No sé si mis hermanos ya habrán leído el moderno libro de Jonás. completamente actualizado. ¿Tendrían interés en conocerlo? Pues bien, aquí está, resumido.
“Vino palabra de Jehová al ministerio adventista, hijo de esta última generación, diciendo: ‘Levántate y ve a todas partes y predica el triple mensaje, porque la venida de Cristo se aproxima’.
“Pero el ministro adventista se levantó para huir de delante del Señor, y se fue a los Estados Unidos. Cuando llegó a la agencia, encontró que muchos aviones partían para América del Norte. Compró su pasaje, aunque necesitó un préstamo, y entró en el avión para huir de delante del rostro de Dios.
“En el mundo, la tempestad del fin azotaba a los habitantes cada vez con mayor furia, y ninguna ciudad escapaba de su influencia; las fiestas eran cada vez más bulliciosas, las tempestades ideológicas eran más violentas, y amenazaban la libertad de culto y de conciencia. Entonces temieron los que dirigían las naciones a causa de la suerte que podrían correr los inocentes… Pero el ministro adventista descendió cada vez más, sometiéndose a todos los trabajos, menos a aquel al cual fue llamado.
“Y un alma despavorida, procurando encontrar una solución, halló al ministro adventista trabajando en otras tareas. Se acercó a él y le dijo: ¿Qué tienes, desviado? Levántate, invoca a tu Dios, tal vez así Dios se acuerde de nosotros para que no perezcamos. Pero el ministro enmudeció porque no encontraba disculpa. Nuevamente un alma angustiada se acercó a él: ¿Cuál es tu ocupación? ¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu tierra? ¿De qué pueblo eres tú? (Qué preguntas notables, ¿no?)
“Y él les dijo: Yo soy ministro adventista y temo (en parte) al Señor, al Dios que hizo el mar y la tierra. Entonces un alma humana se estremeció y exclamó: ¿Por qué has hecho eso? Pues comprendieron que huía de delante f del Señor.
“No pudiendo hacer nada más, sin poder convencerlo de que volviera atrás, lo abandonaron en el mar de las naciones modernas, olvidado de su voto y de su llamado. Pero Dios en su misericordia preparó un gran pez para que socorriese al ministro adventista. A este pez lo llaman comúnmente ‘dólar’, que como veremos más adelante, lo trajo de vuelta a la gran tierra de su trabajo, después de haber estado algunos años en las entrañas del pez”.
Aquí termina el primer capítulo del libro actualizado de Jonás. Creo que no es necesario continuar, porque ya sabéis que enriquecido volvió a su tierra y tuvo mucho éxito porque venía con muchas ideas nuevas que presentaba a las grandes ciudades de su tierra.
Pero pasando el tiempo, se disgustó por la demora de los juicios de Dios. (Si él hubiera permanecido en su lugar, no hubiera gastado el tiempo en otras tareas, habría apresurado la venida del Maestro, pero por su negligencia, era preciso que demorara más tiempo para que otros hicieran su trabajo).
Entre tanto, cuando volvió, cuando el pez lo lanzó en tierra, se instaló bien y Dios le dio la sombra de la hoja de la calabacera (heladera, aire acondicionado, automóvil, ventilador, etc.) y quedó satisfecho, pero, salió de la ciudad… Y allí hizo una cabaña (fue enviado a un lugar donde no había comodidades modernas y facilidades) y entonces, con el sol quemante y el viento caliente, se desmayaba y nuevamente quería morir diciendo que por eso quería huir a Tarsis, para prevenirse.
Amigos míos, en pocas palabras ésta es la historia actualizada de Jonás. ¿Es usted uno de ellos? ¿Usted, hermano pastor, tiene certeza de su llamado, de su voto, de su obligación para con Dios y los hombres? Cuidado con el gran pez, pues existe el peligro de que no sea devuelto a la playa de su tierra y de su deber.
Mis hermanos en el ministerio, no escribo esto en son de crítica ni en forma sarcástica, sino que digo con sinceridad que parece que muchos han perdido la noción de su voto, de su llamado de Dios, de la seriedad del tiempo que estamos viviendo, del poco tiempo que tenemos para trabajar. Hacemos tan poco caso del santo ministerio y corremos tras las riquezas en vez de ir en busca de las almas. Es preciso que se levante una voz que hable claro, pues el tiempo en que vivimos es para actuar y no para descansar; para trabajar y no para buscar las cosas perecederas; es preciso que haya un resurgimiento y una resurrección de nuestro ministerio en este tiempo del fin.
Sobre el autor: Presidente de la Unión Este del Brasil.