Los orígenes del título más utilizado por Jesús.
“Hijo del Hombre” era el título favorito de Cristo al referirse a sí mismo. La expresión aparece cerca de ochenta veces en los evangelios, y su carácter enigmático es, aún hoy, tema de muchos debates. El objetivo de este artículo no es agotar el asunto, sino apenas ampliar la comprensión de este título, tan importante en las Sagradas Escrituras. Para eso, examinaremos de manera breve la expresión “Hijo del Hombre” en fuentes bíblicas y en algunas que no son bíblicas, anteriores y contemporáneas al ministerio terrenal de Jesús, a fin de encontrar los posibles antecedentes para el uso de este título.
EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
En la Biblia hebrea, la expresión “hijo del hombre”, ben’adam, aparece 107 veces, 93 de ellas en el libro de Ezequiel. En las otras 14 veces, con excepción de Daniel 8:17, la expresión ocurre solamente en paralelismos poéticos, siempre en la segunda línea, y casi siempre en paralelo con los términos ‘adam’, o ‘enosh’, ambos con el significado de ‘hombre’ o ‘ser humano’ (Núm. 23:19; Job 16:21; 25:6;35:8; Sal. 8:4; 80:17; 146:3; Isa. 51:12; 56:2; Jer. 49:18, 33; 50:40; 51:43)[1] De modo general, el énfasis de esos textos está en la diferenciación de los seres humanos con relación a Dios, y en su debilidad, fragilidad y mortalidad, en comparación con el Todopoderoso y Eterno.[2]
No hay consenso entre los intérpretes en relación con el significado de la expresión “hijo del hombre” en Ezequiel. Las 93 veces en que esta designación es aplicada al profeta, pueden enfatizar su estatus como ser humano frente a Dios o, por otro lado, destacar su privilegio como representante profético de la raza humana, y más específicamente, del pueblo de Israel.[3]
En el libro de Daniel, la expresión “hijo del hombre” en singular aparece dos veces, una en hebreo (en el capítulo 8, versículo 17, donde ben’adam es utilizado de modo semejante al del libro de Ezequiel), y otra en arameo (en el capítulo 7, versículo 13, donde aparece la expresión kebar’enash [semejante al hijo de –o del– hombre], NVI). Esta última es considerada la ocurrencia más importante de la expresión “hijo del hombre”, y tal vez sea el texto más estudiado del libro de Daniel.[4]
En el capítulo 7, la figura del “hijo del hombre” aparece en contraste con los cuatro animales vistos anteriormente por el profeta: él representa el quinto reino.[5] Es posible establecer una analogía entre el hijo del hombre del capítulo 7 y otras dos figuras clave en el libro de Daniel.
La primera de ellas es la piedra del capítulo 2, cortada “sin auxilio de manos” (vers. 34), que aparece como el quinto reino en la secuencia profética; y a semejanza del “hijo del hombre”, establece el Reino eterno de Dios.
La segunda analogía es con relación al príncipe Miguel. La autoridad ejercida por este personaje como defensor del pueblo de Dios (Dan. 10:13, 21; 12:1; cf. Jud. 9; Apoc. 12:7) parece ser análoga a la autoridad otorgada al “hijo del hombre” en Daniel 7:13 y 14.[6] Ambos están estrechamente involucrados en la vindicación del pueblo santo, entran en escena cuando los poderes del mal se levantan y participan de la intervención final de Dios en la historia.
Comentaristas más conservadores y la tradición judeocristiana interpretan la figura humana de Daniel 7:13 como una referencia al Mesías. Otras interpretaciones consideran al “hijo del hombre” como un símbolo asociado al nuevo Israel, a Judas macabeo o, simplemente, a un ser angelical, como podría ser Gabriel.[7]
El “hijo del hombre” del capítulo 7 de Daniel es una figura escatológica, cuyas principales atribuciones parecen estar relacionadas con la vindicación del pueblo santo y con la ejecución del Juicio de Dios.
EN EL NUEVO TESTAMENTO
Con excepción de cuatro textos (Hech. 7:56; Heb. 2:6; Apoc. 1:13; 14:14), la expresión “Hijo del Hombre” en el Nuevo Testamento aparece solamente en los evangelios, y es utilizada solamente por Jesús.[8]
Según F. J. Foakes Jackson y Kirsopp Lake,[9] las declaraciones en las que Cristo utilizó la expresión “Hijo del Hombre” pueden ser clasificadas en tres grupos:
Declaraciones sobre su obra mientras estuvo en la Tierra. Ejemplos: cuando él declaró su autoridad sobre el sábado (Mar.2:27, 28) y para perdonar pecados (Mar.2:10); y al enfatizar la humildad de su misión (Mat. 8:20; 11:19; Luc. 7:34).[10]
Declaraciones sobre su sufrimiento, su muerte y su resurrección. Ejemplo: predicciones realizadas ante sus discípulos acerca de la pasión y la resurrección (Mar. 8:31; 9:31; 10:33, 34).
Declaraciones sobre su venida escatológica en gloria. Ejemplos: pasajes en los que Cristo evocó la imagen del “hijo del hombre” de Daniel 7:13, viniendo sobre las nubes del cielo (Mat. 26:64; Mar. 14:62; Luc. 22:69); cuando habló de su venida de manera general, sin necesariamente aludir a Daniel 7 (Mat. 10:23; 24:27, 37, 39; 24:44); y cuando mencionó su retorno en relación con el juicio escatológico de Dios (Mat. 24:30; 13:41; 19:28). Es más, la mayor parte de las declaraciones sobre “Hijo del Hombre” en los evangelios se refiere a la Segunda Venida o al papel escatológico del Mesías.
La clasificación antes mencionada no es rígida, pues algunas declaraciones encajan en más de uno de esos grupos.
En el Evangelio de Mateo, la expresión “Hijo del Hombre” parece resaltar el papel de Cristo como juez escatológico. En Marcos, el énfasis está en la autoridad de Jesús y, al mismo tiempo, en su posición como “siervo sufriente”. Ya el uso que Lucas realiza de la expresión sugiere que él consideraba ese título como una característica especial del discurso de Cristo, aplicado de forma exclusiva a sí mismo. En Juan, el título refuerza la identidad divina de Jesús y su origen celestial, estando relacionado con temas como la crucifixión; que en este Evangelio también implica glorificación (3:14; 8:28; 12:23;13:31), revelación (6:27, 53) y autoridad para juzgar al mundo (5:27, 9:39; 12:31). En Apocalipsis 1:13 y 14:14, la expresión “uno semejante al hijo del hombre” es usada en clara alusión a Daniel 7:13, pero parece no tener mucha relación con el uso que Jesús le dio en los evangelios.
MÁS ALLÁ DE LA BIBLIA
En la literatura extrabíblica, uno de los textos más importantes en que el concepto mesiánico de “Hijo del Hombre” es encontrado es el Libro de parábolas o Similitudes de Enoc. Esa sección del libro de 1 Enoc (capítulos 37-71) –datada entre el año 200 antes de Cristo y el fin del primer siglo de la Era Cristiana– consiste en tres discursos o parábolas. En esos discursos, la expresión “Hijo del Hombre” (traducida a partir de tres expresiones etíopes diferentes) aparece 16 veces, relacionada con la figura del Mesías. La designación aparece en paralelo con los términos “Electo”, “Mesías” (o “Ungido”) y “Justo”.[11]
El libro describe a un héroe celestial, sobrenatural, que mezcla la imagen del “Hijo del Hombre” de Daniel 7 con las del rey davídico del Salmo 2 y de Isaías 11, y del siervo sufriente de Isaías 42, 49, 52 y 53.[12]
A pesar de que no hay evidencias en relación con que Jesús haya conocido el libro Similitudes de Enoc, es posible suponer que en su época la expresión “Hijo del Hombre” ya se había transformado en un título mesiánico, trayendo la idea, incluso, de un ser divino, preexistente, responsable por el establecimiento del Reino de Dios.[13]
Otro texto judío importante que presenta la figura del “Hijo del Hombre” con moldura mesiánica es el cuarto libro de Esdras, un apocalipsis generalmente datado al final del primer siglo. Aunque no utilice la expresión “Hijo del Hombre”, este cuarto libro de Esdras [4E], especialmente en el capítulo 13, se refiere a “algo parecido con la figura de un hombre” que viene del mar, y que presenta varios puntos de semejanza con el “Hijo del Hombre” de Daniel 7 y el de Similitudes de Enoc. El héroe mesiánico del 4E también combina trazos del siervo sufriente de Isaías, y del rey davídico del Salmo 2 y de Isaías 11. Tanto en 1 Enoc como en 4 Esdras, las funciones del héroe mesiánico son básicamente dos: juzgar a favor de Dios en el juicio escatológico y reunir al pueblo elegido.
En la literatura no bíblica encontrada en Qumran, en el Mar Muerto, no hay mención al “Hijo del Hombre” de Daniel 7:13 y 14, y las veces en que la expresión aparece es utilizada en el sentido común de “ser humano”. A pesar de esto, es posible identificar en los escritos de Qumran características semejantes a las del personaje escatológico de Daniel 7 como, por ejemplo, la figura de Melquisedec, en el manuscrito 11Q13. Ese personaje a semejanza del “Hijo del Hombre” presenta atributos mesiánicos y divinos, y asume el papel de juez, de mediador y de salvador celestial.[14]
¿POR QUÉ “HIJO DEL HOMBRE”?
Los intérpretes han propuesto diferentes razones por las que el título “Hijo del Hombre” habría sido tan frecuentemente utilizado por Jesús. Entre las principales interpretaciones, encontramos:
Era, simplemente, una expresión idiomática: De acuerdo con algunos eruditos, las expresiones arameas bar’enash y bar’enashá podían ser utilizadas por el interlocutor para referirse a sí mismo en tercera persona. Sería una sustitución de los pronombres “yo” y “mí”, en casos en los que la persona quisiera evitar la impresión de arrogancia, decir algo desagradable respecto de sí misma o realizar una protesta. De esa manera, por cuestiones de modestia y discreción, Cristo habría sustituido la primera persona del singular por la expresión “Hijo del Hombre”. Sin embargo, el problema con esta interpretación es que las evidencias de esa sustitución son posteriores a la época de Jesús en esta Tierra, y no reflejan –necesariamente– una costumbre corriente en el arameo galileo del primer siglo.[15]
Era un título ambiguo: De acuerdo con esa interpretación, al utilizar la expresión “Hijo del Hombre”, Cristo habría utilizado un título que admitía más de un significado. Diferente de títulos como “Mesías”, “Hijo de Dios” o “Hijo de David” (que eran entendidos más con un sentido político que religioso), Jesús habría utilizado un título enigmático y, al mismo tiempo, bastante discreto; ya que la expresión era utilizada de varias maneras en el hebreo y en el arameo, a fin de no incentivar ideas nacionalistas y alborozo innecesario.[16]
Era un título mesiánico: Aunque en las últimas décadas teólogos más liberales se hayan manifestado contra ese punto de vista, un gran número de eruditos todavía sostiene la idea de que Cristo utilizó la expresión “Hijo del Hombre” como una alusión al concepto judío precristiano (en caso de que el libro de Enoc sea realmente anterior a Jesús) y del Antiguo Testamento de un héroe apocalíptico, preexistente y trascendente, que se manifestaría en los últimos días como redentor y juez.
En Mateo 26:64, al hablar de su segunda venida, Jesús habría realizado una clara alusión a dos textos del Antiguo Testamento: Salmo 110:1 y Daniel 7:13. Al mezclar las figuras del Rey mesiánico con la del Ser celestial de Daniel 7, Cristo habría hecho evidente el principal –y el más probable– antecedente de la expresión “Hijo del Hombre”.
Según Oscar Cullman, “la teología clásica siempre contrastó al ‘Hijo del Hombre’ con el ‘Hijo de Dios’. Desde el punto de vista del dogma posterior ‘verdadero Dios–verdadero hombre’, se entendió la designación ‘Hijo del Hombre’ solamente como una expresión de la ‘naturaleza humana’ de Jesús, en contraste con su ‘naturaleza divina’. En esa época, los teólogos no estaban familiarizados con las especulaciones judías sobre la figura del “Hijo del Hombre”, y no tomaban en consideración el hecho de que, por medio de ese propio término, Jesús habló de su divino carácter celestial”.[17]
OTRAS POSIBLES RAZONES.
Además de los motivos antes mencionados, Jesús habría utilizado la expresión “Hijo del Hombre”, posiblemente, para: 1) Destacar a propósito su naturaleza humana;[18] 2) identificarse con los seres humanos en sus debilidades, expresando su sentido de conexión con la humanidad y la participación en sus sufrimientos;[19] y/o 3) identificarse con el oficio profético y el mensaje escatológico de Ezequiel y de Daniel,[20] quienes también fueron llamados, cada uno de ellos, “Hijo del hombre”.
Un breve análisis de la expresión “Hijo del Hombre” en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, así como en fuentes extrabíblicas anteriores o contemporáneas al ministerio terrenal de Jesús, indica que el antecedente más probable para ese título, tan utilizado por Cristo en los evangelios, son los profetas canónicos, principalmente Daniel 7:13 y 14 (cf. Mat.26:64; Mar. 13:26; 14:62; Luc. 22:69), aunque el concepto estuviera también afuera de la Biblia.
De manera semejante, después de relacionar algunos posibles motivos por los cuales Jesús se habría aplicado a sí mismo el título “Hijo del Hombre”, consideramos más probable que él se haya valido de la expresión para declarar, directa o indirectamente, su papel mesiánico, su tarea como juez escatológico y defensor del pueblo santo, en el contexto de la historia de la redención. En términos prácticos, podemos afirmar que Jesús es nuestro representante divino-humano en el cielo, ¡estando así plenamente habilitado para ser nuestro Salvador!
Sobre el autor: Editor asociado en la Casa Publicadora Brasileña.
Referencias
[1] D. E. Aune, “Son of Man”, en Geoffrey W. Bromiley (ed.), The International Standard Bible Encyclopedia, Revised (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans, 2002), t. 4.
[2] George W. E. Nickelsburg, “Son of Man”, en K. Van der Toorn; Bob Becking; Pieter Willem Van der Horst, Dictionary of Deities and Demons in the Bible (Grand Rapids: Eerdmans, 1999).
[3] Comentário Bíblico Adventista do Sétimo Dia (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2013), t. 4, pp. 633, 634.
[4] Joyce G. Baldwin, Daniel: Introdução e Comentário (San Pablo: Vida Nova, 1983), p. 151.
[5] Ralph L. Smith, Teologia do Antigo Testamento (San Pablo: Vida Nova, 2001), p. 403.
[6] Nickelsburg, ibíd.
[7] Aune, ibíd.; John E. Goldingay, Word Biblical Commentary: Daniel (Dallas: Word, Incorporated, 2002).
[8] Nickelsburg, ibíd.
[9] Aune, ibíd.
[10] Charlys Siqueira, O “Filho do Homem” na Compreensão dos Pais da Igreja do Segundo Século da Era Cristã, Disertación de Maestría (Engenheiro Coelho: Seminario Adventista Latinoamericano de Teología, 2010), p. 17.
[11] Aune, ibíd.
[12] Nickelsburg, ibíd.
[13] G. E. Ladd, Teologia do Novo Testamento (San Pablo: Hagnos, 2003), p. 197.
[14] F. F. Bruce, “The Background to the Son of Man Sayings”, en Christ the Lord: Studies in Christology Presented to Donald Guthrie (Leicester: Inter-Varsity Press, 1982); Kenner Roger Cazotto Terra, “O enigma de Melquisedec em 11Q13: Intertextualidade em Qumran e o Imaginário do Juízo”, Revista Orácula 5.10 (2009), disponible en <http://www.oracula. com.br/numeros/022009/Terra.pdf>, acceso el 23 de diciembre de 2013.
[15] Aune, ibíd.
[16] Delbert Burkett, The Son of Man Debate: a History and Evaluation (Cambridge University Press, 2004).
[17] Oscar Cullman, The Christology of the New Testament (Philadelphia: Westminster Press, 1963), p. 162.
[18] Dicionário Enciclopédico da Bíblia (Petrópolis: Vozes, 1971).
[19] James Stalker, “Son of Man”, en James Orr, The International Standard Bible Encyclopedia (Albany: Ages Software, 1999).
[20] James C. Deyoung, “Son of Man”, en Walter A. Elwell; Barry J. Beitzel (eds.), Baker Encyclopedia of the Bible (Grand Rapids: Baker Book House, 1988).