Presentamos a continuación, en síntesis, algunos aspectos del movimiento eclesiástico más significativo de nuestro siglo. Pese a las limitaciones de espacio hemos tratado de no omitir ningún elemento fundamental. La preparación de estos artículos ha sido completada a fines de en curso. Confiamos en que cada misionero adventista se sentirá estimulado a seguir, por cuenta propia, el desarrollo ulterior de este gran movimiento.
Desde la Reforma, el protestantismo ha tendido a dividirse y subdividirse. Hoy, en los EE. UU. solamente, hay más de 200 denominaciones. Difícil resultaba a fines del siglo XIX, imaginar cómo el “falso profeta” de Apocalipsis 16:13, o la “imagen de la bestia” de Apocalipsis 13:15, podían representar a un protestantismo tan subdividido. Pero fue entonces cuando Elena G. de White escribió: “Cuando las iglesias principales de los Estados Unidos, timándose en puntos comunes de doctrina, influyan sobre el estado para que imponga los decretos y las instituciones de ellas, entonces la América protestante habrá formado una imagen de la jerarquía romana, y la inflicción de penas civiles contra los disidentes vendrá de por sí sola”.[1]
Movimientos precursores
Durante más de un siglo el mundo protestante se ha venido preparando lentamente para el movimiento ecuménico del siglo XX. Ya en 1794 se organiza en Londres la primera sociedad misionera interdenominacional (Sociedad Misionera de Londres). También en Londres se fundan la Sociedad de Tratados Religiosos, interdenominacional (1799 y la Sociedad Bíblica Británica y Extranjera (1804). En 1816 se funda en los EE. UU. la Sociedad Bíblica Americana. En 1844 Jorge Williams crea en Londres la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA). Estos son sólo algunos de los movimientos precursores.
Movimientos de unificación en los Estados Unidos
En 1908 se formó en los EE. UU. el Concilio Federal de las Iglesias de Cristo en América, que en 1918 contaba ya con el apoyo de 30 denominaciones. Sus funciones eran de consejo, no legislativas ni judiciales.
En 1950 el Concilio Federal se transformó en el Concilio Nacional de Iglesias de Cristo al fusionarse con la Conferencia Misionera de Norteamérica y otros seis organismos Inter denominacionales. El Concilio Nacional agrupa ahora a 33 cuerpos religiosos con una feligresía de unos 40 millones. Forman parte de él, entre otros: bautistas, metodista-, presbiterianos, cuáqueros, episcopales y griegos ortodoxos. Aunque el Concilio Nacional de Iglesias es la agrupación no católica más poderosa de los EE. UU., no es la única. En 1942 se formó la Asociación Nacional de Evangélicos como protesta por la teología predominantemente liberal del Concilio Federal de Iglesias. Cuenta con las denominaciones que agrupan a unos l0 millones de miembros. Hoy es la contraparte protestante conservadora del Concilio Nacional de Iglesias. Uno de sus miembros más destacados es el evangelista Billy Graham.
Una organización menor, en franca decadencia ahora, es el Concilio Americano de Iglesias Cristianas, fundado por Carl Mc Intire, y que se ha dedicado mayormente a combatir a los demás protestantes.
Fuera de estas tres organizaciones quedan unos 25 millones de protestantes que mantienen su independencia denominacional.
El concilio misionero internacional
El siglo XIX fue el gran siglo de las misiones protestantes. Varias iglesias, al trabajar en los mismos campos misioneros, enfrentadas a problemas similares (traducción y producción de publicaciones, relaciones con los gobiernos, etc.), iniciaron espontáneamente varias empresas de cooperación. Esto ocurrió, por ejemplo, en la India, el Japón y la China. Poco después las juntas y sociedades misioneras siguieron este ejemplo tanto en Europa como en los EE. UU. Esto llevó a la celebración de la famosa Conferencia de Edimburgo (1910) que logró acercar a denominaciones diferentes en el esfuerzo misionero. Después de esta conferencia se crearon numerosos concilios misioneros nacionales o regionales. En 1921 el movimiento culminó con la creación del Concilio Misionero Internacional. Este ha sido uno de los tres movimientos más importantes que han intervenido en la evolución del movimiento ecuménico.
El concilio mundial de iglesias
El mismo año 1910, cuando se realizó la Conferencia de Edimburgo, la Convención General de la Iglesia Protestante Episcopal de los EE. UU. inauguraba un movimiento tendiente a una conferencia mundial de Fe y Orden (doctrina y organización eclesiástica). La mayoría de las iglesias protestantes norteamericanas apoyó la iniciativa. También se obtuvo apoyo en la Gran Bretaña. Pero la Primera Guerra Mundial interrumpió las negociaciones. Finalmente, en 1927 se realizó en Lausana (Suiza) la primera conferencia mundial de Fe y Orden. En 1937 se celebró la segunda en Edimburgo (Escocia). Las discusiones y los documentos publicados posteriormente hicieron evidente que las principales iglesias del mundo creían que había llegado el momento para asociarse en una gran organización internacional.
Paralelamente a la creación del Concilio Misionero Internacional y a las conferencias sobre Fe y Orden, surge un tercer movimiento de unificación mundial: Vida y Obra. Su propósito era lograr unidad de acción creciente en las iglesias en la aplicación de normas de vida cristiana en el mundo político, social y económico. Después de la Primera Guerra Mundial los múltiples problemas sociales motivaron una conferencia mundial en Estocolmo (1925). En 1937 se celebró en Oxford (Inglaterra) la segunda conferencia mundial de Vida y Obra. Al igual que en la conferencia sobre Fe y Orden que se celebra ese mismo año en Edimburgo, la conferencia de Vida y Obra hizo pensar a las iglesias que la solución de los problemas mundiales exigía una mayor unidad a fin de hacer posible una acción coordinada.
Las comisiones que siguieron trabajando después de la conferencia de Edimburgo (1937) prepararon un anteproyecto de estatuto para un Concilio Mundial de Iglesias. Pero el estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo imposible la reunión de la asamblea constituyente. Pese a esto se creó una comisión provisoria que trabajó desde Ginebra durante la guerra.
En 1948 se creó formalmente en Amsterdam (Holanda) el Concilio Mundial de Iglesias (World Council of Churches —WCC). El concilio incorporó las dos organizaciones interdenominacionales que habían concebido su creación: movimientos de Fe y Orden y de Vida y Obra, y se definió a sí mismo en el artículo 1° de sus estatutos diciendo: “El Concilio Mundial de Iglesias es una comunidad de iglesias que aceptan a Nuestro Señor Jesucristo como Dios y Salvador”.
En agosto de 1954 se realizó la Segunda Asamblea del Concilio Mundial de Iglesias en Evanston, Illinois (EE. UU.). Al terminar las sesiones el secretario general del Concilio, Willem Adolf Visser’t Hooft, resumió los resultados de las mismas diciendo en esencia: “Hemos dado los pasos preliminares hacia la unidad, hemos sido presentados unos a otros… Ahora, si hemos de avanzar más hacia el blanco de genuina unidad debemos enfrentarnos francamente en nuestras diferencias doctrinales, porque debe haber cierta medida de unidad doctrinal si hemos de hacer verdaderos progresos hacia la unidad de la cristiandad”. [2]
La sugestión del secretario general fue aceptada y se expresó en la forma de reuniones anuales de Fe y Orden realizadas desde 1955.
La Tercera Asamblea del Concilio Mundial se realizó en Nueva Delhi (India) del 18 de noviembre al 6 de diciembre de 1961. El primer acto histórico de la Asamblea fue la fusión con el Concilio Misionero Internacional. De esta manera quedan integrados en el Concilio Mundial los tres organismos que prepararon el camino para la formación de éste. (Los otros dos son, según indicamos arriba, los movimientos de Vida y Obra y Fe y Orden).
Al día siguiente se aceptaron 23 nuevas iglesias, lo que eleva el total de iglesias miembros a 197. De éstas, dos son iglesias pentecostales de Chile. Pero la incorporación más significativa fue la de cuatro iglesias ortodoxas de la Europa oriental —Rusia, Bulgaria, Rumania y Polonia— que representan unos 70 millones de miembros. Así, casi todas las iglesias ortodoxas están ahora asociadas al Concilio Mundial.
Entre las consideraciones y acuerdos de la Tercera Asamblea podemos destacar los siguientes:
1. Nuevo énfasis sobre la Biblia y la Trinidad. Se advierte al comparar el artículo l9 de los estatutos aprobados en 1948 con la redacción aceptada en Nueva Delhi: “El Concilio Mundial de Iglesias es una comunidad de iglesias que confiesan al Señor Jesucristo como Dios y Salvador según las Escrituras y que, por lo tanto, tratan de cumplir juntas su vocación común, para gloria del único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
2. Se insistió en que las iglesias debían encabezar la “lucha contra los abusos sociales” y trabajar “en pro de la justicia social y la paz”. [3]
3. Se hizo un vigoroso llamado en pro de la libertad religiosa.
4. Se señaló que las iglesias deberán contar cada vez más con la ayuda de los laicos en su programa de difusión del cristianismo.
5. Quizás lo más significativo fue la discusión del problema de cómo lograr verdadera unidad entre las iglesias cristianas. Se afirmó que el “Evangelio no puede ser proclamado al mundo con autoridad por una iglesia dividida”.[4] Se describió en seguida la unidad deseada como unidad visible en la cual todos los “que son bautizados en Jesucristo y lo confiesan como Señor y Salvador” deben ser “traídos por el Espíritu Santo a una comunión plena, teniendo una fe apostólica, predicando un evangelio, partiendo un pan, unidos en oración común, y teniendo una vida corporativa que se expresa en testimonio y servicio para todos, y que estén al mismo tiempo unidos con toda la comunión cristiana de todos los lugares y todos los tiempos de manera tal que tanto ministros como miembros sean aceptados por todos, y que todos puedan actuar y hablar juntos cuando la ocasión lo requiera en relación con las tareas a las cuales Dios llama a su pueblo”.[5]
Pero juntamente con presentar el ideal se admitió francamente que hay desacuerdo fundamental entre diferentes iglesias miembros sobre varios puntos. Estos son, principalmente: bautismo, Biblia y tradición, Santa Cena y naturaleza del ministerio (pastorado, episcopado, etc.). Estos puntos de divergencia resultan mucho más serios por la aumentada representación ortodoxa y la gran representación de iglesias anglicanas, que insisten en la necesidad de una sucesión apostólica y de una forma episcopal de gobierno eclesiástico.
Lo anterior llevó a la conclusión definida de que “el logro de la unidad supondrá nada menos que la muerte y el renacimiento de muchas formas de la vida de la iglesia” que hemos conocido. “Creemos —se dijo— que nada que cueste menos podrá finalmente bastar”.[6]
Creciente tendencia a la fusión de diferentes denominaciones
No sólo ha habido un acercamiento general entre diversas denominaciones. También se han producido uniones orgánicas (fusiones completas) entre iglesias de la misma familia o de origen diferente. Desde 1910 hasta 1957, por ejemplo, se produjeron 26 uniones orgánicas entre iglesias de origen similar. Sesenta y seis denominaciones se redujeron a 26. Aproximadamente en el mismo período se han producido catorce fusiones entre denominaciones completamente diferentes. En este caso 43 denominaciones se redujeron a catorce. Estas fusiones se han efectuado, entre otros países, en la India, la China, África Occidental, Rhodesia, Escocia, Francia, Guatemala, Méjico y EE. UU. La tendencia a la unidad es global.
En diciembre de 1960 el Dr. Eugenio Carson Blake, principal oficial ejecutivo de la Iglesia Presbiteriana Unida de los EE. UU., propuso que se uniesen cuatro de las principales iglesias protestantes de los EE. UU.: Metodista (9,9 millones de miembros), Protestante Episcopal (3,4 millones), Presbiteriana Unida (3,3 millones) y Unida de Cristo (2,3 millones). Explicó que esta unión sería el primer paso hacia la unión final de todos los cristianos, incluyendo a los católicos.[7] Es interesante notar que a mediados de mayo de 1961 la Asamblea General de la Iglesia Presbiteriana Unida eligió como “moderador” a un laico que apoya abiertamente la posición del Dr. Blake. El plan se discutirá en todos sus alcances por representantes de las cuatro iglesias comprendidas del 9 al 10 de abril de 1962 en Washington, D. C. El ambiente parece ser altamente favorable.
Sobre el autor: Profesor de Biblia del Colegio Adventista del Plata
Referencias
[1] Elena G. de White, El Conflicto de los Siglos (PPP), pág. 498.
[2] F. D. Nichol, “The Idea of Church Unity Grows’’, Review and Herald, 24 de octubre de 1957, pág. 16.
[3] W. L. Emmerson, “The Days Ahead”, Review and Herald, 11 de enero de 1962, pág. 4. (Ver “The Ecumenlcal Century”, Time, 8 de diciembre de 1961, pág. 60.)
[4] Emmerson, op. cit., pág. 5. (Cf. “The Ecumenical Century”, op. cit., pág. 61.)
[5] Ibid.
[6] “On the Religious Front”, Review and Herald, 19 de enero de 1961, pág. 2.
[7] “Merger Mapping”, Christianity Today, 2 de febrero de 1962, pág. 34.