El Boeing 747 sobrevuela tranquilamente el Océano Atlántico, con destino a Londres. Es un vuelo normal, en el que los pasajeros se distraen como pueden y como les agrada. Algunos duermen. De repente uno de ellos desaparece. Después otro, y otro más… ¡hasta que la mitad de los asientos queda vacía! Para los que quedan, el hecho es inusitado, abrumador, terrorífico, misterioso, y todos observan llenos de perplejidad. Hay mucho griterío y lloro, búsqueda frenética de amigos, hijos y cónyuges.

Esta trama y sus desdoblamientos forman el contenido de una serie de libros (también transformada en película) titulada Lefi Behind [Dejados atrás], escrita por Tim LaHaye y Jerry Jenkins. Está basada en la teoría según la cual, siete años antes de la segunda venida de Cristo, los fieles cristianos serán trasladados, arrebatados secretamente al cielo. Esta teoría es un componente importante del concepto futurista de interpretación profética. El futurismo considera el establecimiento del Estado de Israel, en 1948, como un cumplimiento directo de la profecía bíblica.

El concepto futurista asegura que el cumplimiento de las promesas hechas al antiguo Israel debe ocurrir en el futuro, centrándose en torno de Israel como nación. El futurismo recibe los aportes del dispensacionalismo, sistema de interpretación bíblica y teológica que divide la acción de Dios en la historia en siete “dispensaciones” o períodos diferentes. Incluye la interpretación literal de las Escrituras y una distinción entre Israel y la iglesia. En la opinión de Gerhard Hasel, fallecido teólogo adventista: “El punto esencial de esa diferencia es que Israel es la entidad a la que todas las promesas del Antiguo Testamento fueron dirigidas; por lo tanto, deben ser cumplidas literalmente en el Israel literal, natural, étnico; no en la iglesia que otros cristianos definen como el ‘Israel espiritual’”.

Para que el asunto sea correctamente comprendido, es necesario que se tenga una clara definición del significado de la palabra “Israel” en los dos Testamentos bíblicos. Como asegura Hans LaRondelle: “La cuestión no es si el Nuevo Testamento contrasta a la iglesia con el ‘Israel natural’, sino si la iglesia es llamada ‘Israel de Dios’ en el Nuevo Testamento y si ella es presentada allí como el nuevo Israel, heredero único de todas las bendiciones prometidas en el pacto para el presente y para el futuro”.

La carta a los Hebreos y los escritos de Pablo están de acuerdo en que, desde que Cristo vino en carne y el Israel literal lo rechazó, todas las promesas que le fueron hechas por Dios se cumplirán en los que creen, independientemente de toda distinción étnica. La única calificación que el ser humano necesita tener es fe genuina en el Señor Jesús como el Mesías de las profecías de Israel; fe que se manifiesta por medio de la obediencia. Esa fe nunca está vinculada a cualquier antecedente étnico o entidad nacional. Es una dádiva y una cualidad de vida disponible para todo ser humano.

Sobre el autor: Director de Ministerio, edición de la CPB.