En el mundo hay muchos hombres que están descansando después de años y años de trabajo. Nos referimos a los jubilados del ministerio. Al aproximarse el día de la jubilación, el pastor puede asumir una u otra de estas tres actitudes: soñar con su llegada, resignarse cuando llegue y comenzar a descansar, o reconocer que es lo normal, y continuar trabajando para ayudar a terminar la obra. No hay nada de malo en las dos primeras actitudes, cuando se ha trabajado duramente y se han entregado a la obra las mejores energías. Pero queremos manifestar nuestro aprecio a los que quieren continuar luchando hasta el fin, porque creen que vivimos en un momento de la historia cuando no hay tiempo que perder.
Entrevistamos a uno de los valientes soldados de reserva que decidió permanecer en la lucha de todo creyente. Se trata del pastor Oscar dos Reis, que se jubiló a principios del año 1975. Estas son las preguntas que le formulamos:
Rubén Pereyra: ¿Cuántos años de su vida dedicó al ministerio adventista, pastor dos Reis?
Oscar dos Reis: Consagré 37 años a la causa del Señor.
R.P. Durante esos 37 años, ¿qué cargos desempeñó?
O.R. Fui director auxiliar de Publicaciones, instructor bíblico, profesor de Biblia y de portugués, preceptor de colegio, pastor de distrito, evangelista de asociación, director de escuela sabática, actividades laicas y mayordomía, y, durante un período de casi diez años, presidente de asociación.
R.P. Sabemos que después de haberse acogido a los beneficios de la jubilación usted se radicó en Hortolandia, cerca de nuestro colegio, en los alrededores de San Pablo, pero, ¿podría decirnos por qué cambió posteriormente de opinión?
O.R. Después que la división me jubiló, mi esposa y yo fijamos nuestra residencia en Hortolandia. Poco tiempo después fuimos a Río Grande do Sul para visitar a nuestros familiares. Mientras estuvimos allí asistimos a un provechoso curso sobre geriatría que se dictó en la Asamblea Legislativa, y que fue dirigido por rectores de universidades y por médicos de la Asociación Nacional e Internacional de Geriatría. En ese curso aprendimos que toda persona necesita prepararse psicológicamente para enfrentar el primer año de vida de jubilado, pues en ese momento se presenta el peligro de la inercia.
Gracias al espíritu de profecía y a lo que aprendimos en el curso mencionado, supimos que lo ideal es continuar la vida activa, tratar de aprender el divino arte de envejecer, sentirse feliz, gozar de salud, practicar ejercicios físicos regularmente, seleccionar alimentos apropiados a la edad y, sobre todo, conservar el entusiasmo, es decir, tener a Dios dentro de nosotros. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gál. 2:20). Inspirados en estos principios, nos hicimos cargo en 1975, en forma voluntaria y sin percibir sueldo adicional, de dos iglesias en Jundiaí, San Pablo. Posiblemente a estas horas nos sentiríamos frustrados si hubiéramos permanecido en Hortolandia sin hacer nada. A comienzos de 1976 aceptamos complacidos la invitación de la Asociación Paulista para dirigir el vasto distrito de Piracicaba, donde estamos hasta ahora, procurando hacer, como jubilados, lo mejor posible.
R.P. ¿Puede darnos algunos datos acerca del distrito de Piracicaba?
O.R. Este distrito tiene tres iglesias organizadas y cuatro grupos, con más de mil miembros de escuela sabática.
R.P. ¿Qué actividades desarrolló durante el año 1976?
O.R. Dictamos una serie de conferencias en la sede del distrito. Sin que nadie me acompañara, recolecté más de 30.000 cruzeiros. Tuvimos semanas de reavivamiento en las tres iglesias principales, y naturalmente dirigimos las distintas construcciones que están en marcha en todo nuestro distrito.
R.P. Tenemos entendido que durante mucho tiempo usted fue evangelista. ¿Cuál es el método que, actualmente como pastor, emplea en el distrito que está dirigiendo?
O.R. Considero que todos los métodos de evangelización dan frutos si nos dedicamos a la tarea de todo corazón. Hacemos evangelización personal, empleamos a los miembros de iglesia, ponemos a todos los jóvenes en la línea del frente y damos el mayor apoyo posible a los entusiastas conquistadores que son una fuerza positiva en esta obra, que es amor en acción. Organizamos a los jóvenes para el trabajo. Mediante campamentos procuramos proporcionar la recreación sana que pueda satisfacer las necesidades sociales de la vibrante juventud adventista; preferentemente encomendamos su dirección a los estudiantes universitarios.
R.P. ¿Cuáles fueron los resultados de su trabajo durante el año 1976?
O.R. Aunque nuestro blanco era de ochenta almas, bautizamos 113. Conviene destacar que en las iglesias de Limeira y Piracicaba, donde bautizamos más de cien personas, tanto los adultos como los jóvenes participaron en un esfuerzo mancomunado.
R.P. ¿Tiene algún incidente especial que quisiera compartir con nosotros en relación con su trabajo durante estos últimos años?
O.R. Hace algún tiempo se convirtió en Piracicaba un sacerdote católico que hoy es pastor adventista y se lo conoce con el nombre de “padre Oscar”. También se bautizó su hermana, Inés, que por muchos años había sido monja; y en diciembre del año pasado, como fruto del trabajo personal de un laico, bautizamos a otra ex monja que perteneció a la parroquia del “padre Óscar”. Hoy, al pasar por la principal calle comercial de Piracicaba, vi en la vidriera de una de las tiendas este curioso letrero: “Desde el 13 en adelante, esta casa permanecerá cerrada desde el viernes de tarde hasta el lunes”. Ocurre que los propietarios de este negocio, miembros de la parroquia del “padre Oscar”, decidieron aceptar el mensaje y guardar el sábado. Anteriormente ya habíamos bautizado algunos otros miembros de esa congregación.
R.P. ¿Cuáles son sus planes para los últimos meses de 1977 y para 1978?
O.R. Todas las iglesias del distrito sintieron la necesidad de abrir obra en nuevos lugares. La Iglesia Central de Limeira va a construir el tercer templo en un próspero barrio, donde se dictará una serie de conferencias. En Piracicaba también vamos a realizar una entusiasta campaña evangelizados.
R.P. ¿Por qué no descansa, si ya trabajó, hasta ahora, casi 39 años?
O.R. Cristo vendrá pronto. Las señales son sorprendentes. “La noche viene, cuando nadie puede trabajar”. La mayor felicidad es ver almas ganadas por nuestros esfuerzos. “El amor de Cristo nos constriñe”.
¿No será éste un desafío tanto para los obreros activos como para los jubilados?