Para que el servicio de culto del día de 1 sábado sea eficaz en la vida de los creyentes, es preciso que se siga un orden fijo cada semana. En demasiadas iglesias se están haciendo las cosas de improviso, resultando de ello el caos y la confusión. Pero el mayor daño se le hace al predicador a quien en muchos casos se le roba el tiempo que le corresponde para la predicación de la Palabra de Dios.

Quizá lo que más adversamente afecta los servicios del día de reposo son los anuncios que llevan tanto tiempo que apenas le dejan lugar al predicador para dar su mensaje. Lo que penemos que reconocer como ministros del Evangelio es que el corazón del culto divino el día de sábado es la predicación y que no debiéramos, en ningún caso, permitir que otra cosa, por importante que nos parezca en el momento, quite ni siquiera un minuto del tiempo señalado para ella.

Es un error incorporar el período de anuncios como parte del culto sabático. Sería mucho mejor que el pastor o anciano hiciese cuantos anuncios tenga que hacer antes de comenzar el servicio, inmediatamente después del período misionero; es decir, que no se comience la hora del culto antes de haber hecho todos los anuncios.

La publicación de un boletín es una ventaja, y donde es posible debe publicarse. Ahorra tiempo ya que evita dar los anuncios verbalmente. Sin embargo, siempre habrá anuncios de última hora, tales como una petición por algún enfermo, un cambio de hora, etc.

Lo importante es, aunque haya boletín o no, que se reserve bastante tiempo para los anuncios antes de que el ministro y los ancianos pasen a la plataforma.

He aquí un orden de servicio sugerente, el cual, dicho sea de paso, he hallado muy satisfactorio tanto para las iglesias grandes como las pequeñas:

Llamado a la adoración:

Coro (si no hay coro, preludio de piano u órgano)

Entrada del ministro y los ancianos:

Congregación de pie

Doxología:

A Dios el Padre, No 55 del nuevo Himnario Adventista, o cualquier otro himno apropiado

Invocación

¿Diezmos y ofrendas

Himno de apertura

Oración intercesora:

(Todos de rodillas)

Música especial:

 (Vocal o instrumental)

Sermón

Himno de clausura

Oración de despedida

El que la congregación se ponga de pie al entrar el pastor y los ancianos, es algo opcional; sin embargo, es algo que puede aumentar la solemnidad del culto. Además, los hermanos estarán de pie, listos para entonar la doxología. Donde hay coro, éste puede cantar un corto himno apropiado después de la oración intercesora. En la iglesia de Hanford, donde tenemos coro, se usa el Nº 52 del nuevo himnario —“¡Oh Dios, que oyes cada oración!”

Todos permanecemos arrodillados hasta que termina este hermoso canto. Al final del culto, después de haber sido pronunciada la oración de despedida, todos permanecemos quietos hasta que el coro canta el Nº 51 del nuevo himnario —“Despídenos con tu bendición”. Después de esto, las personas oficiantes bajan de la plataforma ordenadamente y, al llegar a la salida, los diáconos despiden a la congregación fila por fila, comenzado desde el frente.

Escribió el salmista David: “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad” (Sal. 29:1). Todo lo que tenga que ver con la adoración del Santo de Israel debiera ser hermoso, solemne y que infunda reverencia en el corazón de aquellos que van a rendirle culto en el día de reposo. Si tuviésemos, aunque sea una idea vaga de la santidad del infinito Dios del universo, seríamos mucho más cuidadosos los sábados y procuraríamos que todo sea hecho “decentemente y con orden”.

El miedo al formalismo y ritualismo de la iglesia romana y de algunas de las iglesias protestantes populares, ha dado lugar a que en muchas de nuestras iglesias se lleven a cabo los servicios de modo demasiado informal, irreverente y hasta indecoroso. Bien recuerdo la vez, hace algunos años, cuando un pastor adventista en una de las iglesias de una gran metrópoli norteamericana tuvo que interrumpir el servicio un día de sábado para pedir públicamente a algunas madres que por favor abandonasen la práctica indecorosa de tender los pañales que acostumbraban lavar en el piso bajo de la iglesia, sobre los radiadores del santuario. Quizá sea esta barbaridad y mil y una más de las que pueden observarse en las iglesias de hoy, indicio de que nuestra conducta en la casa de Dios muchas veces carece de orden, forma, decoro y solemnidad.

Es bueno dejar que todo el que quiera refrescarse un poco salga por unos instantes y regrese a tiempo para el comienzo del segundo servicio. Esto se hace particularmente para beneficio de los niños que se intranquilizan durante la predicación. Encuentro que permitiendo a la congregación este descanso, hay menos movimiento durante el segundo servicio.

Algunos quizá no den a estas advertencias mucha importancia, pero ¡cuánto contribuyen al buen orden y a la buena marcha de un servicio!

Unas dos observaciones más:

Debemos tener mucho cuidado de no comercializar el día de culto. ¡Cuántas cosas se venden en la casa de Dios en su día santo con el pretexto de que “son para la obra del Señor”! Los promotores de venta de nuestras casas publicadoras que visitan las iglesias nunca debieran perder de vista que el propósito del servicio sabático es la adoración y no la venta de tantos números de revistas, por buenas que sean.

Durante la campaña de recolección, no profanemos el día de reposo tomando la mayor parte del tiempo para presentar largos informes de carácter pecuniario.

Es cierto que es necesario mencionar muchas de estas cosas el sábado por la sencilla razón de que es la única ocasión cuando está reunida toda la iglesia, pero aún así, “¡santidad a Jehová!” Es el día en que nos presentamos espiritualmente ante el lugar santísimo y vamos, sobre todo, a adorar a Dios. No permitamos que nada se interponga ese día entre nosotros y el Santo de Israel.

 “Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra” (Hab. 2:20). Aprendamos a adorar a Dios en la hermosura de la santidad.

Sobre el autor: Pastor de las iglesias de habla castellana de Hanford, California, EE. UU.