Siete principios de liderazgo eficaz.

Cada época tiene su propio modo de estudio y práctica de liderazgo. Como líderes cristianos, debemos comenzar con la Biblia. Sobre este tema, tiene para decir más de lo que podemos imaginar. Una forma de centrarnos en los conceptos bíblicos de liderazgo es el estudio de la vida de sus grandes personajes.

Este artículo esboza un estudio acerca de las lecciones de liderazgo que podemos captar de la vida de José. Juntas, forman lo que podemos llamar el “factor José”. Este factor reúne siete habilidades esenciales de liderazgo que están de acuerdo con las investigaciones acerca del asunto. No obstante, primeramente, debemos establecer nuestras presuposiciones sobre cómo será abordada la Escritura en este estudio.

Nuestra primera presuposición apunta a la fuente primaria de enseñanza para el liderazgo cristiano, la Palabra escrita de Dios, aun cuando no pueda ser clasificada como un libro de texto acerca de este tema. Pero, en nuestra visión de las Escrituras, permanece como relato de las actividades de Dios acerca de la redención de la familia humana y en cumplimiento de ella. Así, se mencionan personalidades en la Biblia en la medida en que afectan la trayectoria de la misión de Dios para el hombre. Algunos ocupan el centro del palco; otros aparecen como grupo de apoyo. Pero, un análisis cuidadoso de los personajes principales revela sus principios, los preceptos adoptados, las tácticas empleadas y las lecciones útiles para líderes modernos.

La segunda presuposición enfatiza el mayor ejemplo de liderazgo en la Biblia: Jesucristo, la Palabra viva de Dios. Su compromiso con el amor y el servicio abnegado establece la pauta para los líderes cristianos (Fil. 2:1-5). La pasión por la misión, el compromiso con los seguidores, su paciente proceso en hacer discípulos, y su capacitación y entrenamiento, demuestran la naturaleza del líder auténtico. Esta presuposición demuestra un modelo de liderazgo cristiano que va más allá del valor inspirativo de muchos modelos que surgieron en el escenario bíblico. El liderazgo cristiano será modelado según el ejemplo de Cristo.

La tercera presuposición muestra que mucho de lo que los líderes pueden aprender actualmente ya ha sido dicho hace varias décadas. Es verdad que ha habido avances sustanciales en la teoría y en la práctica del liderazgo; pero, como en otros ramos de investigación, evaluaremos la utilidad de estos estudios a la luz de la Palabra viva de Dios.

Antes de continuar, es importante definir “el factor José” como un grupo de creencias, actitudes y habilidades demostradas por José, que transforman a las personas de ser seguidores profesionales en líderes que causan impacto. Este factor resume un paquete de siete secretos que revitalizan el liderazgo.

Elección

El primer y más notable elemento del liderazgo de José muestra que nada, en su origen familiar, podría hacer prever que sería un líder altamente eficaz. Considere todos los puntos “negativos” de sus antecedentes: José era hijo de Jacob, un polígamo que tenía cuatro esposas que rivalizaban entre sí. José tenía diez hermanos nacidos de tres madres diferentes; él y su hermano menor compartían la misma madre. Su abuelo, Labán, engañó a Jacob, haciéndolo casar con Lea, que no era su primera elección.

Otros aspectos negativos incluyen otras dos madres que eran sustituías. José perdió a su madre cuando era joven y su padre lo favorecía, porque era hijo de su vejez, el primer hijo del primer amor de Jacob. Pero, eso le trajo solo amargura y odio de parte de sus hermanos. A pesar de estos antecedentes, que hoy podrían haber producido un alcohólico, un psicótico, un adicto o un narcisista, José ganó alturas notables en el liderazgo. A los 30 años, se convirtió en el primer ministro de Egipto (Gén. 41:39-46).

¿Qué marcó la diferencia? José ejerció el don de la elección. Escogió un camino diferente del que habría sido escogido por otros de origen semejante. Las investigaciones sobre los antecedentes de los líderes corporativos revelan que los que sobreviven a serias adversidades, en lugar de convertirse en depresivos crónicos, se convierten en grandes líderes cuando “usan la experiencia como un momento de definición”. Las dificultades los fortalecen.[1]

Visión

El segundo concepto en el factor José de liderazgo es la visión, el sueño que guía a líderes y liderados a una condición futura deseada. El sueño de José, relatado en Génesis 37:5 al 9, esbozó el plan de Dios para su vida. José sabía que había sido llamado a liderar. Su sueño proveyó el rito que orientó su vida a través de los altibajos. Esto muestra exactamente cómo funciona la visión en el ejercicio del liderazgo. Conserva viva la llama de la esperanza, en el corazón y en la mente de líderes y liderados. En verdad, sin visión, no hay liderazgo.

La literatura moderna confirma este secreto del liderazgo de José. Muchos líderes han experimentado la importancia de la visión como directriz del desempeño organizativo. Al tener en vista crear un banco nacional, James Stillman, presidente del Citicorp, de 1891 a 1909, y gerente de 1909 a 1918, empleó a personas con las que compartió su visión y su espíritu emprendedor. Sam Walton, fundador de Wall-Mart, tuvo la visión de establecer un supermercado minorista de bajo costo. Paul Galvin, fundador de Motorola, soñó con construir una grande y duradera compañía; y Walt Disney deseó hacer felices a las personas, llevar alegría a los niños y modelar la imaginación de ellas.

Lo que distinguió a esos líderes no fue el hecho de que hayan tenido una visión personal, sino que fueron visionarios organizativos.[2] Previeron y construyeron empresas permanentes. La visión debe desafiar, inspirar y alinear las fuerzas en una dirección común. Desempeña “un papel fundamental en diseñar el futuro, al servir como fachada en el proceso de elaborar estrategias”.[3]

Consideremos el aspecto eclesiástico de nuestra organización. Si bien las orientaciones son diseñadas para facilitar la solidaridad en las tareas, muy frecuentemente estas orientaciones están marcadas por la conformidad más que por un liderazgo con visión. Esta condición prevalece en muchos lugares, porque las orientaciones no solo expresan los valores organizativos; crean los límites de la organización. A su vez, la cultura organizativa forma los parámetros de un liderazgo aceptable y la función de los liderados. Estos parámetros de conformidad explican por qué algunos líderes, en la rama eclesiástica de nuestra institución, frecuentemente se enfrentan con el escepticismo (y a menudo se desaniman por esto). Otros líderes, más sanguíneos, captan este mensaje organizativo y se convierten en gerentes que van a lo seguro, en lugar de líderes valientes y visionarios.

Mucha de nuestra energía organizativa está concentrada en la supervisión, en lugar de la capacitación para la visión. Los investigadores modernos muestran que los líderes deben favorecer la opinión de los que desean y son capaces de ejercer el liderazgo desde las bases. Los que están comprometidos con hacer el trabajo de la institución son capaces de “ver” inconsistencias y otros peligros organizativos que podrían no ser aparentes para el liderazgo ejecutivo. Las opiniones comprometidas deben ser animadas y protegidas. Como Martin Luther King Jr., todo líder debe ser capaz de decir: “Tengo un sueño”. La visión impulsará a la organización a su futuro. Si bien ningún aspecto de la institución puede reclamar la perfección, nuestro ámbito eclesiástico debe comprometerse con el aprendizaje intraorganizativo, como sucede en nuestras instituciones de salud.

Perseverancia

Los vaivenes inesperados de la vida de José de la cisterna a la prisión y al palacio- están marcados por una constante: perseverancia. Aunque los primeros treinta años de su vida son significativos, por causa de sus altibajos, José vivió ciento diez años. Esto significa que vivió fielmente, en medio de la prosperidad, por ochenta años después de salir de la prisión (Gén. 50:22). Los líderes son llamados a llevar una vida de largo aliento.

El liderazgo perseverante puede ser observado mejor ante la adversidad. No es fácil liderar (1 Tim. 4:16; 2 Tim. 2:3). Con frecuencia, los líderes enfrentan el desánimo, el rechazo, el ridículo, el resentimiento, la falsedad y muchos otros desafíos. Por otro lado, la historia de José demuestra que el rechazo sufrido por parte del soñador no mata sus sueños. Algunos líderes tienen dificultad en recuperarse del rechazo, pero no José. Su carácter y su visión resultaron favorecidos.

El liderazgo moderno muestra que los osados sobrevivientes de la adversidad, como José, perseveran a pesar de los desafíos internos y externos de sus empresas. R. H. Macy falló siete veces antes de alcanzar el éxito en sus negocios. Lee Iacocca podría haberse desesperado, pero aceptó el desafío de administrar la Corporación Chrysler, en bancarrota. Pero, su notable liderazgo llevó a la empresa al éxito. La perseverancia requiere resistencia del líder ante los desafíos, para que se haga cada vez más fuerte.

Autogerencia

Considere la autogerencia como el tercer ingrediente en el factor José. Una descripción de José lo presenta como “de hermoso semblante y bella presencia” (Gén. 39:6). Hemos oído de líderes que han explorado su seducción física o política, en perjuicio de sí mismos, sus familiares y su organización. En el caso de que hayas sido bendecido por la atracción física, recuerda que debes utilizarla como parte de tu autogerencia para honra de Dios y el progreso de su causa. Como parte de tu influencia capital, la atracción debe ser utilizada en beneficio de otros; y la autogerencia es la capacidad de subordinar nuestros impulsos a los requerimientos de nuestra vocación.

La esposa de Potifar cercó a José hasta el límite de la autogerencia. Cuando intentó seducirlo, él podría haber explotado su atracción. Pero, el carácter de José brilló nuevamente. No sucumbió, sino que respondió: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Gén. 39:9). José decidió no ceder al comportamiento inmoral, aun cuando era mucho más fácil racionalizar. Un líder moral tiene que comportarse de manera ética y moral, haciendo siempre lo que es correcto, aun cuando nadie lo observe y esté libre de ser atrapado. José demostró madurez espiritual, junto con carácter moral, para alcanzar mayor nivel de liderazgo.

La autogerencia describe la habilidad que tiene el líder para controlar sus pensamientos, sus emociones y su comportamiento. Los líderes eficaces deciden ser sus propios gerentes, mientras son gerentes de otras responsabilidades relacionadas con el trabajo. El autor Peter F. Drucker afirmó que, como los grandes conquistadores de la historia, un líder debe “aprender a gerenciarse”.[4] Para Drucker, la gerencia del yo incluye el dominio y el desarrollo propios. El líder eficaz conoce sus puntos fuertes, sus puntos débiles, las limitaciones, y cómo se desempeñan y aprenden. Por ejemplo, ¿produzco más resultados como tomador de decisiones o como consultor? ¿Trabajo bien bajo estrés o necesito un ambiente altamente estructurado? Para la autogerencia eficaz, Drucker identifica la reflexión propia, para la comprensión de la personalidad, de las actitudes, del carácter y, por lo tanto, la conducta preferida.

Diligencia

Como cuarto ingrediente del factor José, se encuentra la diligencia, definida como un compromiso consciente del líder con el deber, la responsabilidad o la tarea. La diligencia forma un fundamento de la credibilidad del liderazgo. Promesa hecha es promesa cumplida. Los proyectos son ejecutados de comienzo a fin. La comunicación completa el círculo. Pocas cosas son más desmoralizadoras para los liderados que los líderes que no cumplen planes ni promesas. Lee Icocca, ya mencionado por su liderazgo durante la primera mitad de su mandato al frente de la Chrysler, se perdió en la segunda mitad debido a “la falta de disciplina para permanecer dentro de las áreas en que Chrysler podía ser mejor”. En verdad, pasó a hacer “una juerga de di versificaciones altamente indisciplinadas”.[5]

En lugar de lamentar las oportunidades que desearían haber tenido, los líderes diligentes maximizan las oportunidades que tienen. José podría haber dicho: “Estoy destinado a gobernar. No es mi responsabilidad supervisar tareas en una prisión egipcia”. Pero, siempre que podía ser útil, no desperdiciaba la oportunidad. Maximizó las oportunidades presentadas, en lugar de creer que el césped del vecino podía estar más verde. Aun cuando fue llevado a Egipto, como esclavo, “serviría al Señor con corazón íntegro; afrontaría con toda fortaleza las pruebas que le deparara su suerte y cumpliría todo deber con fidelidad”.[6]

Dios bendijo la casa de Potifar porque José estaba allí. Si la institución no es bendecida porque tú y yo servimos en ella, necesitamos parar y reflexionar. A cualquier lugar al que José iba, las bendiciones lo seguían. En la prisión, realizó las tareas como mayordomo tan diligentemente que su jefe amplió sus acciones. La prisión fue bendecida. Como resultado, a José se le encargaron todas las responsabilidades asociadas con la prisión (Gén. 39:22; Prov. 6:6-11).

Discernimiento

La siguiente perla del factor José señala la habilidad del líder para identificar y descubrir modelos detrás de los eventos o las acciones aparentemente casuales. Los líderes espirituales disciernen especialmente la acción de Dios en las circunstancias de la vida. En el escenario del encuentro relatado en Génesis 45:5 al 8, el testimonio de José forma una clásica declaración acerca del discernimiento providencial: “Dios me envió delante de vosotros […]. Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios”. Hasta este punto de la historia, el lector queda bajo la impresión de que José fue vendido. Pero, como segundo después de Faraón a los 40 años, José utiliza el término hebreo shalach, derivado de la raíz “enviar”. José vincula los puntos de su experiencia pasada y afirma: “Dios me envió. Como un apóstol, misionero o embajador, me envió delante de ustedes”.

Por el hecho de que José manifiesta este don de discernimiento ya avanzada la narración, alguien podría concluir que no lo comprendió anteriormente. En verdad, lo hizo nueve años antes. En la ocasión en que fue llevado a Faraón para interpretarle el sueño de las vacas flacas y gordas (Gén. 41:1-10), José vio el camino de su vida. Entonces, la porción original de la visión de Génesis 39 fue cumplida. Por otro lado, el cumplimiento del segundo elemento de la visión, la reverencia prestada por sus hermanos se materializó nueve años después.

Los líderes cristianos son llamados no solo a discernir, sino también a reconocer la mano de Dios, comprender su voluntad y su providencia, “escuchar” su voz y “ver” sus hechos.

¡El discernimiento es un don de Dios!

Compasión

El séptimo y último componente del factor José de liderazgo es la compasión, la habilidad del líder para extender gracia a los liderados que fallan. Esta gracia puede ser transformadora. Los investigadores descubrieron que esta actitud hacia el que yerra libera al ofendido y al ofensor. Jesús restauró a Pedro (Juan 21:15-19). Pablo expresó su deseo de tener de vuelta a Marcos, a quien anteriormente juzgara incapaz para el ministerio (2 Tim. 4:11). Los líderes eficaces practican el arte de perdonar, olvidar y apoyar a los que le fallaron.

Los hermanos de José le habían fallado, de la peor forma imaginable. Podría haber aprovechado la oportunidad para vengarse, y hasta podía justificar eso, pero no estaba interesado en la represalia. Génesis 41:15 muestra la cura de los recuerdos. El primer hijo de José nació mientras él estaba en Egipto, y recibió el nombre de Manasés, cuyo significado es “Dios me hizo olvidar todo mi sufrimiento”. El segundo indicador de que José resolvió sus experiencias traumáticas está en el versículo 22, donde se lee que dio a su segundo hijo el nombre de Efraín; es decir, “Dios me hizo fructífero”.

El factor José señala siete características eficaces del verdadero liderazgo. Son cualidades deseadas por cualquier empresa hoy. Más que eso, pueden ser características que definan nuestro estilo de liderazgo como pastores y líderes cristianos.

Sobre el autor: Vicerrector de la Universidad de Loma Linda, California, Estados Unidos. Profesora de Administración en la Universidad La Sierra, California, Estados Unidos.


Referencias

[1] Ann Kaiser Stearns, Coming Back: Rebuilding Lives After Crisis and Loss (Nueva York: Ballantine, 1988), p. 294.

[2] James C. Collins y Jerry I. Porras, Business Leadership: A Jossey-Bass Reader (Koboken, NJ: John Wiley & Sons, 2003), pp. 373-403.

[3] Burt Nanus, ibíd., p. 359.

[4] Peter F. Crucker, Harvard Business Review (marzo-abril de 1999), pp. 65-74.

[5] James C. Collins, Good to Great, p. 132.

[6] Elena G. de White, Patriarcas y profetas, p. 215.