La asociación ministerial de la Asociación General ha aceptado la encomienda de coordinar el entrenamiento y el apoyo para los ancianos de iglesia

“Y sirvió Israel a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué y que sabían todas las obras qué Jehová había hecho por Israel” (Josué 24:31). La última parte de este versículo suena ominosa. La escena es familiar. Uno por uno habían dejado de existir los dirigentes que habían sido testigos presenciales del poder de Dios en el movimiento del Éxodo. Quienes habían visto la liberación en el mar Rojo o la demostración del poder de Dios en el Sinaí o el secamiento del río Jordán ya no estaban allí. La escena había cambiado. Una terrible crisis se perfilaba en el horizonte. ¿Continuaría Israel sirviendo al Señor? Esa era la pregunta crucial ahora que Josué y sus colegas habían depuesto sus cargas.

Por supuesto, nuevos dirigentes manejaban el timón, pero al parecer no alentaban a Israel a dedicar sus vidas al Señor. La historia posterior a Josué sugiere que los hombres que deberían haber construido un bastión contra el mal en realidad condujeron al pueblo por la senda de la desobediencia. ¿El resultado? Trescientos años de apostasía y sufrimientos humillantes en manos de los enemigos.

Lo que Israel necesitaba entonces era un liderazgo espiritual fuerte y dedicado. La necesidad no es menos urgente hoy, particularmente en vista del rápido crecimiento de la iglesia en los países del tercer mundo.

A cargo de 32 iglesias

Hace poco recibí una carta de un ex compañero de clases. Ahora dirige un distrito de 25 iglesias en un país en desarrollo. Sus miembros están involucrados tratando de organizar tres iglesias más. En una reunión de todas las iglesias del distrito los ancianos expresaron su preocupación por cinco aldeas de su territorio que todavía no habían oído el mensaje. Deseaban entrar a esas aldeas antes que las condiciones políticas cambiaran y lo hicieran imposible. De modo que el pastor pronto tendrá 32 iglesias con más de 1500 miembros para supervisar y alimentar.

Y no es el único. En muchos países en desarrollo los pastores supervisan distritos extensos en los cuales no pueden visitar a sus congregaciones más de una vez cada dos o tres meses. Las circunstancias políticas y las condiciones financieras de la iglesia hacen más agudos los problemas propios del crecimiento. La situación es particularmente difícil en áreas del mundo donde las tribus animistas se están volviendo cada vez más receptivas al Evangelio. Las congregaciones en tales circunstancias, donde la economía se basa en un sistema agrícola de trueque, no pueden generar las finanzas suficientes para cumplir los reglamentos de la organización para emplear a un pastor.

Sin embargo, en tales áreas la mayoría de la feligresía está involucrada en el Evangelismo. El crecimiento resultante sigue agravando el desafío que afronta la administración para dar servicios pastorales a las congregaciones.

Tales situaciones tienen sus bendiciones. Si el pastor vive en una aldea o una ciudad distante y no puede visitar a los feligreses durante muchas semanas, los laicos deben tomar la responsabilidad de llevar adelante la obra de la iglesia. En la mayoría de estas áreas la participación de los laicos en las actividades eclesiásticas involucra entre el 75 y el 95 por ciento de la feligresía.

Mientras enseñaba en el Colegio de Mountain View, fui testigo una y otra vez de la significativa contribución que los ancianos laicos hacían para mantener a la iglesia fuerte, creciente y activa. El pastor del distrito que estaba cerca del colegio tenía más de 45 iglesias a su cargo. Los estudiantes ministeriales y los ancianos de iglesia hacían la mayor parte del trabajo de pastorear estas congregaciones.

En una ocasión, conduje mi jeep hasta una aldea donde está situada una de estas iglesias. Cuando llegué, había muchas carretas tiradas por carabaos estacionadas al frente con los animales atados en las cercanías. Al levantar la vista hacia los alrededores vi grupos de personas caminando hacia la iglesia. Cada grupo estaba dirigido por uno de los ancianos locales. Durante el servicio de oración celebrado al principio de aquella semana, la junta de la iglesia había decidido comenzar un programa de visitación en favor de los miembros que ya no asistían a las reuniones. Cuando llegaron a la iglesia esa mañana cada grupo ya había visitado varios hogares antes de la salida del sol. Habían participado en reuniones de oración con los miembros visitados y ahora los traían al culto de adoración del sábado.

Cuán emocionante era ver al anciano dirigiendo la búsqueda de estos miembros descarriados. Al terminar el culto divino, el anciano recibió algunos amuletos mágicos y otros objetos que eran una fuente de tentación para una de aquellas personas. Toda la congregación se reunió alrededor de una hoguera donde aquellos objetos fueron entregados a las llamas. Un espíritu de reavivamiento se sintió en la congregación aquel día.

Los ancianos organizan el evangelismo

Me he sentado en reuniones donde los ancianos organizaban las fuerzas de avanzada del evangelismo para entrar en lugares nuevos. Seleccionaron a su mejor predicador laico, le asignaron un modesto estipendio y lo enviaron con un equipo de laicos para establecer una iglesia en un lugar nuevo. Cuando llegara el tiempo de la cosecha, una nueva iglesia se uniría a la hermandad de iglesias, todo como resultado del trabajo de los laicos.

En algunas regiones los ancianos locales afrontan circunstancias difíciles al cumplir su ministerio. En una ocasión, al terminar un seminario para ancianos y pastores, un joven me pasó una nota que había recibido. Decía: “No vuelva a visitar mi aldea otra vez, porque morirá”.

El joven me explicó: “Mi hermano y yo terminamos hace poco una campaña evangelística en esa aldea. Debemos volver para fortalecer a los nuevos creyentes. Por favor, ore por nosotros”.

Son precisamente ese tipo de hombres y mujeres valientes los que están iluminando las zonas donde todavía no habíamos entrado con el mensaje del Evangelio y están fortaleciendo a la iglesia.

Lamentablemente, en muchas zonas del mundo todavía no hemos descubierto el potencial de estos dedicados y consagrados ancianos de iglesia. Muchas veces lo único que les pedimos es anunciar un himno, ofrecer una oración o pedir los diezmos y las ofrendas. Pero ellos podrían hacer mucho más para ayudar y servir a sus congregaciones. A fin de lograr que rindan un mejor servicio lo único que tenemos que hacer es proveerles entrenamiento y apoyo y darles la oportunidad de ejercitar su liderazgo espiritual en sus congregaciones.

Si bien las necesidades de los ancianos en los países en desarrollo son obvias, los desafíos de quienes desempeñan éstos cargos en las naciones desarrolladas son igualmente grandes. Los ancianos deben proveer a sus congregaciones una amplia gama de servicios espirituales. Tienen la responsabilidad de alimentar a la grey en sus congregaciones, por ejemplo, por lo que necesitamos con urgencia darles herramientas con que realizar esta parte de su ministerio. Los ancianos pueden apoyar a sus pastores con mucha efectividad cerrando “la puerta trasera” de la iglesia por medio de un ministerio personal a sus congregaciones.

Los ancianos que sirven en las iglesias de Norteamérica y Europa donde los pastores con frecuencia atienden a cuatro, cinco o más congregaciones necesitan con urgencia un apoyo similar en la predicación y en la dirección adecuada del rebaño.

Ahora tenemos exactamente esta oportunidad.

Después de consultar con los administradores de la iglesia y con los dirigentes del Departamento de Ministerios de la Iglesia, el Departamento Ministerial de la Asociación General ha aceptado una nueva responsabilidad, la de coordinar el entrenamiento y el apoyo a los ancianos de iglesia. El objetivo es desarrollar equipos de pastores y ancianos fuertes y dedicados, que testifiquen y alimenten a la grey y que provean exactamente el liderazgo espiritual y profesional que nuestras iglesias necesitan.

La Asociación Ministerial de la Asociación General, en coordinación con el Departamento de Ministerios de la Iglesia, está dando los pasos para apoyar el ministerio de los ancianos en dos áreas muy importantes: Provisión de herramientas y aclarar bien las funciones. (La comisión de ancianos y la comisión para desarrollar el Manual del anciano, nombradas hace un tiempo, se describen abajo e incluyen representantes de la División Norteamericana, del Departamento de Ministerios de la Iglesia de la Asociación General, así como de la Asociación Ministerial).

Herramientas para los ancianos

Ya se ha iniciado la obra de crear un manual para los ancianos. Su formato es semejante al Manual del Ministro, y les servirá como guía y libro de consulta para ayudarles en el desempeño de sus deberes en la iglesia local. Una comisión de lectura compuesta por miembros de todo el mundo se dedicará a la preparación de dicho manual. También estará disponible un juego de materiales para uso de los dirigentes de los campos locales y pastores de las iglesias en el entrenamiento de los ancianos.

Reconociendo que los ancianos necesitan recibir información más oportuna, compartir ideas y preocupaciones, discutir temas y asuntos diversos, la Asociación Ministerial le ha pedido a la revista Ministry que publique mensualmente una sección dedicada a este aspecto vital del liderazgo de la iglesia. (La revista El Ministerio Adventista comenzará a publicar este material a medida que esté disponible.)

Planes a largo plazo de La Asociación Ministerial contemplan también la publicación de un manual que ayudará a los ancianos en la preparación de sermones. Un pastor de distrito puede predicar el mismo sermón muchas veces, ¡pero el anciano de iglesia local debe tener algo nuevo que predicar cada semana!

La función del anciano

Si los ancianos necesitan herramientas para ministrar en forma adecuada, también necesitan clarificar perfectamente el papel que desempeñan. Puede ser que nuestros ancianos sean poderosos líderes espirituales, pero constituyen un grupo muy variado. Algunos de ellos no saben leer ni escribir; pero otros son médicos, abogados, e ingenieros. Sirven en una amplia gama de circunstancias. Algunos rara vez predican; pero otros predican la mitad de los sábados durante el año. ¿Hay principios bíblicos de ese liderazgo que puedan suplir las múltiples necesidades de la iglesia mundial? Necesitamos una declaración expresa de la Biblia incluso en asuntos como el significado de la ordenación.

El Manual del anciano que está en proceso de producción no sólo proveerá información acerca de la práctica de su ministerio, sino que señalará sus fundamentos bíblicos. No hay duda de que existen respuestas en los lineamientos que Pablo diseñó al establecer modelos de equipos de Pastor-Anciano en la iglesia primitiva.

Algunos sectores de la iglesia mundial marcan rumbo en el esfuerzo de suplir las necesidades de los ancianos laicos. Dos asociaciones de la División del Pacífico Sur reparten la revista Ministry a todos los ancianos de sus iglesias. Durante el quinquenio pasado la División del Lejano Oriente tomó el voto de hacer a los ancianos locales miembros asociados de las asociaciones o de la Asociación Ministerial de la misión. La Unión Central de las Filipinas adoptó recientemente un blanco de entrenar a cinco mil ancianos. La Unión Filipina del Sur tiene un ciclo de cuatro años para el entrenamiento de sus ancianos laicos. Y desde hace varios años la Unión de Papúa Nueva Guinea opera una escuela de entrenamiento para sus ancianos. (El fundador de esta escuela ha escrito un informe sobre ella que apareció en la revista Ministry de abril de 1991.)

Prácticamente todas las uniones de la División Interamericana han adoptado el plan promovido por la Asociación Ministerial de Interamérica de proveer la revista el MINISTERIO ADVENTISTA a todos sus ancianos de iglesia, como se hace con los pastores. Esto ha demostrado resultados muy positivos en la solidez espiritual tanto de los propios ancianos como de las iglesias a las cuales sirven.

Un entrenamiento y un uso más eficaz de los ancianos de iglesia puede ser la respuesta a las demandas que el crecimiento impone al liderazgo de la iglesia local.

Sobre el autor: J. H Zachary es director asociado de la Asociación Ministerial de la Asociación General.