Uno de los mensajes de esperanza más hermosos de toda la Biblia

Tal vez el libro de Nahum sea uno de los más controvertidos y menos valorados de toda la Biblia. Se predica muy poco acerca de él, y muchos cristianos apenas conocen su contenido. De hecho, el lenguaje utilizado por el profeta no es muy atractivo para los lectores del siglo XXI. Nahum describió al Señor como un Dios “vengador y lleno de indignación”, que “se venga de sus adversarios, y guarda enojo para sus enemigos” (Nah. 1:2). Después indagó: “¿Quién permanecerá delante de su ira? ¿y quién quedará en pie en el ardor de su enojo? Su ira se derrama como fuego, y por él se hienden las peñas” (Nah. 1:6).

 En su narrativa, Nahum hizo referencia a un escenario de guerra catastrófico en el que se encuentra un Dios airado contra sus enemigos: “Chasquido de látigo, y fragor de ruedas, caballo atropellador, y carro que salta; jinete enhiesto, y resplandor de espada, y resplandor de lanza; y multitud de muertos, y multitud de cadáveres; cadáveres sin fin, y en sus cadáveres tropezarán” (Nah. 3:2, 3). El libro es tan impopular que Duane Christensen, teólogo estadounidense, afirma que “ningún libro de la Biblia ha sido tan mal visto como este. Es visto frecuentemente como la expresión de un profeta vengativo y nacionalista, que celebra la destrucción de un enemigo. Nahum ha sido descrito como un libro deficiente teológica y éticamente, y algunos lo consideran la obra de un profeta falso”.[1]

 La mala comprensión de textos bíblicos como los que encontramos en Nahum puede conducir a algunas personas a establecer una distinción entre el Dios del Antiguo Testamento, visto como dictador, verdugo, tirano y cruel, y el Dios del Nuevo Testamento, un Padre amoroso y acogedor. El científico británico Richard Dawkins afirma que “el Dios del Antiguo Testamento, indiscutiblemente, es el personaje más desagradable de toda ficción”.[2] Dawkins representa a las personas que sacan conclusiones precipitadas después de una lectura poco profunda, superficial, de las Escrituras. Considerando esas cuestiones, la pregunta central es: ¿Qué relevancia tiene el libro de Nahum para los cristianos en el siglo XXI?

Contexto histórico

 Para entender la relevancia del mensaje de Nahum, necesitamos conocer primero el contexto histórico en el que vivió el profeta y comprender lo que significó el mensaje para los lectores originales, los habitantes de Judá.

 El libro fue escrito entre 663 y 612 a.C. En esa época, Asiria era un imperio mundial, que tenía a Nínive como su capital. Allá por el año 1850 d.C., Auten Henry Layard encontró artefactos importantes al excavar las ruinas de las ciudades de Kalhu y Nínive, en las actuales Nimrud y Mossul, en Irak, que ayudaron a reconstruir el contexto histórico de Nahum. Entre los elementos encontrados está la estela de Assurnasirpal II, rey asirio que vivió unos dos siglos antes que el profeta.

 En la estela se describen algunos de los hechos y las conquistas del rey. En uno de los extractos, el rey se enorgullecía por haber arrancado la piel de los líderes de cierta ciudad que se habían rebelado contra él; sepultado veinte hombres vivos entre las paredes del palacio; quemado prisioneros, cortado brazos, piernas, nariz y orejas de otros, y perforado los ojos de muchos. En otra parte, se vanagloriaba de haber erigido una columna de cabezas humanas frente a una ciudad enemiga.

  Layard también descubrió las ruinas del palacio de Senaquerib, otro rey asirio que vivió unos cincuenta años antes de Nahum. Las paredes de la sala principal estaban revestidas de paneles en alto relieve, que retrataban la conquista de la ciudad de Laquis (a unos 30 km al sur de Jerusalén) en 701 a.C. En esos paneles, se puede ver claramente la crueldad de los soldados asirios. Los dibujos muestran algunos prisioneros mientras son decapitados, y otros que son empalados o son lanzados de cabeza violentamente contra la pared.[3]

 Como afirma Stefanovic, “los asirios se destacaban por el uso brutal del poder y una crueldad sin fin”.[4] Nahum llamó a Nínive la “ciudad sanguinaria” (Nah. 3:1). En palabras actuales, podríamos decir que Asiria “cometió crímenes contra la humanidad”.[5]

Esperanza para Judá

 El libro de Nahum es una sentencia contra la impiadosa Nínive. La profecía fue clara: los asirios serían destruidos. Era algo improbable en la época, debido al gran poderío de ese imperio. Nótese, sin embargo, que la profecía no menciona una destrucción temporal, sino la erradicación total: El Señor “hará consumación” (Nah. 1:9), “serán consumidos como hojarasca” (vers. 10), “serán talados” (vers. 12), “Más acerca de ti [Asiria] mandará Jehová, que no quede ni memoria de tu nombre” (vers. 14), “nunca más volverá a pasar por ti el malvado” (vers. 15).

 Las palabras del profeta fueron un mensaje de esperanza para los habitantes de Judá y, sin duda, la mejor noticia que podían oír. Por eso, Nahum dijo: “He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas [lit., el evangelio], del que anuncia la paz” (Nah. 1:15). Los habitantes de Judea serían liberados de su pesado yugo y, finalmente, podrían vivir en paz. Por esa razón, el mensajero de Dios invitó al pueblo a alegrarse y celebrar la destrucción inminente de los enemigos: “Celebra, oh Judá, tus fiestas, cumple tus votos; porque nunca más volverá a pasar por ti el malvado; pereció del todo” (Nah. 1:15).

 La noticia de la inminente caída de los asirios fue un mensaje de ánimo y alivio no solo para los moradores de Judá, sino para todos los pueblos que sufrían bajo la impiedad de ese imperio. Nadie lamentaría su caída: “Nínive es asolada; ¿quién se compadecerá de ella?” (Nah. 3:7), “todos los que oigan tu fama batirán las manos sobre ti, porque ¿sobre quién no pasó continuamente tu maldad?” (Nah. 3:19).

 La profecía de Nahum se cumplió rigurosamente. En el año 612 a.C., una coalición de los ejércitos de los medos y los caldeos liderada por Nabopolasar logró derribar parte de los muros de Nínive, invadir la ciudad y destruirla por completo.[6] En menos de siete años, todo el imperio había sido borrado del mapa. La destrucción fue tan grande que durante más de veinte siglos no se pudo descubrir la ubicación de su capital. El historiador griego Jenofonte (428-354 a.C.) pasó por esa región un poco más de doscientos años después de la destrucción de Nínive y fue incapaz de identificar la localización de la ciudad. Alejandro Magno (356-323 a.C.) también atravesó la región con su ejército y no pudo encontrarla. Layard fue el primero, desde el siglo V a.C., en localizar a Nínive. Muchos llegaron incluso a dudar de que esa grande capital hubiera existido. [7]

El mensaje de Nahum

 Asiria no existe más. La mayoría de los cristianos no tienen origen judío. ¿Cuál es, entonces, la relevancia del libro de Nahum para nosotros? En teología, existe un término técnico que se conoce como sensus plenior. Esa expresión, proveniente del latín, significa literalmente “sentido más pleno”, y se aplica cuando un texto bíblico tiene un sentido más amplio que su significado inmediato. De hecho, el profeta, el escritor o los destinatarios originales del mensaje divino no siempre tenían conocimiento de ello. Pero el propósito de Dios era que, en el tiempo apropiado, su pueblo tuviese la comprensión plena de su mensaje.

 ¿Cuál es el sensus plenior de Nahum? La profecía nos dice que el Señor destruirá a todos sus enemigos, y que un día el mal será exterminado por completo. Clive Anderson resume el significado del mensaje del profeta para sus oyentes originales y para nosotros al sugerir esta paráfrasis: “Pueblo de Judá, ¡alégrate! Los asirios no existirán más. Cristianos, ¡alégrense! Porque el pecado y Satanás no tendrán dominio sobre ustedes eternamente”.[8]

 El mensaje más amplio de Nahum se encuentra en toda la Biblia. En el Salmo 110:1, está escrito: “Jehová dijo a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”, y el apóstol Pablo afirmó que “el postrer enemigo que será destruido es la muerte”(1 Cor. 15:26). Isaías, a su vez, llena nuestro corazón de esperanza al decir que el Señor “destruirá a la muerte para siempre; y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra”; entonces, “se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación” (Isa. 25:8, 9).

Conclusión

 En Nahum, no vemos a un Dios tirano y cruel, tampoco a un Dios distante que está ajeno a los sufrimientos de sus criaturas. Sino que vemos a un Padre amoroso y protector que está tan íntimamente ligado a sus hijos que trata a los adversarios de ellos como a sus propios adversarios. Promete combatir esta guerra con nosotros, como un guerrero valiente, para ayudar a liberarnos del poder opresor de Satanás.

 Detrás de las duras palabras del profeta, vemos uno de los mensajes de esperanza más hermosos de toda la Biblia. Esa buena nueva debe ser llevada a todo el mundo, en especial por nosotros, quienes creemos en la inminencia del segundo advenimiento de Cristo, cuando el Señor erradicará el mal completamente y “no tomará venganza dos veces de sus enemigos” (Nah. 1:9).

Sobre el autor: pastor en la región de Xanxeré, SC, Rep. del Brasil.


Referencias

[1] Duane Christensen, The Former Prophets (North Richland Hills, TX: D&F Scott Pub Inc, 2002), p. 73.

[2] Richard Dawkins, The God Delusion (Nueva York, NY: Houghton Mifflin, 2006), p. 31.

[3] Austen H. Layard, Discoveries in the Ruins of Nineveh and Babylon (Nueva York, NY: G.P. Putnam and Co., 1853).

[4] Ranko Stefanovic, Thus Says the Lord: Messages from the Minor Prophets (Hagerstown, MD: Review and Herald, 2012), p. 93.

[5] “Introducción a Nahum”, Biblia de Estudio Andrews (Florida, Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2014), p. 1.116.

[6] Mark Allen Hahlen y Clay Alan Ham, “The Book of Nahum”, NIV Commentary (Joplin, MO: College Press Publ. Co., 2006).

[7] Clive Anderson, Opening Up Nahum (Leominster, MA: Day One Publ., 2005).

[8] Ibíd.