Como iglesia, llevamos a cabo la obra que Dios nos ha encomendado como si él fuera un Señor ausente.

La promesa de la lluvia tardía no es para el futuro. Se cumple ahora. ¿Está usted listo?

El profeta Zacarías contempló nuestra época mirando a través de los siglos con visión profética. Estaba preocupado por los eventos finales de la gran controversia entre Cristo y Satanás. Angustiado por la posibilidad de que los hijos de Dios en los últimos días se tornaran descuidados y olvidadizos, les advirtió acerca de su necesidad de prepararse para los eventos más dramáticos de toda la historia. Su mensaje fue: “Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno” (Zac. 10:1).

Se espera que como uno de los dirigentes de la Iglesia Adventista ayude a nuestros miembros a tener una relación más íntima con nuestro Dios. Dada la responsabilidad que se ha puesto sobre mí, siento la necesidad de llegar a ser un ejemplo. La misma responsabilidad pesa sobre cada dirigente de nuestro pueblo, ya sea en la familia, en la iglesia local o en una división geográfica de la iglesia mundial.

Tengo una profunda preocupación por cada uno de nosotros. Deseo fervientemente que nos preparemos para recibir el derramamiento de la lluvia tardía. ¿Será exagerado decir que la importancia y urgencia de recibir este poder prometido sobrepasa a todos los demás asuntos que encara la iglesia? Dios nos invita a cultivar una relación más estrecha con él a fin de darnos el poder de su Espíritu y usarnos para que podamos terminar su obra en esta tierra. Lo digo, porque estoy convencido de que ha llegado el tiempo de ir a casa.

Tengamos el Espíritu ahora

En el pasado, cuando hablábamos acerca de la lluvia tardía y del don del Espíritu Santo, el consenso era que, en efecto, necesitamos este poder y que algún día Dios dará a su Iglesia la lluvia tardía. Pero, mientras más alimentemos y mantengamos esa mentalidad de “algún día”, por más tiempo pospondremos la obra que debemos hacer para prepararnos a fin de recibir el don prometido.

Dios ha tratado de ayudarnos a entender que debemos cambiar la mentalidad de “algún día” y tomarle la palabra que ha empeñado. El quiere darnos el poder de su Espíritu Santo AHORA. “El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro; pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo y el cielo está esperando concederlo” (El evangelismo, pág. 508).

Dios no sólo nos asegura que podemos tener el Espíritu Santo ahora, sino que nos dice, mediante tres imperativos, qué debemos hacer a fin de recibirlo: Buscad, orad, y creed.

Creed en el

Si Dios está ansioso por darnos este don, ¿por qué somos tan renuentes para pedirlo y aceptarlo —especialmente cuando sabemos que capacitará a la iglesia para terminar la misión que él le ha asignado y así apresurar el regreso de Jesús? Elena G. de White, la mensajera del Señor, nos ruega buscar este don, orar por él, y creer que podemos tenerlo ahora. Estimados hermanos, no tenemos por qué esperar.

Me atrevo a afirmar que muchos de nosotros no alcanzamos a percibir cómo el cielo desea concedernos el Espíritu Santo en la experiencia de la lluvia tardía ahora. Es posible que Satanás le haya hecho olvidar esta promesa o la haya quitado de su vista. O quizás usted esperó una invitación a creer en ella y aceptarla. Me he propuesto recordar esta verdad a nuestros dirigentes y a nuestro pueblo en cada oportunidad que se me presente. Yo creo que Dios quiso decir exactamente lo que nos ha dicho ya.

Agradezco a Dios porque algunos de los dirigentes de las uniones y asociaciones han comenzado a tomarle la palabra al Señor y están ajustando su enfoque de la obra de Dios a un marco de fe. Debería llenar de santa emoción el corazón de todo adventista del séptimo día el poder comprender que Dios quiere darnos la lluvia tardía ahora. Esto debiera motivarnos a buscar una relación más estrecha con nuestro Dios y Salvador y de unos con otros. Estimados hermanos, permítanme poner a prueba su fe. Acepten la sencilla declaración de la profetisa del Señor. Podemos tener el Espíritu Santo ahora. Dios lo ha prometido.

Orad por el

Elena G. de White nos ha dicho que no sólo debemos creer, sino también actuar en consecuencia. Estoy profundamente impresionado al comprobar con cuánta frecuencia ella relaciona la recepción de este don con la oración.

Este es el segundo imperativo para la recepción de la lluvia tardía —debemos orar específicamente por ella. Muy a menudo añadimos a nuestras oraciones nuestro pedido del Espíritu Santo como algo extra o lo ocultamos en algún punto de una larga lista de asuntos que deseamos poner a consideración de Dios. Para ser honesto, debo confesar que en el pasado no he orado por el derramamiento del Espíritu Santo sobre la iglesia con la intensidad y el fervor que debiera haberlo hecho. Pero las cosas están cambiando. Puesto que he aceptado la promesa de que la iglesia puede tener el Espíritu Santo ahora, estoy dedicando mucho más tiempo a hablar con Dios de eso que no había hecho en el pasado.

Nunca debemos pensar que en algún momento oramos demasiado por el don de la lluvia tardía. “No estamos tan dispuestos como debiéramos a poner en aprietos al Señor, y pedirle el don del Espíritu Santo. Y el Señor espera que lo sometamos a prueba en este asunto. El quiere que presentemos con insistencia nuestras peticiones ante su trono” (Loma Linda Messages, pág. 408).

Y otra vez dice: “La dispensación en la cual vivimos ahora debe ser, para aquellos que piden, la dispensación del Espíritu Santo. Pedid sus bendiciones… el derramamiento del Espíritu es esencial. Debiéramos orar por él… Orad sin cesar y velad, caminando de acuerdo a vuestras oraciones. Y mientras oráis, creed, confiad en Dios. Será en el tiempo de la lluvia tardía cuando el Señor dará abundantemente de su Espíritu. Sed fervientes en oración, y velad en el Espíritu” (The Bible Echo, 7 de nov. de 1898).

Cuando leo declaraciones como éstas siempre me impresiono por la intensidad con que la señora Elena G. de White habla de este asunto y por la urgencia que tenía Dios de comunicar estas instrucciones a su mensajera. El sentido de urgencia e intensidad que nos transmite Elena G. de White es el mismo que Dios tiene, y que por lo mismo le comunicó a ella. Ruego a Dios que me ayude a comprender personalmente este sentido de urgencia y necesidad y que sea capaz de transmitirlo a la iglesia.

Me entusiasmo muchísimo cuando escucho informes acerca de administradores que no sólo creen que es posible tener el don de la lluvia tardía ahora, sino que están ejerciendo esa convicción. Por ejemplo, el presidente de la Unión del Atlántico de la División Norteamericana, habiendo creído que el Espíritu Santo está a su alcance y de todos los dirigentes y miembros de la iglesia de su unión, comenzó una vigilia de oración por la lluvia tardía en las oficinas. Durante más de un año, los

obreros de esa oficina han orado tres veces al día por el derramamiento de la lluvia tardía en su campo y en el campo mundial.

El personal de oficina de la Asociación del Gran Nueva York ha seguido el mismo plan. De hecho, la unión adoptó el modelo para su plan de oración de lo que ya sucedía en la Asociación del Gran Nueva York. No sólo los obreros de las oficinas de la asociación oran tres veces al día por la lluvia tardía, sino que los obreros del New York van ministry dedican tres horas para orar los lunes, antes de que sus vehículos salgan a las calles de Nueva York. Pero esto no es todo. Cada año el grupo que trabaja en el van ministry celebra lo que ellos llaman “diez días de oración”, que es una sesión de oración abierta a todos los obreros de la asociación, según informa la hermana Juanita Kretschmar, esposa del presidente de la asociación y del van ministry. En 1989 los diez días de oración terminaron con el bautismo de un obispo católico ortodoxo.

Bajo la dirección del presidente de la unión, otros presidentes de asociaciones de la Unión del Atlántico están dirigiendo a su personal de oficina en una vigilia de oración por la lluvia tardía. En las oficinas de las asociaciones del Norte de Nueva Inglaterra y de Nueva York, las oraciones ascienden tres veces al día demandando el poder que necesitamos para acabar la obra.

Buscadlo

Hasta hoy nuestras oraciones por la lluvia tardía han sido esporádicas, creyendo que recibiremos este don de alguna manera y en el futuro. Pocos lo hemos buscado real y activamente. Debemos modificar nuestras oraciones de suerte que reflejen el sentido de urgencia del cielo respecto a este don. La creencia de que podemos tener el Espíritu Santo ahora debe basarse en una fe dinámica y viviente. Debemos hacer un esfuerzo consciente para comprender lo que la Palabra de Dios y la pluma inspirada enseñan en cuanto a lo que tenemos que hacer a fin de prepararnos para la lluvia tardía.

Dios no dará su Espíritu a una iglesia descuidada e indiferente. Ni otorgara el poder contenido en este don mientras consideremos este asunto como algo de poca monta y no se aprecie como debiera. Nótese lo que Dios requiere de nosotros. “No necesitamos preocuparnos acerca de la lluvia tardía. Todo lo que tenemos que hacer es conservar limpio y en su posición correcta el vaso, y preparado para la recepción de la lluvia celestial, y seguir orando ‘que la lluvia tardía venga a mi vaso. Que la luz del glorioso ángel que se une con el tercer ángel brille sobre mí; dadme una parte en la obra; dejadme hacer oír el mensaje, permitidme ser un colaborador con Cristo’ ” (Upward Look, pág. 283).

La única respuesta a nuestras necesidades

Repetidas veces hemos leído los urgentes llamados que hace la mensajera del Señor para que nos preparemos para la recepción de la lluvia tardía. Ella ha dicho que la recepción de este don es esencial para la iglesia, que debemos tenerlo, que la iglesia no puede prosperar sin él, y que todas las otras bendiciones pueden esperar si tenemos este don. Sin embargo, todavía pensamos muy poco en el Espíritu Santo, su poder e influencia no son apreciados. Como iglesia, llevamos a cabo la obra que Dios nos ha encomendado como si él fuera un Señor ausente.

Hemos olvidado las lecciones del Antiguo Testamento —Dios quiere actuar e intervenir en la historia humana. Quiere revelarse a sí mismo al mundo por medio de su pueblo. Anhela proyectarse en la historia ayudando, bendiciendo y salvando a su pueblo de modo que las naciones contemplen su poder y su gloria. De esta manera todas podrían ver y conocer quién es él y algunos serían salvos. Pero no puede obrar a través de su pueblo como quisiera mientras no esté en una correcta relación con él. El don del Espíritu Santo a través de la experiencia de la lluvia tardía pondrá a la iglesia en la posición correcta de modo que Dios pueda actuar a través de ella. “El impartirá su Espíritu en la plenitud de su poder vivificante y no habrá suficiente espacio para recibirlo. Sólo el bautismo del Espíritu Santo puede poner a la iglesia en la posición correcta y preparar al pueblo de Dios para el conflicto que se aproxima rápidamente” (Carta 15, 1889).

Estimados hermanos, ¿puede hablarse con mayor claridad? Todo el poder del cielo está a nuestra disposición. ¿Hay algo más grande que podamos pedir? En mi calidad de ministro del Evangelio, buscaré fervorosamente la lluvia tardía y trataré de cumplir las condiciones que señala Elena G. de White.

 Creo que la iglesia puede tener el Espíritu Santo ahora. Lo afirmaré siempre, en todo lugar, tiempo y circunstancia. El derramamiento de la lluvia tardía será en adelante el asunto vital que presente a Dios en oración.

Al asumir este compromiso, invito a todos los dirigentes de la iglesia, pastores y miembros a hacer el mismo voto. Los invito a creer, orar y buscar. Hermanos dirigentes, realicen vigilias de oración en sus instituciones, organizaciones y oficinas. Hermanos pastores y miembros de la iglesia, comiencen grupos de oración en sus hogares e iglesias. O nos movemos hoy y nos ponemos a tono con la voluntad y los propósitos de Dios o seremos culpables de perder una oportunidad de oro en la historia de las naciones de ver terminada la obra. Que asciendan nuestras oraciones por el derramamiento de la lluvia tardía a Jesús en el santuario celestial y al trono de la gracia las 24 horas del día.

Que se diga ahora de aquellos que buscan la lluvia tardía como se dijo del Imperio Español, que el sol no se pone nunca sobre los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día que buscan, oran y creen en el derramamiento del Espíritu de Dios.