Algunos escritores que se ocupan de las condiciones mundiales llaman a esta era atómica la Edad Apocalíptica. Los estudiosos de la Biblia la conocen con el nombre profético de “el tiempo del fin,” que terminará con la intervención de la segunda venida de Cristo. Este tiempo invita a la iglesia remanente a efectuar un renacimiento del evangelismo. Esto se logrará cuando la verdad salvadora y santifica-dora se posesione de cada sincero discípulo. El corazón humano que es morada del Espíritu Santo no puede guardar para sí la verdad salvadora. Esparce las buenas nuevas, y gana almas para Cristo.
En Apocalipsis 14:6, 7 está registrada la infalible misión profética para la iglesia: “Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el Evangelio eterno para predicarlo a los que moran en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en alta voz: temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad a aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.”
“La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fué organizada para servir, y su misión, es la de anunciar el Evangelio al mundo.”—”Los Hechos de los Apóstoles” pág. 9.
Las grandes fuerzas latentes del potencial humano de nuestras iglesias, bajo la hábil dirección de nuestros pastores y dirigentes locales, pueden encauzar, unificar y coordinar todas las actividades en un todo sólidamente unido. Esto se logrará a través de una labor paciente y perseverante. Cuando se obtenga este resultado, los diferentes aspectos de la actividad misionera estarán preparados para lanzar un ataque decisivo contra las fuerzas del mal. Habrá una sincera decisión de rescatar a los cautivos de Satanás para hacerlos ciudadanos del reino de Dios.
Sólo poquísimos pastores creen en la actualidad que su cargo los exime de la responsabilidad de ganar almas. Sin embargo hay más que todavía consideran que la única responsabilidad que les incumbe es la de pastorear a la grey. ¿Pero qué significa pastorear al rebaño? Principalmente, guiar a la iglesia en las tareas misioneras y ganadoras de almas, alimentándola con la Palabra de Dios, y velar para que sus pastos estén siempre “junto a aguas de reposo,” al abrigo seguro de Cristo.
Formando iglesias ganadoras de almas
En “Obreros Evangélicos,” pág. 31 leemos: “El ganar almas para el reino de Dios debe ser su [de los ministros] primera consideración.” En la página 207 se habla del ministro como si fuera un “capataz” en las actividades ganadoras de almas. Y en la pág. 198 aparece lo siguiente: “Una iglesia que trabaja es una iglesia que crece. Los miembros hallan estímulo y tónico en ayudar a los demás.” Esa actitud hacia la obra del pastor resolverá muchos problemas que minan la estabilidad de la iglesia. El pastor o el dirigente de un distrito puede no poseer la habilidad de llevar a cabo una gran campaña evangélica, pero con toda seguridad puede —y debe— ser experto en buscar a las almas una por una en el vecindario, para llevarlas al reino de Dios. Si no puede hacer esto, está traicionando su oficio y dando un mal ejemplo a los miembros de la iglesia. Un pastor que se dedica a la tarea de ganar almas raramente tiene dificultad para convertir a sus miembros en ganadores de almas. La obra del pastor requiere, primero, el cuidado tierno y amante del buen Pastor; segundo, el enérgico poder conductor de un capataz; y tercero, la habilidad del cazador avizor que otea la presa en el campo de caza.
La palabra inspirada nos dice: “El corazón del verdadero ministro está lleno de un intenso anhelo de salvar almas… Vela por las almas como quien debe dar cuenta.”—”Los Hechos de los Apostóles,” pág. 268.
En la actualidad hay iglesias que han extinguido su luz. No la dejan brillar para su Maestro. Gomo resultado, los miembros tropiezan en la oscuridad, dañándose a sí mismos y enfermándose de angustia. Además, tornan oscura la senda de los buscadores de la luz. De esta manera la feligresía decrece, y como resultado, los que son dejados en las tinieblas comienzan a morir.
La iglesia agonizante
Un autor alemán desconocido describió una iglesia agonizante del siguiente modo:
“Una iglesia que no hace nada por la gente va camino del cementerio.
“Todos los que están de tal manera ocupados con sus propios problemas que no encuentran tiempo para la obra de Dios, están tejiendo una corona funeraria.
“Todos los miembros que no hacen nada están actuando como acompañantes del féretro. “El hermano que nunca dice nada conduce la carroza fúnebre.
“Los que siempre se resisten cuando se toman medidas para avanzar, están esparciendo flores sobre la tumba.
“El hermano que siempre habla de dificultades en la iglesia está pronunciando la oración fúnebre.
“Así es como la iglesia yace enterrada, descargada de todas las preocupaciones. ¿Cuál es el papel que Vd. desempeña?”
De inmediato debiera procederse en todas las iglesias a poner en práctica un vigoroso evangelismo pastoral auxiliado con la cooperación de los miembros de acuerdo con sus capacidades. Esto ocasionaría el renacimiento del evangelismo y traería un reavivamiento espiritual.
“Es, esparciendo las buenas nuevas de la salvación como nos acercamos al Salvador.”— “The Ministry of Healing,” pág. 103.
Las reuniones locales de evangelismo pastoral debieran complementarse con importantes campañas en las ciudades más grandes. Dios ha dotado a algunos hombres con el don especial de interesar a grandes concurrencias. Cada evangelista debiera ser apoyado por un grupo de no menos de siete colaboradores. Esto está en armonía con la instrucción del espíritu de profecía. También se necesita una persona entendida en publicidad y experta en relaciones públicas. De nuevo hacemos énfasis en que el evangelismo debe ser la tarea dominante de la iglesia que profesa la pronta venida de Cristo. Nuestro principal objetivo consiste en predicar la verdad salvadora a todo país, ciudad, pueblo y aldea, en cumplimiento de la profecía de Apocalipsis 18: 1.
Tendencias adventistas acerca del evangelismo
¿Es el evangelismo únicamente una actividad incidental? En muchos campos la actividad evangélica se lleva a cabo en forma esporádica y sólo en unos pocos lugares. Tal vez inconscientemente se la considera una actividad incidental entre las demás de la iglesia.
¿Se considera el evangelismo como una necesidad apremiante? Nos preguntamos si los evangelistas de nuestras filas gozan del mismo crédito y reconocimiento que los evangelistas de otras denominaciones. Por ejemplo, hace un tiempo oí a un grupo de pastores que decían lo siguiente acerca de una persona que acertaba a pasar cerca: “El no es capaz de hacer obra pastoral o administrativa, de modo que todavía es un evangelista. Lo sentimos por él.” ¿No es ésta una situación trágica?
Para algunas personas el término “evangelista” se identifica con la imagen de una personalidad excitable, muy sensible y efervescente. Otros piensan de inmediato en un hombre del tipo impresionista, que por la fuerza de su personalidad dominante crea una atmósfera emocional para convencer a los hombres de la bondad de su mercadería. Y hay quienes clasifican al evangelista como una persona sin estabilidad ni equilibrio intelectual. Esta corriente considera al evangelista como una persona que accidentalmente posee el don de la palabra y que es capaz de mantener una charla ininterrumpida. Además, existe la fuerte creencia de que muchas personas bajo el influjo de las enseñanzas de un evangelista, ingresan en la iglesia impulsados por una elevada dosis de emoción, y que cuando se desvanezca la acción de la fuerte personalidad del evangelista, estos miembros no tardarán en alejarse de la iglesia llenos de desánimo.
La ganancia mecánica de almas
Existe la tendencia a mecanizar las diferentes actividades ganadoras de almas de una manera parecida a la mecanización imperante en la industria. Nos sentimos inclinados a pensar si acaso no nos estaremos dejando arrastrar por la corriente del automatismo, que circula por todas partes. Existe la tendencia a realizar la obra salvadora de almas desde una silla giratoria y un escritorio colocados en una oficina con calefacción en el invierno y con aire acondicionado en el verano. Pero seamos reales y veamos cuántos de los resultados alcanzados en nuestros esfuerzos evangélicos se logran a través del correo o de las llamadas telefónicas. ¿Existe algo parecido a un ganador de almas de sillón? El arte de ganar almas siempre ha exigido, y exigirá, el toque personal de hombres y mujeres cuyos corazones rebosen con el amor de Dios. En verdad, no hay nada que sustituya el trabajo personal.
Algunas veces nos sentimos inclinados a pensar si acaso nuestra renuncia a embarcarnos en una campaña evangélica no se debe al temor de perder nuestro prestigio ante las asociaciones ministeriales de otras denominaciones. ¿Van a pensar los ministros no adventistas que estamos empeñados en hacer prosélitos? ¿Pero qué diremos de los miles de personas que no pertenecen a ninguna iglesia? Esos ministros no nos acusarán falsamente si encaramos debidamente las tareas evangélicas. El sentido solemne de nuestro mensaje debiera impelernos siempre hacia el evangelismo: “Levantaos, hombres de Dios.”
Algunos datos estadísticos revelarán el rumbo de nuestras actividades ganadoras de almas.
La División Norteamericana tenía una feligresía de 293.448 miembros el primero de enero de 1956. Durante ese año se añadieron por bautismo y profesión de fe 17.742. Sin embargo, después de reunir todos los datos pertinentes, incluyendo las pérdidas de miembros por muerte y apostasía, la feligresía era de 299.984. Esto representaba una ganancia neta de 6.536 miembros. Fué el resultado de los esfuerzos combinados de aproximadamente 15.000 obreros denominacionales de todas las fases de nuestra obra en la División Norteamericana, incluyendo la voz de la Profecía, el evangelismo público, las actividades misioneras, la obra médica, educacional, etc. Cierta unión —y debe haber una razón justificada para ello— terminó el año con 21 miembros menos de los que tenía al principio.
Es conveniente que nos volvamos humildemente hacia el sano consejo de la Biblia y el espíritu de profecía: predicar el Evangelio a todo el mundo mediante la voz viva del ministerio, y añadiendo a esto el poderoso impacto de las actividades misioneras de nuestros consagrados obreros voluntarios.
¿Hemos estado retardando la venida de Cristo a causa de actitudes vacilantes, desconocidas en tiempos pasados por los adventistas? ¿No es hora de corregir las tendencias que indican una reducción de la obra evangélica? Esta tarea no corresponde a ningún departamento en particular de la Asociación General, sino a todos los ministros, porque ellos son ordenados de Dios para darle prioridad a la ganancia de almas.
El método en el evangelismo
Alguien puede preguntar: “¿Cómo alcanzaremos a las personas en esta era científica que ha provocado tantos cambios en las perspectivas de las grandes masas?” Puede encontrarse una solución, porque el Señor nos ordenó: “Por tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizándolos…; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”
En “Los Hechos de los Apóstoles” leemos: “Por la conversión de un pecador, el ministro somete a máximo esfuerzo sus recursos.” (Pág. 268.) Aunque nos veamos frente a lo que consideramos problemas insuperables, si sometemos a máximo esfuerzo nuestros recursos, con mucha oración y meditación, hallaremos la solución divina. Se levantarán problemas con los que no hemos soñado en el presente, pero éstos también se solucionarán por intermedio de hombres consagrados, decididos, y temerosos de Dios.
Grupos de trabajo y métodos a emplearse
Vivimos en una época de especialización. La televisión ofrece un gran desafío, y acaso algunas trabas al evangelismo. Los diferentes métodos para desarrollar el interés en una campaña requieren la atención de más de un obrero de tiempo completo. Llevar a cabo una campaña de éxito significa que el evangelista debe organizar su trabajo alrededor de un grupo de colaboradores bien calificados para desempeñarse en sus campos particulares de actividad.
El evangelista, para ganar la confianza de sus oyentes, debe presentar su mensaje de una manera tal que los convenza de que está interesado en su bienestar, paz y seguridad personal.
Nuestro mensaje debiera presentarse de tal manera que la gente se sienta atraída hacia él como por un imán. Para alcanzar este resultado se requiere mucho trabajo arduo. Para llegar al corazón de la gente, el evangelista debe estudiar los últimos métodos descubiertos para presentar una nueva verdad. En el libro “Evangelism” leemos los siguientes consejos:
“Debéis variar vuestro trabajo, y no tener un solo método del cual pensar que debe seguirse en todo tiempo y en todos los lugares.”—Pág. 126.
“No olvidemos que para salvar a las diferentes personas deben emplearse métodos diferentes “Las clases de personas con que os encontráis decidirán el método a emplearse en el manejo del trabajo.”—Pág. 106.
“Dios quiere que sigamos métodos nuevos y no probados.”—Pág. 125.
“Algunos de los métodos empleados en esta obra serán diferentes de los métodos utilizados en el pasado; pero que ninguno, a causa de esto cierre el camino por la crítica.—Pág. 105. (La cursiva es nuestra.)
El ejemplo de Pablo
Si adoptáramos los principios del apóstol nuestro evangelismo público experimentaría un gran reavivamiento.
“Por lo cual, siendo libre para con todos, me he hecho siervo de todos para ganar a más. Heme hecho a los judíos como judío, para ganar a los judíos; a los que están sujetos a la ley (aunque yo no sea sujeto a la ley) como sujeto a la ley para ganar a los que están sujetos a la ley; a los que son sin ley, como si yo fuera sin ley, (no estando yo sin ley de Dios, mas en la ley de Cristo) por ganar a los que estaban sin ley. Me he hecho a los flacos flaco, para ganar a los flacos: a todos me he hecho todo, para que de todo punto salve a algunos.” (1 Cor. 9: 19-22.)
“Como soy astuto, os he tomado por engaño.” (2 Cor. 12: 16.)
“No debéis pensar que toda la verdad ha de ser presentada a los no creyentes en todas y cada una de las ocasiones. Debéis planear cuidadosamente qué decir y qué dejar de decir. Esto no es practicar el engaño; es trabajar como trabajó Pablo. El dice: ‘Como soy astuto, os he tomado por engaño.’ Debéis variar vuestras labores, y no tener una sola forma que pensáis que debe ser seguida en todas las ocasiones y en todos los lugares. Vuestros métodos pueden pareceros un éxito, pero si hubierais usado más tacto, más de la sabiduría de la serpiente, habríais visto resultados mucho más reales en vuestro trabajo.”—”Evangelismo.” pág. 91.
Necesitamos encontrar métodos practicables para ganar la atención de los ateos, los agnósticos, los católicos y los judíos. Debiéramos esforzarnos por descubrir métodos para retener grandes auditorios.
Ocasionalmente he encontrado obreros de tendencia conservadora que trabajaban en forma rutinaria, temerosos de emprender nada nuevo o diferente. La rutina produce efectos desastrosos en la tarea de ganar almas. Se ha dado la siguiente definición de una persona conservadora: “Un conservador es alguien que no piensa en que todas las cosas deben hacerse por primera vez.” ¿Qué dice el Señor respecto de esto? “Dios quiere que sigamos métodos nuevos y no probados.” (Id., pág. 90.) La mente debe trabajar incesantemente para inventar las mejores maneras de alcanzar con la verdad a los vecinos. Para comprender la naturaleza humana y para penetrar con sabiduría en la perspectiva religiosa de los demás, la mente del ministro debe permanecer alerta. Será necesario que tenga en cuenta los gustos y las aversiones de los que desea ganar, y que trate con simpatía las barreras mentales hasta que el alma vea la verdad en toda su belleza y la acepte. Notemos las siguientes palabras inspiradas que muestran cómo ve Dios nuestro evangelismo:
“Pero si los creyentes en la verdad hubieran purificado sus mentes obedeciéndola, si hubieran sentido la importancia del conocimiento y del refinamiento de los modales en la obra de Cristo, donde se ha salvado un alma, podrían haberse salvado veinte.”—Id., pág. 81. (La cursiva es nuestra.)
“El tiempo es corto. En todas partes se necesita obreros para Cristo. Debiera haber cien obreros fieles y consagrados en el país y en los campos misioneros extranjeros donde ahora hay uno”—”Evangelism” pág. 22. (La cursiva es nuestra.)
En el presente no se está haciendo ni la milésima parte de lo que debiera hacerse en el trabajo de las ciudades; eso se hará si los hombres y las mujeres cumplen plenamente con su deber.”—Id., pág. 29. (La cursiva es nuestra.)
Estas instrucciones deben ser suficientes para hacernos ver, a nosotros los obreros, cómo considera Dios nuestras actividades en pro de la salvación de las almas. Ya es tiempo que apliquemos los principios revelados por Dios en nuestro evangelismo.
Un programa de adelantamiento evangélico
Hemos recibido la siguiente orden: “Avanzad; entrad en nuevos territorios… No debe haber demora en esta obra.” (“Evangelism.” pág. 707.) Esta anexión de nuevos territorios no debe detenerse en ninguna parte, porque “El círculo ha de ensancharse hasta que circunde el mundo.” —Id., pág. 19.
A pesar de nuestros esfuerzos nos parece que se añaden poquísimos miembros a nuestra iglesia. ¿No se deberá esto a que esperamos demasiado poco? Jesús le dijo cierta vez al padre de un muchacho afectado por un espíritu mudo: “Si puedes creer, al que cree todo es posible.” Nosotros también debiéramos exclamar como lo hizo el padre: “Creo, ayuda mi incredulidad.” (Mar. 9:23, 24.)
Si la iglesia creyera que cada uno de nosotros hemos sido salvados para servir, para ganar a los perdidos, y si obedeciéramos por fe esta orden, pronto presenciaríamos el siguiente cuadro profético: “Se obedeció la palabra de Dios, y como resultado se erigieron monumentos [iglesias] para él en cada ciudad y aldea.” (Id., pág. 699.) Gracias a la intervención del Todopoderoso, la iglesia saldrá triunfante.
Algunos pueden argüir que el evangelismo es difícil, y que no compensa el dinero, el tiempo y la energía requeridos para reunir una cosecha abundante. Dicen que la gente no vendrá para oír el mensaje. Pero el Señor ha ordenado que se haga el trabajo, a pesar de los obstáculos aparentemente insuperables. De modo que todos los ministros y los evangelistas digan con Caleb: “Subamos luego, y poseámosla …. Con nosotros está Jehová.” La predicación del Evangelio triunfará bajo la dirección del Espíritu Santo, y entonces los hijos de Dios poseerán la Canaán celestial. Evangelistas y compañeros obreros, esta es la hora dorada del evangelismo. Utilicemos toda oportunidad para llevar el mensaje a un triunfo glorioso.
Sobre el autor: Director adjunto de la Asoc. Ministerial de la Asociación General