflexiones y constituye un reto sin precedentes a nuestra responsabilidad.
Intentemos establecer algunas reglas, sugeridas por el SDA Bible Commentary, tomo 4, pág. 38, en relación con la interpretación de los pasajes proféticos del Antiguo Testamento:
“El estudio de las profecías del Antiguo Testamento que consista principalmente en tomar pasajes escogidos aquí y allí, sacándolos de su contexto histórico y aplicándolos arbitrariamente a nuestros días —como si el profeta hablara exclusivamente para nuestro beneficio— entraña un grave peligro. Un procedimiento tal es precisamente el responsable más que cualquier otra cosa de las interpretaciones fantásticas que distinguen las enseñanzas de ciertos grupos religiosos.
“1. Examine la profecía completa. Note por quién fue pronunciada, a quién fue dirigida y las circunstancias que la motivaron. Recuerde que, generalmente, fue originalmente dada con respecto a las circunstancias históricas que la motivaron. Fue ordenada por Dios para satisfacer las necesidades de su pueblo en la ocasión en que fue hecha, y para recordarles el glorioso destino que les aguardaba como nación, así como la venida del Mesías y el establecimiento de su reino eterno. Descubra lo que el mensaje significaba para el pueblo de aquel tiempo. (Esta regla no se aplica a aquellas porciones del libro de Daniel que se le ordenó al profeta que guardara y sellara, o a otros pasajes cuya aplicación pueda la Inspiración haber limitado exclusivamente a nuestro propio tiempo.)
“2. Observe los aspectos condicionales de la predicción y descubra si las condiciones se cumplieron o no, o en qué medida.
“3. Descubra qué aplicación hacen de la profecía autores inspirados posteriores, y sobre esta base determine su posible significado para el pueblo de Dios de estos días.
“4. Recuerde que el registro del trato de Dios con su pueblo en los siglos pasados se hizo para beneficio de todas las generaciones posteriores hasta el fin del tiempo. Nuestro estudio de los mensajes originalmente proclamados por los santos hombres de la antigüedad para sus contemporáneos no debe convertirse en un fin en sí mismo, sino en un medio de descubrir la voluntad de Dios hacia todos los que quieren servirle ahora, en la culminación de los siglos. La voz de Dios a través de los profetas nos habla hoy directamente a nosotros.
“Si se es consecuente en la aplicación de estas reglas, la interpretación resultante puede ser aceptada con confianza. En los inspirados pronunciamientos de los profetas de antaño, el sincero investigador de la verdad encontrará así mensajes de inspiración, consuelo y guía para nuestro tiempo”.
Sobre el autor: Pastor jubilado, ex redactor de la Casa Publicadora Brasileira