“No podemos pastorear por Internet y no existe recurso tecnológico que sustituya la presencia del pastor cuando se arrodilla en la sala de una familia, y pide las bendiciones y la protección de Dios sobre sus miembros”.
El crecimiento del número de personas inmersas en el mundo virtual es una realidad irreversible. Cada año, la cantidad de horas utilizadas en Internet aumenta de manera significativa. Actividades tales como hacer compras, ver películas o relacionarse por medio de las redes sociales están formando gran parte de la vivencia de niños, jóvenes y adultos. Frente a esta realidad, el cristianismo no puede ignorar el hecho de que es en el contexto digital donde muchas personas tendrán contacto con el mensaje bíblico y profundizarán en las enseñanzas de las Sagradas Escrituras.
Siendo consciente de esto, la Iglesia Adventista del Séptimo Día viene invirtiendo anualmente una proporción considerable de sus recursos con el fin de presentar el evangelio de la manera más eficaz en el ambiente virtual. Como parte de sus esfuerzos, la sede mundial de la iglesia nombró a Samuel (Sam) Neves como director asociado del departamento de Comunicación, para que trabaje específicamente en ese nicho misionero. De origen brasileño, el pastor Sam se diplomó en Teología por el Centro Universitario Adventista de San Pablo, y obtuvo la maestría en el Newbold College, en Inglaterra. Por más de diez años, ejerció su ministerio en Londres.
Casado con Amy, su novia desde la adolescencia, tiene tres hijos.
Usted fue nombrado recientemente director asociado de Comunicación de la Asociación General. ¿Cuáles son sus responsabilidades?
Mi principal responsabilidad es estimular el uso de Internet en el cumplimiento de la misión dada por Jesús a la Iglesia Adventista del Séptimo Día. De esa manera, me comprometo con diversos ministerios y proyectos relacionados con páginas, redes sociales, juegos y aplicaciones para los celulares, entre otras iniciativas.
¿Cree usted que los medios de comunicación están transformando la manera en que los cristianos viven la fe en lo cotidiano?
Vivimos en un momento único de la historia. El comportamiento de la mayoría de las personas alrededor del mundo nunca cambió tan drásticamente en un período tan corto de tiempo. Además de esto, ese comportamiento se está haciendo cada vez más parecido en todas las principales capitales del mundo. El resultado es simple: jóvenes de 18 años en Nueva York, Londres, San Pablo, Tokio, Sídney o Pekín tienen más en común entre sí que con la gente de sus propios países. Esa nueva cultura universal, homogénea, está llevando a las personas del mundo entero a que se vuelvan cada vez más independientes.
Sin embargo, las profundas necesidades humanas individuales continúan siendo las mismas de siempre. Todavía necesitamos ser amados y conectarnos unos con los otros hoy, como hace tres mil años. Frente a esta realidad, se forma un cierto conflicto, pues cuanto más independientes somos, más difícil se hace esa conexión. Para peor, la propia tecnología de la comunicación, que nos promete conexión con el mundo, está llevándonos a una vida cada vez más solitaria y “desconectada”, aislada. Paradójicamente, es el remedio el que nos está haciendo enfermar.
En ese contexto, el sábado y la iglesia local se presentan como el gran antídoto para esa nueva tendencia mundial. El sábado es, justamente, el día en que nos desconectamos del mundo digital para vivir íntimamente conectados con las personas que amamos, nuestra familia y nuestros amigos de verdad. Además de eso, la iglesia local es el único lugar en la sociedad en que son destruidas todas las barreras que nos dividen durante la semana. Ricos y pobres, doctores y analfabetos, saludables y enfermos, con o sin necesidades especiales, empresarios y empleados, hombres y mujeres, adultos, niños y adolescentes son todos amados igualmente por su verdadero valor como hijos de Dios, y no por su capacidad o clase social. Especialmente por esos dos motivos, creo que la Iglesia Adventista del Séptimo Día fue llamada por Dios con el más profundo mensaje de libertad presente y esperanza por venir. Mi sueño es que nosotros, discípulos de Jesús, vivamos esas dos realidades para ser instrumentos del Señor en el siglo XXI.
En el actual contexto mediatizado, ¿hay espacio para el pastoreo eficaz que no utilice especialmente las redes sociales como herramienta?
Como pastor local hasta hace poco tiempo, entiendo bien esa realidad. El ministerio de Cristo, y por lo tanto el nuestro, presentaba por lo menos tres aspectos: proclamación, contemplación y conexión. Jesús proclamaba las verdades del Reino usando el recurso que tenía disponible en la época: la oratoria. La variedad de recursos que poseemos actualmente es uno de los mayores beneficios de la tecnología moderna. El pastor busca a Dios y recibe un mensaje para el tiempo presente de su iglesia local. Mientras que antiguamente el sermón era una de las únicas formas de transmitir ese mensaje, hoy los medios son casi ilimitados. El ministro puede alcanzar a muchas más personas y por mucho más tiempo, ya que sus mensajes pueden permanecer disponibles en forma indefinida. Cristo también llamaba a discípulos a que lo observaran y aprendieran cómo vivir e interactuar con Dios y con las personas. Cuando Jesús nos ordenó que hiciéramos discípulos, él tenía la misma idea en mente. El apóstol Pablo dice:
“Sean imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Cor. 11:1). Por medio de los canales de comunicación, los seguidores de un pastor tienen la oportunidad de observarlo en su vida normal y aprender lo que es seguir a Jesús.
Sin embargo, el ministro debe tener cuidado en mantener la integridad de su familia y preservar la intimidad de su hogar. Durante cierto período, pasé por una fase en la que la conexión real con personas de la comunidad se transformó en algo secundario, ya que los medios de comunicación eran tan poderosos. Gracias a Dios, no pasé mucho tiempo así. No podemos pastorear por Internet, y no existe recurso tecnológico que sustituya la presencia del pastor cuando él se arrodilla en la sala de una familia, y pide las bendiciones y la protección de Dios sobre sus miembros. Facebook jamás sustituirá el abrazo en el luto, la sonrisa en la fiesta, o que te tomen la mano en un cuarto de hospital. El pastor tiene el privilegio único de estar próximo a las personas en sus mayores alegrías y en sus mayores sufrimientos. Dios se comunicó de varias maneras con los seres humanos, pero fue solamente cuando estuvo físicamente próximo, por medio de Jesús, que el amor divino pudo ser mejor comprendido. ¡Ese es el llamado real del pastor!
¿De qué forma los pastores pueden ayudar a los miembros de iglesia a que vivan el cristianismo en las redes sociales?
Las redes sociales solamente amplían lo que hacemos en nuestras comunidades locales. Es decir, apenas muestran quiénes somos realmente. Como pastores, debemos siempre presentar quién fue Jesús, en nuestras actitudes y en nuestras palabras. Nuestra misión es inspirar a las personas para que sean como Cristo en la vida real. Después de eso, la vida digital será una consecuencia…
¿Cree usted que los pastores y las iglesias locales están aprovechando el potencial evangélico existente en los diversos medios de comunicación? ¿Qué puede hacerse con el objetivo de volver más eficiente la interacción entre el mundo virtual y la iglesia real?
América del Sur está viviendo un momento único. Millares de personas están interesándose en la verdad bíblica al interactuar con ella a través de los medios de comunicación. Sin embargo, cuando visitan la iglesia adventista local, algunos no logran reconocer el mismo mensaje. Todavía existen algunas iglesias en las que los asuntos que se tratan no son interesantes para quienes las visitan; el culto es desorganizado; pocas personas cantan los himnos; nadie habla con los invitados; los miembros desaparecen enseguida después de terminada la programación; y la iglesia solamente abre en los horarios regulares de culto. Nunca encontré ninguna congregación que tenga todas estas características juntas, pero veo que diversas iglesias tienen muchas áreas para mejorar. Hace muchos años trabajé con el pastor Luis Goncalves. Recuerdo una ocasión en que el micrófono dejó de funcionar por treinta segundos. Después del culto, él llamó a su equipo y conversó seriamente sobre aquella falla: “En aquel momento, alguna persona podría estar decidiéndose por Jesús y, de pronto, con la falla del micrófono, dejó de pensar en Cristo, pues se dio cuenta de que algo estaba saliendo mal. Después de eso, no sabemos cuándo escuchará nuevamente la voz del Espíritu Santo. La vida de las personas depende de nuestra atención a cada detalle. No podemos fallar”. ¡Imagino cómo sería si cada una de las iglesias pensara de esa manera!
¿Cómo pueden ser útiles los diferentes medios de comunicación en el proceso del discipulado?
No existe un discipulado digital. Ser discípulo requiere observar a alguien que esté siguiendo a Jesús por más tiempo y aprender lo que ese proceso significa. El discipulado es vivir cerca, compartir la vida y cumplir la misión juntos. Es imposible hacer todo eso a la distancia. Sin embargo, existen fases del discipulado que pueden ser facilitadas por los recursos tecnológicos. Despertar el interés por el evangelio, empeñarse en la proclamación del Reino y realizar otras etapas del proceso son cosas que pueden realizarse utilizando los medios de comunicación en forma correcta.
Sin embargo, para hacer discípulos, necesitamos convivir con las personas. Usted presentó una innovación evangelizadora cuando creó el juego
Héroes. ¿de qué forma los proyectos diferenciados pueden alcanzar a las nuevas generaciones? ¿Cómo hacer el puente entre el entretenimiento y el compromiso real con Cristo?
No veo diferencia entre el entretenimiento y el compromiso con Cristo. De hecho, la nueva vida comienza con una alianza con el Señor. Todo lo que hacemos posteriormente tiene que ser reflejo de aquella decisión; ¡todo! Si hay algo en la vida del discípulo que no refleja ese compromiso, la persona tiene que abandonarlo.
El hecho es que, en virtud de nuestra fuerte herencia puritana, tenemos dificultad para ver a Jesús en las cosas que nos traen satisfacción y alegría. Vemos nuestra vida espiritual como compuesta por devocionales, cultos, oración y predicaciones; deportes, trabajo, entretenimientos, viajes y otras actividades son consideradas seculares. De esa manera, cuando vemos un game que nos aproxima de Dios y a su Palabra, no logramos aceptar eso muy bien. Sin embargo, la Biblia fue escrita muchos años antes de que se formara el concepto puritano. Todo lo que Jesús hacía era espiritual: transformar el agua en vino para que la fiesta continuara, auxiliar a sus discípulos en la pesca, y hasta contribuir financieramente con el Imperio Romano. Cuando percibimos que la alegría y la felicidad vienen de Dios, y forman parte de su Reino, nuestra cosmovisión cambia (Rom. 14:17). Está claro que si practicamos alguna forma de entretenimiento que no esté de acuerdo con los principios divinos, debemos abandonarla inmediatamente.
¿Cuántos discípulos se “santifican” en el séptimo día, y después de la puesta del sol piensan muy poco en el Reino, al elegir su diversión para el sábado por la noche? ¿Existe algún proyecto en marcha que tenga como objetivo entrenar pastores y dirigentes de iglesia acerca de cómo conducir al rebaño en el ambiente virtual?
El mejor programa de capacitación digital para pastores que conozco es el MBA en Comunicación, organizado por la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Espero que en breve podamos tener programas similares en todo el mundo.
¿Qué consejos podría usted dejar para aquellos que desean ser más eficientes en su ministerio en el contexto del mundo virtual?
Identifique a un preadolescente (entre los 11 y los 13 años) que esté atento al mundo digital, y combine con los padres del jovencito un programa de acompañamiento de su rutina digital. Obsérvelo durante algunas horas por mes, y vea cómo interactúa con la tecnología y la comunicación. Muy probablemente, el comportamiento de ese preadolescente será reproducido por el resto del mundo en cinco años.
Además de eso, no pase demasiado tiempo estudiando el mundo digital, a no ser que desee especializarse en eso. Si fuera el caso, contrate especialistas en cada área para realizar un buen trabajo. El pastor fue llamado para ser pastor, no tecnólogo. Yo mismo dependo de los consejos y la experiencia de especialistas en todas las áreas digitales.
Finalmente, abra las puertas para que los jóvenes implementen sus formas de predicar el evangelio y expandir el Reino. Escuche, y después escuche otra vez lo que ellos tienen que decir. El trabajo del pastor es facilitar la transición de la iglesia hacia una nueva generación de líderes, sin comprometer los principios bíblicos.